¿Qué será lo que quiere Trump?
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
En 2011 la economía de Estados Unidos representaba
21,1% del PIB mundial, la Unión Europea 21,4%, China 10,2% y el resto del mundo
47,3%. En 2023 esa participación llegó a 26,1%, la de China, que también
creció, alcanzó 16,8%. La Unión Europea y el resto del mundo redujeron sus
participaciones que pasaron, respectivamente, a 16,8% y 39,6%.
En el mismo lapso el PIB per cápita de Estados Unidos creció 65%, frente al 15% de la Unión Europea y 25% el del Mundo. Por su parte, China creció 125%, pasando de US$ 5.614 a US$ 12.641. El hecho es que, en 2023, el PIB per cápita de Estados Unidos duplica el de la Unión Europea, es seis veces y media el de China y seis veces del promedio mundial.
Las cifras anteriores indican a las claras que Estados
Unidos está lejos de ser un perdedor de la economía de libre comercio que se
implantó en el mundo después de la Segunda Guerra Mundial.
Se me hace difícil entender
las razones de la guerra arancelaria desatada por el gobierno de Trump que
puede acabar con el régimen de libertad comercial y la globalización que tanto
ha beneficiado a todos los países y personas del mundo, en especial a los
Estados Unidos, arrasando de paso el sistema monetario internacional.
Tener un déficit comercial
gigantesco y no tener ninguna presión para reducirlo, es como tener un “fiado”
en la tienda de la esquina sin necesidad de pagarlo nunca. Milton Friedman se
burlaba de quienes se preocupaban por el déficit comercial de USA. Si los demás
países, decía, quieren darnos bienes y servicios útiles y costosos a cambio de
dólares que cuesta poco y solo sirven para ser guardados, el problema es de
ellos, no nuestro.
Un país cualquiera puede tener
un déficit comercial persistente mientras reciba inversión extranjera directa,
remesas del exterior y crédito en abundancia. Cuando esos flujos financieros
disminuyen o cesan, el país en cuestión tiene que devaluar su moneda para
generar superávit comercial y obtener excedentes financieros para empezar a
pagar. Estados Unidos no es un país corriente pues su moneda es la principal
moneda de reserva y su deuda es considerada por el mercado como el activo libre
de riesgo por excelencia. Por eso Estados Unidos puede tener un déficit
comercial gigante y persistente sin que pase nada, o casi nada. Es decir,
recibir bienes y servicios útiles y costosos a cambio de nada o casi nada.
Jacques Rueff, el gran
economista francés que fuera ministro de finanzas del General De Gaulle, cuando
Nixon suspendió la convertibilidad en 1971, dijo que el dólar se transformó en
“du néant habillé en monnaie”, es decir, “la nada disfrazada de moneda”. La
guerra arancelaria puede conducir al derrumbe del sistema monetario
internacional basado en una moneda fiduciaria nacional que otorgaba a su emisor
el extraordinario privilegio de recibir bienes y servicios útiles y costosos a
cambio de nada, es decir, una deuda sin interés y una deuda con el mínimo
interés posible.
El funcionamiento de la
economía mundial está basado en una especie de gran engaño o gran timo: la
emisión por parte de Estados Unidos de moneda y deuda que no cuesta nada o casi
nada y se intercambia por bienes y servicios útiles y costosos. Jacques Rueff
pensaba que ese sistema monetario y financiero colapsaría el día en que los
timados no quisieran serlo más y rehusaran a recibir dólares inconvertibles y dejaran
de comprar bonos del gobierno de USA. Lo curioso es que el gran fraude
monetario en el que reposa la prosperidad mundial amenaza con venirse al suelo
por cuenta del timador y no de los timados.
LGVA
Abril de 2025
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