Pensamiento
Económico II
Lección
9
Schumpeter
y la teoría del desarrollo económico
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista,
Docente Universidad EAFIT
I.
Introducción
Joseph Alois Schumpeter
(1883-1950) es uno de los más destacados economistas del siglo XX. Su principal
contribución a la economía es su teoría del desarrollo expuesta en sus obras
“Theory of Economic Development” de 1911 y “Business Cycles” de 1939. Es también
reconocido por sus investigaciones sobre la historia del pensamiento económico
recogidas en su obra monumental “History of Economics Analysis”, publicada
póstumamente en 1954. Debe también mencionarse su libro “Capitalism, Socialism
and Democracy” publicado en 1942.
En los numerales II a VI se
presenta una síntesis de su teoría del desarrollo económico. El numeral VII es
una nota sobre la concepción del empresario de Schumpeter contrastada con la de
los economistas de la Nueva Escuela Austríaca. El numera VIII hace referencia
brevemente a las ideas de Schumpeter sobre le futuro del capitalismo.
II.
Economía
estacionaria.
Una economía estacionaria o de
flujo circular es el punto de partida de la teoría schumpeteriana del
desarrollo económico. Esto es una exigencia lógica de la teoría. Escribe
Schumpeter:
“Todo proceso de desarrollo se
apoya finalmente en el desarrollo anterior. Sin embargo, con el objeto de ver
claramente la esencia de las cosas, debe hacerse abstracción de este hecho y
explicar el desarrollo a partir de una situación sin desarrollo (...) si
queremos llegar a la raíz del asunto, no podemos incluir en los elementos de la
explicación aquellas cosas que deben ser explicadas”[1]
El rasgo fundamental del
estado estacionario es la ausencia de ahorro y de inversión neta. Es una
economía de propiedad privada, división del trabajo y competencia perfecta. Hay
tres agentes económicos: los trabajadores, los propietarios de la tierra y las
empresas. La distinción entre trabajadores y terratenientes no tienen ningún
interés analítico: su comportamiento económico es similar y las leyes que
gobiernan su remuneración son las mismas. En Business Cycles, Schumpeter
suprime esa distinción y pone de un lado a los hogares, que son la oferta en el
mercado de servicios y la demanda en el de bienes, y del otro lado las empresas,
que son la contrapartida de esos dos mercados. En esta economía los métodos de
producción están dados, al igual que las necesidades y preferencias de los
consumidores. Las cantidades de servicios productivos son fijas y las funciones
de producción son de coeficientes variables lo que permite la sustitución de
servicios productivos según su escasez relativa. En competencia perfecta esto
conduce la remuneración de los servicios según su productividad marginal. Las
preferencias de los hogares y las cantidades de servicios productivos que les
pertenecen se expresan en funciones de utilidad a partir de la cuales se
derivan las demandas de bienes y las ofertas de servicios. De los métodos de
producción se derivan las ofertas de bienes y las demandas de servicios. El
marco analítico es de equilibrio general lo cual significa que las ofertas y
demandas de todos los bienes y servicios son funciones de su propio precio y de
los precios de todos los demás bienes y servicios.
Schumpeter considera dos
procedimientos mediante las cuales esta economía ajusta sus variables – precios
y cantidades – para alcanzar el equilibrio. El primero consiste en suponer que
los agentes tienen un conocimiento -producto de una larga experiencia- de lo
que debe producirse, sus proporciones y técnicas más adecuadas. Esta larga
experiencia permite suponer que después de haber sido alcanzados en el pasado,
los valores de equilibrio se mantienen inalterados mientras los datos no
cambien. También puede imaginarse que el ajuste un proceso similar al tanteo
walrasiano como resultado del esfuerzo racional de los consumidores que tratan
de maximizar la utilidad y de los empresarios que tratan de maximizar el
beneficio. En todo caso el sistema tiende al equilibrio. Interesa el resultado
de ese equilibrio.
Como en Walras, el equilibrio
de la producción está definido por la igualdad entre los precios de venta de
los productos y sus costos de producción en términos de los servicios
productivos. Esto significa que el valor de la producción, expresado en un
numerario cualquiera, es igual a la remuneración de los propietarios de los
servicios productivos. Las empresas no realizan ni beneficios ni pérdidas.
Schumpeter llega a este resultado por medio de la teoría de la imputación que
permite resolver el precio de cada producto en el precio de los factores
originarios necesarios para su producción. En equilibrio no hay ganancias
empresariales. Escribe Schumpeter: “...no puede existir beneficio neto porque
el valor y el precio de los servicios productivos originales siempre absorbe el
valor y el precio del producto”[2]
III.
El
fenómeno fundamental del crecimiento
El cambio o la evolución económica
entendida como la ruptura del flujo circular o del estado estacionario puede
ser el resultado de factores externos como guerras o catástrofes naturales. Un
factor es externo cuando no puede ser explicado por el funcionamiento del
sistema económico. Excluidos los factores
externos, el desarrollo sólo puede explicarse por cambios en los datos
económicos. Es decir, por cambios en las cantidades de factores, en los gustos
de los consumidores o en la funciones de producción o combinaciones productivas,
como las denomina Schumpeter.
El crecimiento de la población
y la acumulación de capital productivo como resultado del ahorro son para
Schumpeter más el resultado que causas independientes de la evolución
económica. Algo similar ocurre con las necesidades y preferencias de los
consumidores. La iniciativa de los consumidores en el cambio de sus
preferencias es despreciable, señala Schumpeter. Los cambios fundamentales en
los gustos y preferencias de los consumidores son el resultado de la acción de
los productores[3].
Una nueva combinación, que
Schumpeter denominará innovación, es el único factor interno que puede
desencadenar, partiendo de la economía estacionaria, el procesos de evolución
económica. El objeto de Schumpeter es construir una teoría endógena de la evolución
económica. La innovación debe ser endógena. La innovación es el resultado de la
acción de un agente particular que busca el beneficio: el empresario. La
innovación es endógena en el sentido de que los datos de la economía
estacionaria permiten a los agentes vislumbrar la posibilidad del beneficio. El
beneficio es la diferencia entre el costo de producción y el precio de los
productos. En equilibrio el precio es igual al costo marginal y no existe ni
beneficio ni pérdida para los empresarios. Ahora bien, si los empresarios no
realizan beneficios es a su pesar pues su acción está orientada a obtenerlos. El
sistema de precios permite el cálculo económico y por tanto la posibilidad de
vislumbrar los beneficios. Los esfuerzos de los empresarios por materializar
ese beneficio que en principio es solamente virtual tienen efectos
desequilibradores sobre el sistema económico. En el estado estacionario, como
todos los empresarios tienen la misma información, la competencia entre ellos
conduce al equilibrio.
El equilibrio se rompe y surge
el beneficio cuando uno o varios empresarios tienen información de la que
carecen los demás y esto les permite vender sus productos a precios superiores
al costo marginal que sólo ellos conocen. En ese sentido el empresario innovador
es un monopolista o alguien que tiene poder de mercado. Todos los agentes
tienen la motivación para convertirse en empresarios – la búsqueda del
beneficio – y todos están en condiciones de realizar los cálculos económicos
que les permiten vislumbrarlo. Ahora bien, el hecho de que unos agentes se
conviertan en empresarios y otros no es más un problema de la sociología que de
la teoría económica. En la teoría de Schumpeter y también en la de Walras, el
empresario está definido por una función: la búsqueda del beneficio y de su
maximización. Lo que hace el empresario, finalmente, es buscar y descubrir
nuevas oportunidades de consumo. El límite a la actividad empresarial estaría
dado por una situación en la que las necesidades económicas de la humanidad estuvieran
completamente satisfechas.
Ahora bien, ¿qué es una
innovación? En “Business Cycles”, la innovación se define como la introducción
de una nueva función de producción. Una función de producción “describe la
forma en que varía la cantidad producida cuando varían las cantidades de
factores empleados. Si en lugar de las cantidades de factores varía la forma de
la función, se tiene una innovación”[4]. La innovación tiene que
ver con los costos monetarios de la producción.
“Podemos
definir la innovación con referencia al costo monetario. En ausencia de
innovación y con precios constantes de los factores, los costos totales de la
empresa individual deben aumentar en función del producto. Cuando una cantidad
dada de producción cuesta menos que lo que costaba entes esa misma o una menor
cantidad podemos estar seguros, si el precio de los factores no ha caído, que
estamos en presencia de una innovación”[5].
En “Theory of Economic
Development”, Schumpeter presenta la siguiente tipología de la innovación:
“Este
concepto cubre los cinco siguientes casos: 1) La introducción de un nuevo bien
– esto es, uno con el que no se hayan familiarizado los consumidores – o de una
nueva calidad de un bien. 2) La introducción de un nuevo método de producción,
esto es, de uno no probado por la experiencia en la rama de manufactura de que
se trate, que no precisa fundarse en un nuevo descubrimiento desde el punto de
vista científica, y puede consistir simplemente en una forma de nueva de
manejar comercialmente una mercancía. 3) La apertura de un nuevo mercado, esto
es, un mercado en el cual no haya entrado la rama especial de la manufactura
del país de que se trate, a pesar de que existiera anteriormente dicho mercado.
4) La conquista de una nueva fuente de aprovisionamiento de materias primas o
de bienes semimanufacturados, haya o no existido anteriormente, como en los
demás casos. 5) La creación de una nueva forma de organización en cualquier
industria, como la de una posición de monopolio (por ejemplo, por la formación
de un trust) o bien la anulación de una posición de monopolio existente con
anterioridad”[6]
IV.
El
beneficio empresarial.
Conviene examinar más de cerca
la cuestión del beneficio. Consideremos, para mayor claridad, el caso de un
nuevo método de producción para producir una mercancía ya existente.
Para que surja el beneficio
deben cumplirse tres condiciones: 1) Aumento de la productividad física de los
factores de producción; 2) El precio de venta del producto no debe bajar cuando
la nueva oferta llegue al mercado y 3) El precio de los factores de producción
empleados no debe aumentar.
En estas condiciones el
empresario puede hacer sus cálculos. Una dotación dada de servicios productivos
que antes le permitía producir una cantidad Q1, le permite obtener con la nueva
función de producción una cantidad Q2 mayor que Q1. Como el precio de venta que
es determinado por las condiciones de producción de los productores que no han
innovado, el valor de la producción del empresario innovador aumentará. Si la
remuneración de los servicios productivos permanece inalterada, el innovador se
apropiará del valor adicional siempre que su producción adicional sea absorbida
por el mercado.
Esta situación es concebible
siempre que la demanda haga necesaria parcial o totalmente la oferta de las
empresas menos productivas que no han innovado. En este caso, el precio de
venta será determinado por el costo de estas últimas y las que producen con
costos unitarios más bajos tendrán un beneficio extraordinario. Se trata de una
situación análoga a la de la teoría de la renta ricardiana donde varios
productores con costos unitarios diferentes enfrentan un mismo precio de venta
determinado por los costos del productor más ineficiente cuya oferta encuentra
salida en el mercado. Ahora bien, en Ricardo ese beneficio extraordinario, que
a la postre se transforma en renta, puede ser permanente; mientras que
Schumpeter sólo puede ser transitorio
puesto que la competencia, tarde o temprano, terminará por extender las
técnicas más productivas al conjunto de la industria concernida.
Las condiciones referentes al
precio de los productos y de los servicios productivos pueden ser menos
restrictivas. Para que exista beneficio basta con que existan múltiples
empresas produciendo con costos unitarios diferentes enfrentadas a un precio de
venta igual para todas. El carácter monopolístico que al principio tiene la
innovación pone un freno a la igualación del precio al costo marginal para
todos los productores. El beneficio desaparece cuando la innovación se
generaliza y todos los productores tienen el mismo costo unitario.
V.
El
crédito y el capital.
En la economía estacionaria o
de flujo circular todos los servicios productivos están empleados. No hay
recursos ociosos en ninguna parte del sistema económico. La innovación sólo
puede consistir por tanto en el empleo diferente de los recursos productivos
existentes. Los empresarios no disponen de ningún medio directo para poner a su
servicio los recursos productivos que necesitan. No tienen ahorros previos que
les permitan financiar las innovaciones.
Los
empresarios que buscan desarrollar una innovación carecen de recursos para
hacerlo. Dichos recursos provienen de los beneficios y estos solo se
materializan cuando la innovación es exitosa. Es aquí donde interviene el
crédito. Surge un nuevo agente económico: el banco; y una nueva función: la concesión
de crédito. El papel de los bancos es entregar a los empresarios bajo la forma
de crédito el poder de compra que necesitan para retirar los servicios
productivos de sus antiguos usos y llevarlos a los nuevos empleos concebidos
por los empresarios. Esta función productiva propia del capital – que
Schumpeter define como la suma de medios de pago que en un momento dado está
disponible para ser transferida a los empresarios – da lugar a una nueva
remuneración: el interés. El interés aparece como una especie de impuesto sobre
los beneficios de los empresarios que éstos están obligados a pagar porque el
crédito es el único medio de que disponen para financiar las innovaciones. La
fuente del interés es el beneficio. El problema de la determinación de su nivel
es el de la distribución del beneficio en interés y beneficio empresarial.
Hay que detenerse en una
cuestión esencial. Para Schumpeter lo que distingue al capitalismo de otras
formas de producción social no son las innovaciones ni el beneficio. Éstas
pueden presentarse en cualquier forma de organización económica y permitirán
siempre obtener el excedente de valor denominado beneficio. En una economía
centralizada – socialista o comunista - en la que un centro de decisión pueda
disponer de la asignación de los recursos productivos no hay necesidad de
crédito para la introducción de las innovaciones. La diferencia fundamental
entre el capitalismo y las otras formas de producción es por tanto la manera en
que se introducen las innovaciones. Escribe Schumpeter:
“La
forma de organización económica en la cual los bienes necesarios para las
nuevas producciones son tomados de lugar que ocupan en el flujo circular por la
intervención de un poder de compra creado ad hoc es la economía capitalista,
mientras que aquellas formas de economía en la cuales esto ocurre por medio de
un poder centralizado o por acuerdo de las partes involucradas representan
formas no capitalisticas de producción”[7].
Esto supone entender el
verdadero papel de la banca y el sistema financiero. La actividad de los bancos
no consiste fundamentalmente en prestar los depósitos que los ahorradores les
han confiado. Los bancos crean moneda al otorgar créditos porque crean
depósitos que equivalen a moneda en el acto de prestar.
VI.
Los
ciclos económicos.
Ya están todos los elementos
constitutivos de la teoría del desarrollo económico: el estado estacionario, el
empresario innovador y la banca. La innovación consiste en introducir una nueva
función de producción. El empresario innovador conoce sus costos de producción
no así el mercado. Es este conocimiento el que le permite al empresario fijar
un precio por encima de sus propios costos. Si la demanda de mercado validad
ese precio, el empresario realizará el beneficio esperado. Ahora bien, como en
la economía estacionaria todos los recursos están empleados, el empresario
precisa desplazarlos de los sectores de producción existentes hacia las nuevas
actividades. En una economía descentralizada y de iniciativa privada, esto no
puede hacerse mediante órdenes administrativas o acuerdos voluntarios entre los
productores. Es aquí donde interviene la banca o el sistema financiero que
puede crear bajo la forma de crédito un poder de compra nuevo que permite a los
empresarios contratar recursos productivos y desplazarlos de las actividades
corrientes a las nuevas actividades productivas resultantes de la innovación.
La aparición de los nuevos productos o de las nuevas técnicas de producción de
lugar a un proceso de imitación que rompe el equilibrio estacionario y desencadena
el proceso de crecimiento de la producción. La expansión persiste mientras
exista la posibilidad de realizar beneficios extraordinarios, es decir,
mientras el rendimiento esperado de las nuevas inversiones exceda el interés
que debe pagarse por los créditos. Pero a medida que las innovaciones se
generalizan, los precios se van ajustando a los costos, los beneficios
desaparecen y la economía se aproxima a una nueva situación de equilibrio. El
ajuste al nuevo equilibrio puede traducirse en una depresión alentada por
procesos deflacionarios y quiebras de empresarios incapaces de pagar las deudas
contraídas para financiar las innovaciones.
El principal problema teórico
del modelo consiste en explicar por qué las innovaciones no se presentan de
forma continua en el tiempo sino por especies de oleadas discontinuas que dan
lugar a las fases de expansión y contracción propias del ciclo. Schumpeter
piensa que la introducción de las innovaciones requiere de la ruptura de
resistencias económicas, sociales y sicológicas. Esa resistencias hacen que las
innovaciones se acumulen y que una vez se han superado esas resistencias éstas
se introducen de forma súbita.
Otro aspecto problemático
tiene que ver con la duración del ciclo económico. Al respecto, Screpanti y
Zamagni señalan lo siguiente:
“Schumpeter
la hace depender fundamentalmente del tipo de bienes de capital en lo que se
incorpora el progreso técnico, pero no está claro si el factor de periodicidad
se relaciona con la duración de los bienes de capital o con el tiempo necesario
para que se complete la difusión de las innovaciones. En cualquier caso – sobre
una base empírica y partiendo de un amplio y profundo conocimiento histórico –
Schumpeter distingue tres tipos de fluctuaciones diferenciados por tres órdenes
diferentes de periodicidad: los ciclos Kitchin, de duración media de 40 meses;
los ciclos de Juglar, de aproximadamente un decenio, y los ciclos de
Kondratiev, entre to y 60 años de duración” [8]
VII.
Dos
visiones del empresario.
Aunque Cantillon la había
vislumbrado, la figura del empresario procede claramente del Walras. En los
economistas clásicos – Smith, Ricardo, Marx, etc. – el empresario se confunde
con el capitalista o propietario de los medios de producción, en la
terminología de Marx. En Walras es una agente completamente distinto definido
por una función: la búsqueda y maximización del beneficio. El consumidor que
maximiza su utilidad obtiene al hacerlo una ganancia completamente subjetiva.
El beneficio que trata de obtener y maximizar el empresario es completamente
objetivo: es la diferencia entre dos sumas de dinero. Schumpeter toma el
empresario walrasiano y le añade un atributo: la innovación. Como parte del
estado de equilibrio, la acción del empresario schumpeteriano es
desequilibradora en la medida en que la innovación provoca una brecha entre el
precio y el costo de producción de donde surge el beneficio.
Los economistas de la Nueva
Escuela Austríaca, en especial Israel Kirzner, destacan la función empresarial.
Sin embargo, su visión se aparta de la de Schumpeter en un aspecto fundamental.
El empresario de Kirzner es fundamentalmente un arbitrador que se lucra de las
diferencias de precios en el espacio o en el tiempo. Escribe Kirzner:
“El
empresario puro, en cambio, procede a descubrir y explotar situaciones en las
que puede vender a precios altos lo que puede comprar a precios bajos. El
beneficio empresarial puro es la diferencia entre estos dos tipos de precios.
No procede del intercambio algo que el empresario valora menos por algo que
valora más. Procede de haber descubierto vendedores y compradores de algo por
lo que los últimos pagarán más de lo que los primeros piden. El descubrimiento
de una oportunidad de ganancia significa el descubrimiento de algo que se puede
obtener a cambio de nada”[9].
Así, la acción del empresario
schumpeteriano es desequilibrante; la del empresario Kirzneriano es
equilibrante. Kirzner señala expresamente esa diferencia. Escribe:
“...hay
una aspecto importante (...) en que la exposición de Schumpeter difiere de la
mía. El empresario de Schumpeter actúa para perturbar una situación existente
de equilibrio. (..) En contrate con esto, mi concepción del empresario insiste
en los aspectos equilibradores de su función. La situación sobre la que actúa
la veo como yo como de desequilibrio inherente en vez de equilibrio (...) Para
mí, los cambios que el empresario pone en marcha son siempre hacia ese
hipotético equilibrio...”[10]
VIII.
Schumpeter
y el futuro del capitalismo.
Marx y sus discípulos
pronostican que el capitalismo se derrumbará como resultado de sus
contradicciones económicas; para Schumpeter el capitalismo desaparecerá y dará
paso al socialismo pero como resultado de su propio éxito económico. Esta
profecía sombría paradójica está contenida en su obra Capitalismo, socialismo y
democracia, publicada en 1942. Escribe
Schumpeter:
“...la
tesis que me esforzaré en establecer es la siguiente: los logros económicos
alcanzados por el capitalismo y los que puede aún alcanzar son tales que
permiten descartar la hipótesis de una ruptura del sistema bajo el peso de su
fracaso económico; sin embargo, el éxito mismo del capitalismo socaba los
instituciones sociales que lo protegen y crea inevitablemente las condiciones
bajo las cuales no le será posible sobrevivir y designan netamente al
socialismo como su heredero presuntivo”[11]
Para Schumpeter el progreso
económico – entendido como el crecimiento de la producción por habitante – está
ligado a las cualidades intrínsecas de capitalismo. Schumpeter rechaza la
teoría del agotamiento de las oportunidades de inversión que llevaría a la al
estancamiento y declinación del capitalismo y también las teorías del
subconsumo que ven el final del capitalismo en medio de graves crisis de
sobre-producción. Los factores que llevan al colapso del capitalismo son de
otra índole, no directamente económica.
1.
Pérdida de importancia la función empresarial.
El crepúsculo de la función empresarial es el título del capítulo donde
Schumpeter aborda esta cuestión. Ese crepúsculo no proviene de la desaparición
de las oportunidades de inversión. El progreso técnico se convierte en algo
impersonal y automático. El empresario va siendo sustituido por equipos
técnicos y de especialistas. La declinación económica del empresario debilita
su posición social.
2.
Desprestigio de las grandes empresas y
corporaciones acompañado de la glorificación de las supuestas virtudes de la
libre competencia. Es muy extendida la condena a los monopolios y existe toda
una rama de la economía dedicada a promover y regular la competencia.
Schumpeter los llama “los ordenadores de la competencia”.
3.
Debilitamiento y destrucción del merco
institucional del capitalismo, es decir, de la propiedad privada y la libre
contratación. Los derechos individuales de propiedad se diluyen en las empresas
por acciones. La regulación del mercado laboral y la extensión de las
obligaciones impuestas por el estado del bienestar disminuyen la libertad de
contratación. Escribe Schumpeter: “La propiedad desmaterializada,
desfucionalizada y ausente no impresiona ni provoca lealtad moral como lo hacía
la forma vital de propiedad y, a la larga, no habrá nadie realmente dispuesto a
defenderla; nadie dentro y nadie fuera de los recintos de las grandes empresas”
(Página 142).
4.
Incapacidad de la burguesía para defender sus
intereses y dirigir la sociedad. El elemento activo del sistema capitalista es
la burguesía. Sin embargo “...sin la protección de algún grupo no burgués, la
burguesía es impotente políticamente e incapaz, no sólo de dirigir a su nación,
sino incluso de cuidar su propio interés de clase” (página 138), escribe
Schumpeter. Y añade: “...la forma muy
especial en la cual los intereses capitalistas particulares y la burguesía como
un conjunto actúan cuando se ven directamente atacados. Hablan y suplican, o
alquilan gente que lo haga por ellos, se acogen a cualquier oportunidad de
compromiso, están siempre dispuestos a ceder, jamás presentan lucha bajo la
bandera de sus propios ideales e intereses; en este país no hubo resistencia
real contra la imposición de cargas financieras aplastantes durante la última
década o contra la legislación obrera incompatible con la dirección efectiva de
la industria” (161).
5.
Hostilidad creciente frente a las instituciones
del capitalismo. El capitalismo no suscita adhesión emocional. Los críticos del
capitalismo han constituido un “tribunal cuyos componentes tienen la sentencia
de muerte en sus bolsillos, y la pronunciarán sea cual fuere la defensa que
escuchen” (144). La defensa racional del sistema capitalista, basada en la
exhibición contable de sus resultados, es y ha sido casi siempre ineficaz. “No
basta con una refutación racional, ésta podrá rasgar la envoltura del ataque,
pero nunca podrá alcanzar el poder propulsor, extra-racional, que se oculta
detrás de aquella” (Página 143). La sensación de inseguridad propia de las
situaciones de crisis y desempleo refuerza esa hostilidad. El intelectual,
nuevo tipo social producto del capitalismo, se constituye en uno de sus más
acerbos críticos. La hostilidad, traducida en medidas políticas y
administrativas sobre el sistema económico, tiene a desparecer, herido de
muerte, el principal motor del desenvolvimiento económico, es decir, la
innovación.
Bibliografía
Betancur, G. (1983). “La
teoría del desarrollo económico de Schumpeter”. En Marx, Keynes, Schumpeter. Cuaderno Lectura de Economía. Universidad
de Antioquia, Medellín, 1983.
Kirzner, I.M. (1998). Competencia y empresarialidad. Unión
Editorial S.A. Madrid, 1998.
Schumpeter, J.A. (1911). Theory of Economic Development. Oxford
University Press. New York, 1961.
Schumpeter, J.A. (1939) Business Cycles. McGraw-Hill Co. New
York, 1964.
Schumpeter, J.A. (1954) Historia del Análisis Económico. Editorial
Ariel, Barcelona, 2012.
Schumpeter, J.A (1942). Capitalisme, socialisme et démocratie. Payot,
Paris, 1979.
Screpanti E. y Zamagni S.
(1997). Panorama de historia del
pensamiento económico. Editorial Ariel, Barcelona, 1997.
[1] Schumpeter (1911). Theory of Economic Development. Página
64.
[2] Ídem, página 31.
[3] Schumpeter (1939). Business Cycles. Página 47.
[4] Ídem, página 62.
[5] Ídem, página 63-64.
[6] Schumpeter (1911). Theory. Página 77.
[7] Ídem, página 116.
[8]
Screpanti y Zamagni (1997). Página 257.
[9]
Kirzner, I.M. (1998). Página 62-63.
[10]
Ídem, página 86.
[11]
Schumpeter (1942) Página 89-90.