Powered By Blogger

lunes, 26 de mayo de 2025

Brevísima historia del Concejo de Medellín*

 

Brevísima historia del Concejo de Medellín*

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

El nacimiento del Concejo se remonta al 6 de noviembre de 1675 cuando sesionó por primera vez el Cabildo designado por Don Miguel de Aguinaga, cuatro días después de la erección de Medellín en Villa. Desde esa fecha, casi sin solución de continuidad, el Concejo ha adelantado una fructífera actividad estrechamente vinculada al desarrollo de la Ciudad.

Las primeras cinco partes de esta brevísima historia del Concejo de Medellín siguen un orden cronológico: la primera dedicada al Cabildo Colonial y las otras cuatro al Concejo Republicano, desde la independencia hasta las tres primeras décadas del XX. Las seis siguientes tienen un enfoque más bien temático y tratan sobre la relación del Concejo con Empresas Públicas de Medellín, el período en el que el Concejo se transformó en Consejo, la presencia de mujeres en el Cabildo, los personajes más destacados que llegaron a la Corporación, el Concejo durante el aciago período de la violencia del narcotráfico y el Concejo después de la Constitución de 1991.

Este texto surgió de la invitación del presidente de la Academia Antioqueña de Historia a dictar en la sede de la Institución una conferencia sobre la historia del Concejo, la cual se repitió en la biblioteca Carlos Mauro Hoyos. El artículo conserva el tono de una charla un tanto informal sin ninguna pretensión originalidad y despojado de aparato erudito.

1.    El Cabildo Colonial

Por ser la primera nación europea en formar un gran imperio colonial, a España le tocó inventar la organización administrativa de las unidades territoriales mayores – virreinatos, gobernaciones y capitanías generales – más no así la de las localidades, pueblos y ciudades, para las cuales adoptó, desde la colonización inicial de la Islas  Canarias, los cabildos o concejos medievales, integrados por regidores y alcaldes elegidos por los habitantes para reglamentar y administrar los asuntos de la ciudad.

Los conquistadores españoles, cuenta el historiador Fabio Zambrano, fueron impenitentes fundadores de pueblos y ciudades durante el proceso de ocupación del actual territorio colombiano. En los cincuenta años siguientes a la primera fundación, la de Santamarta en 1525, se fundaron unos cien de los actuales municipios del País.

El acto fundacional estaba protocolizado por el nombramiento de los miembros del cabildo, llamados regidores, escogidos entre sus hombres por jefe de la hueste conquistadora. Los primeros regidores eran pues hombres de armas. En Antioquia el poblamiento inicial y las siguientes fundaciones estuvo determinado por el potencial minero de ahí que las primeras hayan sido pueblos como Santafé de Antioquia (1541), Nuestra Señora de los Remedios (1560), San Martín de Cáceres (1576) y Zaragoza de las Palmas (1581).  

La constitución del primer cabildo de Medellín fue mucho más solemne y sus primeros miembros fueron civiles, pues se produjo cuando ya la conquista del territorio estaba casi terminada y la colonia muy avanzada. Recordemos que nuestro Valle de Aburrá fue visto por primera vez por los españoles en 1541, por una hueste al mando de Jerónimo Luis Tejelo, quien obedecía órdenes del Mariscal Jorge Robledo. Tejelo al parecer no se detuvo y no fundó nada.  

Muchos años después, en 1616, don Francisco Herrera Campuzano, en lo que hoy es el parque de El Poblado, fundó la población de San Lorenzo de Aburrá, básicamente un resguardo indígena.  La población del Valle fue creciendo y hacia 1640 se fue concentrando en el Sitio de Aná, cerca de la desembocadura de la quebrada Santa Helena en el rio Medellín. El 20 de marzo de 1671 ocurrió una fundación fallida, pues faltó la Cédula Real, de la Villa de Aburrá de Nuestra Señora de la Candelaria. En esa oportunidad se designó un cabildo que tuvo una vida efímera.  

Ya con la Real Cédula en la mano, el gobernador y capitán general de la Provincia de Antioquia, don Miguel de Aguinaga y Mendigoitia, dicta el auto de erección del poblado en Villa el 2 de noviembre de 1675, imponiéndole el nombre de Medellín, en homenaje a su protector don Pedro Portocarrero y Luna, Conde de Medellín, en Extremadura.  Cuatro días más tarde, el 6 de noviembre, inició sesiones el primer Cabildo.

El Cabildo Colonial era una institución compleja que ejercía funciones de policía, justicia, administrativas, legislativas y políticas: todo en un mismo paquete. Al año de fundación de Medellín, faltaban 14 para el nacimiento de Montesquieu y 59 más para que “El espíritu de las leyes” viera la luz. El concepto republicano de separación de poderes estaba todavía muy lejano.

Aunque a lo largo de la colonia el cabildo tuvo algunas modificaciones, en general, el esquema que se presenta, tomado de Jaime Jaramillo Uribe, con algunas modificaciones, recoge los rasgos esenciales de la institución. El cabildo estaba formado por los regidores - cuyo número podía ser 6, 8 ó 12, según el tamaño de la localidad - de entre los cuales se nombraban el Alférez Real y el Alguacil Mayor. Los regidores nombraban anualmente a los alcaldes de primero y segundo voto, los alcaldes de la Hermandad y un número variable de alcaldes pedáneos o menores. También nombraban los regidores al escribano, tesorero, contador, procurador y otros empleos venales.

Inicialmente los alcaldes eran autoridades judiciales solamente, pero con el tiempo, cuando gobernadores, capitanes y virreyes dejaron de asistir a los cabildos, se tornaron preponderantes, pues ese primer voto o, en su ausencia el segundo, orientaba el sentido de la votación que no buscaba ser mayoritaria sino de consenso. Los alcaldes terminaron presidiendo los cabildos.


 Las funciones administrativas incluían la administración de los ejidos de la ciudad, el reparto tierras y solares entre los vecinos, el cuidado del abastecimiento de la población, el aseo y ornato y el control precios, pesas y medidas. Los recursos con los que financiaban su actividad eran los llamados “Propios”, rentas procedentes de propiedades de los cabildos, y los “Arbitrios”, impuestos de diversa índole sobre la actividad económica, principalmente la Sisa, una especia de IVA local.

Los cabildos tenían sesiones ordinarias - electorales, deliberantes, administrativas y judiciales - y extraordinarias. A las extraordinarias o de cabildo abierto se convocaban los vecinos calificados para tratar asuntos de importancia grave o para asumir el gobierno político de la ciudad por ausencia del funcionario al que correspondía: virrey, gobernador, capitán o corregidor. La lectura de una Real Cédula era motivo de cabildo abierto.

El primer cabildo de Medellín, que, como quedó dicho, inició sesiones el 6 de noviembre de 1675, estaba integrado por una mayoría de españoles y unos cuantos criollos nombrados todos por el gobernador Miguel de Aguinaga. Por la importancia de las funciones y la naturaleza jerárquica de la sociedad, “pertenecer al cabildo – señala el historiador Víctor Álvarez - significaba ocupar un lugar preeminente en el ámbito político y económico y, a su vez, ostentar una dignidad social que colocaba a sus miembros por encima de los demás pobladores de la ciudad”.

Víctor Álvarez, quien escudriñó cuidadosamente el Libro de Actas del Muy Ilustre Cabildo de Medellín, brinda algunas decisiones que ilustran la gran variedad de asuntos de los que se ocupaba el Cabildo:

1.    El 23 de abril de 1680 se autoriza a Pedro Castaño la apertura de una escuela para enseñar a leer, escribir, contar y doctrina cristiana. Se le protege el monopolio y se fijan las tarifas.

2.    El 21 de mayo de 1708 se dispone la realización de festejos públicos para celebrar el primer año del príncipe Luis, hijo de Felipe V, el primer borbón.

3.    El 29 de febrero de 1729 se le concede a Tomás Mejía una merced de media fanegada en las tierras ejidales “sin pensión de renta, haciéndolo en calidad y mirando mi pobreza”, según reza en la solicitud.

4.    En 1747, ya decretado el estanco de aguardiente, se concedieron licencias de producción a 38 personas.

El historiador Luis Miguel Córdoba destaca entre las obras impulsadas por el Cabildo en la segunda mitad del siglo XVIII la construcción de la Casa de Cabildo, la Iglesia de la Candelaria, el primer acueducto, la pila de la plaza y el primer potro de tormento, ordenado por Mon y Velarde para combatir la delincuencia.  

2.    El Cabildo en la Independencia: 1810-1819.

El Cabildo tenía la atribución de sustituir a una autoridad política ausente para lo cual se convocaba en cabildo abierto. Por ello, el cabildo abierto fue el medio institucional utilizado por las colonias para declarar su independencia. Esto ocurrió así en Bogotá (1810), Cartagena (1811), Tunja (1811), Socorro (1810), Pamplona (1810), Santa Marta (1810), Cali (1810), Popayán (1810) y Neiva (1810).

Medellín no aparece en esa lista, pero, en enero de 1811, su cabildo eligió para participar como diputados en el Congreso de la Provincias Unidas de Tunja a José Manuel Restrepo y Juan del Corral. Para el congreso constituyente que se reuniría en Medellín para expedir la Constitución del Estado de Antioquia, el Cabildo mandó como diputados suyos a Juan Carrasquilla y a José Ignacio Uribe.

La Constitución del Estado de Antioquia, expedida el 21 de marzo de 1812, de naturaleza republicana y con separación de poderes, introdujo cambios significativos en el Cabildo cuyos regidores serían nombrados por los apoderados, una especie de colegio electoral, elegidos, ellos sí, por los electores primarios. Tenía derecho a elegir y ser elegido “todo varón libre, padre o cabeza de familia, que viva de sus propias rentas u ocupación, sin pedir limosna, ni depender de otro; que no tenga causa criminal pendiente, ni haya sufrido pena corporal aflictiva o infamatoria; que no sea sordo, mudo, loco, mentecato, deudor moroso del tesoro público fallido culpable o alzado con la hacienda ajena”.  

El artículo 21 de la Constitución dispuso que los regidores serían seis, nombrados por dos años, excepto el primero en el que por sorteo se renovarían la mitad, para dar así continuidad a la gestión. El cabildo así nombrado en 1812, firmó el acta de independencia el 20 de agosto de 1813. El 21 de agosto, el presidente dictador Juan del Corral erigió en ciudades a las villas de Medellín y Marinilla, por “sus importantes servicios a la patria”. Seis días más tarde el Cabildo recibió el honorífico título y ordenó registrarlo en los libros capitulares.       

El 7 de abril de 1816, Francisco Warleta, el pacificador de la provincia, entró en Medellín. Al día siguiente reunió al Cabildo, al clero y a los padres de familia para tomarles juramento de fidelidad al rey Fernando VII. Todos juraron. En la lista negra de enemigos del rey de Warleta solo figuraba uno de los miembros del Cabildo.

 

3.    Aprendiendo a ser republicanos: 1820-1850

La espléndida Constitución de Cúcuta sobriamente indicó, en su artículo 155:

“Subsisten los Cabildos o las Municipalidades de los Cantones. El Congreso arreglará su número, sus límites y atribuciones y cuanto conduzca a su mejor administración”

La ley en cuestión es la del 8 de octubre de 1821, “sobre organización y régimen político de los departamentos, provincias y cantones en que se divide la República”. El territorio se dividió en 7 departamentos, divididos a su turno en provincias y estas en cantones. La provincia de Antioquia hacía parte del departamento de Cundinamarca. El titulo V trata “de los cabildos y alcaldes de los pueblos”.

El artículo 45 ordena las Asambleas Provinciales la renovación de los cabildos en 1822 y después continuarán renovándose por elección. El 44 indica que en cada cabecera de cantón habrá 2 alcaldes ordinarios y en cada parroquia dependiente de la cabecera dos alcaldes pedáneos. Los alcaldes son los encargados de la policía y seguridad de los cantones y parroquias, bajo la autoridad del Juez Político, autoridad ejecutiva del cantón designado por el gobernador de la provincia.

El artículo 47 señala las funciones de los Cabildos que conviene transcribir por ser la primera enunciación sistemática en la época republicana: 

1.    La policía de salubridad, aseo y comodidad.

2.    Auxiliar a los jueces en lo relativo a la seguridad de las personas y sus bienes y en la conservación del orden público.

3.    La administración e inversión de los bienes propios y los arbitrios.

4.    El cuidado de las escuelas de primeras letras y demás establecimientos de educación financiados con fondos del común.

5.    Cuidar de los hospitales, hospicios y demás establecimientos de beneficencia.

6.    Cuidar de la construcción y reparación de las caminos, calzadas, puentes y cárceles; de los montes y plantíos del común, y de todas las obras públicas de necesidad y ornato.

7.    Promover la agricultura, la industria y el comercio según la localidad y circunstancia de los pueblos.

8.    Cualesquiera otras que les correspondan por las leyes vigentes, o por una práctica legítima y conforme al presente gobierno.

La ley 11 de 1825 renombró al cabildo como Asamblea Municipal, pero, en lo fundamental, mantuvo lo dispuesto en la ley 8 de 1821.

La designación oficial de Medellín como capital de Antioquia se produjo el 17 de abril de 1826 mediante un decreto emitido por el vicepresidente de la Gran Colombia, Francisco de Paula Santander, que respondía así a la solicitud del Cabildo de Medellín. Vencía Medellín en una carrera en la que competía con Santafé de Antioquia, Rionegro y Sonsón que por aquel entonces tenía similar población y nivel de actividad económica.

La Constitución de 1830 en su artículo 134 dispuso: “habrá Concejos Municipales en las capitales de provincia y en aquellas cabeceras de cantón en que puedan establecerse a juicio de las Cámaras de Distrito. La ley organizará estos Concejos, designará sus atribuciones, determinará el número de sus miembros, la duración de sus destinos y la forma de su elección.” La Constitución de 1832 incluyó en su artículo 168 una consideración similar.

En 1820 el Cabildo de Medellín tenía 5 regidores. Entre ese año y 1841 tuvo un número que variaba entre 6 y 8 regidores, los cuales comenzaron a llamarse concejeros en 1830, como lo ordenaba la ley del 11 de mayo de ese año. A partir de 1835 su periodo pasó de uno a dos años.

4.    Los Concejos y el progreso económico: 1850-1900.

El historiador Luis Javier Ortiz Mesa inicia su estudio Política, cabildo y ciudad 1850-1910, con esta afirmación:

“Entre 1850 y 1910, la ciudad de Medellín tuvo un crecimiento significativo en el contexto nacional. Su cabildo o corporación municipal fue decisivo para desarrollar, en un ambiente predominantemente pacífico, una ciudad con gran sentido de progreso…Las personas que hicieron parte de la corporación municipal, dada su preparación en profesiones liberales o su compromiso con la vida económica de la región, conjugaron con fuerza los intereses colectivos con los suyos propios”

Y añade:

“La política local en Medellín estuvo, casi siempre, en poder de concejales cuya preocupación por la ciudad y la región les evitó polarizarse en el Concejo, a tal punto que en sus actas no se encuentran debates políticos sino proyectos y realizaciones para mejorar el entorno vital de sus habitantes”. 

El también historiador Víctor Álvarez comparte esa apreciación:

“…esta élite actuaba, por lo general muy cohesionada en torno a los intereses de la Ciudad (…) unos como otros hacía de lado sus diferencias de partido para favorecer los proyectos de la Ciudad”.

Esto es notable si se tienen en cuenta que en la segunda mitad del siglo XIX se presentaron varias guerras civiles, algunas de la cuales, como la de 1860-1862 y la de 1876-1877, se combatieron parcialmente en Antioquia. Según reporta el historiador Luis Latorre Mendoza, se realizaban bailes y reuniones sociales para sanar las enemistades y rencores.

A pesar de que se sucedieron cinco constituciones, el concejo mantuvo las funciones de las leyes 8 de 1821 y 11 de 1825, hasta la constitución de 1886, la cual fortaleció los departamentos y dio amplias atribuciones a las Asambleas Departamentales a las cuales quedaron subordinados los concejos municipales.

La Constitución del Estado de Antioquia fijó en 5 los miembros del cabildo, en poblaciones de menos de 12.000 habitantes, y en 7 en las de más de ese número; siendo Medellín, que hacia 1870 tenía unos 35.000 habitantes, la única población que alcanzaba esa cifra. Hacia 1890, con la Regeneración, el número de concejales llegó a 8, con sus respectivos suplentes.   

El doctor Manuel Uribe Ángel nos da esta descripción de Medellín hacia 1880:

“Medellín es hoy una población de índole especial y difiere en muchos puntos de otras ciudades de la Unión. Sus edificios están perfectamente blanqueados y su aseo es proverbial; el aire es tibio, la atmósfera serena, las aguas cristalinas, los baños tónicos, el clima salutífero, bellas las mujeres, industriosos y activos los habitantes. La ciudad elegantemente construida, tiene aspecto tan singular y recomendable, que, vista desde los puntos dominantes que la rodean, parece responder gozosa al saludo del viajero que la visita”

Y sobre la economía de la Ciudad indica lo siguiente:

“La clase rica de Medellín vive de las rentas que se procura por el comercio interior y exterior, el tráfico del oro, el beneficio de los minerales, la industria bancaria, que cuenta con ocho establecimientos, y de las empresas agrícolas. La clase acomodada vive de los mismos medios, aunque en menor escala. Los artesanos subsisten del producto de la ebanistería, carpintería, herrería, zapatería, albañilería, etc., y son activos y hábiles en sus respectivos trabajos. La clase pobre vive del salario que se proporciona diariamente con su trabajo. Las profesiones liberales como la medicina, la abogacía, etc., están representadas por individuos inteligentes y científicos. Las bellas artes, si bien un tanto atrasadas en la actualidad, principian a ser cultivadas con esmero…”.

No obstante, el progreso, subsisten problemas, algunos similares a los de hoy, a los que el Cabildo trataba de responder con sus normas. Luis Javier Ortiz trae la siguiente relación:

1.    Multas a los ebrios, a los que “ponen” bailes y a los que dejan vagar animales por las calles. El tránsito de vacas por las calles “amenaza constantemente a las señoras y personas impedidas para huir con facilidad”

2.    Multas y enjuiciamiento por juegos prohibidos. Un ciudadano solicitó, sin éxito, al Cabildo no considerar como lugar de juegos prohibidos un club donde se reunían jóvenes a jugar, ajedrez, dominó y tresillo.

3.    Por aumento de la criminalidad en Belén, el Cabildo creó una plaza más de comisario de policía.

4.    Se crea el cargo de vacunador oficial con varios subalternos para enfrentar una epidemia de viruela.

5.    Para combatir la vagancia y la mendicidad se crea una licencia de policía para pedir limosna.

6.    Se ordena un censo de niños y niñas y de sus padres para establecer si estudian o no. Se fijan multas a los padres que no envían sus hijos a las escuelas.

7.    Gravamen a los dueños de casas y cuartos donde se ejerce la prostitución pública o habiten “mujeres públicas, conocidas notoriamente como tales”.

8.    Buscar el saneamiento ambiental gravando a los propietarios de tierras o lotes donde existan lagunas, pantanos o aguas estancadas.

9.    Contribución proporcional al frente que cada casa presenta a la vía pública “mediante la cual el distrito se hará cargo de desherbar las calles y mantenerlas aseadas”.

10. Durante las fiestas patrias se prohíbe el porte de armas, se ordena llevar los ebrios a la cárcel y se “prohíbe correr a caballo por las plazas y calles más concurridas”.

 5.    El concejo durante la revolución industrial

La revolución industrial colombiana tuvo lugar entre 1900 y 1940, período en el cual se crearon 221 plantas industriales, la mayoría de ellas en Medellín o creadas por capitalistas de Medellín.

En ensayo de 1971, citado por JJ Echavarría, escribe Everett Hagen:

“Es un mito nacional que virtualmente todas las actividades industriales en Colombia son dirigidas por antioqueños…sino las fundaron, se dice, ahora son dueños. Estas versiones extremas del mito no corresponden a la realidad, pues empresarios capaces y eficaces han surgido en todas las regiones del país. Aun así, el predominio de los antioqueños es impresionante”

En una muestra de 119 empresas de más de 100 trabajadores, Hagen encontró que el 63% habían sido fundadas por empresarios antioqueños.

Esos empresarios tuvieron gran participación en la política local de Medellín y dieron al Concejo una clara orientación empresarial que dio lugar a uno de los períodos más productivos en la historia de la Corporación. Entre 1900 y 1920, ocuparon curul reconocidos personajes del comercio, la industria y la construcción y profesionales como abogados, médicos e ingenieros, cuyos nombres están vinculados al desarrollo de la Ciudad y aún se recuerdan con admiración y gratitud. Cuando no estaban en el Concejo, estaban en la Sociedad de Mejoras Públicas, fundada en 1899, firme aliada de aquel en el impulso al desarrollo de la Ciudad.

La lista de realizaciones a las que puede asociarse el Concejo y la SMPM es impresionante:

·         Cuerpo de Bomberos. Acuerdo 34 de 1905.

·         Plano de Medellín Futuro. Acuerdo 44 de 1913

·         Empresa de tubería de hierro y alcantarillado. Acuerdo 127 de 1913.

·         Feria de ganados. Acuerdo 146 de 1916.

·         Municipalización de la Plaza de Mercado de Guayaquil. Acuerdo 64 de 1917.

·         Empresa de Teléfonos. Acuerdo 17 de 1914.

·         Municipalización de la Compañía Antioqueña de Instalaciones Eléctricas. Acuerdo de octubre de 1918.

·         Municipalización de los servicios públicos entre 1911 y 1919 que fueron agrupado en las Empresas Públicas Municipales. Acuerdo 57 de 1919.

·         Nomenclatura y nombres de las calles. 1905, 1916, 1919.

·         Puentes, plazas y monumentos. Monumento a El Salvador. 1917.

·         El río Medellín. Rectificación del cauce y canalización.  

La actividad desplegada por el Concejo resulta aún más notable si se tiene en cuenta que su accionar estaba en extremo limitado por la legislación vigente, ley 4 de 1913, la cual, en su artículo 169, lo supeditaba de manera significativa a la Gobernación, la Asamblea Departamental y al Gobierno Nacional. La ley 72 de 1926 le quitó al concejo todas las facultades administrativas dejándolo como cuerpo legislativo exclusivamente. La ley 89 de 1936 confirmó esta orientación.

6. El Concejo y EPM

El Establecimiento Público Autónomo Empresas Públicas de Medellín, que hoy tiene la figura de Empresa Industrial y Comercial del Estado, fue creado en 1955, pero sus antecedentes más remotos se remontan a las primeras décadas del siglo XX. El Concejo jugó un papel fundamental por medio de reformas que fueron moldeando su perfil institucional.

La prestación del servicio de energía eléctrica siguió en Medellín un patrón relativamente clásico. Inicialmente, fueron provistos por empresas privadas o mixtas - como la Compañía Antioqueña de Instalaciones Eléctricas, creada en 1895- que gozaban de un privilegio de exclusividad a cambio de ciertos compromisos en materia de cobertura.

La municipalización se produjo en desarrollo de la ley 4ª de 1913 sobre régimen municipal, expedida bajo el gobierno de Carlos Eugenio Restrepo. El artículo 169 dio a los concejos municipales la facultad de “crear juntas para la administración de determinados ramos del servicio público, cuando lo juzgue conveniente, y reglamentar sus atribuciones”.

En desarrollo de esta ley, el Concejo de Medellín adoptó, lo que puede considerarse el primer estatuto de autonomía, el acuerdo 127 de 1913, por medio del cual se creó la Junta Autónoma para la empresa de Tubería de Hierro y Alcantarillado. La norma dejaba en manos de la junta el manejo pleno de la empresa, el empleo discrecional de las partidas para ella aprobadas en el presupuesto del municipio y el nombramiento y remoción del personal, incluido el gerente. Sólo uno de los miembros de la junta era concejal, el presidente del cabildo, quien asistía a la misma únicamente con derecho a voz.

Al año siguiente, el Concejo dio marcha atrás en lo referente a la autonomía y facultades de la Junta. El acuerdo 45 de abril de 1914 restituyó al concejo la mayor parte de las atribuciones antes otorgadas a la Junta, entre ellas la de nombrar el gerente general. 

En los años siguientes cobró gran fuerza el sentimiento en favor de la municipalización de los entonces llamados servicios públicos reproductivos.  Ello obedecía a la impresión de que los empresarios privados abusaban de sus privilegios monopolísticos, de una parte, y a la convicción de que la explotación de dichos servicios podía constituirse en una fuente importante de recursos que aliviara la penuria fiscal de los municipios, de la otra. El concejal conservador y futuro presidente Mariano Ospina Pérez, impulsor entusiasta de la municipalización, era también un convencido de que la gestión de esos servicios debería hacerse con criterio comercial y por organismos independientes de la política.

En 1917, mediante el Acuerdo 78, se crea la Organización de Bienes Municipales, enti­dad que, bajo la dirección de un gerente, agrupaba los servicios de matadero, mercado, feria de ganados y planta de teléfonos. Se espera que esta entidad agrupara posteriormente la Empresa de Energía Eléctrica, próxima a municipalizarse, el tranvía y el acueducto, que aún funcionaba bajo la dirección de su propia junta.

En 1918 se municipaliza la Compañía Antioqueña de Instalaciones Eléctricas, entidad creada en 1895 con capital aportado en partes iguales por el departamento, el municipio y empresarios privados.  Mediante el Acuerdo 136 se crea para su manejo una junta autónoma, similar a la del acueducto. Finalmente, en 1919, mediante el Acuerdo 57, se crean las Empresa Municipales y se pone a su cabeza la figura del Su­perintendente General. La junta de la nueva entidad estaba integrada por cuatro particulares nombrados por el concejo, el presidente de esta corporación y un edil más. Se agrupan bajo las Empresas Públicas Municipales los servicios de electricidad, acueducto, teléfonos, mercado, feria y matadero. Esta entidad es la que evolucionará hasta convertirse, en 1955, en las Empresas Públicas de Medellín.

En 1932 las Empresas Públicas Municipales y el Departamento de Obras Públicas se fusionan en el Departamento de Empresas y Servicios, entidad que integrará una extraordinaria gama de servicios y funciones municipales. Está a cargo de la energía eléctrica, el tranvía, los teléfonos, el acueducto, la plaza de mercado, la feria, el matadero, la planta de leche, el montepío, la propaganda, la recaudación de impuestos, el aseo, el sostenimiento de las calles, el alcantarillado, la construcción de las casas para ob­reros, las escuelas, las casas de beneficencia, los bomberos, etc. A la cabeza de todo esto estaba la figura del Superintendente General, apoyado en una junta asesora conformada por el propio superintendente, el presidente del concejo, el alcalde, el personero y el interventor de hacienda. La representación de los particulares fue suprimida.

Por la mezcla indiscriminada de ingresos y costos de tan disímiles servicios con los demás ingresos y gastos de la administración municipal, este modelo condujo a la descapitalización de las empresas de ser­vicios públicos, en especial la de energía. Mediante el acuerdo 134 de 1932 se procede a la separación del patrimonio de las empresas del de los demás servicios municipales.

El acuerdo 190 de 1937 crea, para las Empresas Públicas Municipales, una junta integrada por dos concejales, el alcalde o el secretario de hacienda, el superintendente general y tres particulares elegidos por el concejo. Esta junta tiene plenas facultades en materia de manejo laboral y de planeamiento de inversión y, aunque el presupuesto global de las Empresas Públicas Municipales continúa incorporado en el presupuesto general de rentas y gas­tos del municipio, tiene cierta discrecionalidad para el manejo de los recursos de la entidad.

A mediados de los años 40, la prestación de los servicios públicos domiciliarios estaba organizada en 3 empresas o secciones: energía eléctrica, la primera; teléfonos, el tranvía y el acueducto, la segunda; y en la tercera el mercado, el matadero, la feria, la planta de leche, el montepío, el tejar y la fábrica de tubos. Cada Sección tiene su junta y su gerente. Las juntas eran tripartitas, con representantes de la ad­ministración municipal, el concejo y los particulares.

En 1945, mediante el Acuerdo 66 de ese año, se es­tablece una junta general para el manejo del conjunto de las secciones. En 1954, cuando se crea la figura del gerente general, los servicios públicos domiciliarios se encuentran organizados en cuatro empresas: Energía, Acueducto y Alcantarillado, Teléfonos y Empresas Varias. Cada una de las cuales cuenta con su gerente y su junta administradora auxiliar. A la cabeza del conjunto se encuentra un gerente general y una junta directiva.

En síntesis, funcionando bajo el modelo de las juntas administradoras autónomas, el conflicto fundamental que se presenta en el manejo de las entidades de las que saldrá EPM tiene que ver con el tratamiento de sus ingresos como recurso parafiscal. Adicionalmente, el grado de autonomía de las empresas dependía finalmente de la discrecionalidad del alcalde y del con­cejo de turno. En definitiva, las empresas eran dependencias del municipio sin personería jurídica, sus presupuestos sujetos a la aprobación del concejo y la ejecución fiscal sometida al control ordinario del municipio. Esto es lo que se trata de superar con la creación de la figura del Establecimiento Público.

La figura del Establecimiento Público fue introducida en la normatividad colombiana mediante el Acto Legislativo 5 de 1954 de la Asamblea Nacional Constituyente convocada por el gobierno del General Rojas Pinilla. El propósito inicial de esa disposición era permitir la creación de una entidad estatal con jurisdicción sobre varias entidades territoriales para manejar de forma integral la cuenca hidrográfica del río Cauca. Fue así como nació la Corporación del Valle del Cauca (CVC), inspirada en el modelo de la Tennessee Valley Authority (TVA), entidad creada en 1933 bajo el gobierno de F.D. Roosevelt.

En efecto, David Lilienthal, el gestor de la TVA, estuvo en Colombia, invitado por los dirigentes del Valle del Cauca, asesorando la cre­ación de la CVC. Según el doctor Diego Tobón Arbeláez, fue Lilienthal quien sugirió la medida de carácter constitucional que hizo posible la CVC. Posteriormente, varias empresas municipales de servicios públicos adoptarían la figura de Establecimien­to Público. EPM lo haría en 1955 mediante el Acuerdo 58 del 5 de agosto expedido por el Consejo Administrativo Municipal. El modelo de Establecimiento Público fue exitoso y se consolidó entre 1955 y 1970, año este en el que sobrevino una importante crisis de gobernabilidad.

En 1970 llegaron al Concejo de Medellín de nuevas fuerzas políticas que cuestionaban el manejo empresarial que se le venía dando al Establecimiento desde su creación. Los concejales liberales William Jaramillo Gómez y Federico Estrada Vélez, y Orlando Durango, concejal de la Anapo, movimiento político que había emergido con fuerza en las elecciones de dicho año, impulsaron un proyecto de acuerdo para modificar los estatutos de EPM.  Se buscaba dar mayor injerencia al concejo en la designación de la Junta Directiva y, según lo expresó Estrada Vélez, “a que se amplíe el campo de ciudadanos elegibles a todos los sectores y no solo a los gremios económicos”.

El proyecto presentado con la aquiescencia del alcalde de entonces, Álvaro Villegas Moreno, se convirtió en el acuerdo 29 de 1970, que estableció que la junta estaría integrada por el alcalde, o el secretario de despacho por él designado, tres concejales y tres particulares elegidos por el concejo.

La junta directiva surgida del Acuerdo 29 fue demanda ante el Tribunal Administrativo de Antioquia. El cuadro directivo de la Entidad, con excepción del gerente técnico, fue reemplazado y, ante las dificultades para nombrar el gerente general en propiedad, se designó como gerente interino al entonces jefe de la división de suscriptores, señor Josué Ortiz Mejía, quien estuvo en funciones gerenciales por más de un año.

Los gerentes en propiedad que sucedieron al señor Ortiz Mejía estuvieron en funciones por breves períodos. Entre 1971 y 1976 pasaron por el cargo 5 gerentes. También fue notable la inestabilidad de la junta directiva cuyos miembros se cambiaban frecuentemente al vaivén de las decisiones del Concejo. Se instaló también en el manejo de la Empresa el populismo tarifario que la llevó a graves dificultades financieras.

La llegada de Diego Calle Restrepo a la gerencia general en 1976 puso fin a la inestabilidad y dio paso a un nuevo período de gran autonomía y le dio a la Empresa la fuerte inercia que resulta de una estrategia y planeamiento con visión de largo plazo, al margen de las veleidades de la administración municipal.

La elección popular de alcaldes, con el nombramiento de gerentes por períodos ajustados al del alcalde de turno, empezó a debilitar la autonomía de EPM, la cual recibió un nuevo golpe a partir de la vigencia de la ley 142 de 1994 que dio sustento legal al poder del alcalde sobre la Empresa. Mediante el Acuerdo 69 de 1997, luego de intensos debates, EPM se transformó en Empresa Industrial y Comercial del Estado en los términos de la ley 142 de 1994.

Los alcaldes que siguieron a Gómez Martínez volvieron a ver, como en el pasado, a EPM como una fuente de recursos para el municipio. Presionaron y lograron el aumento de las transferencias y comprometieron a la Empresa en la ejecución de planes, programas y obras contempladas en sus propuestas de gobierno. No obstante, todos ellos fueron respetuosos de la autonomía de EPM en el manejo de sus tarifas y en la definición de su estrategia y de planeación de largo plazo, hasta la llegada a la alcaldía de Luis Pérez Gutiérrez, cuyas decisiones llevaron a una nueva crisis de gobernabilidad entre 2001 y 2004.

El alcalde Sergio Fajardo Valderrama llevó a la gerencia de EPM a Juan Felipe Gaviria Gutiérrez, un hombre con el prestigio grande que en ese momento se necesitaba para recuperar la credibilidad de la Empresa. Gaviria había sido ministro de estado, alcalde de Medellín y había desempeñado importantes cargos en el sector privado y en la academia.  

Fajardo y Gaviria entendieron también que, cuando estuvieran fuera de sus cargos, la Empresa, ya irremediablemente convertida en objeto de la disputa política, estaría nuevamente amenazada en su gobernabilidad. Y concibieron el llamado Convenio Marco para regir las relaciones entre el Municipio de Medellín y Empresas Públicas de Medellín.

El Convenio Marco estaba inspirado en el llamado Contrato Plan, instrumento jurídico que regía las relaciones entre el gobierno de Francia y la empresa insignia de ese país: Electricité de France. El contrato plan establece las obligaciones con el gobierno a las que se compromete la administración de la empresa en un período dado, durante el cual, siempre que esté cumpliendo los objetivos cifrados cuantitativamente, la administración actúa conforme a sus planes y políticas sin interferencia alguna del gobierno. 

Con el Convenio Marco se buscaba dar respuesta al conflicto siempre presente entre el interés del Municipio de Medellín de obtener, en su condición de propietario, ingresos provenientes de la actividad de la Empresa y el interés de que esta pudiera prestar a la comunidad los servicios públicos a su cargo con calidad, continuidad, eficiencia, rentabilidad y mínimo costo; respetando el marco legal y regulatorio de su actividad y las exigencias de los mercados financieros.

En esencia, el Convenio Marco impone al alcalde ciertas limitaciones consentidas en el ejercicio de sus atribuciones legales con relación a la Empresa y, en particular, a las establecidas en sus Estatutos, Acuerdo Municipal 12 de 1998. La gran debilidad del Convenio radica justamente en ello, es decir, que su cumplimiento, total o parcial, depende la voluntad del alcalde de turno.

La llegada de Daniel Quintero Calle a la alcaldía de Medellín y su desastrosa gestión puso en evidencia una vez más la debilidad del gobierno corporativo de EPM cuya autonomía e independencia financiera dependen en la práctica de la voluntad del alcalde de turno cuyo poder sobre la empresa carece de contrapesos institucionales.

7. Cuando el Concejo desapareció y luego se hizo Consejo

La palabra concejo (con C) viene del latín Concilium, que quiere decir concilio o asamblea; mientras que consejo (con S) viene del latín consílium, derivado del verbo consulere que significa deliberar, consultar o reflexionar. Por extensión, se da el nombre de consejo a un grupo de personas formalmente constituido para deliberar, conceptuar o decidir sobre asuntos de su competencia. Aquí se explica cómo el Concejo Municipal desapareció por varios años y fue luego sustituido por el Consejo Administrativo Municipal.

El asesinato de Jorge Eliecer Gaitán Ayala, el 9 de abril de 1948, desató un amplio y violento levantamiento popular y gran alteración en el funcionamiento de las instituciones gubernamentales, entre ellas, por supuesto, los concejos municipales. En dicho año, el de Medellín, del cual hacia parte el caudillo asesinado, sesionó entre el 23 de enero y el 20 de marzo y solo volvió a hacerlo el siguiente año, entre el 11 de febrero y el 16 de marzo. 

En noviembre de 1949, mediante decreto 3520, el presidente Ospina Pérez declaró turbado el orden público y dispuso la clausura de los concejos municipales hasta nueva orden.  Mediante el decreto 3590 del 14 de diciembre, el gobierno dotó de las atribuciones de los concejos municipales a los alcaldes, quienes podían derogar acuerdos que a su juicio perjudicaran su gestión administrativa y expedir los que creyeran necesarios para impulsarla.  Este manejo de los municipios mediante decretos del alcalde se mantendría hasta 1954.

Ospina Pérez logró terminar su atribulada presidencia y entregó el mando a Laureano Gómez el 7 de agosto de 1950. En noviembre del 51, por enfermedad del titular, asumió la presidencia el designado Rafael Urdaneta Arbeláez, quien tendría el mando hasta el 13 de junio de 1953, cuando, por golpe de cuartel, el general Gustavo Rojas Pinilla se hizo con el poder presidencial.

La Asamblea Nacional Constituyente (ANC) de 1954, convocada por Rojas Pinilla para legitimar su régimen, permitió, en virtud del Acto Legislativo # 5, la creación de EPM; creación que fue obra de Consejo Administrativo Municipal. No hay ningún error: el que aprobó el acuerdo de creación del Establecimiento Público Empresas Públicas de Medellín fue el Consejo con “ese”, surgido del Acto Legislativo # 2 de la ANC, puesto que el Concejo con “ce” estaba clausurado desde noviembre de 1949.

En efecto, mediante el mencionado Acto Legislativo # 2, en reemplazo de los concejos municipales de elección popular y otorgándoles las mismas funciones, la ANC creó los Consejos Administrativos Municipales (CAM) que estaban integrados por diez o doce miembros – diez en municipios de hasta 50.000 habitantes, doce en los que tuviesen más de esa cifra.  Ocho o diez, según el caso, eran nombrados por los Consejos Departamentales, creados en sustitución de las Asambleas en el mismo Acto Legislativo, y los dos restantes nombrados por el Presidente de la República.  Los consejeros principales y sus suplentes - dos de éstos por cada uno de aquellos – eran nombrados por dos años, ejercían ad honorem y no podía desempeñar otro cargo en la administración municipal. Los CAM eran presididos por el alcalde.

Medellín tuvo dos CAM entre 1954 y 1956, el primero, y entre 1956 y 1958, el segundo; presididos, respectivamente, por los alcaldes Darío Londoño Villa y Jorge Restrepo Uribe. Entre los consejeros destacados hay que nombrar al industrial Carlos Gutiérrez Bravo, al aguerrido político liberal Donato Duque Patiño y a las damas de la sociedad medellinense: Sofía Ospina de Navarro y Eugenia Ángel de Vélez. 

Los consejos administrativos dieron gran impulso al desarrollo de la Ciudad con la apertura, ensanche y prolongación de calles en distintos barrios mediante el sistema de valorización y las exenciones tributarias a la construcción de edificaciones comerciales. También durante ese período se inauguraron el diamante de beisbol, el coliseo cubierto, la iluminación del aeropuerto, la feria de ganados y muchas escuelas y viviendas de interés social.  Pero sin duda alguna la realización más importante y duradera fue la creación el Establecimiento Público Autónomo Empresas Públicas de Medellín el 5 de agosto de 1955.

8. Las mujeres en el Concejo

Por lo ya indicado en la sección anterior, las mujeres de Medellín fueron consejeras antes de ser concejalas. Las señoras Sofía Ospina de Navarro y Eugenia Ángel de Vélez fueron nombradas como principales en cada uno de los dos Consejos Administrativos Municipales de los años cincuenta, conjuntamente con sus respectivas suplentes: Emma Echavarría de Cock y Mercedes Restrepo de Bernal y Amparo Múnera y Lola González.

El Acto Legislativo # 3 de la ANC reconoció el derecho al voto de las mujeres colombianas quienes votaron por primera vez en el plebiscito del primero de diciembre de 1957, mediante el cual se aprobó la incorporación a la Constitución de los acuerdos del Frente Nacional. En ese certamen participaron 4.1 millones de votantes, el 44% de los cuales, se estima, fueron mujeres.

En 1958 se realizaron las primeras elecciones del Frente Nacional y en las del Concejo de Medellín salieron elegidas María Arango de Mejía y Ana Lince de Restrepo, como principales, y Mariana Arango y Amanda Gómez, como suplentes. Desde entonces en todos los concejos han sido elegidas destacadas mujeres que brillaron no solo en la política sino también en otros ámbitos de la vida social.

No obstante, la presencia femenina en el Concejo no ha sido todavía muy significativa numéricamente como lo muestra la gráfica. Para los períodos anteriores a 1992 la cifra se refiere a las concejalas principales. Se observa una tendencia creciente hasta mediados de los años ochenta y luego una reducción en la presencia femenina en el Concejo. En los últimos tres períodos se alcanzaron cinco concejalas lo que equivale casi a la cuarta parte de total.

Por obvias razones las primeras mujeres que llegaron al Concejo provenían de familias burguesas lo que les había permitido alcanzar un nivel educativo superior al promedio de la mujer de la Ciudad. Varias de las concejalas de Medellín en los primeros años de la participación de la mujer en la vida política estuvieron vinculadas como fundadoras, escritoras y lectoras de la revista “Letras y Encajes”, que se publicó mensualmente entre 1926 y 1959. Sofía Ospina de Navarro, que sería concejala, y Teresa Santamaría de González, fundadora del Colegio Mayor de Antioquia.

Una de las más destacadas concejalas de Medellín es la filántropa doña Luz Castro de Gutiérrez, fundadora de la clínica de maternidad que llevó su nombre, hoy Hospital General de Medellín, quien estuvo en el concejo en el período 1966-1968 en representación del Partido Liberal. Otras damas de sociedad que llegaron al concejo, especialmente en la época del Frente Nacional, fueron Emma Restrepo de Tapias, Brunilda Pereira, Maruja Botero de Santamaría, Mariela Rodriguez de G, Mercedes Vieira de R, Enriqueta de Velásquez, Nelly Velásquez de V, Sofia Ospina de Navarro, Alicia Ángel de Restrepo y Marianita Arango T.

Con el paso del tiempo fueron elegidas al Concejo mujeres profesionales de la política entre las cuales se destacan Maria Eugenia Rojas de Moreno y Regina Betancourt de Liska, conocidas, respectivamente, como “La Capitana del Pueblo” y “Regina Once”. Ambas fueron candidatas a la presidencia de la república, doña Regina en tres oportunidades.

Deben mencionarse aquí también a Sofía Medina de López (1978-1980) quien llegó al concejo después de haber sido alcaldesa de Medellín, la primera y hasta el presente la única. También deben mencionarse Margarita Mena de Quevedo (1974-1976) que sería ministra de Minas y Energía y la Representante a la Cámara Sonia Olaya, concejal de dos oportunidades, impulsora de la creación de la Sala Pedrito Botero en el Museo de Antioquia y la casa museo Pedro Nel Gómez.

A pesar de la creciente profesionalización, continuaron llegando al concejo mujeres destacadas en otros ámbitos de la vida social como la educadora Socorro Escobar Correa, la periodista Ana María Cano, la odontóloga Mariana Arango, la exreina nacional de la belleza Ella Cecilia Escandón y la líder indígena Miriam Chamorro.

La mayoría de las concejalas lo fueron por un solo período; por dos, unas pocas como Sonia Olaya, María Mercedes Mateos, Paulina Aguinaga y Leticia Orrego y una sola, Marta Cecilia Castrillón, con tres.   Aura Marleny Arcila se lleva el palmarés con cinco períodos sucesivos.



9. Personajes del Concejo

En todas las épocas el Concejo de Medellín ha tenido miembros destacados o prominentes por diversas razones. La lista es larga pero no pueden mencionarse a todos razón por la cual habrá omisiones que muchos encontrarán injustificadas.   

Como ya se indicó el Cabildo Colonial, era una institución en la que se integraban las ramas del poder público diferenciadas desde Montesquieu. Además, la sociedad colonial era en extremo segmentada por lo que no tiene nada de sorprendente que, inicialmente, al Cabildo llegaran miembros de las familias españolas más preeminentes y unos pocos criollos. Con el paso del tiempo, por razones obvias, la participación de los criollos fue aumentado hasta ser exclusiva al final de la Colonia.

En 1811 era vocal secretario del Cabildo de Medellín el historiador José Manuel Restrepo Vélez quien fue elegido por ese mismo Cabildo, conjuntamente con don Juan del Corral, para representar a Antioquia en el Congreso de las Provincias Unidas, que nunca llegó a realizarse.

Hacia 1870 aparecen como presidentes del Concejo importantes hombres de negocios como Pascacio Uribe, Vicente Restrepo y Julián Vásquez quienes no solo dedicaban su trabajo a las labores de la Corporación, sino que aportaban importantes sumas de dinero de su propio peculio para financiar obras de interés público.

Durante las tres primeras décadas del siglo XX, el Concejo estuvo en manos de republicanos, liberales y conservadores egresados de la Universidad de Antioquia o de la Escuela Nacional de Minas. Ocuparon curules personajes reconocidos del comercio, la industria y la construcción y abogados, médicos e ingenieros como Julio Enrique Botero, Mariano Ospina Vásquez, Pascual Gutiérrez, Ricardo Olano, Tomás Quevedo, Dionisio Lalinde, Alberto Ángel, Luis María Escobar, Jesús María Mora, Peter Santamaría, Alejandro López, Camilo C. Restrepo, Alejandro Echavarría, Emilio Robledo y Fidel Cano. Espléndida mezcla de políticos, empresarios, profesionales e intelectuales  

Es impresionante la lista de empresarios que han ocupado curul en el Concejo: Gonzalo Restrepo Jaramillo, Oscar Duperly, Fabio Rico, Luis Echavarría Villegas, John Gómez Restrepo, Rodrigo Uribe Echavarría, Carlos Posada Uribe, Carlos Ardila Lulle, Augusto López Valencia y Jorge Molina Moreno.

También llegaron al Concejo intelectuales y escritores de alto perfil como Abel Naranjo Villegas, Luis López de Mesa, Luis Ospina Vásquez, Sofía Ospina de Navarro, Mario Arango Jaramillo y Jaime Jaramillo Panesso,

Unos pocos economistas han llegado al concejo: Diego Calle Restrepo, Santiago Peláez Valdez, Alfonso Ospina Ospina, Antonio García Nossa y Luis Guillermo Vélez Álvarez. También pueden mencionarse en esta categoría un par economistas-ingenieros: Alejandro López y Juan Felipe Gaviria.

Pasaron por el concejo varios ciudadanos que también fueron alcaldes como Jaques de Bedout Villa, Evelio Ramírez Martínez, Álvaro Uribe Vélez, William Jaramillo, Sergio Naranjo Pérez, Juan Gómez Martínez, Federico Gutiérrez Zuluaga y Sofía Medina de López, la única alcaldesa en toda la historia.

Un par de líderes del movimiento estudiantil de la Universidad de Antioquia llegaron al concejo: Amílcar Acosta y Álvaro Cardona. También fue concejal el célebre ciclista Martín Emilio “Cochise” Rodriguez.

Un concejal especialmente notable fue el abogado penalista Federico Estrada Vélez quien fue miembro de la corporación durante 8 períodos. Fue también Representante a la Cámara y Senador de la República.   

Debe mencionarse, finalmente, una pequeña dinastía de concejales: los De Bedout: el abuelo, Jacques (1960-1962, 1966-1968 y 1970-1972), el padre, Andrés (1996-1998) y el hijo, Alejandro (2024-2027).

Hay en el Concejo una placa conmemorativa dedicada al caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán Ayala por haber sido concejal de Medellín en el período 1947-1949. Hasta la Constitución de 1991 se elegían en todos los cuerpos colegiados principales y suplentes por lo cual los partidos ponían en la cabeza de las listas como primer principal al más destacado de sus dirigentes para arrastrar a los votantes. Seguramente ese mismo año Gaitán fue elegido concejal de todos los municipios del País y diputado de todas sus asambleas departamentales.  Evidentemente, no se posesionó en ninguno de esos concejos y la curul fue asumida por el suplente. 

También fueron elegidos concejales de Medellín - con el mismo propósito que Gaitán y que como éste nunca se posesionaron - los presidentes liberales Alfonso López Pumarejo (1941-1943 y 1945-1947), Alfonso López Michelsen (1962-1964 y 1964-1966) y Carlos Lleras Restrepo (1976-1978) y los candidatos presidenciales María Eugenia Rojas de Moreno (1972-1974) y Álvaro Gómez Hurtado (1978-1980).

Además de López Pumarejo, López Michelsen y Lleras Restrepo que fueron elegidos más no ocuparon curul, fueron elegidos y ocuparon curul en el Concejo los también presidentes Carlos Eugenio Restrepo, Pedro Nel Ospina, Mariano Ospina Pérez y Álvaro Uribe Vélez. En total siete presidentes de la república fueron concejales de Medellín.   

10. El Concejo bajo el fuego

El narcotráfico, en especial el tráfico de cocaína, empezó en Colombia a mediados de los años 70 y creció de forma exponencial ante la relativa tolerancia del gobierno de López Michelsen (1974-1978) y la indiferencia, cuando no complacencia, de amplios grupos de la política y la sociedad toda. Por presión de Estados Unidos, bajo el gobierno de Turbay Ayala (1978-1982), se aprobó un tratado de extradición, lo cual provocó el rechazo brutal de los narcotraficantes que se unieron en un grupo autodenominado “Los extraditables”, bajo la consigna “Preferimos una tumba en Colombia a una cárcel en los Estados Unidos”.    

En su campaña electoral, el futuro presidente Belisario Betancur Cuartas (1982-1986), había prometido no aplicar el tratado de extradición; promesa que fue incumplida después del asesinato por la mafia de su Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla después de que éste ordenara la destrucción del complejo cocalero llamado “Tranquilandia” que operaba a placer en la selva amazónica produciendo decenas de toneladas de cocaína que se exportaba a Estados Unidos.

La guerra contra el estado desatada por el narcotráfico alcanzó especial intensidad bajo los gobiernos de Virgilio Barco Vargas (1986-1990) y César Gaviria Trujillo (1990-1994) y cobró la vida de cientos de policías y militares, importantes líderes políticos como Luis Carlos Galán Sarmiento y cientos de personas inocentes de toda condición que cayeron bajo el fuego cruzado de los contendientes de las múltiples guerras que se superponían unas con otras. Porque, además de la guerra contra el estado, los narcotraficantes combatían por el control del negocio contra las guerrillas de las Farc y el ELN y combatían entre ellos. Especialmente sanguinario fue el entrenamiento entre el cartel de Medellín, encabezado por Pablo Escobar, y el de Cali, dirigido por los hermanos Rodriguez Orejuela.

Por ser la base de operaciones del más asesino cartel, Medellín fue la ciudad más azotada por la violencia desatada por el narcotráfico. El Concejo no escapó a esa violencia y fueron muchos los concejales, de todos los partidos y movimientos, que cayeron asesinados en esos años aciagos. En las actuales instalaciones del Concejo de Medellín se expone un mural con la leyenda “Vida triunfante, vida victoriosa que ni la misma muerte es capaz de matar” en la que se les rinde homenaje. Imposible hacer una historia del Concejo por pequeña que sea sin mencionarlos:   

Federico Estrada Vélez. Eminente abogado penalista, destacado político liberal de proyección nacional y concejal durante ocho períodos. Fue asesinado el 21 de mayo de 1990.

Alfonso Ospina Ospina. Empresario, ganadero, economista y político conservador de proyección nacional. Concejal en el período 1988-1990. Secuestrado y asesinado en noviembre de 1988 por paramilitares.

Edgar Poe Mejía Osorio. Abogado y educador. Dirigente liberal. Concejal suplente 1990-1992. Asesinado en 1993.

Carlos Diego Gómez Botero. Joven político conservador. Concejal en 1990-1992. Asesinado en mayo de 1993 a sus 31 años.

Cástor Iván Correa Castaño. Abogado penalista, profesor universitario, presidente de la Academia Antioqueña de Historia al momento de su asesinato en 1993. Diputado de la Asamblea de Antioquia y concejal de Medellín.

Darío Londoño Cardona. Destacado abogado liberal. Concejal por dos períodos. Era senador al momento de su asesinato en 1993.

Diego Londoño White. Empresario y arquitecto. Concejal suplente en dos períodos: 1978-1980 y 1980-1982. Asesinado en 2002.

Fernando Uribe Senior.  Periodista y político. Fue director de la Aeronáutica Civil y alcalde de Medellín. Concejal en 1978-1980. Asesinado en 1980.

Leonardo Betancur Taborda. Médico y defensor de los derechos humanos. Concejal por el movimiento Firmes en 1980-1982. Asesinado en 1987.

Luis Fernando Vélez Vélez. Abogado, profesor de la Universidad de Antioquia y defensor de los derechos humanos. Concejal suplente en 1982-1984. Asesinado en 1987.

Pablo Peláez González.  Empresario y dirigente liberal. Fue alcalde de Medellín en 1984. Concejal en 1972-1974. Asesinado en 1989.

Hernando Restrepo Vélez Restrepo. Sociólogo y dirigente liberal. Concejal suplente 1988-1990. Asesinado en 1991.

Arturo Bustamante B. Destacado dirigente deportivo y del futbol. Concejal en tres oportunidades. Asesinado en 1995.   

11. El concejo después de la Constitución de 1991

La Constitución de 1991 modificó profundamente el régimen político y transformó radicalmente el sistema electoral ocasionando un cambio en el sistema de partidos: su número, cohesión y duración.

El régimen político y el sistema electoral surgidos de la Constitución de 1886 llevaron a la consolidación del bipartidismo vigente desde mediados del siglo XIX cuando se fundaron los partidos tradicionales Liberal, en 1848, y Conservador, en 1849. La Constitución del 86 acabó con el federalismo, transformó en departamentos sometidos a la Nación los estados soberanos de la Constitución de 1863 y estableció un sólido presidencialismo que, con reformas menores, se mantuvo hasta la Constitución de 1991.

El presidente nombraba a todos los gobernadores y cada uno éstos a los alcaldes de su departamento y tenía gran influencia sobre poder judicial y los órganos de control.  Bajo el régimen de la Constitución de 1886 prácticamente todo el poder político se jugaba en la elección del presidente que era como una lotería de un único premio. Esto forzaba a los dirigentes políticos de todos los municipios a juntar sus caudales electorales para poder participar en el sorteo.

Con la adopción de la elección popular de alcaldes en la reforma constitucional de 1986 y la de gobernadores en la Constitución de 1991 y las reformas al régimen electoral allí introducidas, el sistema bipartidista quedó hecho trizas y surgió un sistema multipartidista extremo en el que llegaron a coexistir más de 60 partidos y movimientos con personería jurídica.

Hoy son unos treinta y, como si esto no fuera suficiente, está la figura del Grupo significativo de ciudadanos que permite la inscripción por firmas de candidatos a cualquier cargo de elección popular hace que lo oferta política sea en extremo abundante y diversificada. Las listas abiertas multiplican esa oferta.    

No es asunto de este documento discutir sobre la conveniencia para la democracia del sistema de partidos y de participación en la vida política que hoy prevalece en Colombia. Aquí se trata de constatar su existencia, caracterizarlo a grandes rasgos y examinar lo que han sido sus efectos sobre la política local y sobre la composición de concejo y su relación con la administración municipal.

Algunas características del régimen de partidos:

1.    Partidos pequeños y efímeros carentes de cohesión.

2.    Predominio de las figuras políticas individuales.

3.    Gran independencia de los elegidos frente a sus aparatos partidistas.

Esto se traduce en una gran debilidad de los cuerpos colegiados frente a los ejecutivos que tienden a llevar una política de adhesiones al menudeo clientelista en lugar de acuerdos programáticos y alianzas partidistas abiertas.

La elección de Sergio Fajardo y de su sucesor Alonso Salazar puso término a la hegemonía liberal-conservadora en la alcaldía de Medellín. Aunque liberal, Aníbal Gaviria fue elegido por una amplia coalición multipartidista con la que derrotó al también liberal Luis Pérez Gutiérrez. Después fueron elegidos al margen de los partidos Federico Gutiérrez, en dos oportunidades, y Daniel Quintero en una.

Proceso semejante se adelantó en el Concejo donde hoy los partidos Liberal y Conservador, después de haber sido hegemónicos, solo tienen tres curules, una el primero y dos el segundo. A esta situación se fue llegando por el proceso de fragmentación partidista desatado con la entrada en vigencia de la Constitución de 1991 pues todavía en 1990 once de las veinte curules del Concejo eran del Partido Liberal, ocho del Conservador y una de la Unión Patriótica.

En 2010 la representación del Partido Liberal se reduce a 3 curules, las mismas que el Partido Conservador. Han aparecido nuevos partidos como Centro Democrático, Partido de la U y Cambio Radical que en conjunto tienen doce curules. En 2020 el Centro Democrático es mayoritario con 8 curules seguido del Partido Conservador con 3. Otros siete partidos y movimientos se distribuyen las restantes diez.

Hoy en el Concejo tiene la mayoría, ocho curules, un movimiento surgido alrededor de la figura de Federico Gutiérrez. El otro partido importante el Centro Democrático, cinco curules, también depende extremamente de la figura del expresidente Uribe. Las otras ocho curules se las reparten el Partido Conservador que tiene dos y otros cinco partidos que tienen una cada uno.

¿Cuántos y cuáles de estos partidos estarán presentes en el próximo Concejo?

¡Vaya usted a saber!

LGVA

Mayo de 2025.      

 

BIBLIOGRAFIA

Álvarez, Víctor (2000). “El cabildo de Medellín. De los Orígenes coloniales a la vida republicana 1675-1886”. En García Estrada, R. (editor) El Concejo de Medellín protagonista del desarrollo de la capital antioqueña: 1900-1999. Concejo de Medellín, Medellín, 2000. 

Álvarez, Víctor (1996). “Poblamiento y población del Valle de Aburrá y Medellín” En Melo, J.O. Editor. Historia de Medellín I. Suramericana de Seguros, Medellín, 1996. Páginas 57 – 84.

Botero Guerra, C. (2004) Ensayo de estadística general del Departamento de Antioquia en 1888. Biblioteca Básica de Medellín, Instituto Tecnológico Metropolitano, Medellín, 2004.

Brew, Roger (2000). El desarrollo económico de Antioquia desde la independencia hasta 1920. Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 2000.

Córdoba, L.M. (1996). “Cabildo y autoridades en el siglo XVIII”. En Melo, J.O. Editor. Historia de Medellín I. Suramericana de Seguros, Medellín, 1996. Páginas 131-136.

Echavarría, J.J. (2007). “El proceso colombiano de desindustrialización”. En Economía colombiana del siglo XX. Fondo de Cultura Económica, Banco de la República, Bogotá, 2007.

García Estrada, R. (editor) El Concejo de Medellín protagonista del desarrollo de la capital antioqueña: 1900-1999. Concejo de Medellín, Medellín, 2000. 

Jaramillo Uribe, J. (1984) “La administración colonial”. En Nueva Historia de Colombia Volumen 1, Editorial Planeta. Bogotá, 1984. Páginas 175-192.

Molina Londoño, L.F. (1996). “La economía local en el siglo XIX”. En Melo, J.O. Editor. Historia de Medellín I. Suramericana de Seguros, Medellín, 1996. Páginas 201-213.

Ortiz Mesa, L.J. (1996) “Política, cabildo y ciudad. 1850-1910”. En Melo, J.O. Editor. Historia de Medellín I. Suramericana de Seguros, Medellín, 1996. Páginas 188-200.

Uribe Ángel, M. (1985) Geografía general del Estado de Antioquia en Colombia. Ediciones Autores Antioqueños, Departamentos de Antioquia, Medellín, 1985.

Uribe, M.T. (1996) “La política en Medellín 1820-1845”. En Melo, J.O. Editor. Historia de Medellín I. Suramericana de Seguros, Medellín, 1996. Páginas 175- 187.

Zambrano Pantoja, F. (2007) “El proceso de poblamiento 1510-1800”. En Gran Enciclopedia de Colombia. Historia 1. Bogotá, 2007. Páginas 164-180. 



* Agradezco la colaboración de los profesionales de mi equipo de trabajo Angélica Ordoñez, Tatiana Visbal e Isaac Mendoza.