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sábado, 12 de abril de 2025

Enseñar economía

 

Enseñar economía

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

Muy importantes me parecen los esfuerzos de Libertank, el Instituto de Ciencia Política y otras entidades por difundir los principios básicos de economía liberal de forma accesible a jóvenes, empresarios, políticos y público en general. Valoro también la actividad de esos campeones de la libertad que son Jerome Sanabria, Mateo Amaya, Daniel Briceño, Julio Cesar Iglesias, Martín Jaramillo, Maria José Bernal, Álvaro Grajales, Katherine Flórez, Santiago Dussan y muchos otros jóvenes que me honran con su amistad y en quienes tengo grandes esperanzas.  

William Stanley Jevons – quien con Walras y Menger es considerado artífice de la Revolución Marginalista - escribió:

“No puede caber ninguna duda de que es extraordinariamente deseable difundir las verdades de la economía política entre todas las clases de la población y por todos los medios disponibles, pues de la ignorancia de esas verdades nacen, en su mayoría, los peores males sociales”*

Los males sociales derivados de la ignorancia económica son mucho mayores en la época moderna en la que la gran intervención del gobierno en la economía y la omnipresencia del estado de bienestar suplantando el mercado han llevado a que la gente crea que todos los almuerzos pueden ser gratis y que si no lo son es por falta de “voluntad política”.

Desde nuestra infancia todos estamos inmersos en el mundo de la economía, es decir, en el mundo de los intercambios. Aprendemos a usar el dinero con la misma naturalidad con la que aprendemos a hablar. Pero, así como el saber hablar no nos hace lingüistas, el saber manejar el dinero en la vida cotidiana no nos vuelve economistas, es decir, no nos da una comprensión correcta del funcionamiento de las economías monetarias modernas. Sin embargo, la gente cree que es así, y esa creencia aumenta con la preeminencia que alcanzan las personas en la vida económica política y social del país.

La ignorancia de las verdades elementales de la economía, como toda ignorancia, no es un vacío sino una llenura. Llenura de prejuicios y medías verdades que adobadas con buenas intenciones son el caldo de cultivo de las peores decisiones políticas.

La situación se ha tornado más grave con el giro que ha tomado la profesión de los economistas quienes en su afán de sentirse útiles y mejorar su empleabilidad se han convertido en asesores incondicionales de los “policy makers”, reemplazando con frecuencia los criterios de eficiencia y productividad, de lo único que sabe la economía, por los de redistribución equitativa de esa entelequia llamada  “ingreso social”.

No quiero desanimar a mis amigos, solo poner de presente la dificultad e importancia de la tarea.

¡Adelante! Hay que trabajar mientras haya luz.

LGVA

Abril de 2025



* Muchos otros economistas creían como Jevons en la importancia de difundir de forma accesible a todas las personas los principios fundamentales de la economía. Con ese propósito, Say escribió su “Catecismo de Economía Política”, mientras que Marshall desarrolló sus “Principios” de manera literaria y gráfica, dejando para las notas el aparato matemático, con la esperanza de hacerlos accesibles al “hombre de negocios”. Samuelson quiso que su portentoso “Curso de Economía Moderna” para estudiantes de pregrado estuviera al alcance del “ciudadano inteligente”. Un clásico de la divulgación es “Economía en una lección”, de Henry Hazlitt.  Más recientemente están “Freakonomics” de Steven Levitt y Stephen Dubner y “El economista camuflado” de Tim Harford. Y hay muchos más pero, en cualquier caso, no parecen haber sido muy exitosos los economistas en esa catequesis.  

 

 

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