Enseñar
economía
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Muy importantes me parecen los
esfuerzos de Libertank, el Instituto de Ciencia Política y otras entidades por
difundir los principios básicos de economía liberal de forma accesible a
jóvenes, empresarios, políticos y público en general. Valoro también la actividad
de esos campeones de la libertad que son Jerome Sanabria, Mateo Amaya, Daniel
Briceño, Julio Cesar Iglesias, Martín Jaramillo, Maria José Bernal, Álvaro
Grajales, Katherine Flórez, Santiago Dussan y muchos otros jóvenes que me
honran con su amistad y en quienes tengo grandes esperanzas.
William Stanley Jevons – quien
con Walras y Menger es considerado artífice de la Revolución Marginalista - escribió:
“No puede caber ninguna duda
de que es extraordinariamente deseable difundir las verdades de la economía
política entre todas las clases de la población y por todos los medios
disponibles, pues de la ignorancia de esas verdades nacen, en su mayoría, los peores
males sociales”*
Los males sociales derivados
de la ignorancia económica son mucho mayores en la época moderna en la que la
gran intervención del gobierno en la economía y la omnipresencia del estado de
bienestar suplantando el mercado han llevado a que la gente crea que todos los
almuerzos pueden ser gratis y que si no lo son es por falta de “voluntad
política”.
Desde nuestra infancia todos
estamos inmersos en el mundo de la economía, es decir, en el mundo de los
intercambios. Aprendemos a usar el dinero con la misma naturalidad con la que
aprendemos a hablar. Pero, así como el saber hablar no nos hace lingüistas, el
saber manejar el dinero en la vida cotidiana no nos vuelve economistas, es
decir, no nos da una comprensión correcta del funcionamiento de las economías
monetarias modernas. Sin embargo, la gente cree que es así, y esa creencia
aumenta con la preeminencia que alcanzan las personas en la vida económica
política y social del país.
La ignorancia de las verdades
elementales de la economía, como toda ignorancia, no es un vacío sino una
llenura. Llenura de prejuicios y medías verdades que adobadas con buenas
intenciones son el caldo de cultivo de las peores decisiones políticas.
La situación se ha tornado más
grave con el giro que ha tomado la profesión de los economistas quienes en su
afán de sentirse útiles y mejorar su empleabilidad se han convertido en
asesores incondicionales de los “policy makers”, reemplazando con frecuencia
los criterios de eficiencia y productividad, de lo único que sabe la economía,
por los de redistribución equitativa de esa entelequia llamada “ingreso social”.
No quiero desanimar a mis
amigos, solo poner de presente la dificultad e importancia de la tarea.
¡Adelante! Hay que trabajar
mientras haya luz.
LGVA
Abril de 2025
* Muchos otros economistas creían como
Jevons en la importancia de difundir de forma accesible a todas las personas
los principios fundamentales de la economía. Con ese propósito, Say escribió su
“Catecismo de Economía Política”, mientras que Marshall desarrolló sus “Principios”
de manera literaria y gráfica, dejando para las notas el aparato matemático,
con la esperanza de hacerlos accesibles al “hombre de negocios”. Samuelson quiso
que su portentoso “Curso de Economía Moderna” para estudiantes de pregrado
estuviera al alcance del “ciudadano inteligente”. Un clásico de la divulgación
es “Economía en una lección”, de Henry Hazlitt.
Más recientemente están “Freakonomics” de Steven Levitt y Stephen Dubner
y “El economista camuflado” de Tim Harford. Y hay muchos más pero, en cualquier
caso, no parecen haber sido muy exitosos los economistas en esa catequesis.
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