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sábado, 28 de junio de 2025

Luis Fernando Múnera López o la bondad

 

Luis Fernando Múnera López o la bondad

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

-       ¿Qué has hecho, Luis Fernando?

-       Vivir.

Desde hace años me acostumbré a saludarlo de esa forma porque me encantaba la simpleza espontánea de su respuesta.

Hace pocos días me atreví a preguntarle por qué respondía así y me dijo lo siguiente:

-       Cuando me preguntaban “¿qué has hecho?” solía contestar con un evasivo “nada”, como hace mucha gente; hasta que un día alguien me replicó: “siquiera, para que no hagas mucho daño”.

Me contó el milagro pero no el santo y es claro que ese santo o quería hacer una broma de mal gusto o no conocía a Luis Fernando.

Nuestro ser social – dice Proust – es creación de los demás quienes, en razón de circunstancias tan específicas como arbitrarias, se quedan en su mente con uno o unos pocos rasgos definitorios de nuestra personalidad que vienen a su memoria cuando nos ven o nos recuerdan. Naturalmente, el trato frecuente agrega progresivamente a esa representación otra serie de atributos que unidos forman lo que sabemos de los demás y lo que ellos saben de nosotros y que son los que dan soporte a los sentimientos de amor, desprecio o indiferencia que experimentamos entre todos.

No obstante, ese conocimiento más pericial no impide, al menos no en mi caso, continuar asociando muy estrechamente con algunas personas algún atributo definitorio de su personalidad, al extremo ver esas personas como su misma encarnación. Para mí, Luis Fernando Múnera López, con su mirada dulce y su sonrisa franca, era la encarnación de la bondad.



Nos conocimos hace cerca de 35 años en Empresas Públicas de Medellín, cuando él se desempeñaba como director de Planeación de Generación y yo como jefe de Investigaciones Económicas. En ese entonces trabajamos juntos en muchos proyectos como la reforma del sector eléctrico colombiano y una ambiciosa propuesta de transformación de EPM que fue rechazada por el Concejo.

Hacia 1996 ambos nos retiramos de EPM, él se fue a gerenciar las Empresas Varias y yo las Terminales de Transporte. Eventualmente regresamos a EPM, él hasta su jubilación y yo durante un período más breve. En todo caso mantuvimos contacto y sabíamos el uno del otro y mirábamos con cariño el desarrollo de nuestras respectivas actividades.

Luis Fernando era Ingeniero Civil y Magister en Aprovechamiento de Recursos Hidráulicos y yo Economista, pero nos entendíamos muy bien en los temas estratégicos de la expansión de la generación, el modelo comercial de los servicios públicos y el buen gobierno corporativo que debía darse a EPM. También compartíamos interés por la actividad docente que ejercimos conjuntamente en la Escuela Antioqueña de Ingeniería.

Fiel a la tradición de los ingenieros civiles de la Escuela de Minas, Luis Fernando era un apasionado por la historia en la que empezó a ejercitarse en 1995 con una maravillosa semblanza de Diego Calle Restrepo.  Después, en 2005, se vino con una enjundiosa biografía de Fidel Cano de quien era bisnieto por el lado de su madre. En 2018 publicó un espléndido estudio histórico-técnico sobre el Puente de Occidente. En 2021 publicó una amena Historia de Colombia con Cuenta Gotas y en 2023 con el mismo formato sencillo la correspondiente a Medellín.

El año pasado, cuando oficiaba como Presidente de la Academia Antioqueña de Historia, me buscó para hablarme del interés de la Academia en reeditar, con ocasión de los 350 años de la Ciudad, el libro “Documentos y estudios para la historia de Medellín” del sacerdote Javier Piedrahita Echeverri, que había sido publicado por el Concejo de Medellín en 1975. Fue muy grato volver a verlo, ayudar en la gestión y aceptar su invitación a dictar en la sede de la Academia una charla sobre la historia del Concejo.

Me pidió que el texto de esa charla fuera publicado como anexo a una nueva edición de su “Historia de Medellín con cuentagotas”, que la Academia, la Escuela Antioqueña de Ingeniería y Concejo planeaban publicar con ocasión del trigésimo quincuagésimo cumpleaños de Medellín. Con increíble falta de pudor intelectual acepté la invitación.

La última noticia que tuve de Luis Fernando provino de Cruz Elena Gómez, directora de la biblioteca Carlos Mauro Hoyos del Concejo, cuando me contó que el doctor Múnera había recibido el texto para su revisión. No supe nunca que estuviera enfermo y me causa gran tristeza no haber podido visitarlo. Me entristece también que se haya perdido la fecha exacta del Trigésimo Quincuagésimo aniversario cuya celebración venía promoviendo con tanto entusiasmo.

Donde quiera que estés querido Luis Fernando, si alguien te pregunta ¿qué has hecho? no dudes en contestarle con tu vivir, pues continuarás haciéndolo durante muchos años en el corazón de Clarita, tus hijas y todos los amigos que tanto te queremos.

LGVA

Junio de 2025.     

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