Sergio Montoya y la ética laboral
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Conocí a Sergio Montoya a principios de los años
noventa y durante 30 años mantuvimos una relación de amistad profesional, como
la que tengo aún con muchas personas que también vivieron un período en el que
trabajar en EPM era una experiencia transformadora en lo humano y lo profesional.
Aunque a todos los que trabajábamos allí nos parecía la
más grande y poderosa, EPM era todavía una pequeña empresa municipal de
servicios públicos domiciliarios, integrada horizontal y verticalmente, con
presencia plena en Medellín y demás municipios del Valle de Aburrá, ventas de electricidad
al resto de Antioquia por intermedio de EADE y venta de excedentes eléctricos al
sistema interconectado.
Pero ya en esos años, primera mitad de los 90, se estaban
dando la condiciones comerciales, financieras e institucionales para la
expansión nacional e internacional que ya en el siglo XXI la convertiría en la
gran multilatina que es hoy. En efecto, en el mercado natural la cobertura era
casi plena y solo podía esperarse un crecimiento vegetativo; al mismo tiempo las
ventas de energía al sistema interconectado habían permitido la acumulación de
importantes excedentes financieros que literalmente no había donde invertir. Las
reformas de los servicios públicos de los años 90 – las de la constitución y las
leyes 142 y 143 – dieron el marco normativo e institucional que necesitaba EPM para
explotar su potencial de crecimiento que desbordaba las fronteras del Valle de
Aburrá.
El personal profesional, técnico y administrativo no
era tan abundante como ahora, casi todos cabíamos en el Miguel de Aguinaga y unas
tres o cuatro sedes adicionales entre las que se encontraba el Centro de
Control, donde trabajaba Sergio Adolfo por ese entonces. Por otra parte, la estructura
administrativa era en extremo simplificada – tres gerencias de servicio, gerencia
financiera, gerencia administrativa, dirección de planeación y secretaría
general – y muy plana, lo cual facilitaba el encuentro entre profesionales y
técnicos de distintas dependencias. Y cercanía real con los jefes – gerentes y
jefes de división – quienes basaban su liderazgo en el ejercicio cotidiano de
su propio trabajo. Los veíamos trabajar y trabajábamos con ellos. Nos conocíamos
o, por lo menos, nos distinguíamos todos. Y eran muchas las oportunidades de
trabajo en equipo, deliberadas o espontáneas. Nos ayudábamos con facilidad.
El trabajo profesional tiene tres remuneraciones
- la emocional, la intelectual y la pecuniaria – de cuyo balance resulta la
satisfacción en la vida laboral. En EPM la emoción y el orgullo de sentirse responsable
de llevar los servicios públicos a las residencias y negocios de Medellín eran
sentimientos compartidos por todos y cada uno de nosotros. En ello poníamos
nuestra inteligencia, nuestro empeño, nuestra capacidad de trabajo y eso nos
hacía felices. En fin, sin tener ni pretender ingresos de potentados, nos
sentíamos bien pagados.
En efecto, para quienes trabajábamos en
EPM en los años noventa, allá en el Miguel de Aguinaga, esas remuneraciones
estaban muy bien balanceadas porque trabajábamos con rigor, compromiso,
atención al detalle y, sobre todo, mucha alegría; los ingredientes del trabajo bien hecho.
Creo que eso es el ADN del que ahora se habla. Aparte de su obvia importancia para la Empresa
y los usuarios, el trabajo bien hecho era también un acto de respeto para con
los colegas. Creo que esa es la esencia de la ética laboral.
Con Sergio - también con Pacho Velásquez, Tomás
Elejalde, Manuel Lara y Jaime Vélez – tuve una amistad profesional basada en la admiración y
el respeto mutuos, que son la única sustancia duradera del cariño. Es la amistad
que experimento por todos los que trabajamos en EPM por allá en los 90, muchos
de los cuales nos juntamos el viernes 14 de abril para rendirle homenaje a Sergio, que era como
homenajearnos a nosotros mismos, como homenajear a la EPM del Aguinaga que
llevamos en nuestras almas.
LGVA
Abril de 2023.
Está fue una empresa de gente comprometida, honesta, honorable, y con sentido de pertenencia.
ResponderEliminarSolo pensabamos en madrugar a trabajar en la mejor empresa que había.
Coltejer, Fabricato, Sofasa, Enka de Colombia, Polimeros, Industrias Apolo, Vicuña, Tejicondor y Simesa, eran muy buenas pero no tenían las garantías y la calidad humana de EEPPMM.
Ahora ya no existe nada de eso, porque no hay historia en los jóvenes. Caminan porque ven caminar, y por el GPS.
Tuvimos el líder el visionario
ResponderEliminarEl economista una mezcla entre lo político y lo técnico y dotado de una gran experiencia en ambos campos
El doctor Diego calle Restrepo. Cuando llegamos a la empresa estaba totalmente politizada en manos de la ANAPO
Poco a poco fue cambiando esa visión política y fue dotando a la empresa de todos esos genios
Ingenieros civiles , electricistas, especialistas en sistemas, financieros, economistas y tenia claro el destino que soñaba para EPM. Creo la cultura EPM que comercialmente hoy se llama la Marca.
Y económicamente consiguió fortalecer las finanzas acudiendo a la banca comercial Antioqueña para firmar pagarés con el Bic con el banco de Bogota con Bancoquia, con Conavi , consiguiendo cambiar la deuda en dólares a pesos colombianos con varios años muertos y a unos intereses corrientes, pagarés que las entidades financieras descontaban ante el banco de la República, obteniendo otros dos punticos mas.
El resultado EPM empezó a acumular efectivo y fue consiguiendo un poder financiero muy alto. Asi fortaleció a la Entidad el Gerente y las construcciones del desarrollo de la Cadena de los guadalupes y el río guatape aumentaron considerablemente la generación de kilovatios.
Otro elemento que se constituyó en fortaleza de la administración y que a la larga se consiguió fue la lucha para convencer a las autoridades del control para que entendieran que su función debía ser ejercida sobre el CONTRO POSTERIOR y no como lo hacían que era el CONTROL PREVIO.
Así se consolidó la autonomía real de EPM.
12 años de la gerencia del doctor Diego Calle permitieron robustecer la Empresa.
Desgraciadamente desde la elección popular de Alcaldes y la muerte de este gran líder poco a poco fueron menguando esa barrera que con el doctor calle Restrepo se había consolidado.
Hoy no queda sino la historia
La política se ha tomado definitivamente la administración y hoy pesa más el padrino político que el conocimiento
Llego lo que temíamos e igual que lo qué pasó con EMCALI
hoy totalmente convertida en otra dependencia de la administración Municipal.
Aquellos genios están desapareciendo por efectos de la edad. Ya no volveremos a tener la empresa modelo como fue el sueño del doctor calle Restrepo y solo los que tuvimos la fortuna de participar de este proceso seguiremos contando a nuestros nietos como fue la empresa única en Latinoamérica