El GEA y las OPAS[1]
Ha pasado poco más de un año desde que los banqueros Gilinski iniciaron
la seguidilla de OPAS para apoderase de las empresas del GEA y casi tres desde
que Quintero Calle desatara en su contra una ofensiva de desprestigio que cada
vez parece menos gratuita.
Tres de las cuatro empresas
del núcleo a partir del cual se desarrolla Nutresa, nacieron en los albores de
la industrialización antioqueña: Noel (1916), Café La Bastilla (1919) y
Nacional de Chocolates (1920). Zenú, más reciente, fue fundada en 1950. Al
igual que toda la industria colombiana, esas empresas crecieron orientadas al
mercado interno y durante décadas permanecieron así. Solo en 1976, Noel exportó
su primera galleta y la Nacional, su primera chocolatina.
Esto se mantuvo hasta mediados de los años 90 cuando
el gobierno de Gaviria Trujillo lanzó la apertura económica, la cual, para las
del GEA y otras empresas antioqueñas, trajo dos aprendizajes: i) que internacionalizarse
no significa meramente exportar ni, mucho menos, exportar excedentes y ii) que no
estaba fuera su alcance expandirse a otros países, como lo hacían empresas chilenas,
mexicanas y brasileras.
De la noche a la mañana, una
serie de empresas, hasta entonces, meramente locales – Nacional de Chocolates,
Argos, Bancolombia, Suramericana, EPM, ISA, Éxito, HACEB, Distrihogar, HMV y
otras más – adoptaron un agresivo modelo de internacionalización por la vía de
las adquisiciones y las alianzas estratégicas y resultaron invirtiendo en Johor
Bahru, Antofagasta, Cojutepeque y otros lugares como sacados de las geografías exóticas
de León de Greiff.
En el breve lapso de 20 años, casi
sin darnos cuenta, Medellín se convirtió en el domicilio de los Headquarters de
una serie de grupos empresariales que abastecen con sus bienes y servicios un
mercado potencial de 400 millones de consumidores.
Era cuestión de tiempo que ese
desarrollo atrajera el interés de inversionistas internacionales; lo cual, por
supuesto, no tiene nada de malo, todo lo contrario. Pero, el encono de las OPAS
y el agresivo despliegue de estrategias jurídicas, periodísticas y propagandísticas
que las han acompañado, hacen temer que estemos en presencia de algo más que el
interés de vincularse a un proceso exitoso de creación de valor. Existe la
inquietud legítima de que, lo que debía ser un simple cambio de propiedad
accionaria, pueda afectar una institucionalidad empresarial valiosísima para Medellín.
La vinculación emocional con
las empresas nativas es un rasgo de la personalidad histórica de regiones como
Cataluña y el País Vasco, en España; Alsacia-Lorena, en Francia; Lombardía, en
Italia y Antioquia, en Colombia; en las cuales la industria manufacturera tuvo
un desarrollo temprano y autóctono. Esa personalidad histórica se caracteriza
por una fuerte identidad regional y, también, por la adhesión a los valores del
empresarismo, el trabajo duro, el ahorro, el cálculo racional y la
responsabilidad individual, los cuales, según Max Weber, constituyen el
espíritu del capitalismo. Virtudes burguesas, las llama Deirdre McCloskey.
Sería muy lamentable que los
ataques al GEA llevaran al debilitamiento de las virtudes burguesas del pueblo
Antioqueño.
[1]
El viernes 31 de marzo se
realizaron las Asambleas de las empresas del GEA. El doctor Carlos Raúl Yepes,
ex gerente de Bancolombia, hizo una extraordinaria intervención en la que recordó
lo que fue, hace 30 años, la ofensiva jurídica, política y mediática de los
Gilinski por la propiedad de Bancolombia. Ofensiva que se repite ahora. Este artículo,
publicado en El Colombiano en diciembre del año pasado, comparte el espíritu de
esa intervención.
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