¿Qué hacer con EPM?
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Hay poco que hacer para contener las consecuencias más
inmediatas – costo reputacional y encarecimiento del crédito - que se derivan de la solicitud de
conciliación prejudicial con los contratistas de Hidroituango presentada por
EPM ante la Procuraduría Judicial para asuntos administrativos de Medellín.
Algunos abogados opinan que esa conciliación es un requisito que debe cumplirse
antes de proceder con la demanda, otros piensan que no es así.
Es muy improbable que la conciliación prejudicial
llegue a feliz término por la magnitud de lo que está en juego, que es mucho
más de los 9.9 billones de los que se habla. Si los demandados resultan
condenados, no solo deberán satisfacer las pretensiones económicas del
demandante, sino que deberán hacerse cargo de las que resulten de las otras
demandas que están en curso, como la de Hidroituango contra EPM y la demanda
colectiva de las personas afectadas aguas abajo del proyecto. También deberán
responder por las sanciones de la CREG, por el proceso de responsabilidad
fiscal de la Contraloría General de la Nación, por las sanciones de la Agencia
Nacional de Licencias Ambientales y sabe Dios qué más. Se viene un proceso que
puede durar 10 o más años.
En septiembre de 2019 la aseguradora MAPFRE reconoció
que la contingencia de Hidroituango estaba enmarcada en la cobertura de la
póliza de US$ 2.556 millones, por daños materiales de infraestructura y
equipos, y US$ 628 millones, por lucro cesante; en total US$ 3.184 millones,
cerca de 12 billones de pesos. En diciembre de 2019, MAFRE realizó el primer
pago por US$ 150 millones, cerca de 600.000 millones de pesos. Hay que esperar
a ver cómo reacciona la aseguradora ante el proceso, pues si decidiera
reconsiderar su posición o condicionar sus desembolsos al resultado del
proceso, el efecto sobre la situación financiera de EPM sería extremadamente
grave.
Otra incógnita es la posición que asuma el Banco
Interamericano de Desarrollo, el principal financiador de Hidroituango. Hasta
el momento ha permanecido en silencio pues sus directivos saben que cualquier
manifestación de su parte puede deteriorar aún más la percepción que de EPM se
tienen en los mercados financieros, afectando su propia posición acreedora. En
otras circunstancias, los banqueros del BID ya habrían desembarcado en
Medellín, pero seguramente ya deben haber sido muchas las conversaciones con la
gente de EPM buscando claridad sobre la situación planteada.
Los daños colaterales ya están dados, aunque podrían
mitigarse si el Gerente Rendón López aceptara la salida honorable que le
ofrecieron los directivos del consorcio CCC en carta del pasado 14 de agosto.
Esta comunicación pone en evidencia la fragilidad de la demanda de EPM y
anuncia las contrademandas que se vendrán de continuar el litigio. El problema
es que, aunque quisiera, el gerente, que como abogado sabe lo que se viene, no
puede aceptarla pues la decisión depende del alcalde Quintero, que ya no puede
echarse atrás en la delirante cruzada que ha emprendido para rescatar a EPM de
las “garras” del GEA. Es mucha la gente de todos los niveles que cree el
cuentazo del alcalde y mucha también la que está interesada en que se crea para
pescar en las aguas turbias que se están agitando.
El contrato con el consorcio constructor termina en
diciembre. Habida cuenta de las circunstancias, es poco probable que se
extienda, pero la obra no está aún terminada, falta más de un año de trabajo.
Encontrar quién se haga cargo de semejante obra es mucho más complejo que sacar
la llanta de repuesto. La entrada en operación comercial - que a causa de la
afectación de trabajadores por Covid-19, se había aplazado de diciembre de 2021
a junio de 2022 – sufrirá, sin duda, un nuevo aplazamiento. Es improbable que
Hidroituango esté generando antes de diciembre de 2023. Se aumentan los sobre
costos constructivos, crece el lucro cesante, habrá mayores sanciones de la
CREG y se pone en riesgo el abastecimiento eléctrico del País.
Soy poco optimista de lo que pueda hacerse para
desviar el curso de los acontecimientos. El proceso judicial seguirá adelante y
dentro de algunos meses solo llamará la atención de los abogados, el alcalde
Quintero recompondrá su Junta, el gerente Rendón seguirá en su cargo, los
empleados se acostumbrarán al régimen de terror silencioso y la gente se
olvidará del asunto. Es posible que, como en la época de Luis Pérez, aparezca
una “Veeduría Ciudadana”, que será más ineficaz que su antecesora a causa del
profundo cambio de opinión que se ha producido en los últimos años.
Es ese cambio de opinión el que llevó a Quintero Calle
a la alcaldía, en una coyuntura, como la contingencia de Hidroituango, propicia
para vehicular el discurso anti-empresarial y anti-capitalista que desde hace
años hace carrera en el País. Quintero consiguió hacer que muchas personas
vieran el tejido empresarial de Medellín, en el que EPM tiene, por supuesto, un
papel central, como una articulación de sórdidos intereses privados, encarnados
en el GEA, que descaradamente espolian a “la empresa de todos”.
La gente de Medellín votó por una propuesta política
que le hizo ver como trúhanes a los directivos de EPM que encararon la
contingencia de Hidroituango. Trúhanes al servicio de los trúhanes del
consorcio constructor, empeñados unos y otros en cubrirse sus responsabilidades
para poder seguir después seguir saqueando a su amaño, como le han hecho toda
la vida, la supuesta empresa de todos.
Para la mayoría de las personas es imposible imaginar
las complejidades de la construcción de un proyecto hidroeléctrico de la
magnitud de Hidroituango. Las explicaciones técnicas fuera de su alcance
intelectual les parecen meras artimañas porque han perdido la confianza en
quien se las suministra. Cuando la gente ha perdido la confianza en sus
dirigentes se vuelve especialmente sensible a las teorías conspirativas. Por
eso, las “explicaciones” a la manera del alcalde Quintero encuentran eco
inmediato en un medio en el que el discurso anti-empresarial y anti-capitalista
ha tomado tanto vuelo.
No hay que equivocarse. La batalla actual por la
autonomía de EPM se perdió en las elecciones del 27 de octubre de 2019. Algunos
hablan de buscar la revocatoria del alcalde Quintero después de su primer año
de mandato. Vana ilusión: la revocatoria procede cuando no se está cumpliendo
el programa por el cual se fue elegido y Quintero está cumpliendo el suyo a
raja tabla, pues el elemento central de dicho programa era someter a EPM al
querer de la alcaldía municipal y hacer pagar a los supuestos responsables de
la contingencia de Hidroituango.
Muchos dirigentes de Medellín, que, pletóricos de
anti-uribismo, apoyaron la candidatura de Quintero o que con sus acciones u
omisiones facilitaron su victoria, creyeron que el Convenio Marco de relaciones Municipio de Medellín – EPM
era suficiente para preservar la autonomía de la Empresa. Dudo de que el
alcalde Quintero o el gerente Rendón lo hayan leído. Y por supuesto no es
necesario que lo hagan porque ya pasaron por encima de él y no tienen interés
ni ninguna obligación legal de cumplirlo.
En el marco normativo existente, ley 142 de 1994 y
acuerdo 12 de 1998, el alcalde es amo y señor de la Empresas Públicas de
Medellín, gústenos o no. Como lo fueron antes de él Federico Gutierrez, Aníbal
Gaviria, Sergio Fajardo, Luis Pérez y todos los demás. Con argumentos
populistas, se ha rechazado discutir siquiera la corporatización de EPM y la colocación de su
acción en la bolsa de New York. La variación del precio de la acción es el
mejor indicador de la calidad de la gestión y el mejor controlador de los
administradores. Eso lo entendieron hasta los comunistas chinos que tienen 178 de sus
empresas cotizando en Wall Street.
Las nefastas ocurrencias del alcalde Quintero ponen en
evidencia, una vez más, los enormes riesgos de tener las decisiones sobre un bloque
patrimonial como EPM en cabeza de un individuo. La propiedad pública es una
ficción jurídica. El dueño de las cosas es el que decide qué hacer con ellas.
El alcalde Quintero es hoy el dueño de EPM y, sino comete un error garrafal, lo
será hasta que termine su mandato.
LGVA
Agosto de 2020.
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