La nueva tributaria de Petro o la última sacudida del árbol
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Es tan aberrante e inoportuna la nueva reforma
tributaria de Petro que no la defiende ni FEDESARROLLO que ha avalado todas las
de las de las últimas décadas con el argumento de que la presión fiscal no
alcanza todavía los niveles de la OCDE y que son necesarias para establecer la “justicia
social”. También se extraña la voz de Uprimny y de los cincuenta economistas y
abogados que lo acompañaron en la demanda del Estatuto Tributario que les parecía
aberrante en tiempos de Duque.
No voy a referirme puntualmente al articulado de la
nueva tributaria de Petro. Baste con decir que es la más fiscalista y
alcabalera de todas las que se han propuesto en la historia y que de ser
aprobada postraría la economía mucho más de lo que hizo la de Ocampo.
En efecto, la democracia, en
especial la de sufragio universal, es un sistema extremadamente riesgoso porque
la gente poco ilustrada puede ser fácilmente seducida por las fantasías de los
demagogos. Desde Aristóteles, pasando por Stuart Mill y culminando con el gran
Ortega y Gasset, ese riesgo ha sido advertido por todos los filósofos
políticos. América Latina ilustra dramáticamente esos riesgos con múltiples
experiencias
La de los chilenos que, en 1970, eligieron a Allende,
cuando tenían un PIB per cápita entre los más altos del continente y que
triplicaba el de los colombianos de la época. La de los cubanos, que celebraron
a Castro y sus guerrilleros en su entrada triunfal en La Habana el 8 de enero
de 1959, cuando tenían el ingreso más alto y eran los más alfabetizados y sanos
de América Latina. Similar situación la de los venezolanos que plebiscitaron a
Chávez, cuando la caída del precio del petróleo hizo inviable el inmenso
aparato asistencialista; la de los chilenos que votaron por Boric, rechazando
un marco constitucional que las trajo progreso y estabilidad; la de
los uruguayos que eligieron un guerrillero tupamaro responsable de múltiples
crímenes, en la época dorada en que su país era reconocido como la Suiza de
Latinoamérica y, la más notable, la de los argentinos que llevan décadas
votando por gobernantes empeñados en acabar con los logros del capitalismo
liberal que llevó a su país a ser uno de los más ricos del mundo a principios
del siglo XX.
El capitalismo es un sistema tan maravilloso que
funciona, aunque incluso muchos de quienes debieran – empresarios, economistas,
políticos, etc. - no comprendan cómo lo hace y muchos de los que se benefician
de sus frutos se obstinen en destruirlo. En América Latina, el capitalismo
liberal es una especie del árbol silvestre sometido a violentas sacudidas, a
lluvias de pedradas y a incesantes golpes de varas por parte de quienes quieren
hacer caer sus frutos, creyendo que el árbol fructifica a causa de las
sacudidas y no a pesar de ellas.
Petro y su Pacto sintetizan de
forma exacerbada las ideas de los sacudidores del árbol: la teoría
de la dependencia, el proteccionismo cepalino, el agrarismo, el indigenismo, el
imperialismo y la leyenda negra. Esto es lo que se encuentra sintetizado
en Las venas abiertas de América Latina, el ensayo
sociológico más influyente del continente el siglo pasado. Pero también está en
la obra y la acción Raúl Prébisch, Henrique Cardoso y, por supuesto, Carlos
Lleras Restrepo.
El árbol se sacude con la
acción de un estado fuertemente intervencionista con elevados impuestos,
tributación progresiva, propiedad gubernamental, reformismo agrario,
asistencialismo, proteccionismo y regulación de la actividad económica. Aunque
desde los años treinta estas son prácticas corrientes en Colombia, con Petro
afloran de manera superlativa los resultados inevitables a los que conducen:
clientelismo, burocratización y corrupción desaforadas y, sobre todo,
autoritarismo y supresión de la libertad. ¿Aprenderemos?
LGVA
Septiembre de 2025
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