¿Qué
pasa en Cuba?
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Desde
los años sesenta Cuba ha apoyado la extrema izquierda colombiana en su lucha
por tomarse el poder. Primero, promovió y financió al ELN y, más tarde, al
M-19. El asesino Fabio Vásquez Castaño encontró refugio en la Isla. Los líderes
del M-19 también encontraron cobijo allí. Fidel Castro estuvo en Chile durante
el gobierno de Allende adelantando actividades sediciosas y promoviendo la
acción violenta. El fusil que empuñaba Allende en el combate de La Moneda era
un regalo suyo. Desde el inicio de su gobierno, Chávez cayó bajo el influjo
avasallador de Fidel Castro; viajó 10 veces a Cuba, donde murió, y hablaba
frecuentemente con su adorado mentor, de quien Petro es también rendido
admirador. Resulta difícil creer que la inteligencia cubana esté completamente
al margen de lo que está ocurriendo en Colombia.
En
aplicación de la doctrina Rómulo Betancourt, según la cual no podían hacer
parte de ella países con gobiernos dictatoriales, Cuba fue expulsada de la OEA
en 1961. Castro se despachó contra Colombia y el presidente Alberto Lleras
Camargo rompió relaciones con la Isla. En 1975, López Michelsen, con sus
características veleidades por la izquierda, las restableció, a pesar de la
oposición de amplios sectores políticos y económicos por el ostensible apoyo
del gobierno de Castro al ELN. En 1981, el gobierno de Turbay Ayala rompió
relaciones nuevamente, alegando la ayuda de Cuba al M-19 para ingresar armas
por el Chocó. La cancillería cubana negó su participación en el incidente, pero
señaló que las puertas de su país estaban abiertas a los revolucionarios del
mundo entero. Finalmente, en 1993, el gobierno de Gaviria Trujillo restableció
las relaciones que se mantienen hasta el presente.
En
su momento, López Michelsen justificó en restablecimiento de relaciones con
Cuba hablando de las oportunidades del comercio con las economías socialistas.
Sin embargo, esas relaciones nunca han tenido relevancia económica, a pesar del
“acuerdo de complementación comercial”, que incluyen centenas de partidas
arancelarias, y de los “acuerdos de cooperación científica y técnica”. El
comercio entre los dos países ha sido siempre de unos pocos millones de dólares:
33 en 2022, frente a un valor total de 134.000 millones del comercio exterior
de Colombia en ese año.
No
obstante, la Cuba de Fidel ha ejercido una extraña fascinación sobre los
mandatarios colombianos. López Michelsen y Betancur Cuartas cortejaron el tal movimiento
de los no-alineados liderado por Castro mientras que Samper Pizano y Pastrana
Arango viajaron a La Habana a rendir pleitesía al dictador. Según el excanciller
Julio Londoño Paredes, Uribe Vélez hablaba frecuentemente con Castro y,
probablemente, por ello fue que el gobierno cubano guardó silencio cuando el
presidente Uribe ordenó el bombardeo del campamento de Raúl Reyes en Ecuador,
acción condenada por la mayoría de los países de latinoamericanos. Santos
Calderón se entregó a los cubanos y les dio en control de proceso de
negociación con las Farc. Duque Márquez fue incapaz de romper relaciones, a
pesar de que Cuba dio asilo a la cúpula del ELN, responsable del mortífero
atentado a la Escuela de Cadetes de la Policía General Santander. Petro Urrego,
naturalmente, está de plácemes con esas relaciones cuya insignificancia
comercial es, para él, compensada con creces por la orientación ideológica de
sus admirados socios cubanos.
Ante
la imposibilidad de exportar bienes y servicios de su mediocre economía, Cuba
se ha empeñado, desde siempre, en exportar su revolución. En 1967, trató de
hacerlo a Bolivia con la participación del mismísimo Che Guevara, quien perdió
la vida en combate. En 1973, intervino, sin éxito, en Chile para provocar un
alzamiento insurreccional, y, en 1975, envió tropas a Angola. Apoyó movimientos
guerrilleros en Venezuela, Brasil, varios países de Centro América y, por
supuesto, Colombia.
Después de la
caída del Muro de Berlín y ante el colapso del comunismo en los países de
Europa Oriental y de la antigua Unión Soviética, Fidel Castro y Lula Da Silva,
en 1990, fundan El Foro de Sao Paulo[1] del cual hacen parte 123
partidos y movimientos de 27 países de América y el Caribe. Todos los partidos
y movimientos del Pacto Histórico hacen parte del Foro de Sao Paulo. Resulta imposible creer que los dirigentes
del Foro, y su principal promotor, la dictadura cubana, estén al margen de lo
que está ocurriendo en Colombia.
La prensa está
en mora de investigar los movimientos de la embajada cubana y las llegadas de
vuelos procedentes de La Habana y las salidas desde Colombia a ese destino. Las
frecuentes y largas desapariciones de Petro deben ser investigadas: ¿a dónde
va?, ¿qué hace?, ¿con quién se reúne?
Lo que está haciendo
el gobierno es extremadamente grave para quedarnos sin saber ¿qué está pasando
en Cuba?
LGVA
Mayo de
2024.
[1]
El documento programático
fundamental del Foro de Sao Paulo es el llamado “Consenso de Nuestra América”,
elaborado por el Grupo de Trabajo del Foro, reunido en Managua, en febrero de
2017, bajo el liderazgo de los presidentes de Nicaragua, Daniel Ortega;
Venezuela, Nicolás Maduro; y Cuba, Miguel Díaz-Canel. He aquí su
declaración inicial:
“Este documento es el resultado de un trabajo
desarrollado a partir de un conjunto de ideas y conceptos con el objetivo de
contribuir al desarrollo de los procesos progresistas y revolucionarios en las
diversas regiones y países de América Latina y el Caribe. A la fecha es ya
un documento colectivo de partidos y organizaciones del subcontinente. El
nombre hace referencia a una unidad tanto declarativa, como en torno a un
programa y a una práctica política”
El objetivo del Foro es transformar las
relaciones de producción capitalistas, acabar con la propiedad privada,
implantar la propiedad estatal e imponer desde el estado la ideología y los
valores comunistas.
“Reconocemos los éxitos de estos más de
veinte años de trabajo de la izquierda organizada en el Foro de Sao Paulo, y
casi veinte luego de la victoria del presidente Hugo Chávez. Hay balances
positivos de la colosal batalla económica y social librada, aunque no
pudimos transformar aún las relaciones de producción capitalistas”.
“El Estado debe poseer empresas que
sean productivas, eficientes y sanas, sobre todo en áreas estratégicas como:
Energía, Finanzas, Telecomunicaciones, entre otras”.
“Esta estrategia supone asignar al Estado un
rol central en la construcción de objetivos y en la fijación de sistemas de
incentivos y la construcción ideológica y de valores”
No es exagerado afirmar que el Foro de Sao
Paulo es una especie de Quinta Internacional Comunista como las que en el siglo
XIX lideraron Marx y Engels y en el XX Lenin, Stalin y Trotsky. Después de
estar centrada en Europa y también en Asia y África, la lucha por el socialismo
y el comunismo se ha trasladado con gran intensidad a Latinoamérica.
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