La OPA sobre Nutresa es el reconocimiento de un éxito
empresarial
(En memoria de Carlos Enrique Piedrahita Arocha)
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Tres de las cuatro empresas que constituyen el núcleo
a partir del cual se desarrolla el Grupo Nutresa nacieron en los albores de la
industrialización antioqueña: Noel en 1916, Café La Bastilla en 1919 y Nacional
de Chocolates en 1920. Zenú, más reciente, fue fundada en 1950 y en 1960 es adquirida
por Noel; mientras que Colcafé nace en 1960 de la fusión de dos filiales de la
Nacional.
Los historiadores económicos, como William Paul
McGreevey y Mariano Arango, han identificado el estrecho vínculo entre la
expansión de la producción cafetera y los inicios de la industrialización en
Antioquia.
En su clásica obra, Historia económica de Colombia,
1845.1930, McGreevey señala lo siguiente:
“Los antioqueños destinaron el excedente por encima de
sus necesidades de subsistencia a inversiones en educación y a la
diversificación de sus intereses económicos hacia actividades como el
procesamiento de alimentos y la fabricación doméstica de textiles de algodón
que antes eran importados” (P. 313)
Por su parte, Mariano Arango, en su libro Café e
Industria: 1850-1930, escribe:
“El trabajo confirma por senderos tortuosos el
importante papel de la producción cafetera campesina de los departamentos del
occidente en su mayor desarrollo industrial inicial, aunque no pasando por la
distribución del ingreso, sino de la acumulación de capital” (P. 18)
Además de las mencionadas, también nacen, en las tres
primeras décadas del siglo XX, empresas como Coltejer (1907), Fabricato (1919),
Coltabaco (1919), Café La Bastilla (1920), Postobón (1904), Gaseosas Lux (1925),
Industrias Apolo (1925) y otras más. Como consecuencia de esto, en los años 20,
Antioquia (Medellín) era el primer centro manufacturero del País y continuó ocupando
un lugar destacado durante las siguientes décadas, a pesar del notable
desarrollo industrial de Cundinamarca y Valle del Cauca, propiciado en buena
medida por la inversión extranjera.
De manera similar al País Vasco o Cataluña, el
desarrollo industrial de Antioquia se hizo con capitales locales, provenientes
de la caficultura y la minería del oro, y por empresarios autóctonos que, como
todos los empresarios del mundo, aprendieron haciendo, experimentando. Esta
circunstancia explica en gran medida la vinculación emocional de los
antioqueños con esas empresas que además los abastecían de bienes y servicios,
daban trabajo a muchos de ellos y en cuyas acciones invertían sus ahorros.
En el libro Economía Colombiana del Siglo XX,
Juan José Echavarría trae, sobre el papel de los antioqueños en la
industrialización colombiana, un interesante texto del historiador económico
Everett Einar Hagen, escrito en 1971:
“…Es un mito nacional que virtualmente todas las
actividades industriales en Colombia son dirigidas por antioqueños…si nos las
fundaron, se dice, ahora son sus dueños. Estas versiones extremas del mito no
corresponden a la realidad, pues empresarios capaces y eficaces han surgido en
todas las regiones del país. Aún así, el predominio de los antioqueños es
impresionante” (P.
183)
La industria colombiana – la antioqueña y la de los
demás departamentos – creció en los años treinta y cuarenta amparada por la
protección resultante de las grandes restricciones al comercio internacional derivadas
de la crisis de los años 30, primero, y de la Segunda Guerra Mundial, después. Más
adelante, Colombia, como todo el resto de América Latina, adoptó el
proteccionismo económico promovido por la CEPAL, bajo el nombre de política de
sustitución de importaciones, la cual se instrumentalizaba mediante licencias
de importación, un arancel disperso y elevado y el control de cambios. Esto se
mantuvo hasta mediados de los años 90 cuando el gobierno de Gaviria Trujillo
lanzó la llamada apertura económica.
Preocupado por la reacción de los empresarios frente
al desmonte del sistema de protección, el presidente Gaviria se comunicó, entre
otros, con Nicanor Restrepo Santamaría, cabeza del entonces llamado Sindicato
Antioqueño, para preguntarle su opinión sobre la apertura económica. ¡No me
opongo, presidente, hágale! - fue su
respuesta. En ese entonces, mediados de los 90, las empresas del
Sindicato eran totalmente locales. Para hablar únicamente de las que nos ocupan
aquí basta con decir que solo en 1976 Noel exportó su primera galleta y la
Nacional de Chocolates su primera chocolatina.
Rápidamente, la apertura económica trajo a las
empresas colombianas dos aprendizajes. El primero, que internacionalizarse no
significa meramente exportar ni, mucho menos, exportar excedentes, como lo
habían hecho hasta entonces, y, el segundo, que no estaba fuera de las empresas
colombianas expandirse a otros países como ya lo venían haciendo las empresas chilenas,
mexicanas y brasileras, principalmente.
Carlos Enrique Piedrahita Arocha entendió esas
lecciones y las incorporó en su visión y en la estrategia que desarrolló para
crear el Grupo Nutresa. En conversación que tuvimos en agosto de 2015, expresó lo siguiente:
“La internacionalización no es
sólo exportar desde un determinado sitio, desde el sitio donde uno está. La
otra forma de internacionalización es la construcción de redes y plataformas
complementarias, que es un poco el modelo de Nutresa. Ahí se abren varios
caminos: vía crecimiento orgánico o inorgánico. Pero definitivamente, el de las
adquisiciones es un camino de internacionalización muy eficaz.
Internacionalización con filiales y operaciones que hacen parte de un grupo
internacional donde algunas de las actividades tienen origen en otros lugares.
(…). Puede ser también la vía, contraria: recepción. Recibir inversionistas
para hacer varias cosas: hacer parte de una red, traer nuevos productos o
servicios al mercado incumbente o para aliarse en la expansión internacional.
También están las alianzas comerciales, aliados para vender un producto en el
mercado incumbente o fuera de éste, las franquicias, para traer productos o
para llevar a otras partes (…) La internacionalización se puede dar de muchas
formas. Cuando se habla de internacionalización no creo que se deba hablar de
exportaciones exclusivamente”.
Esa visión y esa estrategia fue
la que permitió transformar un pequeño grupo local de cuatro empresas, que en
1990 vendían poco más de 162 mil millones de pesos, en una multinacional con 8
unidades de negocios, 45 plantas de producción en 14 países y ventas por más de
11 billones de pesos en 70. La OPA lanzada sobre Nutresa es el reconocimiento
de ese éxito y, a la vez, una señal de que probablemente no se estaba
aprovechando plenamente el potencial de creación de valor alcanzado.
La vinculación emocional de un
pueblo con el desarrollo de su industria manufacturera es un rasgo de la
personalidad histórica de regiones como Cataluña y el País Vasco en España,
Alsacia-Lorena en Francia, Lombardía en Italia y Antioquia en Colombia. Esa
personalidad histórica se caracteriza por una fuerte identidad regional y, también,
por la adhesión a los valores del emprendimiento, el trabajo duro, el ahorro,
el cálculo racional y la responsabilidad individual que, de acuerdo con Max
Weber, constituyen el espíritu del capitalismo.
Aunque no tiene una expresión
pecuniaria directa, la vinculación emocional de la gente con las empresas de su
región genera una suerte de intercambio de valor que sin duda se refleja
positivamente en los estados financieros de las compañías y también en el
cuidado que éstas dan a su entorno que es también el de sus trabajadores,
propietarios y directivos.
Los historiadores futuros de
la actividad empresarial de Antioquia probablemente distinguirán tres
etapas en su desarrollo, a saber: i) la del nacimiento y expansión inicial en
los años 20 y 30 del siglo XX; ii) el crecimiento bajo el modelo proteccionista
hasta los años 90 y iii) la de la internacionalización en las dos primeras
décadas del siglo XXI.
La primera de esas etapas ha
sido la más estudiada y debe serlo aún más pues el devenir histórico arroja
nuevas perspectivas para interpretar los hechos del pasado. De todas formas,
seguramente los historiadores seguirán asombrándose y tratando de entender el
surgimiento del ethos empresarial en una región montañosa aislada y lejos del
mar. Posteriormente, durante la etapa proteccionista con el crecimiento basado
en el mercado interno, ese aislamiento se convirtió en una ventaja competitiva.
Con la apertura dejó de serlo y el eje del desarrollo se trasladó a las
ciudades de la costa, como Barranquilla, que volvió a recuperar el protagonismo
económico que tuvo en las tres primeras décadas del siglo XX.
Antioquia es como el Tíbet,
decía Carlos Enrique Piedrahita. Por esa
razón el reto planteado por la apertura económica no podía resolverse única y
fundamentalmente mediante la ampliación de las plataformas productivas locales y
volcarlas a la exportación. Había que responder de otra manera. Había que dejar
de identificar las empresas con las fábricas barriales y entender que más que
eso las empresas son conocimientos, formas de hacer las cosas, prácticas
comerciales, financieras, éticas y todas aquellas cosas que elevan la
percepción de valor. Fue la incapacidad de entender esto lo que condujo a la
declinación del sector textil antioqueño y a la desaparición de las fabricas de las que nos sentíamos tan orgullos.
El modelo de
internacionalización de Nutresa, por la vía de las adquisiciones y las alianzas
estratégicas, fue también el seguido por Argos, Bancolombia, Suramericana, EPM,
ISA, el Éxito, Grupo GCO, Haceb, Distrihogar, HMV y otras más. Todo ello ha convertido
a Medellín, en el breve lapso de 20 años y casi sin darnos cuenta, en los Headquarters
de una serie de grupos que abastecen con sus bienes y servicios un mercado
potencial de 300 millones de consumidores. Esto marca una gran diferencia en la
cantidad y calidad de los empleos que se generan, en las demandas al sistema
educativo y en múltiples aspectos de la vida económica y social de la región.
Una amiga muy querida, geóloga
ella, y muy bienqueriente del GEA me llamó a decirme que por lo menos ella iba
a resistir, que no solo no vendería sus acciones de Nutresa, sino que iba a
gastar la mitad de la prima en comprar más. Respeto a los geólogos por la visión
de largo plazo que les da su profesión.
Si mi amiga no tiene éxito en
su resistencia, seguramente los historiadores del futuro, al examinar esa
última etapa de la historia empresarial de Antioquia, tendrán dificultad para
entender que los empresarios antiqueños se hubieran dejado arrebatar las joyas
de la corona después de haber hecho lo más difícil: internacionalizarse desde
el Tíbet.
LGVA
Diciembre de 2021.
Muy buen artículo. Felicitaciones
ResponderEliminarBuen artículo, claro y con una mirada abierta al futuro. Felicitaciones Luis Guillermo.
ResponderEliminarQuerido Luis Guillermo. Me encantó tu artículo, una visión desde la historia economica hacia el reto de hoy. El resultado de la OPA con la puesta de Hidroituango pueden transformar ese Etho del que nos sentimos tan orgullosos.
ResponderEliminarQué articulo tan especial. No dejemos acabar esto por lo que tanto han luchado, nuestros antepasados y los que hoy día llevan en sus hombros la grandeza de Antioquia y por supuesto de Colombia.
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