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domingo, 18 de octubre de 2015

La SIC: ¿un tigre de papel?


La SIC: ¿un tigre de papel?

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista, Universidad EAFIT



Con relación a la sanción impuesta por la Superintendencia de Industria y Comercio a los ingenios azucareros, entidades gremiales y directivos del sector, los hechos son los siguientes:

  • Nadie ha negado que las empresas y personas sancionadas hayan incurrido en las prácticas contrarias a la competencia que se les imputan.
  • Se ha cuestionado el monto de las multas impuestas señalando que acarreará la ruina de los ingenios y la pérdida de miles de empleos.
  • Reacción unánime de los congresistas de todos los partidos en contra de la SIC y en apoyo de los ingenios. Llaman la atención las intervenciones de los ministros de agricultura y hacienda.

La resolución 80847 de 2015 es un sólido documento de 192 hojas que reúne evidencia contundente para demostrar que los imputados incurrieron en prácticas contrarias a la competencia: acuerdo para asignar cuotas de producción en el mercado interno y acuerdo para impedir la importación de azúcar por terceros.  Son decenas de correos electrónicos y otros documentos los que se citan.  Un par de ilustraciones:

“Fui claro en la reunión que antes de hablar de cantidades y precios, nosotros como industria azucarera colombiana necesitamos un compromiso unánime de todos que no llegará a Colombia un solo grano de azúcar boliviano importado por comerciantes colombianos o extranjeros” (hoja 68).

“El objetivo del programa tiene éxito dependiendo de la rapidez como se tomen las decisiones de precio, de manera que nos permitan atacar las importaciones de azúcar de un momento a otro, sin darle mucho espacio a los importadores para que actúen” (hoja 70).

Especialmente preocupante es la circunstancia de que el llamado Fondo de Estabilización de Precios del Azúcar (FEPA), que es una entidad adscrita al Ministerio de Agricultura, haya sido uno de los mecanismos empleados para la distribución de las cuotas de producción. En la resolución mencionada pueden leerse, entre otras, las siguientes cosas:

“…su Comité Directivo ha servido como escenario común para la concertación de temas que afectan la libre competencia del mercado del azúcar en Colombia, lo cual puede evidenciarse en las actas de dicho Comité y en diversos correos electrónicos” (hoja 8)

“…el FEPA en su práctica, de acuerdo con el diseño realizado por el Comité FEPA, se desnaturalizó, al mutar en una herramienta de asignación de cuotas de producción o suministro en el mercado colombiano de azúcar…” ( hoja 41).

Las multas no son ni ilegales ni excesivas. En todos los caso están por debajo del monto máximo permitido por la ley. Las impuestas a los ingenios en ningún caso exceden el 6,6% de sus ingresos operacionales. Nadie se quiebra con esas multas. En la tabla, construida con datos tomados de le resolución 80847 que nadie ha desmentido, se indica la multa aplicada a cada uno de los ingenios y lo que ésta representa como porcentaje de los ingresos operacionales y del patrimonio de cada uno de ellos.

Ingenio
Multa
$ millones
% de ingresos
operacionales
% del patrimonio
% multa
máxima
Riopaila- Castilla
40.158
5,4
6,0
62,3
INCAUCA
49.059
6,6
3,6
76,1
Manuelita
32.855
6,6
5,5
51,1
Providencia
35.399
6,6
6,4
54,9
Mayaguez
28.723
6,6
4,0
44,6
La Cabaña
18.419
6,6
3,3
28,6
Pichichì
13.400
6,6
5,6
20,8
Risaralda
16.687
6,6
6,6
25,9
San Carlos
5.362
6,0
1,6
8,3
Carmelita
7.493
6,6
5,6
11,6
Central-Tumaco
1.795
3,3
6,0
2,8
Marìa Luisa
2.224
6,0
3,4
3,5



Este caso es una elocuente ilustración de la forma en que una intervención del estado en la economía provoca nuevas intervenciones que buscan contrarrestar los efectos nefastos de la primera. El estado, dizque para estabilizar los precios, se inventa el FEPA, y éste se convierte en un instrumento que facilita la cartelización que acaba con la competencia en el mercado, lo cual obliga al estado a intervenir nuevamente con la SIC para tratar de reestablecerla. Por otra parte, las acciones para impedir las importaciones de azúcar por terceros están concentradas en Ecuador y Bolivia, países de los cuales por hacer parte de la Comunidad Andina el azúcar puede importarse sin arancel. El proveniente de otros países está gravado con un arancel del 70%. Naturalmente si dicho arancel no existiera o fuese sustancialmente menor, los productores nacionales serían incapaces de impedir las importaciones y éstas fluirían permitiendo que los consumidores tuvieran menores precios y que los productores buscaran hacerse más eficientes para mantener su participación en el mercado nacional y llegar al mercado internacional. Así pues, con la intervención de la SIC, el estado está tratando de contrarrestar las imperfecciones del mercado creadas por las intervenciones del propio estado. Sin el FEPA y con un arancel moderado no habría sido necesaria la intervención de la SIC.

Ahora bien, ante un problema creado por el propio estado se trata de encontrar la forma más adecuada de resolverlo. Lo que está en juego es algo muy importante: el desarrollo y la consolidación de una institucionalidad económica independiente de los políticos y las presiones gremiales. No en vano el fortalecimiento del SIC y la aplicación de una política de competencia seria, técnica y rigurosa es una de las condiciones impuestas al País para su ingreso a la OCDE.

Las intervenciones de los ministros y voceros del gobierno en contra de la SIC son deplorables. Lo son igualmente las de los congresistas. Los ministros no son o no deberían ser los representantes oficiosos de los gremios en el ejecutivo ni los congresistas en el legislativo. Se supone que unos y otros representan el interés general y no el interés particular de un gremio de la producción. Sería lamentable que en este caso ocurriera lo mismo que ocurrió en 2001 cuando el gobierno – cediendo a las presiones de un grupo económico - despidió al superintendente de entonces por oponerse a la fusión de ACES y Avianca. La SIC quedó convertida en un rey de burlas hasta su renacimiento reciente motivado por las exigencias de la OCDE.

Ni los empresarios del azúcar ni de los demás sectores dedicarán sus esfuerzos y energías a hacerse más competitivos  mientras encuentren que es más rentable el lobby y el cortejo ante el gobierno y los políticos para obtener medidas de protección que en definitiva van en contra del consumidor. Esto será lo que continuará ocurriendo si el gobierno cede ante las presiones y deja que la SIC se convierta nuevamente en un tigre de papel.

LGVA

Octubre de 2015.


domingo, 11 de octubre de 2015

Daniel Raisbeck y el voto ùtil


Daniel Raisbeck y el voto útil



Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista, Universidad EAFIT



En las elecciones para la alcaldía de Bogotá, los únicos votos realmente útiles serán los que se emitan por Daniel Raisbeck, el candidato libertario. Todos los demás votos, sin que importe su distribución entre los otros candidatos, serán no solo inútiles sino también perjudiciales para la construcción de una sociedad libre pues contribuyen a perpetuar la democracia clientelista  enquistada en Bogotá y en el País entero.

Como es usual en todas las elecciones que se realizan en Colombia, en los días previos a la jornada electoral, los medios de comunicación y los columnistas más reputados denuncian la proliferación de las prácticas corruptas – compra de votos, trashumancia electoral, constreñimiento, etc. -  de que se valen los candidatos para obtener el favor de los electores. Sin embargo, en su habitual superficialidad, poco se interrogan esos medios y columnistas por la razón profunda de esos ingentes y costosos esfuerzos de todos los candidatos y partidos por hacerse a los cargos de elección popular.

Cuando el gobierno se hace cada vez más grande, es decir, cuando con los impuestos se apropia de una porción creciente de la riqueza creada por los ciudadanos y con sus reglamentaciones determina las condiciones de creación y distribución de esa riqueza, estar por fuera del gobierno o lejos de él resulta en extremo costoso para cualquier ciudadano o para cualquier empresario. Este es el origen de la democracia clientelista y de su correlato el capitalismo clientelista.  

La expectativa de un cargo grande o pequeño en la burocracia oficial, de cupos para alimentación gratuita, de subsidios para el transporte o los servicios públicos o, incluso, del pago en efectivo o especie por el voto son incentivos extremadamente poderosos para un ciudadano al que se le ha educado en la creencia de que su bienestar depende del gobierno y de los políticos que se turnan en su administración. Los empresarios, por su parte, sienten que no pueden estar alejados del gobierno dispensador de contratos y productor de reglamentaciones y en silencio financian todas las campañas y dedican luego sus energías al lobby y al cortejo de una omnipotente burocracia.  Y ¿qué ofrecen todos los candidatos? Más de lo mismo: más y más gobierno.  

Daniel Raisbeck ofrece menos gobierno, más libertad y más responsabilidad individual; y en eso radica la diferencia con los candidatos estatistas. El gran mal que aqueja a la sociedad colombiana estriba en la confusión entre lo que es una sociedad libre y el marco político e institucional que se precisa para desarrollo. Esta distinción fundamental en filosofía política ha desaparecido casi por completo de la política práctica colombiana. El mérito de Raisbeck y del Movimiento Libertario es volver a introducirla.

Una sociedad, como dice Popper, no es otra cosa que una manera de vivir juntos. La humanidad ha experimentado a lo largo de su historia diversas formas de ese vivir juntos. La idea de una sociedad libre y abierta, basada en el postulado de tolerar y respetar al individuo en su persona y sus convicciones floreció en Atenas y desde entonces ha sobrevivido a pesar de los grandes ataques que ha debido afrontar. John Locke la redescubrió en el siglo XVII y Adam Smith, en el XVIII, dejó en claro que el fundamento de toda libertad es la libertad económica. Sin libertad económica, es decir, cuando el gobierno lo controla todo, todas las demás libertades – de pensamiento, de prensa, de expresión, etc. – son pura retórica por más que estén consagrada en textos constitucionales o legales.  

La libertad, como dijo Pericles en su célebre Oración Fúnebre,  no convierte a los hombres en ciudadanos sin ley. Se precisa la obediencia a los magistrados y a la ley, es decir, se precisa de un gobierno para garantizar la protección de la vida, la salud, la propiedad y el debido proceso a los asociados. Ahora bien, un gobierno con el poder de brindar esas garantías, puede tener también el poder de conculcarlas. Es ahí donde radica el problema del gobierno limitado.

No hay que perder de vista que el objetivo sigue siendo esa manera de vivir juntos que llamamos sociedad libre. Otra cosa es la forma de gobierno elegida para garantizar su supervivencia. Con todos los defectos que se le puedan endilgar, la democracia es la mejor de las formas de gobierno conocidas para resolver ese problema. Quien no está en el gobierno no gobierna por más que haga parte del pueblo. Yo no gobierno y probablemente usted tampoco, apreciado lector. La democracia sirve no porque sea, como creen los románticos, el gobierno del pueblo, sino porque hace posible deshacerse de un mal gobierno sin derramamiento de sangre, como dijera Popper.

Ahora bien, cuando el gobierno lo controla todo y cuando la democracia se convierte en democracia clientelista deja de ser un medio para deshacerse de los malos gobernantes y se convierte en instrumento para su perpetuación en el poder. En la antigua URSS se hicieron elecciones periódicas y los hermanos Castro no han dejado de hacerlas desde que están en el poder. Nadie en sus cabales calificaría a Chávez, Maduro y a sus compinches de excelsos gobernantes. No han faltado elecciones en Venezuela en los últimos años. Tampoco en Argentina, Nicaragua o Bolivia. Ni en Bogotá.

Más que el derecho al voto, lo que hace libre al ciudadano es tener en su bolsillo un millón de pesos ganados con su propio trabajo libre e independiente de cualquier dádiva o componenda del gobierno de turno.  La democracia no es o no debería ser un sistema de reparto de beneficios o de aseguramiento colectivo contra todo riesgo. Si la democracia se convierte en eso, no es culpa de la democracia sino de los ciudadanos democráticos que consentimos en ello. Este es el mensaje del Movimiento Libertario, nada más y tampoco menos. Este es el almendrón de la política colombiana. Los candidatos estatistas deberían decir algo al respecto: ¡Hic Rhodus, Hic Salta!

LGVA

Octubre de 2015.