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lunes, 11 de diciembre de 2017

Economía y política para Fajardo en una lección


Economía y política para Fajardo en una lección

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

“Fajardo es una persona que aprecio mucho, es amigo mío. Pero creo que no se puede gobernar sin ideología. Uno puede ser alcalde sin ideología, pero no puede ser presidente sin saber qué tipo de sociedad quiere

(Atribuido a Carlos Gaviria en un trino de Gustavo Petro)

Leí el libro “El poder de la decencia” de Sergio Fajardo. Por el título, no esperaba encontrar una profusión ideas de gobierno o planteamientos programáticos. Y no me decepcionó. El programa es el candidato mismo: un hombre decente. Y eso está bien. La decencia es una condición necesaria para aspirar a la presidencia, pero evidentemente no  es suficiente. Si lo fuera, podríamos ahorrarnos las elecciones y sortear la primera magistratura entre los millones de colombianos que como Fajardo son decentes.

Una candidatura presidencial es como una mesa: para que sea sólida debe tener cuatro patas: un candidato con buena imagen, un programa atractivo, una maquinaria política eficiente y dinero, mucho dinero. La imagen de Fajardo es excelente: todo mundo lo conoce y son pocos los que lo ven desfavorablemente. La maquinaria y el dinero irán llegando poco a poco y en una eventual segunda vuelta seguramente habrá tentadoras ofertas que pondrán a prueba la decencia. El asunto de esta nota es el programa.

La Ola Verde fue derrotada porque “no tenía una propuesta programática para el país”, admite Fajardo en su libro. Lección aprendida: “lo central de una coalición es el acuerdo sobre la propuesta”, anota más adelante. Hasta aquí todo está bien. Fajardo parece creer que basta con ponerse de acuerdo en combatir desde el gobierno aquellos males sociales que todo mundo detesta o dice detestar: la pobreza, la desigualdad, la corrupción, la ignorancia, etc. Y que este acuerdo puede hacerse al margen de toda discusión sobre la izquierda o la derecha, eje anacrónico, según él, para entender la política actual.  

Los países del mundo pueden clasificarse, como lo hacen anualmente el Instituto  Fraser y la Fundación Heritage, según el grado de libertad económica que garantizan sus políticas e instituciones. Los elementos fundamentales de esa libertad económica son la libertad de elegir, el intercambio voluntario, la libertad de entrar a los mercados y competir y la seguridad para las personas y sus propiedades.

Los países con más libertad económica tienen mejor desempeño económico y mayor bienestar que los países menos libres. Su producto por habitante es más elevado, tienen menos pobres, son menos desiguales y es mayor la esperanza de vida de sus habitantes.  Adicionalmente, en los países con más libertad económica son mayores las libertades políticas y civiles, mayor la igualdad de género y sus habitantes se sienten más felices que los de aquellos países que carecen de libertad. Los datos  que sustentan esas afirmaciones pueden consultarse en la publicación “Economic Freedom of the World 2017 Annual Report” del Instituto Fraser en esta dirección:  https://www.fraserinstitute.org/studies/economic-freedom.

Países con libertad económica, que suelen ser más ricos, los hay de todos los tamaños, de todas las razas, con abundantes recursos naturales o carentes de ellos. Países con poca o sin libertad económica, que suelen ser más pobres, también los hay grandes y chicos, de todas las razas y diversamente dotados de recursos naturales. El diferente desempeño de unos y otros parece explicarse fundamentalmente por ciertas características institucionales.

Mientras mayor es el tamaño del gobierno – gasto, impuestos,  empresas gubernamentales – menor es la libertad económica. Un sistema legal que proteja a las personas y a sus propiedades legítimas es un rasgo de los países con más libertad económica y mayores libertades civiles. También se caracterizan los países libres por tener una moneda de valor estable, mayor libertad de comercio internacional y pocas regulaciones que limiten la libertad de contratar, intercambiar, conceder créditos, elegir el trabajo que cada cual quiera y conducir los negocios libremente.

En el escalafón de libertad económica del Instituto Fraser, Colombia ocupa el puesto 112, entre 159 países, resultado de un puesto 94 en tamaño del gobierno, 132 en  sistema legal y protección de la propiedad, 103 en estabilidad monetaria, 92 en  libertad comercial y 77 en regulación de la actividad económica. En el índice de la Fundación Heritage, nos va mejor, allí Colombia está en el lugar 37, entre 186 países, en el grupo de los moderadamente libres.  http://www.heritage.org/index/

Los partidos y movimientos que se reclaman de izquierda gustan de gobiernos grandes; donde quiera que han tomado el poder han impuesto severos límites a la propiedad privada, cuando no la han eliminado completamente; han recurrido a la inflación para expropiar a todo mundo; ponen toda suerte de obstáculos al libre comercio internacional e imponen numerosas regulaciones a la actividad económica.  

En América Latina los partidos que se reclaman de izquierda se han agrupado en el llamado Foro de Sao Paulo. Por Colombia están Marcha Patriótica, Movimiento Progresista, Partido Alianza Verde, Polo Democrático Alternativo, Partido Comunista Colombiano, Movimiento Presentes por el Socialismo y la Unión Patriótica. http://forodesaopaulo.org/partidos/

¿Cuál es el proyecto político de los partidos y movimientos del Foro de Sao Paulo? Fajardo y sus asesores de campaña harían bien en ilustrarse al respecto leyendo la “Memoria del XXII Encuentro del Foro de São Paulo” celebrado en San Salvador en junio de 2016. (http://forodesaopaulo.org/memoria-del-xxii-encuentro-del-foro-de-sao-paulo-san-salvador-el-salvador-2016/.). Allí  se encuentran, entre muchas otras, las siguientes perlas:

 “El capitalismo, como sistema social, es un fracaso (…) el capitalismo asiste a la exposición de sus miserias. La concentración de la riqueza es inocultable (…) El capitalismo necesita pobres, cada día más pobres”. Se afirma contra toda evidencia.

 Y se concluye: “Ante tamaño fracaso del capitalismo, solo puede reafirmar y acrecentar nuestra fe en una victoria más temprana que tarde. (…) El futuro se nos presenta lleno de buenos augurios, de esperanzas y de fuerzas para emprender la tarea de sacar al capitalismo de nuestras vidas”

Sacar el capitalismo de nuestras vidas y sustituirlo por el socialismo del siglo XXI este es el proyecto del Foro de Sao Paulo y de los aliados actuales de Fajardo, la Alianza Verde y el Polo Democrático Alternativo, y de los otros cinco miembros colombianos del Foro que seguramente  buscarán entrar en esa gran alianza más pronto que tarde.

Tiene razón Gustavo Petro cuando le recuerda a Fajardo las palabras de Carlos Gaviria: para ser presidente hay que saber qué tipo de sociedad se quiere. Hay que escoger entre mayor libertad económica, lo que quiere decir mercados libres y propiedad privada, capitalismo puro y duro, o “sacar el capitalismo de nuestras vidas” como quieren los partidos del Foro de Sao Paulo. O dicho de otra forma: hay que escoger entre parecernos a Hong Kong, derecha, o parecernos a Venezuela, izquierda. Puede que a Fajardo le parezca anacrónico el eje  izquierda-derecha, pero sus aliados actuales y los que le llegarán pronto no piensan lo mismo.  

Siempre le queda a Fajardo la posibilidad de refugiarse en la repetida “boutade” de Tony Blair: tanto mercado como sea posible, tanto estado como sea necesario. El problema es que el Reino Unido siempre ha ocupado, desde Margaret Thatcher, uno de los diez primeros lugares en los escalafones de la libertad económica.   



LGVA

Diciembre de 2017.   


sábado, 2 de diciembre de 2017

¡Son los impuestos y el gasto, estúpidos!


¡Son los impuestos y el gasto, estúpidos!

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista



Hasta el momento, el debate entre los candidatos y precandidatos presidenciales se caracteriza su frivolidad. De la Calle inunda diariamente el Twitter con frasecitas propias de un manual de autoayuda; Fajardo se autoproclama, Urbi et Orbi, como el inmaculado; Claudia López insulta, rectifica y vuelve a insultar; los pupilos de Uribe sueltan naderías a la medida de los auditorios; Ordoñez predica como cura de pueblo decimonónico; en fin, Petro y Robledo repiten hasta el cansancio las consignas mamertas de sus años mozos.
Por eso la irrupción de Vargas Lleras con una propuesta económica y fiscal estructurada contribuye a elevar el nivel del debate y obliga a los demás a empezar a hablar seriamente. Así, Fajardo, que no había dicho nada de nada, anunció su propósito de aumentar la edad de jubilación, lo que le ha enajenado la amistad de sus compañeros viaje en lo que parece será una efímera alianza electoral.

Lo que más ha llamado la atención de los planteamientos de Vargas Lleras es  la propuesta de reducir progresivamente el impuesto a las ganancias de las empresas  de 34% a 30% y de eliminar la sobre tasa. Esta y sus otras propuestas fiscales llevan a una reducción de recaudo, lo que Vargas Lleras promete, como acostumbran los políticos, compensar controlando el contrabando, la evasión y la elusión. No dice nada de reducir el gasto. Pero no importa, el hecho es que el tema fiscal entra en el debate electoral.

Algunos economistas han salido ya a decir que no es posible reducir los impuestos por aquello del gasto social, los pobres mendicantes, los acuerdos de paz y todo lo demás. Alegan también que las reducciones de impuestos no estimulan la inversión, que eso de la curva de Laffer es un mito sin sustento empírico y que reducirles los impuestos a los “ricos” es regresivo.
El problema de que eso sea cierto o no carece de importancia de cara a la feroz competencia entre los distintos países por retener y atraer la inversión, lo cual se ha traducido en la reducción de la tasa promedio mundial de los impuestos a las empresas de 38% en 1980 a 23% en 2017.  Ya la situación del País en el contexto internacional es bien complicada como puede constatar quien eche una ojeada a la tabla o, si prefiere, se anime a consultar el informe de donde fueron extraídas las cifras en esta dirección: https://taxfoundation.org/corporate-income-tax-rates-around-the-world-2017/



Y ni qué decir de lo que se nos viene pierna arriba en el caso de que el gobierno de Trump consiga aprobar su reforma tributaria que promete llevar los impuestos corporativos a 20%. Ese será un verdadero tsunami que sacudirá la economía global y con ella a la frágil economía colombiana. Así pues, señores candidatos y equipos de campaña, pónganse serios y empiecen a hablar de lo que realmente importa: los impuestos y la reducción del gasto.

LGVA

Diciembre de 2017.