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jueves, 27 de febrero de 2014

Vendo mi voto: ¿quién da más?


Vendo mi voto: ¿quién da más?

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista, Docente Universidad Eafit

 

Hace 57 años Anthony Downs enseñó que el proceso electoral en democracia podía ser entendido como un mercado en el que se cambian promesas por votos.[1] En ese mercado, políticos y votantes actúan racionalmente – es decir, en función de sus propios intereses- como lo hacen en cualquier otro. Los primeros buscan llegar al gobierno por el ingreso, el poder y el prestigio que supone gobernar. Los segundos eligen entre las ofertas políticas aquella que creen les reportará un mayor beneficio, utilidad o renta.

A mediados del siglo XIX, John Stuart Mill había expresado sus dudas sobre el funcionamiento de la democracia en países pobres y con una población poco educada y carente de cultura política.[2] No es extraño que al lado del voto independiente e informado – el llamado voto de opinión – aparezca en el mercado electoral de esos países el pago contante por el voto en lugar del pago con promesas.  Colombia no es ajena a esta situación. El mercado electoral está segmentado en dos: uno donde el voto se cambia por promesas; otro donde el voto se paga en efectivo. En la última edición de la revista Semana se habla de que el voto para las elecciones legislativas del 9 de marzo alcanza un precio de $ 200.000[3].

A pesar del tiempo transcurrido desde la publicación de la obra de Downs, son muchas las almas candorosas que aún persisten en fustigar a los políticos por comportarse como lo hacen para maximizar su caudal electoral y en predicarles a los ciudadanos las bondades de informarse y de buscar al votar el bienestar colectivo. Sin duda está bien que los que compran votos sean fustigados y que se predique la virtud ciudadana. Pero además de eso convendría revisar el régimen electoral en aquellos componentes que incentivan y facilitan la compra del voto.

Burlándose de mi ingenuidad, hace algunos años un experto político me explicó cómo es qué funciona la cosa. He aquí el diálogo que tuvimos en esa oportunidad:

·         Hombre Ataulfo – le dije – si el voto es secreto y el votante marca el tarjetón y lo deposita en la urna sin que usted pueda ver, ¿cómo puede estar seguro de que el votante al le ha pagado no le ponga conejo y vote otro candidato?

·         No sea bobito, doctor Vélez, usted, dizque se interesa por la política, debería saber esas cosas. No se compra votico por votico – me explicó – se compran paquetes de votos a los líderes que los manejan. Decir que un líder tiene o maneja votos significa que tiene una o varias listas de ciudadanos inscritos en una o varias mesas. El político llega a un acuerdo con el líder de pagar cierta suma por determinado número de votos. Cuando se realiza el conteo tiene que aparecer en cada mesa la cantidad de votos que fue contratada y si es así, se efectúa el pago.

·         Pero en cada mesa están inscritos 400 votantes. En unas elecciones presidenciales o de alcaldía es difícil verificar que los votos que salieron por el candidato que usted apoya fueron puestos por la clientela del líder con el que se hizo el acuerdo - argumenté.

·         Lo que le explico tiene que ver con las elecciones legislativas, no con las elecciones para presidente, gobernadores o alcaldes. En estas últimas controlar el voto es más difícil.

·         De todas formas en las legislativas se vota por una lista. ¿Cómo puede usted saber que los votos de esa lista son los que usted contrató?

·         Para eso está el voto preferente. Como usted sabe para las elecciones legislativas puede haber listas cerradas y listas con voto preferente. En esta última el votante puede votar por la lista y escoge dentro de ella el candidato que prefiere. Para ello debe marcar el logo del partido y el número de su candidato. El total de votos que obtiene una lista determina el número de curules ganadas y dichas curules se asignan a los candidatos de la lista que han obtenido el mayor número de votos preferentes. Así las cosas, el control sobre los votos comprados en cada mesa se hace con los votos preferentes en ella obtenidos. ¿Entendió?, concluyó socarronamente.

·         Una última cosa. Con cuanta anticipación se realizan los contratos de votación. Imagino que los políticos deben tratar de comprometer los votos de los líderes tan pronto como les sea posible, antes de que se les anticipen sus rivales.

·         Algo así. Existen, para emplear la terminología de ustedes los economistas, contratos de largo plazo que se mantienen a lo largo de los años y que se cumplen en cada elección. Estos contratos conforman lo que puede llamarse las empresas políticas. Existen también contratos para una elección que suponen el acompañamiento de los líderes a lo largo de la campaña y que se materializan el día de la votación. Finalmente, hay contratos que se concluyen y se ejecutan el día mismo de la elección, una especie de mercado spot del voto, como diría usted, doctor Vélez.

·         ¿Cómo así? Explíqueme eso.

·         En coyunturas políticas particularmente intensas algunos líderes prefieren no comprometerse anticipadamente y reservar sus votos para venderlos el día de la elección. En muchas localidades existen puestos y mesas de votación conocidos por todos los operadores políticos en los que están registrados los votantes controlados por esos líderes. Hacia el fin de la jornada electoral, los políticos que creen que los votos contratados y los votos de opinión que estiman obtener no les van a alcanzar, acuden presurosos a esos sitios para hacer el ajuste. Ese es el mercado spot del voto. Por esa razón en muchas mesas la mayoría de los votos se depositan en las dos últimas horas de la jornada electoral. No es porque a la gente le dé pereza de ir a votar temprano.  

 

Hasta aquí el diálogo. El voto preferente incentiva y facilita el mercado contante del voto. Sin duda puede haber otros mecanismos mucho más burdos; pero el voto preferente hace parte del régimen electoral, vale decir, que es institucional y por tanto susceptible de modificación.

El problema del precio del voto es un tanto más complejo. Sin duda alguna el voto independiente o de opinión crece con el ingreso de la gente y la mayor disponibilidad de información. El aumento del segmento de votantes que cambian sus votos por promesas, disminuye la oferta en el mercado del voto contante haciendo que el precio se eleve. Adicionalmente, la adopción del método de la cifra repartidora, en lugar del método de cocientes y residuos, para la asignación del número de curules ganadas por cada lista ha elevado el precio de las curules en términos de votos. Es bueno detenerse en este punto.

En otros escritos he explicado el funcionamiento del sistema de cifra repartidora en oposición al de cocientes y residuos. Basta aquí con decir que bajo este último sistema las curules pueden tener diferentes precios en términos de votos, con cifra repartidora el precio es único y sustancialmente más elevado pues en la práctica es equivalente al cociente electoral. En las elecciones de 2002, las últimas en las que se empleó el sistema de cocientes y residuos, algunos candidatos pudieron hacerse elegir para el senado con algo más de 40.000 voticos. En las de 2006, con cifra repartidora, el costo de la curul estuvo cercano a los 80.000 votos; en las de 2010, se bordeó los 100.000. Esto hace, naturalmente, que el precio del voto se eleve sustancialmente.



Al parecer muchos líderes no entienden lo de la cifra repartidora y continúan pensando en términos del sistema de cocientes y residuos. Hace pocos días hablé con uno de ellos, que controla 1.000 voticos en los barrios de Medellín. Me contó los tenía ya contratados con un candidato al senado y que estaban muy contentos porque habían conseguido asociare con varios candidatos a cámara de otros departamentos y que de esa forma garantizaban los 60.000 votos necesarios para llegar al senado. Cómo que 60.000 votos, Fabriciano, se necesitan por lo menos 100.000, y procedí a explicarle el método de D ´Hont o cifra repartidora, que el hombre entendió perfectamente pues al despedirse me dijo: entonces, doctor Vélez, mis mil voticos valen mucha más plata.

Cuando se discutió el Acto Legislativo No 1 de 2003, mediante el cual se adoptó la cifra repartidora, los mayores empresarios políticos de todos los partidos se opusieron con fuerza – y a la postre exitosamente – a la adopción legal de listas cerradas y consiguieron imponer el voto preferente. Como ya se explicó, el voto preferente es un mecanismo muy adecuado para el funcionamiento del mercado contante del voto en todas sus modalidades. Dudo mucho de que esos empresarios políticos consientan en eliminar el voto preferente, lo cual supone una reforma constitucional de 8 debates. Tendría que darse una verdadera revolución en la composición del legislativo. Mientras eso ocurre, he decidido, como Fabriciano, valorizar mi voto y cambiarme de mercado electoral, pasándome para el segmento donde por el voto me dan un toma desde el segmento donde solo me ofrecen un posible tendrás. En consecuencia: vendo mi voto, ¿quién me da más?

LGVA

Febrero de 2014.

 

 

 

 

 

 




[1] Downs, Anthony (1957). An Economic Theory of Democracy. New York: Harper.
 
[2] Mill, John Stuart (1861). Del gobierno representativo. Tecnos, Madrid, 1994.
 
[3] Semana. Marzo 3 de 2014. Edición No 1660. Página 36.

domingo, 16 de febrero de 2014

León Walras: equilibrio general


Pensamiento Económico II – Lección III

León Walras: Equilibrio General

 
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista, Docente Universidad EAFIT
Consultor, Fundación ECSIM

 

I

León Walras (1832 – 1910) es uno de los más grandes economistas de todos los tiempos. A él debe la economía el concepto de equilibrio general competitivo en toda su significación. Su obra, Éléments d´economie politique pure o theorie de la richesse sociale, es el marco de referencia de la teoría económica moderna en sus versiones más avanzadas[1]: la teoría walrasiana de la competencia perfecta (...) es el corazón de la economía, escribe Andreu Mas Collel[2].

La vida de Walras, como la de la mayor parte de los economistas, es extremadamente simple en sus acontecimientos externos. Basado en su autobiografía, Schumpeter presenta el siguiente perfil:

“Walras nació en Evreux, departamento del Eure, el 16 de diciembre de 1834. La marcha de sus estudios pone de manifiesto la incapacidad del hombre de pensamiento para las cuestiones prácticas. Sus fracasos no resultan extraños si se piensa que se preparó en la École Polytecnique estudiando a Newton y a Descartes. Su falta de entusiasmo por los caminos trillados es la misma que experimenta toda mentalidad penetrante. Fracasó en su intento de estudiar en la École de Mines. Quiso entonces ser periodista y trabajó para varias empresas, pero siempre con esa falta de éxito que le caracterizaba. Sin embargo, desde nuestro punto de vista, importa señalar que ya en 1859, en su primera publicación – un intento de refutar las ideas básicas de Proudhon – se mostró convencido de que la teoría económica podía ser tratada matemáticamente. Desde entonces supo lo que quería y todas sus fuerzas se consagraron a un fin: en esto – en el método y no en problemas de ningún tipo – está el origen de su obra. Desde entonces, también, se vio privado del soporte y del ocio necesario para su tarea – en su autobiografía describe los círculos científicos franceses en los cuales por lo general no logró arraigar. En esto, el azar prestó un servicio a la ciencia. Walras, en 1860, había participado en un congreso tributario celebrado en Lausana – y cuyas discusiones inspiraron su segunda publicación importante- y las relaciones que allí adquirió le llevaron, diez años más tarde, a ocupar la recién fundada cátedra de economía en esta ciudad. Esto tuvo gran significación tanto por la ciencia como para el propio Walras. Todo aquel que tenga un alto aprecio por su obra se sentirá profundamente emocionado ante aquel pasaje de su autobiografía en el que describe, no sin solemnidad, cómo se dirigió a la prefectura para obtener el permiso para abandonar el país y cómo después emprendió el viaje hacia Lausana. En cuanto llegó comenzó a trabajar, y continuó haciéndolo hasta que coronó la tarea que se había impuesto y fallaron sus fuerzas. En 1892 se retiró de la cátedra, pero mantuvo su relación con la universidad, como profesor honorario. En su pequeño piso de una casa próxima a Clarens continuó su trabajo, y allí murió, el 4 de enero de 1910”[3]

La significación de la obra de Walras no fue comprendida por el establecimiento académico de Francia. Se le negó la posibilidad de ejercer la docencia y su obra fue vista con extrañeza: los académicos del país no podían creer que eso fuese economía. En el prefacio a la cuarta edición de los Éléments, publicada en 1900, escribió, no sin cierta amargura:

“Si Francia del siglo XIX, que vio nacer la nueva ciencia, se desinteresó completamente de ella, eso se debe a una concepción, de gran estrechez burguesa, que ve  la cultura intelectual dividida en dos zonas distintas: la una produciendo calculadores desprovistos de conocimiento filosóficos, morales, históricos, económicos; y otros que se destacan en las letras sin ninguna noción matemática. El siglo XX, que no está lejos, sentirá la necesidad, incluso en Francia, sentirá la necesidad de entregar las ciencias sociales a hombres de cultura general, habituados a manejar a la vez la inducción y la deducción, el razonamiento y la experiencia. Entonces la economía matemática tomará su rango al lado de la astronomía y de la mecánica matemáticas, y ese día, se nos hará justicia”[4]

Y se le hizo justicia.

Walras tuvo en vida el reconocimiento de la comunidad científica de su tiempo. Sus Elementos fueron conocidos y leídos por los más grandes economistas de la época de todos los países - Menger, Marshall, Jevons, Wicksteed, Edgeworth, Bohm-Bawerk, Barone, Pantaleoni, Fisher y otros - con los que mantuvo un gran intercambio epistolar. Incluso fue postulado al premio nobel de la paz, el de economía no existía entonces, por sus propuestas de reforma social. Ya en los años treinta sus ideas serían desarrolladas por grandes economista como Hicks, Lerner, Allais, Lange, Samuelson, Wald, Von Neumann y otros más, algunos de los cuales recibirían posteriormente el nobel de economía. En los años 50 y 60, otra serie de economistas – Debreu, Arrow, Gale, Koopmans, etc. - con un instrumental matemático más avanzado harían nuevos aportes a la solución de los problemas de existencia, unicidad y estabilidad del equilibrio competitivo. Actualmente, el texto de referencia en las escuelas más avanzadas de economía del mundo - "Microeconomic Theory” de Mas Collel, Whinston y Green – es totalmente walrasiano.

II

Antes de presentar los principales aspectos del pensamiento de Walras, es conveniente insistir un poco más sobre el significado del equilibrio de competencia perfecta como núcleo central de la teoría económica. La exposición que sigue está basada en el prefacio y en la introducción histórica del libro de Arrow y Hahn , Análisis General Competitivo.[5].  

El análisis general competitivo es el modelo de una economía descentralizada de competencia perfecta donde los agentes eligen o toman decisiones sobre la base de ciertos axiomas de racionalidad. Lo primero que es preciso entender que elaborar un modelo tan abstracto no responde pura y simplemente a la necesidad de hacer una simplificación de para obviar las complicaciones del mundo real. Se trata de algo más profundo:

“Ya es larga y bastante respetable la serie de economistas la serie de economistas que, desde Adam Smith hasta el presente, han tratado de demostrar que una economía descentralizada, motivada por el interés individual y guiada por señales de precios, sería compatible con una disposición coherente de los recursos económicos, que podría considerarse, en un sentido bien definido, mejor que una gran número de disposiciones alternativas posibles. Además, las señales de precios operarían en cierta forma para establecer ese grado de coherencia. Es importante entender cuan sorprendente puede ser esta afirmación para cualquiera que no se haya expuesto a esta tradición. La respuesta inmediata, de sentido común, al interrogante: ¿cómo sería una economía motivada por la ambición individual y controlada por un número muy grande de agentes?, sería probablemente esta: habría caos. El hecho de que una respuesta enteramente diferente haya sido proclamada como cierta desde antiguo y haya impregnado en realidad el pensamiento de una gran número de personas que en modo alguno son economistas, es motivo suficientes para investigarla seriamente”[6].

Y sobre la trascendencia del problema, dicen Arrow y Hahn:

“…la noción de que un sistema social movido por acciones independientes en búsqueda de valores diferentes es compatible con un estado final de equilibrio coherente, donde los resultados pueden ser muy diferentes de los buscados por los agentes; es sin duda la contribución intelectual más importante que ha aportado el pensamiento económico al entendimiento general de los procesos sociales”[7]

Carlo Benetti, plantea la cuestión en los siguientes términos:

“El problema científico inicial, probablemente el más profundo que plantea la teoría económica, concierne a la posibilidad de coherencia de una sociedad de mercado. ¿Por qué una sociedad compuesta de propietarios privados, quienes, movidos por interese egoístas, toman decisiones económicas independientemente los unos de los otros no desemboca en el caos? Desde Richard Cantillon todos los grandes economistas han buscado una respuesta a esta pregunta”[8]. 

La coherencia del sistema en términos económicos es un equilibrio. Es decir, un estado en cual las estrategias individuales son compatibles entre sí y no se generan fuerzas endógenas susceptibles de modificarlo. Son de equilibrio las estrategias que ningún agente quiere cambiar, dadas las estrategias de los demás agentes.

Dado el concepto de equilibrio son dos las cuestiones que se deben plantear:

1.      El problema de la existencia. Es decir, que el conjunto de ecuaciones mediante el cual se representa el sistema tenga una solución económicamente significativa. Una solución es económicamente significativa cuando todos los precios son no negativos.

2.      El problema de la unicidad. Es decir, que la solución del sistema sea única.

3.      El problema de la formación de precios de equilibrio o el problema de la estabilidad. En otras palabras, se trata de mostrar cómo a partir de una situación de des-equilibrio se generan fuerzas endógenas que llevan el sistema al equilibrio o, lo que es equivalente, explicar cómo se restablece, por la acción de fuerzas endógenas, una situación de equilibrio inicial que es modificada por un choque exógeno.

Históricamente el primer autor que adopta de forma más o menos sistemática un enfoque de equilibrio general es Richard Cantillon. En su modelo de economía hay tres agentes: los propietarios de la tierra, los trabajadores y los empresarios. Esto último juegan un papel muy similar, como veremos, al que juegan en el modelo de Walras: alquilan los recursos productivos de propietarios y trabajadores y les venden productos en el mercado de bienes que aquellos pagan con los ingresos recibidos de los empresarios. También el Tableau Economique de los fisiócratas puede verse como un sistema de equilibrio general aunque carezca de una teoría explícita de la formación de los precios.  Debemos a Adam Smith la conocida metáfora de la “mano invisible” y a los demás economistas clásicos – Ricardo, Mill, Sraffa, etc. – una representación de la economía como sistema interdependiente en el cual la regla de uniformidad de la tasa de beneficio es el mecanismo que llave al ajuste de los precios de mercado a los niveles naturales que garantizan la reproducción de sistema. Finalmente, incluso Marx, con sus esquemas de reproducción simple y ampliada aborda el problema del equilibrio de una economía competitiva.

 III

Walras concebía la economía como compuesta de tres campos de estudio: la economía política pura, la economía social y la economía aplicada. A cada uno de esos campos consagró una obra, a saber: Éléments d´Economie Politique Pure (1874), Études d´Economie Sociale (1896) y Études d’Economie Politique Appliquée (1898).  Estos dos últimas no son obras sistemáticas como los Éléments, sino más bien colecciones de artículos relativos a las temáticas indicadas.

La economía política pura es “la teoría de la determinación de los precios bajo el régimen hipotético de libre competencia absoluta”[9]. La economía aplicada es la teoría de la producción agrícola, industrial y comercial de la riqueza. Finalmente, la economía social es la teoría de la distribución de la riqueza por la propiedad y los impuestos[10].  En el libro sobre economía aplicada aborda cuestione tales como bimetalismo y monometalismo, monopolios públicos, libre comercio, banca y crédito, etc. En el libro sobre economía social aborda tópicos como la nacionalización de la tierra, el comunismo y la propiedad privada, el individualismo, etc.

Como quiera que la parte más conocida de la obra de Walras es su teoría del equilibrio general competitivo en el imaginario popular y en el de no pocos economistas es visto como un defensor a ultranza de la libre competencia sin restricciones y del estado mínimo. Nada más alejado de la realidad. En carta a uno de sus corresponsales desmiente ese prejuicio de manera expresa:

“Me parece que usted me considera un defensor de la competencia libre absoluta...pero lo que es cierto es lo opuesto; más bien ha sido el deseo de responder a la mal fundada e ininteligible aplicación de la noción de competencia, lo que me ha llevado al estudio de la competencia libre en el comercio y la producción.”[11]

Walras era en efecto un decidido partidario de la intervención económica del estado. Propugnó por la nacionalización de la tierra con la idea de que el gobierno derivara de su arriendo los ingresos necesarios para financiar su actividad sin tener que recurrir a impuestos de ninguna clase. Era partidario de que el gobierno asumiera directamente la prestación de ciertos servicios públicos como el ferrocarril por considerar que dicha actividad, en manos privadas, conductas monopolísticas abusivas. Un par de citas extraídas de su economía aplicada ilustran suficientemente su visión social:

Libertad del Individuo, Autoridad del Estado, Igualdad de Condiciones, Desigualdad de Posiciones: esta es la fórmula general de la constitución de la ciencia social”.

(...) he escrito mucho en favor de la supresión de todos los impuestos personales (siguiendo, por supuesto, la toma por parte del Estado de la propiedad de la tierra) y esta es una condición absoluta para el funcionamiento eficiente de un sistema de mercado libre. De otro lado, un sistema de intercambio libre es una condición absoluta para la paz.”

El colectivismo es (...) la mitad de la Verdad en Economía Aplicada, como el comunismo es la mitad de la Verdad en Economía Social”[12].

Walras justificaba la nacionalización de la tierra con el siguiente argumento:

“Hay dos tipos de riqueza social para distribuir: la tierra y las facultades personales; y hay dos categorías sociales en las cuales la riqueza social puede ser distribuida, el estado y el individuo. De acuerdo con el principio de la desigualdad de las características del ser humano, las facultades personales deben ser atribuidas al individuo; de acuerdo con el principio de igualdad de condiciones la tierra debe ser atribuida al estado”[13]

Todos los proyectos de reforma social de Walras reposan sobre la hipótesis de un estado previsor y benevolente que conoce bien el interés general de la sociedad y se esfuerza por realizarlo. Cuando se abandona esa hipótesis y se concibe el gobierno como una entidad conformada por hombres iguales a todos los demás la presunción sobre su buena conducta se derrumba. Los trabajos de la escuela de la elección pública y los de la tradición austríaca ofrecen visiones del estado más acordes con la naturaleza humana.

Este aspecto de la obra de Walras fue desechado, en efecto, por la mayoría de sus seguidores, empezando por su discípulo inmediato, Vilfredo Pareto, su sucesor en la cátedra de economía de la Universidad de Lausana, quien consideraba absurdas todas las ideas de su maestro sobre economía social y aplicada.

“La más grande contribución del profesor Walras a la discusión económica fue su descubrimiento de un sistema general de ecuaciones que expresan el equilibrio económico. No puedo, por mi parte, admirar suficientemente esta porción de su trabajo, pero debo agregar que estoy completamente en desacuerdo con él respecto a lo que tiene que decir en su trabajo titulado Études d´ Economie Sociale. El profesor Walras piensa que es posible obtener ciertas deducciones económicas de principios metafísicos de jurisprudencia. Esta opinión merece respeto, pero no puedo aceptarla. Yo soy un creyente en la eficiencia de los métodos experimentales hasta el punto de excluir todos los otros. Para mí no existen demostraciones valiosas excepto aquellas basadas en los hechos”[14].

Otro notable economista del equilibrio general, John Hicks (1904-1989), nobel de economía en 1972, se expresó de manera semejante:
 
“El trabajo de Walras sobre teoría monetaria, y sus relativamente no-interesantes escritos sobre economía aplicada, no nos pueden detener aquí. Es en economía pura en donde se encuentra su interés, y el descubrimiento de las condiciones de equilibrio estático bajo competencia perfecta fue su logro central”[15].

Ciertamente sobre las ideas de reforma social es mejor dejarlas en un discreto olvido y reconocerlo como un gran teórico de la economía pura y no como un reformador social de la categoría de Henry George.

IV
Antes de describir la forma en que Walras aborda el equilibrio general, es conveniente ilustrar el significado y la importancia teórica de los problemas de existencia, unicidad y estabilidad del equilibrio en términos del análisis marshalliano de oferta y demanda de una sola mercancía[16].

Veamos en primer lugar la definición de precio de equilibrio. En un mercado de una sola mercancía existe un precio de equilibrio positivo si hay un precio al cual las cantidades demandadas, D (P) y ofrecidas S (P) son iguales.  Si para cada precio restamos la cantidad ofrecida de la cantidad de la cantidad demandada obtenemos una nueva función denominada función de exceso de demanda: E (P) = D (P) – S (P). Podemos definir el precio de equilibrio de la mercancía como aquel que hace igual a cero la función de exceso de demanda.

La gráfica 1, que presenta las curvas habituales de oferta y demanda, ilustra esta situación. El panel (a) muestra un mercado de una mercancía cualquiera en la que hay un precio de equilibrio y sólo uno. El panel (b) presenta la misma situación en términos de la función de exceso de demanda. Formalmente P* es un precio de equilibrio si S (P*) = D (P*) o, en términos de la función de excedo de demanda, E (P*) = 0.

Gráfica 1.
 

Analicemos ahora el caso de la situación representada por la gráfica 2.  Allí resulta evidente que no existe un precio positivo al cual las cantidades ofrecidas y demandadas sean iguales. O, en términos de la curva de exceso de demanda, no existe un precio positivo al cual sea nulo el exceso de demanda. El único precio al cual podrían igualarse las cantidades ofrecidas y demandadas sería igual a cero. Esto significa que se trata de un bien libre. La situación de equilibrio, para considerar los bienes libres, puede entonces definirse como aquella en la cual existe un precio no – negativo tal que la cantidad demandada no es mayor que la ofrecida. Formalmente, P* > ó = 0 es un precio de equilibrio si D (P*) < ó = S (P*) y, además, D (P*) < S (P*) implica que P* = 0.


Gráfica 2
 

 

 
Pero también son concebibles situaciones como la representada en la gráfica 3. Allí no hay ningún precio al cual se igualen las cantidades demandadas y ofrecidas o, lo que es lo mismo, no existe un precio que anule los excesos de demanda.

 
Gráfica 3
 

Se ve pues que no es evidente, aún en el caso de un solo mercado, que exista un precio que vacíe el mercado. Pero adicionalmente, pueden presentarse situaciones en la cuales el precio de equilibrio no sea único, es decir, que existan varios precios a los cuales las cantidades ofrecidas y demandadas sean iguales. Esta situación se representa en la gráfica 4. Las funciones de oferta y demanda son constantes y coincidentes de suerte que las cantidades demandadas y ofrecidas son iguales para cualquier precio, lo cual implica que todo precio no negativo es un precio de equilibrio.

 
Gráfico 4
 

 

Es claro pues que la existencia de un precio de equilibrio no es algo de por sí evidente. Es preciso demostrar que existe un conjunto de precios de equilibrio no vacío. Adicionalmente, demostrada la existencia, es preciso demostrar que sólo hay un precio de equilibrio en el mercado.

Pero suponiendo resueltos los problemas de existencia y unicidad queda aún el problema de la estabilidad del equilibrio o, lo que es lo mismo, el problema del proceso mediante el cual se forman los precios de equilibrio. Esto se ilustra en la Gráfica 5. La cuestión puede plantearse de una de estas dos formas equivalentes:

Dada una situación de desequilibrio, ¿cuál es el proceso que permite la anulación de los excesos de demanda y lleva al equilibrio?

Dada una situación de equilibrio, si se presenta una perturbación exógena que aparte precio y cantidad de sus valores de equilibrio, ¿cuál es el proceso que lleva al restablecimiento de la situación de equilibrio?

Las curvas de oferta y demanda del panel (a) de la gráfica 5 representa una situación en la cual en presencia de una perturbación las fuerzas endógenas que se ponen en movimiento llevan al restablecimiento del equilibrio. Por el contrario, en el panel (b) se presenta la situación contraria: las fuerzas puestas en movimiento en presencia de un perturbación exógena dan lugar a cambios que alejan cada vez más los precios y las cantidades de sus valores de equilibrio.

Gráfica 5
 
 

Aun considerando un mercado aislado, es claro que la existencia del equilibrio, su unicidad y su estabilidad están lejos de ser evidentes. Pero además, si tenemos en cuenta la conducta individual de maximización, es claro que suponer como algo dado la existencia de un precio único que maximice la utilidad de todos los consumidores, el beneficio de todos los productores y vacíe el mercado parece excesivo. Y el problema es aún mayor cuando se considera no uno sino todos los mercados. En esto radica el gran aporte de León Walras, en haber planteado el problema del equilibrio en toda su magnitud habiendo definido así todo el programa de investigación que ha venido desarrollando la economía hasta la época actual.   

V

Según William Jaffé, su biógrafo más reputado, Walras habría tomado la noción de una economía en equilibrio de la obra Elementos de Estática, de Louis Poinsot, que Walras habría leído a los 19 años. Allí aprendió Walras cómo se deducían las condiciones de equilibrio general de un sistema mecánico a partir de las condiciones de equilibrio de las partículas. De esto sacó la idea de un sistema económico de interdependencia donde las partículas que lo conforman – consumidores y productores – interactúan entre sí a través de sus acciones en el ámbito del mercado. Naturalmente pasar de la idea vaga de un sistema donde “todo depende de todo y vice-versa” a una formulación rigurosa en términos matemáticos hay un trecho bastante largo.

En un artículo titulado Économique el Mecanique, publicado en 1909, Walras escribió:  

“La teoría de la satisfacción máxima del intercambio y la de la energía máxima de la balanza romana, la teoría del equilibrio general del mercado y la del equilibrio universal de los cuerpos celestes, encontraremos, entre las dos teorías mecánicas una sola y única diferencia: la exterioridad de los fenómenos mecánicos y la interioridad de los fenómenos económicos, (...); se tienen instrumentos para determinar la caída de los astros los unos hacia los otros. No se tienen para medir la intensidad de las necesidades en las personas que intercambian. Pero no importa, puesto que cada individuo que intercambia se encarga de operar él mismo, consciente o inconscientemente, esta medida y de decidir en interior profundo si sus ´ultimas necesidades satisfechas son o no proporcionales a los valores de las mercancías. Que la medida sea exterior o que sea interior, en razón de que los hechos que se van a medir sean físicos o psíquicos, no impide que exista medida, es decir, la comparación de las cantidades y la relación cuantitativa, y que, en consecuencia, la ciencia sea matemática”[17].

El equilibrio económico general está definido por cinco condiciones, a saber:

 
1.      Todo consumidor, definido por una función de utilidad, alcance el máximo de satisfacción, lo cual ocurre cuando los precios de los bienes que consume proporcionales sus utilidades marginales.

2.      Igualdad entre el precio de cada bien y servicio y su costo de producción.

3.      Igualdad entre la cantidad ofrecida y la demandad de cada bien o servicio.
 
4.      Igualdad entre las cantidades producidas y demandas y entre los precios de venta y los costos de producción de los bienes de capital nuevos.

5.      Finalmente, la condición de equilibrio monetario según la cual la cantidad de dinero en circulación debe ser tal que la moneda tenga el mismo precio como mercancía, como moneda y como capital circulante.

La demostración de la primera condición es el objeto de la teoría del intercambio puro, es decir, la formación de los precios en una economía sin producción. Hasta aquí llegaron Jevons y Menger.
 
La demostración conjunta de las condiciones 1, 2 y 3 es el objeto de la teoría del intercambio y la producción en una economía estática, es decir, en una economía donde los recursos son dados, es decir, donde no hay ahorro ni acumulación de capital.
 
El estudio de la condición 4 es la teoría de la capitalización y el interés, uno de los aspectos más complejos de la teoría walrasiana aún en la actualidad. El estudio simultáneo de las condiciones 1, 2, 3 y 4 conforma el equilibrio general.

El equilibrio monetario, que Walras estudia en la lección 30, es el aspecto menos desarrollado de la teoría del equilibrio general aún en la actualidad.

En la sección siguiente se examinará la teoría del intercambio y la producción de manera conjunta lo que resulta suficiente para señalar los aspectos más importantes de la teoría de Walras desde el punto de su lógica interna. Se harán algunas observaciones sobre la teoría del capital y de la tasa de interés. Las cuestiones de la moneda en el equilibrio general se analizarán en otra lección.

VI

Después de la teoría del intercambio puro, Walras aborda, en la lección 17, la teoría de la producción.

“He tratado sucesivamente, en la teoría matemática del cambio, el intercambio de dos mercancías entre ellas en especie, luego el intercambio de múltiples mercancías con la intervención de un numerario. Al hacer esto dejé de lado la circunstancia de que las mercancías son productos resultantes de la asociación de los elementos de producción como las tierras, los hombres y los capitales. Ha llegado el momento de hacer intervenir y de plantear, después del problema de la determinación del precio de los productos, el de la determinación matemática del precio de los servicios productivos. La solución del problema del intercambio nos ha conducido la fórmula científica de la ley de la oferta y la demanda. La solución del problema de la producción nos conducirá a la fórmula científica de la ley de los gastos de producción o costo de producción. Así yo habré encontrado las dos grandes leyes de la economía políticas; con la diferencia de que en lugar de ponerlas en competencia y contradicción la una y la otra en la determinación de los precios, le habré dado su parte a cada una fundamentando en la primera la determinación del precio de los productos y sobre la segunda la determinación del precio de los servicios productivos”[18]

Son necesarias algunas definiciones. Es preciso distinguir entre el capital y sus servicios. Capital es todo bien durable, servicio es todo bien fungible. El capital trasciende de un período de producción a otro, su servicio se prestas y se agota en cada período. Hay dos categorías de capital: los naturales y los artificiales. Los capitales naturales son los capitales inmobiliarios o la tierra y los capitales personales o personas. Los artificiales son los capitales mobiliarios. Solamente estos últimos se producen según las reglas de la economía y por lo tanto su cantidad es susceptible de aumentar. Si hay un excedente este será siempre un excedente de capitales mobiliarios.

A cada capital corresponde un servicio y a cada servicio un precio. A la tierra corresponde el servicio de la tierra y su precio es la renta; al capital personal corresponde el servicio del trabajo y su precio es la renta y, finalmente, al capital mobiliario corresponde el servicio del capital y su precio es el interés[19].

Todos los capitales se miden físicamente. Aquí no hay pues un problema de agregación como cuando se trata de la función de producción. El servicio de cada capital es una cantidad de sus unidades empleada durante una cantidad de tiempo. El servicio de la tierra será una cantidad de ésta utilizada durante un intervalo de tiempo. El tiempo se mide, por supuesto, en sus unidades naturales. Los empresarios no compran los capitales, los arriendan y pagan por sus servicios.

“Los capitales solamente porque sobreviven al primer al primer uso puede alquilarse, sea a título oneroso o a título gratuito. Se puede alquilar una casa, un bien mueble. ¿Y cuál es la razón de esa operación? Procurar al arrendatario el disfrute del servicio. El alquiler del capital es la alienación del servicio del capital. Definición fundamental que reposa enteramente sobre la distinción entre los capitales y los ingresos y sin la cual la teoría de la producción y la del crédito son imposibles”[20]. 

 Los capitales – naturales y artificiales – son económicamente la misma cosa:

“Es de la esencia de los capitales dar nacimiento a los ingresos, es de la esencia de los ingresos nacer directa o indirectamente de los capitales”[21]

Tenemos pues 3 agentes – terratenientes, que detentan la tierra, trabajadores, dueños de los servicios personales y capitalistas, propietarios de los capitales propiamente dichos. Y aparece un cuarto personaje: el empresario. Se trata de un personaje enteramente distinto de los demás. Su rol es alquilar los servicios de los tres capitales y asociarlos en la producción.

“Desde el punto de vista científico debemos distinguir esos roles y evitar el error de los economistas franceses que hacen del empresario un trabajador encargado del trabajo de dirección de la empresa”[22]. Volveremos a hablar de este empresario.

Después de las definiciones anteriores, Walras plantea el problema de la siguiente forma:

“Dicho lo anterior, vamos a investigar por qué y cómo se sucede, en una sociedad económica sometida al régimen de la libre competencia en materia de producción y de cambio, que hay, para los servicios de la tierra o las rentas, para el servicio de las facultades personales o para los trabajos, para los servicios de los capitales propiamente dichos o para los beneficios, precios corrientes que son cantidades matemáticas; vamos, hablando propiamente, a formular el sistema de ecuaciones del cual las rentas, los salarios y los intereses son las soluciones”[23]

Existen dos clases de mercados: el de los servicios productos y el mercado de los productos.  En el mercado de servicios los vendedores son los propietarios de los capitales y los empresarios los compradores; en el mercado de productos los vendedores son los empresarios y los compradores los propietarios de los servicios productivos. El vínculo es el dinero que es distribuido a los propietarios en el mercado de servicios y que es utilizado por éstos en el mercado de productos. Pero este vínculo es puramente formal: la moneda no juega ningún rol en el equilibrio general. En cambio el vínculo del empresario es fundamental: está siempre a un lado del mercado; de la demanda, en el de servicios; de la oferta, en el de productos.

El equilibrio se realiza cuando 1. Hay igualdad entre la oferta y la demanda de servicios producción. El precio de los servicios productores constituye la remuneración de los propietarios de los capitales. Por tanto no hay al equilibrio ningún remanente para el empresario: “…en el estado del equilibrio de la producción, los empresarios no realizan ni beneficio ni pérdida. Subsisten entonces como propietarios, no como empresarios”[24] . Ningún ingreso está asociado a la función del empresario en equilibrio. Por el contrario, por fuera del equilibrio, el empresario realiza beneficios o pérdidas. Es a partir de ahí que los procesos de ajuste se producen: los empresarios abandonan las ramas deficitarias y buscan las excedentarias.

Veamos ahora el esquema de la producción. Notación.

Os1……………Osn   las cantidades ofrecidas de los servicios 1,2 ….n

Ps1……………Psn     los precios de los servicios.

D1……………Dm   las cantidades demandadas de mercancías.

P1…………….Pm    los precios de las mercancías.

Aij   cantidad del servicio j necesaria para la producción de una unidad de mercancía i.

El sistema de intercambio y producción está conformado por cuatro bloques de ecuaciones, a saber:

Para cada servicio productivo hay una función de oferta donde la cantidad es función del precio de todos los servicios y de todos los productos. El primer bloque está formado por n ecuaciones del siguiente tipo:

Os1 = Fs1(P1…….Pm ; Ps1……Psn)

Para cada producto se tiene una demanda que es función del precio de todos los servicios y todas las mercancías. El segundo bloque está formado por m ecuaciones del siguiente tipo:

D1 = F1(P1…….Pm ; Ps1……Psn).

La primera condición de equilibrio, la igualdad entre la oferta de cada servicio y la demanda conforma en el tercer bloque de ecuaciones que está formado por n ecuaciones de este tipo:

Os1 = A11D1 + A21D2……..Am1Dm

La segunda condición de equilibrio, la igualdad entre el precio de venta y los costos de producción conforma el cuarto bloque. Hay m ecuaciones del siguiente tipo:

P1 = A11Ps1+ A12Ps2………..A1nPsn

Hay 2n + 2m ecuaciones que permiten determinar n cantidades de servicios, m cantidades de productos, n precios de servicios y m-1 precios de productos. Una ecuación puede deducirse de las otras con los que quedan 2n+2m – 1 ecuaciones y otras tantas incógnitas, al tomar como numerario un mercancía cualquiera.

Walras pensaba que para que existiera un conjunto de precios de equilibrio bastaba con la igualdad entre el número de incógnitas y de ecuaciones. Había sin embargo dos complicaciones.

1.      Como sólo los precios relativos afectan en comportamiento de los consumidores y los empresarios; el sistema sólo tiene 2n + 2m – 1 variables, esto lo expresó Walras tomando un bien como numerario. 

2.      El equilibrio presupuestal de cada consumidor implica que el valor de su ingreso es igual al valor de su consumo y la condición de equilibrio nulo de los empresarios implican que el valor de mercado de la oferta total es igual al valor de la demanda para cualquier conjunto de precios, no sólo para el conjunto de equilibrio. Esto es lo que se conoce como Ley de Walras. Las relaciones de oferta y demanda no son independientes. Si hay equilibrio 2n+2m – 1 mercado, lo hay también en el otro.

En los años 30 un conjunto de economistas y matemáticos mostraron que el problema de la existencia del equilibrio era más complicado que la igualdad del número de ecuaciones y de incógnitas. Se observó que para un conjunto verosímil de los coeficientes técnicos, los Aij, los precios o cantidades de equilibrio podían ser negativos. También se advirtió que si el número de productos fuese menor que el número de factores, el sistema no tenía solución general. Esto llevó a nuevos tratamientos del problema de la existencia cuyo examen está fuera del alcance de estas lecciones.

VII

Veamos ahora el problema de la estabilidad del equilibrio. En términos de Walras, se trata de mostrar cómo el mercado resuelve el sistema de ecuaciones planteado. Esto es fundamental, pues sin esa demostración, la solución del sistema se reduce a la solución de un problema matemático desprovisto de significación económica.

“Queda solamente por demostrar, en lo referente tanto al equilibrio de la producción como al del intercambio, que el mismo problema al cual le hemos dado una solución teórica, es también el problema que se resuelve en la práctica por el mercado por el mecanismo de la competencia”[25].

Para tratar el problema de la estabilidad del equilibrio o, lo que es lo mismo, para describir el proceso de ajuste hacia los precios de equilibrio cuando se parte de un conjunto de precios que no lo es, Walras recurrió a la ficción de un mercado organizado en forma de subasta en el que un subastador dirige un proceso mediante el cual los precios se ajustan progresivamente a los valores de equilibrio. Este es el tanteo walrasiano.

“Los mercados mejor organizados desde el punto de vista de la competencia son aquellos en que las ventas y las compras se hacen mediante subasta, a través de agentes tales como los agentes de cambio, corredores de comercio o voceadores que las centralizan, de tal forma que ningún cambio tiene lugar sin que las condiciones sean anunciadas y conocidas y sin que los vendedores tengan la oportunidad de rebajar sus precios y los compradores de aumentarlos. Así funcionan las bolsas de valores públicos, las bolsas de comercio, los mercados de grano, de pescado, etc. Al lado de estos mercados existen otros donde de la competencia, aunque no tan bien organizada, funciona todavía de una manera bastante adecuada y satisfactoria: tales son los mercados de frutas y legumbres, de volatería. Las calles de una ciudad donde se encuentran almacenes y panaderías, carnicerías, tiendas de ultramarinos, sastrerías, zapaterías, constituyen mercados con una organización un poco más defectuosa desde el punto de vista de la competencia pero, sin embargo, esta está presente de forma suficiente. (...) Supondremos siempre un mercado perfectamente organizado desde el punto de vista de la competencia, de igual forma que en la mecánica pura se supone que las máquinas se encuentran libres de rozamientos”[26].

 

Veamos en primer lugar el tanteo en la economía de intercambio. El subastador grita sistema de precios al azar. Se tienen m mercancías y por tanto m-1 precios. Los propietarios de mercancías hacen entonces sus cálculos – cálculos de maximización de utilidad bajo la restricción de presupuesto – y determinan las distintas cantidades de bienes que deben demandar y ofrecer. El subastador reúne todas las ofertas y demandas para cada bien y constata la existencia de igualdad. Si no hay igualdad, modifica los precios siguiendo una regla simple: si para una mercancía la oferta agregada excede a la demanda, baja el precio; e inversamente. Comunica luego el nuevo conjunto de precios, los agentes hacen sus cálculos, fijan sus ofertas y demandas, etc. Bajo ciertas condiciones el tanteo de precios converge a hacia el sistema determinado teóricamente. Ninguna transacción tiene lugar durante el proceso de tanteo, es decir, no hay intercambios fuera del equilibrio.

El caso de la producción es más complicado porque se tienen ahora dos clases de mercados: el de servicios productivos y el de productos. El problema surge del hecho de asumir un sistema de interdependencia general en donde todo cambio en un punto de sistema modifica el resto.

Walras procede por aproximaciones sucesivas tomando como dadas ciertas variables y tanteando otros precios para llegar al equilibrio de las demás. Una vez que éstas están en equilibrio vuelve sobre las primeras y así sucesivamente. Para hacer análisis representemos el sistema en notación matricial: 

P es el vector de precio de los productos.

Ps es el vector de precios de los servicios.

Os es el vector de oferta de servicios.

D es el vector de demanda de bienes.

A es la matriz de coeficientes técnicos.

Inicialmente Ps y D están dados. Los notamos como P*s y D*.

Con los precios de los servicios dados y la matriz de coeficientes técnicos, se determinan los costos de producción:

P*s ----------------- APs = P

estde productos, se determinan los precios de venta.

D*-------------------D* = F (P, P*s) --------------------P1

No hay ninguna para que P1 sea igual P, es decir, para que el precio de venta sea igual al costo de producción. En general la igualdad no será satisfecha. Es aquí donde intervienen los empresarios. Si el precio de venta de una mercancía es superior al costo de producción, los empresarios afluyen y desarrollan su producción; si el precio de venta es inferior al costo de producción, los empresarios se retiran y la cantidad producida de esas mercancías baja. En el período siguiente el vector de D** es diferente al inicial. El proceso recomienza:

P*s ----------------- APs = P

D**-------------------D** = F (P, P*s) --------------------P2

Problema es saber si el nuevo vector de precios P2 está más cerca del vector de equilibrio que P1.

Los precios de los servicios están dados y no han cambiado. Esto significa que el ingreso de los consumidores no ha cambiado tampoco. El ingreso de los consumidores se distribuye entre los diferentes bienes de tal suerte que la utilidad sea máxima. Tomemos el caso de un bien cualquiera, el bien i. El consumidor destina a ese bien una cierta cantidad de su ingreso, que es igual a la cantidad comprada pos su precio. Imaginemos que en la segunda fase del proceso la cantidad de i aumenta. Si aumenta su precio debe bajar. Pero sólo ocurre así si la cantidad renta destinada a la compra de ese bien permanece constante. Esto se denomina efecto de primer orden, el cual, según Walras, es de importancia notable. Este es el efecto bueno, equilibrante. Ahora bien, ¿necesariamente el ingreso destinado al bien i permanece constante?. De ninguna manera. El cambio en el precio de un bien entraña dos efectos: el efecto sustitución y el efecto renta. Walras trata el punto y dice lo siguiente:

“Esta sería una consecuencia de segundo orden, que tiene una importancia mediocre en lo que concierne a los precios (…) por tres razones: 1. Que la variación de la suma destinada a al consumo de i (DiPi), está limitada por el hecho de que los dos factores Di y Pi varían en sentido contrario; 2. Que esta variación, que implica una venta y una compra de todas las mercancías, no implica, por esa misma razón, más que una venta y una compra de una cantidad mínima de cada una de ellas y 3. Que los efectos de venta y compra se contrarrestan”[27]

Y he aquí la conclusión triunfal:

“…es cierto que el cambio en la cantidad fabricada de cada producto tiene sobre el precio de venta de ese producto un efecto directo, todo entero en el mismo sentido, mientras que los cambios en las cantidades fabricadas de los otros productos, suponiendo que todas van en el mismo sentido, no tienen sobre ese precio de venta sino efectos indirectos, en sentido contrario los unos y los otros se compensan hasta cierto punto. El sistema de nuevas cantidades fabricadas y de los nuevos precios de venta es por tanto más vecino del equilibrio que el anterior, y sólo basta con continuar el tanteo para que se aproximen cada vez más”[28]

Esto es lo que técnicamente se conoce como condición de diagonal dominante. En términos simples significa que el precio de las papas es más sensible a la variación de las cantidades de papas que a las variaciones acumuladas de las cantidades de todas las demás mercancías.

El tanteo se continúa bajo la hipótesis de diagonal dominante y al final, sobre el mercado de bienes, se llega a la siguiente configuración:

Pe , P*s, Os, De, A. Donde Pe y De  son vectores de equilibrio, para un vector P*s fijado al azar.

Partiendo es esto se procede al tanteo sobre el mercado de servicios.

Los datos de partida son: Pe, P*s, Os, De, A.

De -------------A’De = Os --------------Os1    esta es la demanda de servicio.

Pe, P*s ---------Os = Fs (Pe, P*s) -------Os2   esta es la oferta de servicios.

No hay ninguna razón para que la demanda de servicios Os1 sea igual a la oferta de Os2 servicios.

“Es necesario que las cantidades des servicios productivos compradas y vendidas sean no solamente equivalentes sino iguales, puesto que son esas cantidades de es servicios productivos las que deben entrar en la confección de los productos. Así, ha llegado el momento de cerrar por así decir el círculo de la producción llevando a la igualdad la oferta y la demanda de servicios”[29]

Para eso se debe liberar la variable que se ha mantenido fija, el precio de los servicios productivos, P*s.  Se mantienen fijos De y Pe.

Para De, Pe y P*s se puede tener que la oferta y la demanda de servicios sean iguales:

A’De =  Fs (Pe, P*s)

Sin embargo, usualmente serán desiguales y los precios de los servicios bajarán o subirán según que su oferta exceda a la demanda o viceversa, hasta que se llegue a un vector Ps que equilibre todos los mercados. Pero ahora que el mercado de servicios está en equilibrio, el mercado de productos puede haberse modificado. Walras asume en este punto una posición similar a la ya indicada con relación a los efectos indirectos y directos tratados en el mercado de bienes.

La condición general de estabilidad, entendiendo por estabilidad el hecho de que partiendo de un conjunto de precios cualquiera se llegue al conjunto de precios de equilibrio, es la condición según la cual la diferencia entre la oferta y la demanda de cualquier bien o servicio es más sensible a la variación de su propio precio que a la variación acumulada de los precios de todos los otros bienes y servicios. Arrow y Hahn han señalado el que esa condición se cumpla o no depende de la elección del numerario. En efecto, afirmar que los excesos de oferta o demanda son más sensibles a la variación de un precio que de todos los otros no es otra cosa que un problema de elasticidades. Si el numerario cambia, las elasticidades precio de los excesos de oferta o demanda frente a los diferentes precios van a cambiar.

Aunque queda por examinar el problema de la capitalización, lo expuesto hasta ahora permite hacer, para concluir algunas reflexiones sobre la teoría de Walras.

VIII

Veamos, en primer lugar, el concepto de competencia. Escribe Walras:

“Este estado de equilibrio de la producción es, como el estado de equilibrio del intercambio, un estado ideal, no real. (…) Pero es el estado normal en el sentido de que es aquel hacia el cual las cosas tienden por ellas mismas bajo el régimen de libre competencia aplicada tanto a la producción como al intercambio”[30]

Cuando se hace el tanteo sobre el mercado de productos los precios de venta que aseguran el equilibrio del consumidor pueden ser diferentes de los costos de producción. En ese caso, las cantidades se modifican por la acción de los empresarios pues esa desigualdad equivale a la existencia de beneficios o pérdidas. Todo el proceso competitivo reposa sobre el empresario. Este es el agente por el cual se realiza la ley de la producción: la igualdad entre el precio de venta y el costo de producción. Cuando los excesos de demanda desparecen y los precios se igualan a los costos, es decir, al estado de equilibrio “podemos hacer abstracción de los empresarios”, escribe Walras[31].  Pero hay un punto aún más interesante:

“Notemos sin embargo que si la multiplicidad de empresas conduce al equilibrio de la producción, ellas no es teóricamente el único medio de alcanzar ese objetivo; un empresario único que demandara los servicios cuando sus precios bajan y ofreciera los productos cuando sus precios suben, y que restringiera la producción en caso de pérdidas y la desarrollara siempre en caso de beneficios, obtendría el mismo resultado”[32]

Esta es una conclusión formidable: para Walras la competencia es una condición suficiente pero no necesaria para alcanzar el equilibrio de la producción y el cambio. En ella se apoyará Oscar Lange para sustentar la viabilidad de una economía centralizada en el debate sobre la viabilidad del socialismo con Mises.

El empresario es un agente económico diferente de todos los demás. Está definido de tal manera que su diversidad no es un atributo significativo. Los demás agentes económicos de diferencian por su función de utilidad y por los diversos capitales que poseen. Los individuos se diferencian porque tienen diferentes cosas escasas y útiles y tienen diferentes relaciones con esas cosas. El empresario escapa a esa regla: no es un sujeto de ninguna riqueza. Está definido por una función.

Por eso es evidente que la ganancia del empresario es diferente de las de los otros agentes. Su ganancia o pérdida es una magnitud objetiva que resulta de un cálculo objetivo sobre magnitudes socialmente reconocidas: los precios: “El estado de beneficio o pérdida del empresario – escribe Walras - resulta a todo instante de la situación de sus libros y del estado de sus materias primas y productos en inventarios”[33]. Las ganancias de los demás agentes son ganancias subjetivas, ganancias de utilidad.

El subastador es también una figura bien singular. Lanza los precios, agrega las ofertas y las demandas y, al equilibrio, desaparece como el empresario. Es una figura ficticia que encarna las fuerzas del mercado.

La ley de costo de producción aparece, inicialmente, como la ley de una organización económica particular la sociedad del mercado de libre competencia. Sin embargo, puede ser aplicada en un mundo sin mercado de un empresario único. Así, la regla cambia de significación: ya no es la ley de una organización social particular sino una ley de comportamiento económico general. Es la ley de comportamiento racional desde el punto de vista del valor.

Finalmente unas palabras sobre la noción de producción. El equilibrio de la producción está definido por la igualdad entre los precios y los costos de producción. El intercambio, por otra parte, es una relación de equivalencia, de equivalencia de valor, y es al mismo tiempo la operación por la cual se modifica la forma material de la riqueza. La producción es una forma del intercambio - donde intervienen de un lado los productos y del otro los factores – también regida por la ley de la equivalencia. La producción es un cambio de factores contra productos. Pero hay más:

“Al estado de equilibrio de la producción podemos considerar no sólo los servicios productores cambiándose contra los productos y los productos cambiándose contra servicios productores sino también los servicios productores cambiándose a fin de cuentas los unos contra los otros”[34]

Factores ------------------ productos ----------------factores

Valor de factores ---------valor de productos----------valor de factores

Esta concepción de la producción se opone a la concepción de los economistas clásicos para quienes la producción se define sobre la base de un excedente. Lo que los clásicos llaman producción, es la producción de un producto neto, el cual, al mismo tiempo es la condición del capital. El capital es una forma del excedente definido por la uniformidad de la tasa de beneficio.

En Walras el capital es definido por un excedente y un mercado en la economía. El mercado de los capitales nuevos que son producidos más no utilizados en el período: son excedente por tanto de la producción. La diferencia fundamental entre la teoría clásica y la teoría de Walras reside en la teoría del excedente. Walras analiza el excedente en términos de mercado, los clásicos lo analizan en términos de distribución.

Bibliografía.

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Mas-Collel, A. (2009). “La teoría del equilibrio general”. En Garcia-Bermejo, J.C. (editor). Sobre le economía y sus métodos. Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía, Editorial Trotta, Madrid, 2009.

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Quirk, J. y Saposnik, R. (1972). Introducción a la teoría del equilibrio general y a la economía del bienestar. Antoni Bosch, Barcelona, 1972.

Walras, L. “Économique et Mecanique”. Metroeconomica. Volume 12, Issue 1. Febrero de 1960.

Walras, L. Éléments d’economie politique pure ou theorie de la richessa sociale. Librerie genérale de droit et de jurisprudence. Paris, 1952.

 

LGVA

Febrero de 2014.

 




[1] “….el modelo más avanzado de la teoría económica es, por supuesto, la versión de Arrow-Debreu del equilibrio general walrasiano”. Hahn, Frank (1984) . Monnaie et inflation. Economica, Paris, 1984. Página 23.
 
[2] Mas Collel, A.The future of general equilibrium” Spanic  Economic  Review. 1, 207–214 (1999)
[3] Schumpeter, J.A. Diez grandes economistas: de Marx a Keynes. Alianza Editorial, Madrid, 1983. Páginas 110 – 111.
 
[4] Walras, L. Éléments d’economie politique pure ou theorie de la richessa sociale. Librerie genérale de droit et de jurisprudence. Paris, 1952. Página XX.
 
[5] Arrow, K.J. y Hahn, F.H. (1971,1977). Análisis general competitivo. Fondo de Cultura Económica, México 1977.
 
[6] Arrow y Hahn. Op. Cit. Página 9.
 
[7] Arrow y Hahn. Op. Cit. Página 14.
 
[8] Benetti, C. (1996). “La teoría del desequilibrio: una crítica y una propuesta” en Ortiz, E. (editor). Teoría de los precios: avances en el debate contemporáneo. Universidad Autónoma Metropolitana, México, 1996.
[9] Walras. Op. Cit. Página XI.
 
[10] Ídem. Páginas V-VI.
 
[11] Citado por Monsalve, Sergio. “Sobre la obra original de Walras”. Comunicación presentada en la Primera Jornada de Historia del Pensamiento Económico. Universidad EAFIT, Medellín, Octubre de 2009. Pág.  4.
 
[12] Ídem. Páginas 5 y 6.
 
[13] Walras. Économie Sociale. Citado por Foldvary, F.E. “The marginalits who confronted land” en página 97.
 
[14] Ídem página 36.
 
[15] Ídem página 37.
[16] Se sigue el análisis presentado por Quirk, J. y Saposnik, R. (1972). Introducción a la teoría del equilibrio general y a la economía del bienestar. Antoni Bosch, Barcelona, 1972. Capítulo 3.
[17] Walras, L. “Économique et Mecanique”. Metroeconomica. Volume 12, Issue 1. Febrero de 1960. Páginas 3-30.
[18] Walras. Éléments. Página 175 – 176.
 
[19] Walras habla de “capital foncier” cuyo servicio es la “rente” y su precio el “fermage”; de “capital personel” con servicio “travaile” y precio “salaire” y de “capital mobiliere” con servicio “profit” y precio “interet”. Aquí se abandonan estos nombres porque se prestan a confusión.
[20] Walras. Op. Cit. Página 190.
 
[21] Walras. Op. Cit. Página 178.
 
[22] Walras. Op. Cit. Página 191.
 
[23] Walras. Op. Cit. Página 184.
[24] Walras. Op. Cit. Página 195.
[25] Walras. Op. Cit. Página 214.
 
[26] Walras. Op. Cit. Página 44 – 45.
 
[27] Walras. Op. Cit. Página 220.
 
[28] Walras. Op. Cit. Página 220 – 221.
 
[29] Walras. Op. Cit. Página 223.
 
[30] Walras. Op. Cit. Página 194.
 
[31] Walras. Op. Cit. Página 195.
 
[32] Walras. Op. Cit. Página 194.
 
[33] Walras. Op. Cit. Página 198.
 
[34] Walras. Op. Cit. Página 195.