Daniel
Raisbeck y el voto útil
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista,
Universidad EAFIT
En las elecciones para la
alcaldía de Bogotá, los únicos votos realmente útiles serán los que se emitan
por Daniel Raisbeck, el candidato libertario. Todos los demás votos, sin que
importe su distribución entre los otros candidatos, serán no solo inútiles sino
también perjudiciales para la construcción de una sociedad libre pues
contribuyen a perpetuar la democracia clientelista enquistada en Bogotá y en el País entero.
Como es usual en todas
las elecciones que se realizan en Colombia, en los días previos a la jornada
electoral, los medios de comunicación y los columnistas más reputados denuncian
la proliferación de las prácticas corruptas – compra de votos, trashumancia
electoral, constreñimiento, etc. - de
que se valen los candidatos para obtener el favor de los electores. Sin
embargo, en su habitual superficialidad, poco se interrogan esos medios y
columnistas por la razón profunda de esos ingentes y costosos esfuerzos de
todos los candidatos y partidos por hacerse a los cargos de elección popular.
Cuando el gobierno se
hace cada vez más grande, es decir, cuando con los impuestos se apropia de una porción
creciente de la riqueza creada por los ciudadanos y con sus reglamentaciones
determina las condiciones de creación y distribución de esa riqueza, estar por
fuera del gobierno o lejos de él resulta en extremo costoso para cualquier
ciudadano o para cualquier empresario. Este es el origen de la democracia
clientelista y de su correlato el capitalismo clientelista.
La expectativa de un
cargo grande o pequeño en la burocracia oficial, de cupos para alimentación gratuita,
de subsidios para el transporte o los servicios públicos o, incluso, del pago
en efectivo o especie por el voto son incentivos extremadamente poderosos para
un ciudadano al que se le ha educado en la creencia de que su bienestar depende
del gobierno y de los políticos que se turnan en su administración. Los
empresarios, por su parte, sienten que no pueden estar alejados del gobierno
dispensador de contratos y productor de reglamentaciones y en silencio
financian todas las campañas y dedican luego sus energías al lobby y al cortejo
de una omnipotente burocracia. Y ¿qué
ofrecen todos los candidatos? Más de lo mismo: más y más gobierno.
Daniel Raisbeck ofrece
menos gobierno, más libertad y más responsabilidad individual; y en eso radica la
diferencia con los candidatos estatistas. El gran mal que aqueja a la sociedad
colombiana estriba en la confusión entre lo que es una sociedad libre y el
marco político e institucional que se precisa para desarrollo. Esta distinción fundamental
en filosofía política ha desaparecido casi por completo de la política práctica
colombiana. El mérito de Raisbeck y del Movimiento Libertario es volver a
introducirla.
Una sociedad, como dice
Popper, no es otra cosa que una manera de vivir juntos. La humanidad ha
experimentado a lo largo de su historia diversas formas de ese vivir juntos. La
idea de una sociedad libre y abierta, basada en el postulado de tolerar y
respetar al individuo en su persona y sus convicciones floreció en Atenas y
desde entonces ha sobrevivido a pesar de los grandes ataques que ha debido
afrontar. John Locke la redescubrió en el siglo XVII y Adam Smith, en el XVIII, dejó
en claro que el fundamento de toda libertad es la libertad económica. Sin
libertad económica, es decir, cuando el gobierno lo controla todo, todas las demás
libertades – de pensamiento, de prensa, de expresión, etc. – son pura retórica
por más que estén consagrada en textos constitucionales o legales.
La libertad, como dijo Pericles
en su célebre Oración Fúnebre, no
convierte a los hombres en ciudadanos sin ley. Se precisa la obediencia a los
magistrados y a la ley, es decir, se precisa de un gobierno para garantizar la protección
de la vida, la salud, la propiedad y el debido proceso a los asociados. Ahora
bien, un gobierno con el poder de brindar esas garantías, puede tener también
el poder de conculcarlas. Es ahí donde radica el problema del gobierno
limitado.
No hay que perder de
vista que el objetivo sigue siendo esa manera de vivir juntos que llamamos
sociedad libre. Otra cosa es la forma de gobierno elegida para garantizar su
supervivencia. Con todos los defectos que se le puedan endilgar, la democracia es
la mejor de las formas de gobierno conocidas para resolver ese problema. Quien
no está en el gobierno no gobierna por más que haga parte del pueblo. Yo no gobierno
y probablemente usted tampoco, apreciado lector. La democracia sirve no porque
sea, como creen los románticos, el gobierno del pueblo, sino porque hace posible
deshacerse de un mal gobierno sin derramamiento de sangre, como dijera Popper.
Ahora bien, cuando el
gobierno lo controla todo y cuando la democracia se convierte en democracia clientelista
deja de ser un medio para deshacerse de los malos gobernantes y se convierte en
instrumento para su perpetuación en el poder. En la antigua URSS se hicieron
elecciones periódicas y los hermanos Castro no han dejado de hacerlas desde que
están en el poder. Nadie en sus cabales calificaría a Chávez, Maduro y a sus
compinches de excelsos gobernantes. No han faltado elecciones en Venezuela en
los últimos años. Tampoco en Argentina, Nicaragua o Bolivia. Ni en Bogotá.
Más que el derecho al
voto, lo que hace libre al ciudadano es tener en su bolsillo un millón de pesos
ganados con su propio trabajo libre e independiente de cualquier dádiva o
componenda del gobierno de turno. La
democracia no es o no debería ser un sistema de reparto de beneficios o de
aseguramiento colectivo contra todo riesgo. Si la democracia se convierte en
eso, no es culpa de la democracia sino de los ciudadanos democráticos que
consentimos en ello. Este es el mensaje del Movimiento Libertario, nada más y
tampoco menos. Este es el almendrón de la política colombiana. Los candidatos
estatistas deberían decir algo al respecto: ¡Hic Rhodus, Hic Salta!
LGVA
Octubre de 2015.
Luis
ResponderEliminarQue gran Articulo.
Cada dia la burocracia oficial crece y crece a costa de nuestros impuestos y sin servir para reducir la pobreza.
Gracias, Alejo. Que bueno que te haya gustado.
EliminarFlaco
ResponderEliminarExcelente tu artículo.
Me parece que no solo deben pronunciarse los candidatos estatistas sino todos. Como en la fábula de Esopo, todos son fanfarrones.
Un abrazo.
Gracias, Musicante. Me alegra que te haya gustado.
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