Cabal por Cabal
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Maria Fernanda Cabal Molina acaba de publicar su
autobiografía.
“¿Para qué contar mi vida?
Para que el país conozca quien soy. La extrema coherencia es mi esencia y la
lucha contra la injusticia, mi motor. Soy ferviente en la defensa de las
libertades y la dignidad del ser humano. Mis causas son del alma. Por eso defiendo
principios que no negocio, que me definen y que creo indispensables para el
país que soñamos en civilización. Creo en la urgencia de restaurar el orden en
esta casa que llamamos Colombia porque la libertad sin orden es anarquía y
caos. Sostengo que la seguridad es un bien fundante y un derecho esencial,
porque sin seguridad, no hay verdadera libertad”.
Más que en las ideas y
propuestas, el liderazgo político se fundamenta en los atributos espirituales y
morales que el pueblo siente que encarna el líder a quien brinda su adhesión.
Eso se llama carisma.
Sin duda alguna, no hay
liderazgo sin carisma, pero el carisma se disuelve como humo cuando se carece
de ideas y propuestas que le den sustancia. Carisma y sustancia es lo que tiene
en grado sumo María Fernanda y eso es lo que se percibe a lo largo de las
páginas de su atrapante libro.
El libro atrapa porque a cada
párrafo surge la mujer de fuertes convicciones y compromiso inquebrantable con
el País y su partido el Centro Democrático que desde hace años ha brillado con
luz propia en el Congreso y todos los foros en los que presenta sus opiniones
con valentía y franqueza, sin concesiones a la corrección política y ni al
buenismo con el que la extrema izquierda ha conseguido contaminar la mentalidad
de amplios sectores de la sociedad.
Maria Fernanda es consciente
de que sus batallas en Colombia se enmarcan en la lucha que a escala planetaria
se libra entre la llamada derecha que defiende la vida, la familia, la
tradición, la propiedad y la libertad de elegir en contra de totalitarismo
travestido que a nombre de la igualdad imposible y el espejismo de la justicia
social amenaza con destruir la civilización occidental, la misma que se
fundamenta en dichos valores.
Por eso, y movida por la
curiosidad intelectual que la alienta, se ha involucrado en una vasta red
relaciones políticas – Donald Trump, Viktor Orbán, Santiago Abascal – y de
sólidas influencias conceptuales como Olavo de Carvalho, Javier Milei y Agustín
Laje.
Su liberalismo – acendrado y
entendido – la lleva a una gran claridad en sus planteamientos programáticos:
-
La pobreza y la desigualdad importan, pero no
se elimina la primera ni se reduce la segunda por la acción del gobierno.
-
Sin crecimiento económico no desparece la
pobreza ni se reduce la desigualdad.
-
El crecimiento económico no se decreta ni se
planea, se desata liberando a las personas y las empresas de las ataduras
tributarias y regulatorias que le impone el estado.
-
Austeridad expansiva, menos burocracia y mínima
regulación para desatar las fuerzas del sector privado y reducir las
oportunidades de corrupción.
LGVA
Diciembre de 2025.

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