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domingo, 17 de agosto de 2025

¿Qué es la centro izquierda?

 

¿Qué es la centro izquierda?

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

"Tanto mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario". Esta frase, popularizada por Juan Manuel Santos, resume la filosofía autoproclamada de la centro izquierda. En realidad, es una fórmula ambigua que dice poco, pero suena bien. Santos la tomó de Tony Blair, quien a su vez la tomó del economista checoslovaco Ota Šik, que soñaba con reformar el socialismo sin renunciar del todo a él.

En apariencia, esta corriente busca un equilibrio: evitar los excesos del “neoliberalismo” como las torpezas del estatismo. Pero en la práctica, la centro izquierda se relaciona con la economía de mercado como con un animal peligroso: útil, pero que hay que mantener amarrado. No celebra al capitalismo, lo tolera con disgusto y mientras lo pueda exprimir.

Para sus exponentes, el mercado es una fuerza caótica que solo puede funcionar si el Estado la dirige, la corrige y la redistribuye. Como si la riqueza no se generara por la cooperación voluntaria entre millones de individuos, sino por intervención ministerial. Ven el capitalismo como un árbol rebelde que solo da frutos si se le golpea con suficientes impuestos, decretos y controles. No conciben que pueda florecer por sí mismo.

En este punto es útil recordar a Friedrich Hayek, quien explicó que el orden social —incluido el económico— no es producto de un diseño central, sino de un orden espontáneo: una estructura compleja que surge de la acción humana, pero no del diseño humano. El lenguaje, el derecho consuetudinario, los precios, el comercio, el dinero, el interés… todos emergen sin que nadie los haya planificado. Son el resultado de millones de interacciones entre individuos libres.

Pero esta idea es anatema para la izquierda - y también la centro izquierda— porque no pueden concebir un orden sin un plan, ni progreso sin control. Entienden la sociedad como una organización, no como un organismo. Como si fuera una empresa gigantesca o una orquesta dirigida por tecnócratas. No comprenden que la economía es más parecida a un bosque silvestre que a una fábrica. No entienden que los mercados, con sus imperfecciones, son mucho más eficientes y adaptativos que cualquier buró de planificación.

Santos, alumno aplicado de la Tercera Vía, jugó a ser equilibrista: mantuvo una economía de mercado en la superficie, pero, aumentando la carga tributaria y la deuda, expandió el estado, más burocracia y más gasto, bajo la promesa de equidad. Santos terminó abriendo el camino político, institucional y cultural al proyecto radical del Pacto Histórico. La legitimidad que Santos le dio a las FARC y a la narrativa de exclusión histórica prepararon el terreno para que Petro llegara como redentor del desorden que él mismo ayudó a sembrar.

Ojalá la amarga experiencia con Petro permita que la gente entienda por fin el mensaje de Mises:

"Simplemente no hay otra opción que esta: ya sea se abstiene de interferir en el libre juego del mercado, o se delega el manejo completo de la producción y distribución al gobierno. Ya sea capitalismo o socialismo: no hay un camino intermedio".

LGVA

Agosto de 2025

jueves, 14 de agosto de 2025

Las dos caras del santismo

 

Las dos caras del santismo

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Juan Manuel Santos construyó su poder sobre una extraña combinación de tecnocracia y clientelismo. Una mezcla tan contradictoria como efectiva. El “santismo”, esa criatura de dos cabezas, tenía por un lado a los ministros de corbata inglesa y cálculo fiscal, y por el otro, a los operadores del Congreso, expertos en el trueque burocrático. En apariencia, eran dos mundos distintos. En la práctica, eran la misma cosa.

El santismo tecnocrático lo encarnaban figuras como Mauricio Cárdenas, el economista que cuidaba las cifras como si fueran sagradas, y Juan Carlos Pinzón, el estratega serio que hablaba de seguridad con un lenguaje casi empresarial. Ellos representaban el ala “racional” del gobierno: la que sabía cómo aumentar los impuestos y cómo aumentar la deuda después de derrochar una bonanza petrolera. Pero esta tecnocracia no era independiente ni virtuosa. Existía y funcionaba gracias al combustible que le daba el otro lado del régimen.

Ahí aparece el santismo clientelista, representado en su forma más pura por Roy Barreras y Armando Benedetti. Ellos no hablaban de cifras ni de institucionalidad, sino de cuotas, puestos, pactos y gobernabilidad a cualquier precio. No eran ministros, pero eran más poderosos que muchos de ellos. Eran los que hacían que el Congreso se moviera. Su herramienta no era la política pública, sino la “unidad nacional”, eufemismo para el reparto.

Este sistema de doble cara funcionaba como el personaje de Doctor Jekyll y Mister Hyde: mientras en público se mostraba el rostro tecnocrático, en la sombra operaba el clientelismo. Pero como en la novela, con el tiempo el monstruo termina dominando al médico. El resultado fue una política sin ética y una institucionalidad sin alma.

La decadencia del santismo desembocó en una nueva criatura: el petrosantismo, o santopetrismo, como prefiera llamarlo. Los mismos operadores del Congreso que sostuvieron a Santos, hoy hacen parte del proyecto de Gustavo Petro. Roy fue su embajador en Londres; Benedetti, en Caracas, hoy el hombre más poderoso del gobierno. Cambiaron de barco sin cambiar de lógica. Y algunos tecnócratas, aunque con más discreción, también coquetearon con el nuevo régimen.

Como Doblecara, el villano de Batman, el santismo siempre lanza una moneda para decidir qué cara mostrar: la del gestor ilustrado o la del político pragmático. Pero la moneda siempre cae del lado de la trampa. Porque en Colombia, el equilibrio entre tecnocracia y clientelismo es solo una fachada: el clientelismo siempre termina ganando.

El santismo no fue una doctrina sino un método. Y ese método se ha reciclado en el actual gobierno, con nuevas promesas, pero los mismos operadores. La historia se repite, no como farsa, sino como continuidad.

Si algo enseña la política reciente, es que el verdadero rostro del poder en Colombia no es el de Jekyll. Siempre es Hyde.

LGVA

Agosto de 2025.

 

jueves, 7 de agosto de 2025

Dolidos, pero no vencidos

 

Dolidos, pero no vencidos

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

La situación actual del Centro Democrático es la siguiente:

1.    Su fundador y líder está condenado y en prisión domiciliaria.

2.    Quien fuera su precandidato más opcionado se debate entre la vida y la muerte.

3.    Los demás precandidatos y muchos de sus dirigentes y corporados están amenazados y/o hostigados judicialmente.

4.    La extrema izquierda comunista, su adversario irreconciliable, controla corruptamente el Congreso y tiene, al parecer, gran injerencia en las decisiones judiciales y atemoriza a los entes de control. También están atemorizadas la dirigencia empresarial, los gremios económicos y la clase media en general.

5.    Los medios de comunicación, con pocas excepciones, desdeñan sus precandidatos y dirigentes y prefieren poner sus micrófonos y espacios al servicio de los candidatos y líderes de la extrema izquierda y de sus aliados-cómplices de la variopinta izquierda vegetariana.

No hay que llamarse a engaños: el CD está perdiendo su batalla existencial contra la extrema izquierda que desde hace varios años viene aplicando en su contra, con especial eficacia, la combinación de todas las formas de lucha. En también cuestionados procesos judiciales, ya cayeron, no hay que olvidarlo, Andrés Felipe Arias y Luis Alfredo Ramos, dos líderes de elevado perfil presidencial.

Ahora bien, en medio de esas enormes dificultades, el CD no puede renunciar a su enorme responsabilidad de ser el único partido, por historia y por doctrina, que entiende y tiene la obligación de enfrentar a la extrema izquierda comunista y evitar que el País se precipite por el despeñadero sin retorno del Socialismo del Siglo XXI.

Sin abandonar la denuncia de la venalidad, la incompetencia y la arbitrariedad del Gobierno Nacional, el Centro Democrático tiene hoy la obligación de presentar un proyecto político de mediano y largo plazo fundamentado en la libertad de mercado y sus principios fundacionales que tienen hoy más vigencia que nunca.

El Centro Democrático tiene que formular las propuestas programáticas y las reformas legales requeridas para que Colombia alcance en 15 años una Meta Grande y Ambiciosa compuesta por los siguientes elementos:

1.    PIB/Habitante: US$ 20.000 dólares.

2.    GINI ingreso: 0.4 y GINI gasto: 0.3

3.    Pobreza: 20% y pobreza extrema: 0%

4.    Desempleo estructural de 6% y tasa de informalidad de 30%.

5.    Inflación 3%.  

Para avanzar hacia esa MEGA CD COLOMBIA 2040, el Centro Democrático debe liderar una alianza conformada por partidos y movimientos sin devaneos socializantes y comprometidos con la libertad económica, la iniciativa privada y el gobierno honesto y austero como motores fundamentales del progreso económico y social.   

La situación del presidente Uribe, cuyo desenlace final sabremos en octubre, no puede ser motivo de parálisis, todo lo contario, como lo indican estas señeras palabras pronunciadas en un momento tan difícil:

“Mientras Dios me mantenga mi salud y la energía y a pesar de los años, no cesaré un día de luchar por nuestra democracia, desde cualquier sitio. Estén tranquilos quienes comparten esas ideas y queden intranquilos quienes quieren impone la autocracia comunista en Colombia”. 

Parodiando a Ortega y Gasset: A las cosas, CD, ¡a las cosas!

LGVA

Agosto de 2025

sábado, 2 de agosto de 2025

Ajuste de la tasa de desempleo

 

Ajuste de la tasa de desempleo

Angélica Ordoñez Aristizábal

Economista

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

 

La tasa de desempleo en Colombia para junio de 2022 fue de 11,3%; en 2023, de 9,3%; en 2024, de 10,3% y en 2025, de 8,6%. En un país históricamente acostumbrado a cifras de dos dígitos, estos datos – especialmente los de un solo dígito – suelen ser motivo de celebración. Sin embargo, estas cifras oficiales deben leerse con cautela: no necesariamente reflejan toda la realidad del mercado laboral colombiano.

La tasa de desempleo se calcula dividiendo la población desocupada entre la fuerza de trabajo, la cual incluye únicamente a quienes tienen edad y condiciones para trabajar, y que están trabajando o buscando empleo de manera activa. Este cálculo deja por fuera dinámicas relevantes que podrían alterar sustancialmente la lectura del mercado laboral, Por ello, se propone un ajuste de la tasa de desempleo que considere dos factores críticos: la migración definitiva de colombianos y el aumento desproporcionado de la contratación por prestación de servicios (OPS) en el sector público.

Entre enero de 2022 y junio del 2025, Migración Colombia reporta que alrededor de un 1,7 millón de colombianos han salido del país sin intención de regresar. Si estas personas, se hubieran quedado – ya sea porque aquí encontraron oportunidades o porque no pudieron migrar -, habrían engrosado la fuerza laboral. Manteniendo constante la tasa global de participación, esto implicaría aproximadamente 1,5 millones de personas adicionales en la fuerza de trabajo para junio de 2025, lo que a su vez incrementaría el número de desempleados. Con este ajuste, la tasa de desempleo no solo volvería a superar el umbral simbólico de los dígitos, sino que lo haría de manera significativa: alcanzaría el 12,05% en 2022, 11,25% en 2023, 13,07% en 2024 y 11,92% en 2025. Es decir, hasta 3 puntos porcentuales por encima de las cifras observadas oficialmente.

¿Qué ocurre si, además, se incorpora el impacto del crecimiento de la contratación por OPA en el sector público? Actualmente se estima cerca de 64 mil contratos de este tipo. Mientras que la población ocupada ha crecido un 3,6% en el último año, los contratistas por prestación de servicios del Estado han aumentado en un 12,8% y en 2023 ese incremento fue del 16,7%. Si este crecimiento hubiera sido equivalente al de la población ocupada, se tendrían alrededor de 5.200 personas adicionales en condición de desempleo, lo que elevaría la tasa en solo 0,02 pp. Aunque el impacto es menor comparado con el efecto migratorio, no deja de ser indicativo de una tendencia preocupante.  Al combinar ambos factores, migración definitiva y contratación pública temporal, la tasa de desempleo ajustada sería 12,03% en 2022, 11,26% en 2023, 13,10% en 2024 y 11,94% en 2025.


Las bajas tasa de desempleo son, sin duda, un objetivo deseable para cualquier gobierno y para la sociedad en general. Pero lo que debe celebrarse no es una cifra en abstracto, sino una mejora genuina en la estructura productiva del país que permita reducir el número de desempleados a partir de la generación de empleo. Es último basado en la creación de capacidades laborales y sostenibles, y no en contratos clientelistas ni en una menor participación laboral inducida por la salida colombianos del País.

AOA y LGVA.

Agosto de 2025