Trump, el
proteccionismo y las tecnológicas
Luis Guillermo Vélez
Álvarez
Economista
La economía mundial evitó impactos
graves sobre el crecimiento y el empleo del colapso bursátil de 2007 gracias a
la política monetaria a ultranza de los grandes bancos centrales y,
principalmente, a que la mayoría de países resistieron la tentación
proteccionista, permaneciendo fieles a sus acuerdos de libre comercio y a las
reglas de la OMC.
En 2009 el comercio mundial cayó
23%, pero en cada uno de los dos años siguientes creció 20%, de tal suerte que
en 2012 había superado en 15 puntos porcentuales el nivel previo a la crisis. Contrariamente,
en su clásico libro La crisis económica 1929-1939, cuenta Kindleberger
que, en 1930 el comercio mundial cayó solo 9%, pero en los tres años siguientes
lo hizo 33%, 35% y 18%, respectivamente, de manera que, en 1933, en lo más
profundo de la depresión, era la tercera parte del registrado en 1929. Esto como consecuencia de la guerra comercial
desatada por el arancel Smoot-Hawley.
La mayor comprensión del
funcionamiento del mecanismo monetario y de los efectos nocivos de las guerras
arancelarias ha evitado al mundo que las crisis cíclicas del capitalismo – de
las que se han presentado unas 7 desde el final de la Segunda Guerra Mundial - se
transformen en depresiones profundas y le ha permitido una gran expansión de la
riqueza con un comercio internacional cuya tasa de crecimiento ha duplicado la
del PIB mundial desde mediados del siglo XX.
A pesar de la mayor comprensión
de los grandes beneficios de la libertad comercial – que significa libre
movilidad de mercancías, capitales y personas – el proteccionismo y el
mercantilismo siempre están al acecho y con frecuencia toman la dirección de la
política económica de los grandes países. El discurso de Donald Trump
representa el resurgimiento del proteccionismo mercantilista y es además un
hirsuto ataque a la inmigración que, dicho sea de paso, ha sido el soporte de
la expansión de Estados Unidos en sus 248 años de existencia.
Repugnaba a Adam Smith la idea de un soberano
convertido en comerciante, pero mucho más le repugnó la situación real de un
grupo de comerciantes convertidos en gobierno, a cuya crítica está consagrada
buena parte de la argumentación de La Riqueza de la Naciones, cuyo
libro cuarto es un extenso alegato, en general, contra el mercantilismo y, en
particular, contra la British East India
Company, la encarnación británica de los ideales y las prácticas
mercantilistas.
Cuando alcanzan determinado nivel
de actividad, todas las grandes empresas han tenido desde siempre un interés
mercantilista, es decir, obtener protección de la competencia. Todos aspiran a
ser como la British. Ocurrió en el siglo XIX con el carbón y
los ferrocarriles y en el XX con las empresas petroleras, las del automóvil, la
aviación, etc. Es lo que desde hace años está ocurriendo en China, con su
mezcla de despotismo político y mercantilismo económico. Es a ese dominio sobre
los gobiernos a lo que aspiran, en el siglo XXI, las grandes empresas
tecnológicas y sus acaudalados propietarios.
LGVA
Septiembre 2024
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