Los
espías de Moisés Naím
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Moisés Naím es un refinado intelectual y un agudo
analista. Sus columnas periodísticas, sus artículos académicos y sus libros de
divulgación, lo muestran como un maestro del ensayo, del calibre de Ortega y
Gasset o de su compatriota Uslar Pietri.
Su último libro, la novela titulada “Dos espías en Caracas”, es una
afortunada incursión en la ficción, que lo confirma al mismo tiempo como gran
investigador y gran periodista.
La novela está basada, por supuesto, en hechos reales ampliamente
conocidos, otros que no lo son tanto y, seguramente, muchos hasta ahora completamente
ignorados y que Naím revela por primera vez. Los primeros son verdaderos y
están probados; los segundos, igualmente verdaderos, pueden probarse. Los
terceros también son verdaderos, Naím lo sabe, pero no puede probarlos sin
poner en riesgo a algunas personas. De ahí que haya escogido un género que no
le era familiar, para revelar las tremendas cosas que ocurrieron, pero cuya
realidad no podía ser respaldada con notas de pie de página en un escrito
académico o documentadas en un ensayo.
Fue bajo esa hipótesis que leí la novela. Aunque no
voy a ahondar en sus méritos literarios, no puedo dejar de señalar que, a mi
juicio, Naím asimiló bien las técnicas del género, entre ellas la de una frase
inicial poderosa e intrigante, que obliga a seguir adelante: “Ningún ruido es
más irritante que el del teléfono cuando interrumpe a una pareja que hace el
amor”.
En la novela, probablemente también en la realidad, los
servicios de inteligencia de Estados Unidos y Cuba fueron tomados de sorpresa
por el fracasado golpe de estado del 4 de febrero de 1992. De hecho, Fidel Castro,
que estaba de plácemes con Carlos Andrés Pérez, a cuya posesión había asistido
tres años atrás, le envió un mensaje de apoyo al día siguiente del golpe. Para
tratar de incidir en el curso de los acontecimientos, los servicios de
inteligencia de ambos países, la CIA y el G2, reaccionan enviando a Caracas sus
espías más conocedores de Venezuela. Así inicia la trama de la novela.
El fracaso del golpe es atribuible, al menos en parte,
a Chávez, quien en el momento de verdad se acobardó y no lanzó, como le
correspondía, el ataque sobre Miraflores desde el Museo Militar, donde estaba
agazapado con su tropa. Fracasado el golpe, Chávez y los demás dirigentes son
enviados a prisión. Es allí donde se inician las relaciones del chavismo con el
mundo criminal, representando en la novela por Yusbani Valentín, alias el Pran,
tenebroso hampón, quien, desde la prisión, donde está por voluntad propia, maneja
una extensa red delincuencial.
El Pran se convierte en el protector de Chávez en los
años de confinamiento, financiará generosamente la campaña electoral que lo
llevará a la presidencia, en 1998, y cobrará sus favores recibiendo
representación en el gabinete ministerial y toda suerte de prebendas que le
permitirán ampliar su red criminal y apoderarse de infinidad de empresas y
propiedades. Desde la prisión, el Pran lidera el “El cartel de los soles” que
se convertirá en el principal exportador hacia Europa de la cocaína producida
por las Farc.
La otra gran influencia en el gobierno de Chávez será,
por supuesto, la de los cubanos. Fidel Castro advierte que Chávez puede ser “su
hombre en Caracas”, el que puede asegurarle a Cuba el suministro de petróleo
estable y gratuito – que años atrás le había negado Rómulo Betancourt- y el que
puede convertirse en figura fundamental del nuevo asalto para implantar el
socialismo en América Latina, iniciado en 1990 con la fundación del Foro de Sao
Paulo.
Rápidamente Castro inicia su labor de seducción. En
diciembre de 1994, poco tiempo después de que Rafael Caldera cometiera el
tremendo error de indultarlo, Chávez viaja a Cuba, supuestamente invitado a
dictar una conferencia en la Universidad de La Habana. Para su sorpresa y para satisfacción
de su egolatría, Castro lo espera al pie del avión, le da un recibimiento de
jefe de estado y se encierra con él durante horas para iniciar el curso de
instrucción política que se extenderá a lo largo de todos los años durante los
cuales Chávez permanecerá en el poder, hasta su muerte en 2013.
En la novela, Naím narra los encuentros de Castro con
Chávez en la isla La Orchila, en los que, al tiempo que lo instruye en
marxismo, le enseña que el poder no se comparte, que debe ser absoluto y que
debe andarse con cuidado para que no le pase lo de Allende. En la realidad,
Castro viajó 13 veces a Venezuela, durante el mandato de su aventajado
discípulo, al tiempo que éste voló en 30 oportunidades a la Isla, para recibir
los consejos de su amado maestro. Se
comunicaban por teléfono casi todos los días, en línea directa a través del
cable submarino tendido entre los dos países y por medio del cual desde Cuba se
controlan múltiples sistemas información de Venezuela, entre ellos, claro está,
el sistema electoral.
Desde la toma del poder por los Castro y sus
compinches, Venezuela ha estado en el radar de la geopolítica cubana. Pocos
días después de su ascenso al poder, el 23 de enero de 1959, Fidel Castro,
fusil al hombro, desciende de un avión en el aeropuerto de Caracas, para
agradecer el apoyo recibido durante las últimas etapas de su campaña
guerrillera. La recepción fue multitudinaria y en un discurso exaltado, Castro
se comprometió con “este pueblo bueno y generoso, al que no le he dado nada y
del que los cubanos lo hemos recibido todo”. Pero la visita no tuvo un final
feliz: Rómulo Betancourt se negó en redondo a regalar a Cuba el petróleo
venezolano. Después vendría la célebre Doctrina Betancourt, que llevaría a la
expulsión de Cuba de la OEA en 1962.
Treinta años después, en 1989, Castro vuelve a Caracas
como invitado de honor a la posesión de Carlos Andrés Pérez. Por
aquellos años, quizás por la creencia de que las dictaduras se adecentan cuando
han durado mucho, los dirigentes de todos los países de América Latina
cortejaban a Castro, al tiempo que éste, acosado por las consecuencias que
sobre la frágil economía de su país tenía el derrumbe de “el campo socialista”,
buscaba desesperadamente reestablecer relaciones con todos ellos. Los dirigentes
latinoamericanos creían ingenuamente que, con el reconocimiento del fracaso de
la lucha armada, Castro renunciaba al proyecto de llevar su revolución a todo
el continente. Con la fundación del Foro de Sao Paulo, en 1990, daba un mentís
a esa creencia y revelaba su intención de extender el socialismo en América
Latina por medios “democráticos y pacíficos”. La Venezuela de Chávez, con su
riqueza petrolera, se constituiría en la pieza clave de ese proyecto.
En la novela de Naím se presenta la forma sistemática,
astuta y despiadada como Castro somete a Chávez a su dominio. Ahí está descrito
todo lo que pasó en la atribulada Venezuela desde el golpe hasta la muerte de
Chávez. Allí están los principales acontecimientos: la toma de PDVSA, la huelga
estudiantil, las expropiaciones, el nacimiento del Cartel de los Soles, la
alianza con las Farc, la conformación de los colectivos, las misiones médicas y
todas las votaciones fraudulentas, mediante las cuales Chávez se afianzaba en
el poder y los cubanos completaban la ocupación de Venezuela.
Allí están los principales protagonistas, presentados
algunos de ellos con nombres ficticios, como Mónica Parker que encarna a Nitu
Pérez Osuna, la valiente periodista de Globovisión, quien durante años denunció
las tropelías del régimen, hasta que Chávez, en 2007, cerró el canal. Aparece
también el general Raúl Baduel, en la figura del general Enrique Mujica, que
pasó de ser el salvador de Chávez, en el frustrado golpe de abril de 2002, a
convertirse en su peor enemigo, perseguido con singular saña por el régimen que
ayudó a instaurar.
También están, con sus nombres reales, personajes como
Lina Ron, apodada la Incontrolable, jefe de los colectivos chavistas, cuyas
actividades muestran la crueldad y sevicia a la que puede llegar el lumpen en
el poder. Aparece, por supuesto, el señor Granda, el canciller de las Farc,
negociando con los narco-generales la logística y la distribución de los
ingresos del tráfico de cocaína hacia Europa. En fin, allí está Franklin Brito,
quien, en defensa de su tierra expropiada por el régimen, adelantó una
solitaria huelga de hambre que lo llevó a la tumba en 2010.
La situación de Venezuela es extremadamente compleja.
Después de leer este libro se entiende por qué - a pesar de la heroica lucha
del pueblo venezolano, del derrumbe de la economía y del aislamiento
internacional del régimen – Bobolongo, así llamaban a Maduro sus colegas de
gabinete, se mantiene en el poder. La razón es simple: no es Bobolongo quien
detenta el poder. En tiempos de Chávez, este solía decir que Cuba y Venezuela
eran un país con dos presidentes. Hoy no hay sino uno que reside en Cuba y que
hará todo lo necesario para mantener su control en lo que se ha convertido en
una valiosa colonia.
Las implicaciones de la situación venezolana para
Colombia son obvias, pero van mucho más allá de las conocidas: el impacto de la
inmigración de multitud de personas empobrecidas, el refugio que en Venezuela
tienen el ELN, las “disidencias” de las Farc y otros criminales y la amenaza de
un ataque militar, hasta ahora controlado por la determinación de Estados
Unidos de apoyar a Colombia en ese evento. Hace bien el Presidente Duque en buscar
la caída de la dictadura por todos los medios a su alcance. Esta puede ser
quizás la más importante tarea de su gobierno. Pero haría mejor si empezara a
preocuparse también por el frente interno.
En efecto, la actividad del Presidente Duque, buscando
la caída de la dictadura venezolana, ha convertido a su gobierno en enemigo
directo del gobierno cubano, que tiene en Colombia muchos y muy variados
aliados - aliados históricos. Están, por supuesto, todos los guerrilleros y ex
– guerrilleros de las Farc, el ELN y el M-19, que fueron todos patrocinados por
Cuba y que allí encontraron refugio en algún momento. La totalidad de los
partidos y grupos de la oposición de izquierda hace parte del Foro de Sao
Paulo, que, si bien perdió la comodidad de su sede en Brasil, gracias al Presidente Bolsonaro,
se mantiene activo y no ha renunciado a su propósito de barrer el capitalismo
de todos los países de América Latina.
Sería ingenuo creer que el G 2, el afinado espionaje
cubano, se abstiene de actuar en Colombia y que está completamente al margen de
las acciones – paro estudiantil, huelga de Fecode, minga indígena - con las cuales la oposición de izquierda trata
de debilitar al gobierno colombiano. Todo lo que debilite al gobierno del
Presidente Duque, favorece al gobierno cubano en su esfuerzo por mantener su
control sobre Venezuela. Haría bien el Gobierno Nacional en evaluar la
conveniencia de unas relaciones diplomáticas con un país que, además, después
del criminal atentado del ELN contra la Escuela de Cadetes General Santander, decidió
retomar su antigua tradición de ser el refugio de los terroristas colombianos.
LGVA
Marzo de 2019.
Agradable sorpresa leer a mi profesor y ex jefe, conduciéndonos en un suelto, agradable y cautivador estilo que conserva la rigurosidad en su elaboración. Usted profe que es un lector incansable nos puede seguir obsequiando con esos interesantes comentarios.
ResponderEliminarAgradable es saber, Jorge Iván, que lees mis escritos. Un abrazo, LG.
EliminarA mí me pareció una muy buena novela (Histórica). Cayo en mis manos inesperadamente (De la cual no esperaba mucho, y fui gratamente sorprendido). Aprendí muchísimo sobre Chavez y su revolución Bolivariana. La intima participación Cubana y Norteamericana, no me sorprendió en lo absoluto. Muchos, estamos de un lado o del otro, pero muestra que, en realidad, el hecho es que los dos son depredadores en busca de sus propios intereses. A fines de cuenta, el pueblo de Venezuela (Como en similares circunstancias en el resto del mundo) son los que salen perdiendo. Atrapados entre los dos extremos que prometen todo y tan solo resultan ser igual o peor que él otro lado.
ResponderEliminarObvio, mis respetos al ya conocido y respetado, Moisés Naím. Pero ya que recibí y lei el libro en Ingles, también tengo que dar crédito y mi admiración a su traductor, el señor Daniel Hahn. Siento en este momento no recordar el nombre de la editora, pero también hizo un trabajo fenomenal.
Luis Guillermo, un resumen y análisis muy bueno. Gracias a mi madre (Que está leyendo el libro), por darme el enlace.