Consecuencias del Informe Pöyry
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
El 1 de junio de 2018, la
Autoridad Nacional de Licencias Ambientales expidió la Resolución 820 mediante
la cual impuso una medida preventiva consistente en la suspensión de las
actividades y obras tendientes a la puesta en operación de la Central
Hidroeléctrica Ituango. Solo podían continuarse las actividades y obras
necesarias para superar la contingencia. Para levantar la medida, la ANLA
exigió la contratación de un peritaje sobre la estabilidad de las obras principales
del proyecto. Ese es el origen y el propósito del Informe Pöyry, divulgado
recientemente y que, al parecer, se quería mantener oculto.
Son tres las principales
conclusiones del Informe, a saber:
1.
El abandono del proyecto y restablecimiento
de las condiciones originales no es opción. Independientemente del
gigantesco costo que tendría, esta opción tiene más impactos y riesgos ambientales
que la terminación del proyecto y su puesta en operación. Esta es una conclusión
muy importante pues deja sin fundamento la propuesta de abandonar el proyecto plateada
por sectores ambientalistas y políticos de la izquierda.
2.
El proyecto se debe terminar de la manera
más expedita para eliminar, reducir y mitigar riesgos ambientales existentes. Esto
tiene que ver, principalmente, con el problema de la operación continua del
vertedero y su cuenco de amortiguación que afecta la estabilidad de las obras
principales. Para esto es necesario poner en operación el proyecto lo más
pronto posible.
3.
Evitar el cambio de los actores principales
del proyecto. Un eventual cambio ocasionaría un retraso de un
año, como mínimo, aumentando la persistencia de otros riesgos. Además, "reduce
la trazabilidad de la recuperación del proyecto y hace que se pierda la responsabilidad
en el diseño y ejecución de las obras". Y, lo que no es un detalle menor, “aumentará
el costo global del proyecto”.
Desde que la gerencia de EPM,
a instancias del alcalde, presentó, en agosto de 2020, la demanda contra los
consorcios contratistas, muchos expertos y técnicos de EPM, de los consorcios y
de entidades independientes expresaron conceptos similares a los que recoge el
Informe Pöyry, desoídos sistemáticamente por el alcalde y la Junta Directiva.
No existe la más mínima
probabilidad de que las conclusiones del Informe Pöyry sean suficientes para
hacer entrar en razón al alcalde o conmover a su servil Junta Directiva. Queda
la esperanza de que las autoridades de vigilancia y control – Superintendencia de
Servicios Públicos, Procuraduría y Contraloría – hagan uso de sus facultades preventivas
y pongan término, de una vez por todas, a la incertidumbre sobre la culminación
del proyecto ocasionada por la obsesión del alcalde de sacar a los contratistas
actuales e instalar en su lugar, sin que importen el costo y las consecuencias,
a otros contratistas, recurriendo incluso, como revela el Informe, a la
contratación directa.
LGVA
Enero de 2022.
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