Hernán Henao, el hombre de familia
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
El cuatro de
mayo se cumplieron 20 años del asesinato de Hernán Henao Delgado, perpetrado
por sicarios al servicio de un criminal demasiado conocido, cuyo nombre me
ofende mencionar al lado del de Hernán. La Universidad de Antioquia y, en
particular, sus colegas y amigos del Instituto de Estudios Regionales han
programado unas jornadas académicas y culturales para recordar sus
contribuciones a distintos campos de la antropología y las diversas modalidades
de su ejercicio profesional.
Hernán Henao,
en efecto, se paseó por todas las áreas de la antropología, se aproximó a ellas
desde la teoría y el trabajo empírico y lo hizo como profesor, investigador y
asesor en la formulación de políticas públicas. Entre todos los temas que
atrajeron su interés quiero destacar aquí el de la familia y el de la condición
del hombre dentro de ésta, pues es en ellos donde, a mi modo de ver, ser
produce con mayor notoriedad el entrelazamiento profundo entre su trabajo
profesional y el extraordinario ser humano que Hernán fue.
De su maestra, Virginia Gutiérrez de Pineda, le vino, sin duda, su vocación por la familia, filiación que se evidencia en todos sus ensayos sobre el tema. La génesis de su interés por la figura masculina en la familia es menos ostensible, aunque él da algunas pistas cuando señala que los estudios de familia se verían recortados sin un enfoque de género y que, “ante la avalancha de escritos sobre mujer” decide asumir “interrogantes sobre el hombre en tanto género y no en cuanto categoría general para hablar de la especie humana”.
Pero sea cual
sea la génesis intelectual, su reflexión teórica y su trabajo empírico sobre el
tema del padre y del hombre en la familia lo llevan a una conclusión analítica
y a un enunciado normativo que encuentran ambos una singular expresión en su
propia experiencia vital.
En su hermoso
ensayo, “Visión histórico-antropológica del padre: esbozos de obertura en
cuatro tiempos”, de 1990, después de un erudita y fascinante exploración sobre
la figura del padre – en donde aparecen Esquilo, Eurípides, Cervantes y Bernardino
de Sahagún y todos los grandes de la antropología: Parson, Morgan, Mauss,
Lévi-Strauss y Durkheim- Hernán llega a esta conclusión:
“Los esbozos de padre que hemos recogido, y los que podemos recoger, en
diversas sociedades, incluyendo la nuestra, en la cual parece diluirse en medio
del conflicto y la crisis de familia, apuntan a afirmar que ha hecho falta mirar al padre desde otro
lugar, en donde no se le oponga a la madre ni se les niegue a los hijos. Pero
no mirarlo para la defensa del oficio, sino para revolucionarlo”
En Antioquia,
la imagen unilateral del padre que rechaza Henao es la del padre como
proveedor, la del padre que, paradójicamente, afirma su preeminencia en el
entorno hogareño por sus actividades extra-hogareñas, en particular, las
económicas o productivas.
Es esta imagen
de padre y hombre la que - en el ensayo “Un hombre en casa, la imagen del padre
hoy”, de 1997, basado en una amplia encuesta - Henao encuentra que está
cambiando de forma sutil pero significativa, aunque sin abandonar por completo
el molde tradicional. Esta es la conclusión analítica a la que llega a partir
de los resultados de la encuesta que indican que los padres de hoy juegan más
con sus hijos y participan más de los oficios domésticos al tiempo que los
miembros del hogar esperan que sean más amorosos, dialogantes y colaboradores.
Y de ahí
surge la nueva mirada y el nuevo modo de ser del padre, que Henao reclamaba
siete años atrás:
“En conclusión, hay papeles y valores nuevos para los padres. Estar y
hacer, relacionarse más con los miembros de la familia, disfrutar del ambiente
hogareño es hoy más importante para hombres y mujeres (…) de lo que fue en el
ayer, en donde a él se le demandaba y se le valoraba por lo que hacía fuera del
hogar”.
Este nuevo estar y hacer - que significa estar
presente en la crianza y en la vida del hogar, en las actividades cotidianas y
en las trascendentales - revoluciona el oficio de ser el padre porque para
lograrlo el varón – a Henao le encantaba esta palabra- debe “andar el camino de
espacios y tiempos que se le han asignado a la feminidad” porque “nada puede
acontecer en el hogar sin que esté presente el toque femenino, y este puede
aportarlo también el hombre”.
En su vida
cotidiana, Henao, sin dejar de ser un cumplido y generoso proveedor, fue ese
varón amoroso, tierno, feminizado que creía estaba emergiendo en nuestro medio y
que deseaba profundamente que todos los hombres llegáramos a ser, pues eso
llevaría a una radical transformación de la familia y, a la larga, de la
sociedad entera.
Terminada la jornada
laboral, a eso de las cuatro o cinco de la tarde, Hernán llegaba a la casa de
los abuelos, donde esperaban los niños y los mayores, y se zambullía en la familia: se
entregaba al juego, al hacer de las tareas y al diálogo con los que estaban ya
en la casa y con los que iban llegando de sus propios lugares de trabajo. Era
un conversador incansable, interesado por todo lo que nos pasaba a todos.
Mi deuda
personal con Hernán es enorme: su amistad me hizo mejor persona. Su casa, la
casa de Hernán y Dorita - quienes los
quisimos nos acostumbramos a pensarlos juntos- siempre estuvo abierta para mí y
todos sus familiares y los muchos amigos que tuvieron, quienes encontramos en
ella un remanso de alegría y de paz, rodeados de libros y recuerdos etnográficos.
Cuantas las veces lo necesité, estuvo allí, como un percherón – grande,
fuerte, noble – dispuesto a tirar la carreta.
No conozco el
interior de todas las familias e ignoro si hay un patrón de referencia que
iguale a todas las que son dichosas, como imaginara Tolstoi. En todo caso, en
la familia extensa bilateral que tuve el privilegio de compartir con Hernán, su
presencia fue un factor permanente de seguridad, sosiego y dicha.
Por supuesto
que seguimos siendo una buena familia extensa unida, una familia dichosa, como nos
enseñaste a serlo, como hubieras querido que lo fuéramos después de tu partida,
pero, ¡qué falta que nos haces, Hernán!
LGVA
Mayo de 2018.
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