Saudade
de los Juegos Olímpicos de Rio
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista,
Docente Universidad EAFIT
Tres medallas de oro,
dos de plata y tres de bronce, que le valieron el lugar 22 entre 207
participantes, se constituyen en la mejor participación de Colombia en los
Juegos Olímpicos. Mariana Pajón, Catherine Ibargüen, Oscar Figueroa, Ingrit
Valencia, Yuberjén Martinez, Yuri Alvear, Carlos Ramirez y Luis Javier Mosquera
nos han dado una alegría sin límites compartida por todos los colombianos.
También nos dieron alegría los otros 141 deportistas que no alcanzaron medallas
pero que se entregaron a fondo en sus competencias.
Durante los últimos
quince días pasé largas horas frente al televisor disfrutando las proezas de
los atletas olímpicos. También leí sobre los juegos pasados y revisé estadísticas
de participantes y medallas. Comparto algunos datos que atrajeron mi atención.
Está en primer lugar el
elevado número de países participantes en los olímpicos de Rio: 205; las
Naciones Unidas tienen 193 estados miembros.
En los juegos de 1948 fueron
cincuenta y nueve, treinta y cuatro de los cuales obtuvieron alguna medalla.
Como consecuencia de la aparición de decenas de países independientes, resultante del proceso de descolonización de África, de los años 50 y 60, el
número de participantes crece sostenidamente hasta los olímpicos de Múnich, en
1972, a donde llegaron atletas de 121 países. En los juegos siguientes, los de
Montreal, asistieron 92. Es probable que la masacre de los atletas israelíes,
perpetrada por el grupo terrorista Septiembre Negro durante los juegos de
Múnich, haya incidido en la decisión de algunos países de abstenerse de participar.
La asistencia cae nuevamente en los olímpicos de 1980, por el boicot declarado
por Estados Unidos en protesta por la invasión a Afganistán un año antes: a
Moscú llegaron representantes de 81 países. La URSS y sus aliados boicotearon a
su turno los juegos de Atlanta de 1984, no obstante lo cual el número de países
participantes llegó a 141. En los juegos de Seúl en 1988, la URSS participó por
última vez. En los de Barcelona, en 1992, llegó bajo el nombre de Unión de
Estados Independientes, la entidad política que la sustituyó efímeramente.
Gracias a Gorbachov, quien recibió un país y devolvió más de 20, el número de
participantes en los juegos de Atlanta se elevó a 196, donde los países de la
extinta Unión Soviética desfilaron bajo sus propias banderas. Desde entonces el número
de países participantes ha crecido moderadamente olimpíada tras olimpíada hasta llegar
a la cifra de 205 que se hicieron presentes en Rio. Al parecer un estado moderno no es
estado sin un equipo en la FIFA, una delegación en los olímpicos y una
candidata a Miss Universo: los atributos de la soberanía.
Gráfica
1
Ganar una medalla
olímpica es extremadamente difícil en cualquier deporte. Los países que ocupan
los diez primeros lugares y que acaparan más del 50% de las medallas, son
prácticamente los mismos desde 1996. Tuve curiosidad por saber si el aumento en
el número de participantes había llevado a una distribución más equitativa de
las medallas. Los resultados de mis pesquisas se resumen en la siguiente tabla.
Se usan los indicadores
empleados comúnmente en economía industrial para medir el grado de
concentración de un mercado. C1, C2 y C3 indican, respectivamente, la cuota del
primero, los dos primeros y los tres primeros agentes del mercado. En nuestro
caso es el porcentaje de medallas obtenidas y los agentes son los tres primeros
países del medallero. Se incluyó también un C 10 que tiene un significado
análogo a lo ya indicado. El índice HHI es la suma de los cuadrados de las
cuotas de mercado de todos los participantes: un valor de 10.000 es monopolio
absoluto y mientras más se acerque a cero mayor es el grado de competencia. Se
añadió una columna (PGM) con el porcentaje de países que ganaron una o más
medallas. Los indicadores están calculados para las medallas de oro.
Partiendo de su valor
en 1960, todos los indicadores muestran una tendencia a la reducción que se ve
interrumpida en los juegos de Moscú y Atlanta donde, como consecuencia del
boicoteo recíproco del bloque capitalista y bloque socialista que sacó de liza
a importantes competidores, los otros grandes competidores obtuvieron un número
de medallas más abultado que el habitual. En Moscú, 1980, y en Atlanta, 1984, la URSS y USA obtuvieron, respectivamente, un
56% y un 85% más medallas que en Montreal en 1976 donde se había enfrentado sus
atletas. Desde entonces los indicadores de concentración retoman su tendencia a
la reducción.
La gráfica 2, que
muestra la evolución del HHI del medallero olímpico para cada una de las
tres medallas y para la suma de todas ellas, confirma esa tendencia a la reducción
de la concentración. El oro tiene un HHI más elevado mientras que la plata y el
bronce son más competidos.
Gráfica 2
El que los juegos sean
más competitivos en cuanto a las posibilidades de tiene un país de alcanzar
medallas, no se sigue de esto que su distribución tenga que ser más
igualitaria. La igualdad absoluta exigiría que cada país obtuviera un número de
medallas proporcional al número de participantes. En la gráfica 3 se muestra el
índice de Gini de la distribución de medallas de los últimos tres juegos
olímpicos calculado con base en la participación porcentual de cada país en el
número total de atletas y su participación en el total de medallas distribuidas,
en las tres categorías y en la suma de todas ellas. Para decepción de los
igualitaristas en todos los casos y todos los años sus valores están bien por
encima del 30 que suele considerarse adecuado para la distribución del ingreso. Los países
con mayor número de participantes suelen estar en la parte alta del medallero y
su cuota de medallas excede su cuota de participantes. Ojalá que los
igualitaristas no encuentren que esto es algo oprobioso y no se les ocurra
promover un movimiento hacia la equidad medallística.
Gráfica
3
En síntesis, si nos
atenemos a la interpretación corriente, el HHI de los juegos olímpicos se
asemeja al de un mercado altamente competitivo. La fácil difusión de las mejores prácticas
deportivas y las mejoras en las condiciones económicas de los países de menor
ingreso, que les permitan dedicar al deporte una mayor porción de sus recursos,
permiten augurar que ese grado de competencia se mantendrá e incrementará en el
futuro. Por lo pronto queda la saudade de los juegos de Rio y la ilusión de ver
los de Tokio en vivo y en directo.
それまで
それまで
LGVA
Agosto de 2016.
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