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sábado, 16 de febrero de 2013

Lauchin Currie: el maestro de los economistas colombianos


Lauchin Currie: el maestro de los economistas colombianos


Luis Guillermo Vélez Álvarez
Departamento de Economía, Universidad EAFIT
Consultor, Fundación ECSIM

En diciembre de este año se cumplen 20 de la muerte de Lauchin Bernard Currie en Bogotá. Se le recuerda como el arquitecto del sistema UPAC que transformó de forma definitiva el sector financiero y el sector de la construcción en Colombia. Además de eso, el pensamiento y la obra de este economista canadiense, nacido en Nueva Escocia en 1902, fueron definitivos en la formación de los economistas de mi generación, los que pasamos por las aulas de las facultades del país en los años 70; la década de los gobiernos de Misael Pastrana Borrero, Alfonso López Michelsen y los dos primeros años del de Julio Cesar Turbay Ayala.

El Plan de Desarrollo de Pastrana Borrero, Las Cuatro Estrategias, no sólo está inspirado en las ideas de Currie, formuladas años atrás en su Operación Colombia, sino que éste participó activamente en su redacción, como lo señala Roberto Arenas Bonilla, director del DNP bajo el gobierno de Pastrana  Borrero y quien fue responsable del regreso de Currie a Colombia[1]. En cuanto a la administración de López Michelsen, el hecho más significativo, para los economistas que entonces nos formábamos, fue la bonanza cafetera - el café llegó a cotizarse a US$ 3 la libra, equivalentes a unos US$ 8 de hoy - cuyo manejo, para evitar el desbordamiento de la inflación, absorbió las energías de sus ministros de hacienda – Botero Montoya, Espinosa Valderrama y Palacio Rudas – y ocupó la discusión económica de aquellos años.

Las discusiones de sobre la situación macroeconómica y la política pública llegaban con mucha fuerza a las facultades de economía en esa época y su eco alcanzaba a los estudiantes en algunas de la cátedras, por los trabajos que encomendaban algunos profesores o por las publicaciones de las entidades gremiales o de los centros de investigación. La Facultad de Economía de la de Antioquia, con su Centro de Investigaciones Económicas – CIE – participaba activamente del debate económico nacional. Allí estaban Francisco Gómez, Hugo López, Juan Felipe Gaviria, Mariano Arango, Santiago Peláez y otros más cuyos conceptos tenía peso específico en la discusión económica nacional. Los tres primeros habían publicado en 1970 un trabajo titulado “Contribución al Estudio del Desempleo en Colombia” que tendría gran importancia en el desarrollo de la investigación económica en el País.  

Lauchin Currie llegó a Colombia por primera vez en 1949, al frente de la primera misión del recién creado Banco Mundial. Alguien como él, que había trasegado por la London School of Economics y la Universidad de Harvard y que había hecho parte del equipo de asesores económicos que diseñaron el famoso New Deal de Roosevelt[2], debió sentirse aterrorizado ante el panorama desolador de los medios disponibles para realizar su trabajo. Doce años después describe así lo que encontró:

“En ese tiempo no existían prácticamente los economistas, no había estadísticas tales como las series de medios de pago, de ingreso nacional y de balanza de pagos o de costo de vida, aunque se había comenzado a trabajar para obtenerlas. El Presupuesto era un panfleto que apenas dividía los gastos entre forzosos y ocasionales”[3]

A pesar de eso a Currie le gustó Colombia y se quedó; para bien sin duda alguna de nuestra profesión y del desarrollo económico del país. Pero lo cierto del caso es que el resultado de su trabajo, la “Operación Colombia, Un programa nacional de desarrollo económico y social”, en su título completo, no tuvo ninguna acogida en el gobierno nacional. Lleras Camargo rechazó el plan porque estaba comprometido con los programas de la Alianza para el Progreso y con el Plan Decenal de Desarrollo, elaborado por la CEPAL, cuyo diagnóstico y propuestas eran diametralmente opuestas de las de Currie en cuestiones fundamentales. La Operación Colombia desestimaba, sin miramientos, la importancia de la reforma agraria como solución a los problemas del campo. Esto era poco menos que una herejía: la reforma agraria era bandera del partido liberal desde la época de López Pumarejo y la célebre ley 200. Los gobernantes posteriores del Frente Nacional – Guillermo León Valencia y Carlos Lleras Restrepo – tampoco se interesaron en la Operación Colombia. Lleras siempre fue su enemigo declarado. Bajo la administración de Pastrana Borrero el profesor Currie tendría su oportunidad.

Como lo documenta el profesor Mario García, Currie se había ocupado de cuestiones macroeconómicas y monetarias. Sus estudios empíricos sobre el ciclo económico – señala García – lo llevan a la idea según la cual existen ciertos sectores de actividad que jalonan las fases de expansión y contracción propias del ciclo arrastrando el desempeño de los demás sectores. Esta idea combinada con elementos de la teoría del crecimiento de su maestro Allyn Young será el fundamento de su teoría del desarrollo formulada en “Operación Colombia” y afinada en obras posteriores. Pero ya en este trabajo Currie era plenamente consciente de estar formulando una teoría del desarrollo y no sólo un programa específico para Colombia.

“ Aunque ha sido escrito específicamente para Colombia, los términos generales de las soluciones propuestas pueden ser aplicados a cualquier país subdesarrollado en donde exista una tecnificación básica en la agricultura y en la industria, en donde haya la posibilidad de aumentar exportaciones y en donde haya mucha gente ocupada en agricultura de tipo colonial y de muy baja productividad….”[4]

 
Quiero solamente destacar dos aspectos estrechamente vinculados: el primero tiene que ver con el diagnóstico sobre la situación de la economía colombiana del que parte la formulación de la Operación Colombia y el segundo con su propuesta central que desafiaba, y continúa desafiando, los prejuicios económicos de amplios sectores de la dirigencia del País.

 La Colombia de los años cincuenta está viviendo el nacimiento de su industria, un proceso iniciado en los años treinta cuando el cierre de los mercados internacionales ocasionado por la crisis y posteriormente por la segunda guerra mundial abrió el sendero de la industrialización sustitutiva. Pero se trata en un industria mediocre cuyo expansión se ve frenada por las restricciones que a su tecnificación imponen las limitaciones a la importación de equipos y maquinaria, dependiente de la disponibilidad de divisas provenientes de la exportación de café, y por la estrechez de un mercado compuesto por una masa migrantes pobres llenos de necesidades pero carentes de poder compra para expresarlas en un demanda efectiva en el mercado. Porque ocurre que en ese momento también Colombia se está urbanizando y a todas sus ciudades están llegando oleadas de campesinos desplazados más que por la violencia – como predica un prejuicio económico ampliamente extendido en el País aún en nuestros días – por su paupérrima productividad. Colombia está viviendo su fase natural de industrialización y urbanización y es en ese contexto donde se enmarca la Operación Colombia.

“Aunque el enfoque de este programa – escribe Currie - puede aparecer un tanto novedoso, lo que en realidad persigue es una considerable aceleración deliberada de las fuerzas naturales que están actualmente en operación. La población urbana está aumentando en relación a la rural, las tierras y los agricultores más productivos están desplazando a los agricultores marginales; tarde o temprano se iniciarán exportaciones de carne y de otros artículos; la salud urbana ha ido mejorando; más niños tendrán oportunidad de más años de escuela en las universidades; pero las fuerzas naturales se desenvuelven lentamente, y encuentran resistencia y causan sufrimientos. Y no hay tiempo. La única cosa nueva de este programa es la de que es un intento planificado, consciente y deliberado de acelerar los resultados de las fuerzas naturales y de canalizar la mayor parte de los primeros incrementos de la producción para el mejoramiento del nivel de vida de los grupos de más bajos ingreso”[5].

 Este es el diagnóstico: el País está experimentando un proceso “natural” de urbanización y frente a ello lo que debe hacerse no es tratar de mantener a los campesinos aferrados a las pequeñas parcelas que se les entregarían como resultado de la reforma agraria[6]; no es tratar de impedir o desacelerar el proceso de migración, por el contrario se trata de acelerarlo.

 
“Provocar – escribe Currie - una migración acelerada de trabajadores ahora relativamente improductivos hacia las grandes ciudades, suministrándoles vivienda, servicios públicos, empleos, educación y protección para la salud de sus hijos”[7].

Y añade:

“Uno de los objetivos primordiales de la Operación es el que la gente que actualmente está fuera de la economía monetaria, sea incorporada completamente dentro de ella, lo cual implica que los nuevos trabajadores deben ser absorbidos lo más rápidamente posible en empleos de tiempo completo a los salarios que rijan. En esta forma, ellos podrán hacer suficientes pagos mensuales que les permitan adquirir casas de las cuales puedan enorgullecerse”[8].

Ya entonces tenía claro que la construcción de vivienda debía jugar un papel fundamental en la Operación:

“Parece ser de la mayor importancia que se haga atractiva a las empresas privadas la construcción y financiación de casas de bajo costo.(…) Aunque hasta ahora hemos sobrevivido con los sistemas actuales, obviamente ellos serían incapaces de hacer frente a las necesidades de vivienda de la Operación, por lo cual debe hacerse que el capital privado encuentre atractiva la provisión de vivienda”[9].

Aunque el Banco Central Hipotecario  y el Instituto de Crédito Territorial  habían sido creados en los años treinta, no existía un sistema generalizado de crédito hipotecario. El gran reto de las Cuatro Estrategias sería crearlo en un contexto de alta inflación.
Las Cuatro Estrategias es probablemente el plan de desarrollo más coherente que se haya formulado en toda la historia de la planeación en Colombia. Desató en su momento grandes polémicas. Contra él enfilaron baterías sectores del partido liberal, López Michelsen y Jorge Child, entre otros, y de la economía marxista, por entonces muy influyente en la universidad pública. Jesús Antonio Bejarano[10] y Bernardo García[11] lo atacaron con dureza recogiendo en buena parte de las invectivas que contra la Operación Colombia había lanzado el maestro de todos ellos Mario Arrubla[12]. Y no podía ser de otra forma pues en contra de las ideas del reformismo agrario prevaleciente, Currie había declarado:
“El modelo que proponemos para Colombia no es el de una nación llena de campesinos propietarios laborando sus pequeñas propiedades con herramientas de mano, sino más bien el de un país como el Canadá o los Estados Unidos en donde un número reducido de hacendados propietarios cultivando la mejor tierra y empleando técnicas modernas y mucha maquinaria, han alcanzado enormes progresos en la productividad agrícola, con el consecuente bienestar para sus países. La escogencia entre estos dos modelos será decisiva para el futuro de Colombia”[13]
Suele decirse que de las cuatro estrategias contempladas en el Plan, la administración Pastrana sólo aplicó una: la de la construcción, que daría lugar al desarrollo del sistema UPAC y a la creación de las Corporaciones de Ahorro y Vivienda. Estos cambios institucionales se encuentran entre los más significativos y duraderos en la historia económica del País.  Dieron lugar al desarrollo del crédito hipotecario, a la consolidación del sector de la construcción y a un notable crecimiento de la actividad constructora durante las tres décadas siguientes. El propósito del mecanismo era garantizar que el ahorro fluyera hacia el sector de la construcción aún en épocas de inflación lo cual era imposible con tasas de interés fijas o habría exigido tasas de interés crecientes con el incremento de los precios para combatir la renuencia de los ahorradores a prestar. Originalmente la idea era indexar los ahorros y la hipotecas al aumento del nivel de precios, no las tasas de interés. La indexación de las propias tasas de interés vendría después introduciéndose con ello distorsiones que – como diría Currie años después – “destruyeron su simplicidad original.”[14]

Las otras tres estrategias tenían que ver con la diversificación y el incremento de las exportaciones, el aumento de la productividad de la agricultura y la distribución del ingreso; esto último mediante una orientación del gasto público hacia la educación, la salud y la provisión de los servicios públicos. Tienen razón los críticos cuando señalan que durante la administración Pastrana Borrero solamente se implantó la estrategia del sector de la construcción. Y ello fue así porque en realidad era lo único posible. Si damos una mirada desprevenida a la historia económica de las últimas tres o cuatro décadas podemos constatar que lo que hemos venido haciendo es tratar de aplicar – con otros nombres y desigual constancia – las otras tres estrategias del Plan de la administración Pastrana o mejor aún de la Operación Colombia. Porque realmente más que un Plan diseñado para ser aplicado en un período de gobierno, la Operación Colombia es al mismo tiempo en una visión del desarrollo económico de un país en un momento particular de su historia y una propuesta estratégica para acelerar ese desarrollo mediante una acción deliberada que entienda, se ajuste y aproveche las lógicas de ese momento de la historia que se está viviendo para hacer más rápido el cambio y mitigar los sufrimientos que entraña una transformación de vastas proporciones.
Cuando leo sobre China con esas historias de ciudades que parecen surgir de la nada dispuestas a la espera de los millones de migrantes provenientes del campo, con la explotación masiva de esos rendimientos crecientes resultantes del empleo de una fuerza de trabajo casi ilimitada en la industria moderna, con el desaforado crecimiento de sus exportaciones, en fin, con una juventud viajera educándose y aprendiendo cosas en todas partes del  mundo; me asalta de la sospecha de que allá tienen su propio Currie cuyas enseñanzas siguen con una dedicación y constancia que nos haría bien imitar.

LGVA

Febrero de 2013.




[1] “…con el sobresaliente equipo técnico del Departamento – enriquecido posteriormente con el retorno al país del distinguido profesor Lauchin Currie (…) y la asesoría de distinguidos expertos extranjeros, dimos comienzo a un intenso trabajo que permitió sentar las bases del nuevo Plan de Desarrollo”, escribió Roberto Arenas Bonilla en el prólogo a las Cuatro Estrategias. WWW.dnp.gov.co/planesdedesarrolloanteriores.
[2] García Molina, Mario. “A new dealer in the tropic; Lauchlin Currie and Colombian mid 20th century’s development”. Comunicación presentada en la Primera Jornada de Estudios en Historia de Pensamiento Económico, Universidad EAFIT. Medellín, octubre de 2009.
 
[3] Operación Colombia, Un programa nacional de desarrollo económico y social, Sociedad Colombiana de Economistas, Biblioteca de estudios económicos, Bogotá, 1961. Versión abreviada en Economía Colombiana. 313 – 314. Página 136.
[4] Ídem. Página 135.
 
[5] Ídem. Página 142 – 143.
 
[6] Este punto de vista lo expresaba con singular nitidez Carlos Lleras Restrepo: “…lo que tienda a vincular a la tierra a la población campesina puede considerarse como social y económicamente útil, aún en el caso de que en algunos sectores rurales tuviera que prolongarse una economía de simple subsistencia” Citado por Mario Arrubla (1962, 1971) Estudios sobre el subdesarrollo económico colombiano. Ediciones el Tigre de Papel, Medellín, 1971. Página 66.
 
[7] Operación Colombia. Página 142.
 
[8] Ídem. Página 152.
 
[9] Ídem. Página 152.
 
[10] Bejarano, J.A. “Currie: diagnóstico y estrategia” Cuadernos colombianos, N 3, Bogotá, 1974.
 
[11] García, B.  Anti-Currie: crítica a las teorías de desarrollo capitalista en Colombia, Medellín, La Carreta, 1973.
 
[12] Arrubla escribió el artículo “Operación Colombia o el capitalismo utópico” publicado en junio de 1962 en uno de los tres números la revista marxista Estrategia, que Arrubla fundara en asocio de Estanislao Zuleta. Este y otros dos trabajos fueron reunidos posteriormente en un libro titulado Estudios sobre el subdesarrollo colombiano publicado por la editorial La oveja negra en 1969.  Este librillo marcaría a todos los que estudiamos economía en las universidades Nacional, de Antioquia y del Valle es los años 70.
 
[13] Lauchin Currie. Operación Colombia. Ed. Biblioteca de estudios económicos, página 37. Citado por Arrubla (1962, 1971) página 35.
 
[14] Véase: Currie, L. Moneda en Colombia. Comportamiento y control. Fondo Cultural Cafetero. Bogotá, 1987.

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