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miércoles, 9 de enero de 2013

Pensamiento Económico - Lección VIII - Ricardo


Lección VIII

David Ricardo y la Economía Política Clásica

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista, Docente Universidad EAFIT

 

I

David Ricardo nace en 1772 y muere en 1823. Miembro de una familia de banqueros y agentes de cambio, recibe una educación orientada a los negocios. Entre los 11 y los 13 años estudia en Holanda, donde residen unos tíos suyos que operan allí como agentes de cambio. A los 14 años trabaja con su padre en la Bolsa de Londres. A los 21 está ya casado y opera por su cuenta en el mercado de valores. Su éxito en los negocios es considerable. Hacia 1815 distribuye su tiempo entre su actividad financiera, el estudio y la política. Estudia matemáticas, química, geología y, por supuesto, economía política. En 1.819 llega a la cámara de los comunes donde permanece hasta el año de su muerte en 1.823. La primera edición de su obra más importante, Principios de Economía Política y Tributación, se publica en 1817; 41 años después de la Riqueza de la Naciones. La obra tuvo otras dos ediciones en vida de Ricardo en 1.819 y 1.821.  Además de los Principios, Ricardo escribió un gran número de folletos[1] y dejó una gran correspondencia sobre asuntos económicos con numerosos corresponsales.

Ricardo participó activamente en el debate de política económica de Gran Bretaña en las primeras décadas del siglo XIX. Es un período de especial importancia en la historia europea: el de las guerras napoleónicas y en particular  del Bloqueo Continental  impuesto por Napoleón a Gran Bretaña[2]. El Bloqueo acarreó importantes consecuencias económicas para Gran Bretaña. Entre 1.809 y 1.811 se presenta una elevada inflación o, lo que es lo mismo, una gran depreciación de la moneda constituida por los billetes emitidos por el Banco de Inglaterra. Ricardo escribe y publica en 1.810 un folleto titulado El alto precio de los lingotes, prueba de la depreciación de los billetes del banco en el cual sostiene que la depreciación de los billetes del banco y la consiguiente inflación es el resultado de una emisión excesiva consecuencia de la inconvertibilidad de los billetes decretada por el Banco de Inglaterra. Este escrito le dio gran notoriedad a Ricardo y en él se encuentra expuesto lo fundamental de su teoría monetaria. No obstante, el trabajo teórico más importante de Ricardo anterior a los Principios de Economía Política y Tributación  es su Ensayo sobre las Utilidades[3]. Este es un texto fundamental pues en él está contenida la esencia de la teoría ricardiana que será desarrollada en los Principios.  Es conveniente por ello examinarlo con algún detalle.

II

Hacia 1.813-1.814 se presentó una notable reducción del precio del trigo debido a una abundante cosecha y a la reanudación de las importaciones al término del bloqueo. Como consecuencia de ello, los terratenientes vieron sus rentas reducidas de manera sustancial. Presionaron políticamente y obtuvieron del Parlamento la adopción, en 1.815, de la llamada Ley sobre los cereales por medio de la cual se limitaba la importación de grano de Europa cuando el precio de importación era inferior a un mínimo fijado por la ley. El Ensayo sobre las Utilidades, que contiene la fundamentación teórica de la oposición de Ricardo a las restricciones  a la importación de cereales, fue uno de los numerosos folletos que se escribieron anticipando los debates sobre las leyes cerealistas.

Ricardo está interesado por lo que él denomina “los efectos naturales del progreso de la riqueza”, es decir, por el crecimiento económico o acumulación del capital. Sus tesis pueden resumirse en los siguientes puntos:

·         El salario real de los trabajadores está conformado por una cierta canasta de bienes de subsistencia, fundamentalmente de productos agrícolas: trigo.

·         El salario nominal depende del precio de los bienes de subsistencia de los trabajadores. Cuando el precio de éstos aumenta también aumenta el salario nominal y se reducen los beneficios del capital. 

·         Los capitalistas invierten  sus beneficios. Esta acumulación de capital eleva el número de trabajadores empleados. Esto requiere un incremento en la producción de bienes de subsistencia.

·         La producción adicional de bienes de subsistencia lleva al empleo de tierras menos fértiles y menos productivas. La dificultad de producción aumenta y en consecuencia aumenta el precio de las subsistencias. Esto lleva al aumento de los salarios y a la baja de la tasa de beneficios.

·         Como la tasa de beneficio constituye el motivo de la acumulación, cuando cae por debajo de cierto nivel, la acumulación se detiene y con ello el progreso de la riqueza.

El Ensayo y, posteriormente, los Principios contienen el desarrollo analítico de estas tesis. Son tres las hipótesis básicas de su teoría:

·         La existencia de tierras de calidad diferente y de superficie limitada. Por tanto, en la agricultura, los rendimientos son decrecientes.  

·         Un salario real fijo. El salario real es el conjunto o canasta de bienes que permiten la reproducción de los trabajadores y sus familias “sin incremento ni disminución”[4]

·         Uniformidad de la tasa de ganancia o beneficio en todas las ramas de producción. Esta hipótesis es el rasgo distintivo de la producción capitalista.

En el Ensayo sobre las Utilidades hay una hipótesis adicional que será abandonada en los Principios. Es la hipótesis según la cual en la agricultura el capital invertido en el cultivo y el producto son una misma mercancía: trigo[5]. Esto significa que la tasa de ganancia en la agricultura se determina por las condiciones técnicas de producción independientemente de los precios. Dice Ricardo:

“En la primera colonización de un país rico en la tierra fértil que puede ser ocupada por el primero que se dedica a tomarla para sí, el producto total, después de deducidas las partidas correspondientes al cultivo, construirá las utilidades del capital y corresponderá al propietario de dicho capital, sin deducir de él nada para renta. Así, si el capital empleado por el individuo en dicha tierra tuviera el valor de 200 cuartales[6] de trigo (…) si después de reponer el capital fijo y circulante, el valor de la producción restante fuera de cien cuartales de trigo (…) la utilidad para el propietario sería del cincuenta por ciento…”[7]

En la tierra más fértil 200 cuartales de trigo avanzados como capital – semilla y alimento de los trabajadores – permiten producir 300 cuartales. Después de descontado el capital se obtiene un producto neto de 100. Por tanto la tasa de ganancia en la agricultura es de 50%. Pero esa es la misma tasa de ganancia que se establece para toda la economía por la norma de la uniformidad de la tasa de beneficio[8].  Dice Ricardo:

“Supondremos, sin embargo, que no hay progresos en la agricultura y que el capital y la población aumentan en la proporción debida, de suerte que los salarios reales de trabajo sigan siendo los mismos (…) En este estado de la sociedad, en que las utilidades del capital agrícola son, por suposición, el cincuenta por ciento, las utilidades de todos los demás capitales (…) serán también del cincuenta por ciento”[9]

Prosigue la acumulación hasta el momento en que se está obligado a cultivar tierras menos fértiles o menos ventajosamente situadas. En este caso sería  “necesario que se empleara permanentemente más capital para obtener la misma producción. Si suponemos que este aumento fuera por valor de diez cuartales de grano, el capital total empleado en la nueva tierra sería de doscientos diez, para obtener el mismo rendimiento que en la antigua, y, por consiguiente, las utilidades del capital bajarían del cincuenta al cuarenta y tres por ciento…”[10]

La puesta en cultivo de tierra menos fértil tiene como consecuencia la disminución de la tasa de ganancia y la aparición de la renta en la tierra más fértil. Dice Ricardo:

“En la tierra puesta primeramente en cultivo el rendimiento sería el mismo que antes, a saber, el cincuenta por ciento, o sea, cien cuartales de trigo; pero, estando reguladas las utilidades generales del capital por las que se obtienen en el empleo menos provechoso de capital en la agricultura, tendría lugar una repartición de los cien cuartales: el cuarenta y tres por ciento, o sea ochenta y seis cuartales, constituirían la utilidad del capital, y el siete por ciento, o sea catorce cuartales, constituirían la renta. Y que tiene lugar esta repartición resulta evidente cuando consideramos que el propietario del capital por valor de doscientos diez cuartales de trigo obtendrían exactamente la misma utilidad, ya cultive la tierra lejana, ya pague catorce cuartales de renta al primer colono”[11]

Como ya se indicó el análisis del Ensayo reposa sobre una hipótesis fundamental según la cual en la agricultura el insumo y el producto son físicamente homogéneos: trigo. Es esto lo que permite que en la agricultura la tasa de ganancia se determine como una relación entre cantidades físicas del mismo producto y de forma independiente de los precios de las demás mercancías. La competencia entre los capitales hace que dicha tasa de ganancia se establezca para la economía en su conjunto.

Supongamos una economía de dos ramas, trigo y hierro, que se encuentre en la primera fase de acumulación, es decir, que en producción agrícola se emplean las tierras más fértiles y mejor situadas y que éstas son abundantes de tal suerte que no existe renta. Esa economía se representaría de la siguiente forma[12]:

 

a11P1(1+ r) = P1        (1)

(a21P1+ a22P2)(1+ r) =  P2      (2)

 

Donde: a11 es la cantidad de trigo necesaria para producir una unidad de trigo; a21 es la cantidad de trigo necesaria para producir una unidad de hierro; a22 es la cantidad de hierro necesaria para producir una unidad de hierro.

Evidentemente la tasa de ganancia se determina directamente de la ecuación del trigo – ecuación 1 – sin referencia a las demás ramas de producción.

r  = (1- a11)/ a11   (3)

Tomando el precio del trigo P1 como numerario, se determina el precio del hierro a partir de la ecuación 2 de la rama del hierro.

P2     =   a21/( a11- a22) (4)

Es claro que la tasa de ganancia depende exclusivamente de las condiciones de producción de la agricultura. Cuando se deterioran las condiciones de producción de la agricultura se reduce la tasa de ganancia y se eleva la relación de cambio del trigo con el hierro. En la ecuación 4 la derivada de P2 con respecto a a11 es negativa.

Con el avance de la acumulación de capital se ponen en cultivo tierras menos fértiles o peor situadas. En la agricultura coexisten dos técnicas de producción. Las ecuaciones 5 y 6 representan esta situación.

a11P1 (1+ r) + R = P1        (5)

(a*11P1+ )(1+ r) =  P1      (6)

Con a*11 >  a11, esto significa que en la tierra menos fértil se requiere una mayor cantidad de insumo por unidad de producto.

La tasa de ganancia se determina en la ecuación 6. Una vez conocida ésta se determina la renta en la ecuación 5.

r = 1 – (a11/a*11) (7)

Es conveniente recapitular los resultados del análisis anterior. Ricardo busca demostrar que a medida que progresa la acumulación del capital la tasa de beneficio tiende a disminuir como consecuencia del empleo de tierras cada vez menos productivas lo cual aumenta la dificultad de producción de los bienes de subsistencia que conforman el salario real. El resultado obtenido – la determinación de la tasa de ganancia de forma independiente de las relaciones de intercambio – depende de una hipótesis según la cual el producto y el capital avanzado en la agricultura son homogéneos físicamente. Malthus señala el problema de esa hipótesis:

“En la producción en ningún caso el producto tiene la misma naturaleza que el capital avanzado. En consecuencia, jamás podemos referirnos correctamente a la noción de una tasa física de producción”[13].

Adicionalmente, desde el punto de vista lógico existe una inconsistencia adicional. Si admitimos que en una rama de producción el insumo y el producto son homogéneos, por qué no suponer que eso ocurre en dos o más ramas de producción. En ese caso tendríamos una pluralidad de tasa de ganancia determinadas por las condiciones físicas de producción de cada rama y no habría forma de reducirlas a una tasa única y uniforme. Este sería un resultado absurdo complemente opuesto a la lógica de la producción capitalista. Así las cosas es necesario abandonar el supuesto del Ensayo y admitir que los insumos y los productos son heterogéneos físicamente. La dificultad de producción, de la cual depende la tasa de ganancia, no puede ser establecida como una relación entre cantidades. Es necesario establecer un método para hacer homogéneos los insumos y los productos y poder establecer así los cambios en la dificultad de producción y en la tasa de ganancia. Este es el problema de la teoría del valor que Ricardo abordará en los Principios[14]. 

Antes de proceder al examen de los Principios, es conviene leer el párrafo final del Ensayo:

“Pero volviendo al asunto de que vengo hablando, sólo añadiré que lamento muchísimo que se permita a los intereses de una clase determinada de la sociedad impedir el progreso de la riqueza y la población del país. Si los intereses de los terratenientes fuesen de suficiente importancia para determinarnos a no aprovecharnos de todos los beneficios que resultarían de importar grano a precios más bajos, también deberían movernos a rechazar todos los progresos de la agricultura y de los instrumentos de labranza; ya que estos progresos abaratan el cereal, reducen las rentas y amenguan la capacidad de los terratenientes para pagar impuestos, por lo menos durante algún tiempo, exactamente lo mismo que la importación de grano. De modo que, para ser consecuentes, con una misma ley detengamos el progreso y prohibamos la importación”[15].

III

Se lee en el preámbulo de los Principios:

“El producto de la tierra – todo lo que se obtiene de su superficie mediante la aplicación aunada del trabajo, de la maquinaria y del capital – se reparte entre tres clases de la comunidad, a saber: el propietario de la tierra, el dueño del capital necesario para su cultivo y los trabajadores por cuya actividad se cultiva. Pero en las distintas formas de sociedad, las proporciones del producto total de la tierra que serán imputadas a cada una de estas tres clases, bajo los nombres de renta, utilidad y salarios, serán esencialmente diferentes, dependiendo principalmente de la fertilidad real del suelo, de la acumulación de capital y de población, y de la habilidad, del ingenio y de los instrumentos utilizados en la agricultura. La determinación de las leyes que rigen esta distribución es el problema primordial de la economía política: a pesar de los grandes avances de esta ciencia gracias a las obras de Turgot, Stuart, Smith, Say, Sismondi y otros, dichos autores aportan muy poca información satisfactoria con respecto al curso natural de la renta, de la utilidad y de los salarios”[16]

Observaciones:

·         Al igual que en Smith, tenemos tres tipos de agentes económicos: trabajadores, capitalistas y terratenientes. Estos se diferencian entre sí porque las leyes determinan su ingreso, o su participación en el producto, son diferentes.

·         La distribución del producto no es la misma en todas las fases de la sociedad: depende la fertilidad de la tierra, la acumulación de capital, el tamaño de la población y de los avances técnicos en la agricultura.

·         Se trata de establecer el “curso natural” de la distribución de acuerdo con el estado de las variables que la determinan.

 

En los Principios, Ricardo abandona el supuesto del Ensayo según el cual en la agricultura el capital y el producto son una misma mercancía homogénea. Esto hace necesario abordar inicialmente el problema del valor de los bienes.

El valor de uso o la utilidad es la condición del valor de cambio[17]. Dada la utilidad, el valor de un bien depende de su escasez y de la cantidad de trabajo requerida para su producción. En algunos bienes – obras de arte, objetos de colección, etc. – el valor está determinado exclusivamente por su escasez. Para Ricardo, la economía política se interesa en aquellos bienes que pueden producirse en mayor cantidad mediante el ejercicio de la actividad humana:  

“… al hablar de los bienes, de su valor de cambio y de las leyes que rigen sus precios relativos, siempre hacemos alusión a aquellos bienes que pueden producirse en mayor cantidad, mediante el ejercicio de la actividad humana, y en cuya operación opera la competencia sin restricción alguna”[18]

Observaciones:

·         Las mercancías o los bienes de los que se habla son aquellos que pueden ser producidos libremente mediante el trabajo. Ricardo está interesado en la relación entre el salario y el los beneficios. Es decir, en la construcción de una teoría de la sociedad capitalista. Por ello, están por fuera del campo de la teoría del valor las cosas que no son reproducibles –cuadros, estatuas, libros raros, etc. – cuyo valor es independiente de la cantidad de trabajo inicialmente requerida para su producción. La determinación del valor de estas cosas no aporta nada a la comprensión de la relación salario – beneficio, por tanto es descartada del análisis.

·         El supuesto de competencia perfecta no es en forma alguna una hipótesis simplificadora. Es una exigencia lógica de la teoría que está presente en cualquier teoría de los precios. Así por ejemplo, Walras dirá: “La economía política pura es esencialmente la teoría de la determinación de los precios bajo el régimen hipotético de libre competencia absoluta”[19].  

Examinemos ahora la proposición inicial, que es la proposición central de la teoría:

“El valor de un artículo, o sea la cantidad de cualquier otro artículo por la cual puede cambiarse, depende de la cantidad relativa de trabajo que se necesita para su producción y no de la mayor o menor compensación que se paga pro dicho trabajo”[20]

El tema es el valor de cambio o precio relativo de las mercancías: la cantidad de cualquier otra por la cual puede cambiarse una mercancía; no de su valor absoluto.  Podemos por tanto escribir la siguiente relación:

Valor de cambio de A por B = Pa / Pb  (8)

Si la mercancía A tiene un precio de $ 20 y la mercancía B uno de $ 10, el valor de cambio de A en términos de B es de 2. Una mercancía tiene tantos valores de cambio o precios relativos como mercancías existen en el sistema aparte de ella misma.

El valor de cambio depende de las cantidades relativas de trabajo (L) que se necesitan para la producción de las mercancías. Por tanto podemos escribir:

Valor de cambio de A por B = Pa / Pb = La / Lb  (9)

Las cantidades L son cantidades de trabajo asalariado, no cantidades de trabajo concreto o específico de cada producción. Si fueran trabajos concretos, la expresión (9) carecería de sentido. Ricardo aborda la cuestión de la transformación de los trabajos concretos en trabajo asalariado homogéneo en la sección II del capítulo 1 que estamos estudiando. Señala al respecto:

“…al hablar del trabajo como base de todo valor y de la cantidad relativa de trabajo como determinante casi exclusivo del valor relativo de los bienes, no debe suponerse que paso por alto las distintas calidades de trabajo ni la dificultad que surge al comparar el trabajo de una horas o de un día, en una ocupación, con la misma duración del trabajo, en otra. La valuación de las distintas calidades de trabajo se ajusta rápidamente en el mercado para los fines prácticos y depende mucho de la destreza comparativa del trabajador así como de la intensidad del trabajo realizado. Una vez establecida esa escala, está sujeta a pocas variaciones. Si el trabajo diario de un joyero es más valioso que la labor diaria de un obrero común, ha sido ajustado desde hace mucho tiempo y se le sitúa en su debida posición en la escala del valor”[21]

Analíticamente, la idea de Ricardo puede desarrollarse de la siguiente forma. Sea W la masa salarial total de la economía expresada en dinero. Sean ti las cantidades específicas de trabajo de cada una de las diferentes ocupaciones y wi las tasas unitarias de salario de las diferentes ocupaciones. Por tanto se puede escribir:

W = Ʃ ti*wi   (10)

Las cantidades de trabajo asalariado Li empleadas en cada rama de la producción se pueden expresar como una fracción del trabajo asalariado total empleado en la economía en su conjunto:

Li = ti*wi/ W   (11)

Supongamos una economía con solo dos bienes: hierro y trigo. En la rama del hierro se emplean 10.000 trabajadores con un salario unitario de $ 60 y en la rama del trigo se emplean 20.000 trabajadores con un salario unitario de $ 20. La masa salarial total es $ 1.000.000 que se distribuye 60% en la rama del hierro y 40% en la del trigo. De esa misma forma se distribuye entre las ramas el trabajo asalariado. En estas condiciones la expresión (9) tiene sentido pues relaciona cantidades del mismo trabajo asalariado homogéneo.

Después de esta aclaración podemos volver al análisis de la proposición central de la teoría del valor. Supongamos por ahora que la producción de las mercancías A y B se realiza sin medios de producción: exclusivamente con trabajo directo. En este caso, el capital está constituido únicamente por los salarios avanzados por el capitalista. Sean La y Lb las cantidades de trabajo asalariado empleadas en cada rama y W la tasa de salario. Por lo tanto La*W y Lb* W son los capitales avanzados en cada rama. De acuerdo con la hipótesis de uniformidad de la tasa de beneficios (r) o que el capital se remunera en proporción a su valor, el precio de cada mercancía se escribe de la siguiente forma:

Pa = La*W + r* La*W = (1 + r)* La*W   (12)

Pb= Lb*W + r* Lb*W = (1 + r)* Lb*W  (13)

De donde se obtiene el resultado de la expresión (9):

Valor de cambio de A por B = Pa / Pb = La / Lb 

El resultado obtenido bajo el supuesto de que en la producción de los bienes sólo intervine trabajo directo o inmediato da a la teoría un alcance muy limitado. Ricardo enuncia la segunda proposición central de su teoría:

“El valor de los bienes no sólo resulta afectado por el trabajo que se les aplica de inmediato, sino también por trabajo que se empleó en los instrumentos, herramientas o edificios con las que se complementa dicho trabajo” [22]

Recordemos que Adam Smith había renunciado a la teoría de que el valor de cambio de los bienes depende de las cantidades relativas de trabajo empleadas en su producción una vez que aparece el capital y que, en consecuencia, el valor del producto se descompone en salarios del trabajo y beneficios del capital. En esta sección Ricardo trata de demostrar que ello no es así. Ilustra su tesis mediante el siguiente ejemplo:

“…si la canoa y los implementos del  pescador tuvieran un valor de 100 libras, y se calculara su duración en unos diez años, y si el pescador empleara diez hombres, cuyo trabajo costase 100 libras al año, y pescasen en un día de trabajo veinte salmones; si las armas empleadas por el cazador tuvieran también un valor de 100 libras y un duración también de diez años, si el cazador emplease igualmente diez hombres, con un costo anual de 100 libras, y en un día de trabajo cazaran diez venados, entonces el precio natural de un venado sería dos salmones, por grande que fuese la proporción del producto global empleado en los hombres que lo obtuvieron”[23]

Es claro en el ejemplo de Ricardo que en la producción de los bienes en cuestión interviene la misma cantidad de trabajo directo y se emplean capitales del mismo valor e igual duración. Las cantidades de trabajo directas e indirectas empleadas en la pesca de 20 salmones y en la caza de 10 venados son exactamente las mismas: un salmón requiere la mitad de trabajo que un venado, de ahí que la relación de intercambio sea de dos salmones por un venado. Esto no es afectado por la distribución del valor del producto en salarios del trabajo y utilidades del capital. Continúa Ricardo:

“La proporción que debería pagarse en concepto de salarios es de importancia máxima en lo que atañe a las utilidades, pues bien se comprende que las utilidades serán altas o bajas, exactamente en proporción a que los salarios sean bajos o altos; en cambio no puede afectar en los más mínimo el valor relativo de la pesca y de la caza, ya que los salarios resultaría simultáneamente elevados o reducidos en ambas ocupaciones”[24]

Ricardo busca mostrar que existe una relación inversa entre el nivel de los salarios y las utilidades. Para ello precisa demostrar que los cambios en el salario no afectan los valores relativos de las mercancías. Eso se cumple en dos situaciones, saber:

·         Cuando sólo se emplea trabajo directo y el tiempo transcurrido antes de colocar los bienes en el mercado es el mismo.

·         Cuando además de trabajo directo se emplea capital fijo del mismo valor y de la misma duración.

Naturalmente se trata de situaciones muy restrictivas. ¿Qué ocurre cuando el valor y la duración del capital difieren entre las diferentes actividades productivas?. La respuesta a este interrogante lleva a la tercera proposición fundamental de la teoría ricardiana del valor de cambio:

“El principio de que la cantidad de trabajo empleada en la producción de los bienes determina su valor relativo, considerablemente modificado por el empleo de maquinaria u otro capital fijo y duradero”[25]

Se abandona el supuesto de que, por ser el producto de la misma cantidad de trabajo, el capital empleado en todas las ramas tiene el mismo valor y la misma duración. Esto entraña la siguiente consecuencia:

“Esta diferencia en el grado de durabilidad del capital fijo, y esta variedad en las proporciones en que ambas clases de capital pueden combinarse, introduce otra causa, además de la cantidad mayor o menor de trabajo necesario para producir los bienes, para las variaciones de su valor relativo: dicha causa es al aumento o reducción del valor del trabajo”[26]

Veamos la expresión analítica de esta proposición. Supongamos que la mercancía A requiere ahora para su producción, además del trabajo directo La, el empleo de un capital  producido en el período anterior con un trabajo Lao. Ese capital tendrá un precio igual a LaoW*(1+r).  En estas condiciones, el capital avanzado para la producción de A incluye los salarios del período y el valor de ese capital producido en el período anterior. La ecuación del precio de la mercancía A (12)  tiene ahora la siguiente expresión:

Pa = [(1 + r)* LaoW   + LaW]*(1 + r)    (14)

Si suponemos que las condiciones de producción de la mercancía B no se modifican, su precio natural sigue siendo el mismo de la ecuación (13). Se obtiene el siguiente resultado:

Valor de cambio de A por B = Pa / Pb = [(1 + r)* Lao  + La]/Lb   (15)

El valor de cambio o precio relativo de los bienes depende ahora de las condiciones de producción de las mercancías –  cantidades trabajo directo e indirecto empleado en su producción – y del nivel de la tasa de ganancia. En esto consiste la  “modificación” de la que habla Ricardo.

Este resultado es desastroso para la pretensión teórica de establecer una relación inversa precisa entre los salarios y las utilidades. No obstante, Ricardo aparentemente minimiza su importancia:

“…el lector observará que esta causa de variación de los bienes produce efectos relativamente leves (…) los mayores efectos que podrían producirse sobre los precios relativos (…) no podrían excedes del 6% ó 7% (…) no ocurre los mismo con la otra principal causa de la variación del valor de los bienes, o sea el aumento o la disminución de la cantidad de trabajo necesario para producirlos”[27]

En Marx encontraremos un problema análogo al que enfrenta Ricardo: la incompatibilidad entre la teoría del valor trabajo y la regla de la uniformidad de la tasa de beneficio. De acuerdo con la ecuación (15), la determinación del valor de cambio de las mercancías por las cantidades relativas de trabajo empleadas en su producción sólo es válida cuando r = 0. Evidentemente esta es una situación sin ninguna significación analítica que evidentemente no corresponde a lo que Ricardo quiere demostrar: la relación inversa entre salarios y beneficios. Piero Sraffa, discípulo de Ricardo, aportará una solución a este problema.
Aquí  Ricardo introduce los conceptos de capital circulante y capital fijo. Escribe: “Según la rapidez con que perece el capital y requiere frecuentes reproducciones, o es de consumo lento, se le clasifica como capital circulante o fijo”[28]

IV

En el prefacio a los Principios, Ricardo indicaba que el producto se distribuye en las tres clases de la sociedad – trabajadores, capitalistas y terratenientes – en la forma de salarios, beneficios y renta. Sin embargo, en el análisis los precios relativos no aparece la renta. La razón de ello está en el hecho de que renta no es un determinante del precio. La teoría de la renta expuesta en los Principios había sido ya desarrollada en el Ensayo sobre las utilidades.

En capítulo 2 de los Principios comienza con el siguiente interrogante:

“Queda, sin embargo, por considerar si la apropiación de la tierra y la creación consecuente de la renta ocasionará alguna variación en el valor relativo de los bienes, independientemente de la cantidad de trabajo necesaria para su producción”[29].

La respuesta de Ricardo es tajante: la existencia de la renta no incide en el valor relativo de los bienes puesto que la renta no es un elemento del precio. Veamos ahora como se demuestra esta proposición.

Ricardo comienza su análisis con la siguiente definición de la renta:

“La renta es aquella parte del producto de la tierra que se paga al terrateniente por el uso de las energías originarias e indestructibles del suelo. Se confunde a menudo con el interés y la utilidad del capital y, en el lenguaje popular, dicho término se aplica a cualquier suma anualmente pagada por el agricultor al terrateniente”[30]

No todo lo que le paga el arrendatario al propietario es renta en el sentido económico. Si por el arriendo de una propiedad dotada de una vivienda y algunas instalaciones productivas se paga un alquiler de 100, sólo una parte de esta suma corresponde a la renta en el sentido económicos; otra remunera el capital invertido en las dotaciones con que cuenta la propiedad.

Veamos ahora por qué aparece la renta. Examinemos las siguientes tres proposiciones:

“En la primera colonización de un país, en el que existe abundancia de tierra rica y fértil, requiriéndose cultivar tan sólo una proporción muy reducida para el sostenimiento de la población existente, porción ésta que puede cultivarse con el capital a la disposición de la población, no habrá renta, pues nadie pagaría ´por el uso de la tierra, cuando todavía no es propiedad privada una gran extensión de ésta y donde quedan grandes extensiones a disposición de quienes deseen cultivarlas”[31]

“…únicamente porque la tierra no es ilimitada en cantidad ni uniforme en calidad, y porque con el incremento de la población, la tierra de calidad inferior o menos ventajosamente situada tiene que ponerse en cultivo, se paga renta”[32].

“Con el progreso de la sociedad, cuando se inicia el cultivo de la tierra de segundo grado de fertilidad, principia inmediatamente la renta en la tierra de primera calidad, y la magnitud de dicha renta dependerá de la diferencia en la calidad de estas dos porciones de tierra. Cuando se inicia el cultivo de la tierras de tercera calidad, la renta comienza inmediatamente en las de segunda, y está regulada, como antes, por las diferencias en sus energías productivas”[33]

En la tabla 1 se ilustra la aparición de la renta. Se tienen las tierras A, B, C y D que difieren en productividad. Esto significa que con la aplicación de las mismas cantidades de capital y trabajo se obtienen en ellas cantidades decrecientes de producto. En lo que Ricardo llama la primera colonización de un país – Fase 1 – es necesario cultivar únicamente la tierra A, la más fértil o productiva. En 100 unidades de esa tierra la aplicación de 50 unidades de trabajo permite la obtención de 1000 unidades de producto: trigo. En el ejemplo el capital avanzado es también trigo. El salario real unitario es de 10 unidades de trigo, por tanto el capital avanzado es de 500 unidades de trigo. Como el capital y el producto son una mercancía homogénea, la tasa de ganancia es igual al rendimiento físico de la tierra. Como la tierra es abundante no se paga renta por su uso. En la fase 1 la ganancia es por tanto de 100%.

Tasa de ganancia = (Producto – Capital)/ Capital = (1000 – 500)/500

Con el avance de la acumulación de capital se demanda más trabajo en la industria y otras actividades. Esto hace necesario la extensión del cultivo a tierra cada vez menos productivas.  En 100 unidades de la tierra B con 50 unidades de trabajo se obtienen 900 unidades de producto. Como el salario real es el mismo, el capital avanzado en términos físicos sigue siendo de 500 unidades de trigo. La tasa de ganancia se determina ahora en la tierra B y es de 80%. Esto lleva a la aparición de una renta de 100 en la tierra A. Este es el resultado de la competencia entre los arrendatarios: para los productores de la tierra B es indiferente cultivar dicha tierra y obtener una ganancia de 80% o cultivar la tierra A pagando a su propietario una renta de 100 y obtener la misma tasa de ganancia.

 Tabla 1

 
La incorporación al cultivo de la tierra C hace aparecer una renta de 100 en la tierra B y elevar a 200 la renta en la tierra A. Y así sucesivamente.

La renta aparece pues en las tierras infra-marginales como consecuencia de la elevación del precio del trigo que lleva al empleo de tierras de menor productividad. El precio del trigo se determina en la tierra marginal que no paga renta.

“La razón, pues, por la cual la producción primaria aumenta de valor comparativo, es que se emplea más trabajo en la producción de la última porción obtenida, y no la circunstancia de que se pague una renta al terrateniente. El valor del trigo está regulado por la cantidad de trabajo gastada en su producción en aquella calidad de tierra, o con aquella porción de capital que no paga renta. Dicho cereal no se encarece porque hay que pagar renta, sino que debe pagarse una renta porque el cereal es caro; y como se acaba de observar, no acaecería reducción alguna en el precio del cereal aunque los terratenientes condonasen la totalidad de sus rentas. Dicha actitud no sólo permitiría a algunos granjeros vivir como caballeros, sino que no disminuiría la cantidad de trabajo necesaria para cosechar productos primarios en las tierras menos productivas bajo cultivos”.[34]

Algunos autores objetaron la teoría de Ricardo argumentando que no existía tierra libre de renta y que el proceso de expansión de la agricultura no sigue necesariamente esa secuencia de la tierra más fértil a la menos fértil.  A esa objeción, Ricardo respondió:

“Ocurre a menudo, y aun, pudiéramos decir, con carácter general, que antes de que se cultiven las N° 2, 3, 4 ó 5, o tierras de inferior calidad, el capital puede emplearse de manera más productiva en las tierras que ya se encuentran bajo cultivo. Acaso resulte que duplicando el capital originario empleado en la N° 1, a pesar de que el producto no se duplique, es decir, no aumentará en 100 cuartales, pueda incrementarse en 85 cuartales, y que dicha cantidad pueda  exceda la que podría obtenerse en la tierra N° 3 empleando el mismo capital. En esta caso, el capital se empleará de preferencia en la tierra vieja y creará igualmente una renta, ya que ésta es siempre la diferencia existente entre el producto obtenido mediante el empleo de dos cantidades iguales de capital y trabajo” [35]

Esto es lo que se conoce como el margen o renta diferencial extensiva.

V

Precio natural y precio de mercado. La noción de precio natural es inherente a la economía clásica: está presente en Smith al igual que en Cantillon y los fisiócratas. El precio natural es determinado por las condiciones de producción, dada una norma de distribución del excedente, la uniformidad de la tasa de beneficios, y garantiza la reproducción del sistema en el sentido de que restablece las cantidades requeridas por cada rama para iniciar un nuevo período productivo. A los precios naturales se producen las cantidades adecuadas de todos los bienes. El precio real o de mercado es el que efectivamente se forma en el mercado. Explicar la relación entre el precio natural y el precio de mercado es algo fundamental en la teoría clásica. Si los precios de mercado no se ajustan de alguna forma a los precios naturales, estos carecerían de toda significación económica. Ricardo plantea la cuestión de la siguiente forma:

“Al considerar el trabajo como base del valor de los bienes, y la cantidad comparativa del trabajo que es necesaria para su producción como la regla que determina las cantidades respectivas de bienes que deben entregarse a cambio de cada uno de los otros, no debe suponerse que negamos las desviaciones accidentales y temporales que registran los precios reales o de mercado de los bienes, en relación con su precio primario y natural (…) Sólo a consecuencia de dichas variaciones se aporta precisamente el capital en la abundancia requerida, y nada más, para la producción de los diferentes bienes que integran la demanda. Al aumentar o disminuir el precio, las utilidades se elevan por encima o se reducen por debajo de su respectivo nivel general, y el capital o bien resulta estimulado a participar en el empleo particular donde ocurrió la variación, o se le previene que debe abandonar dicho empleo.”[36]

No puede olvidarse que estamos tratando en una economía descentralizada donde los agentes individuales toman autónomamente las decisiones de producción. No existe a priori ninguna garantía de que las cantidades ofrecidas y demandas en todos los mercados se ajusten de tal suerte que no haya excesos de oferta o de demanda. En el sistema clásico esa situación de equilibrio se alcanza cuando todas las mercancías se intercambian a sus precios naturales, es decir, a precios proporcionales a las cantidades relativas de trabajo directo e indirecto y que cubren las remuneraciones del capital y el trabajo a sus niveles naturales. Es decir, los trabajadores reciben un salario equivalente a trabajo equivalente y los capitalistas reciben la misma tasa de beneficio. Esa es una situación de equilibrio en el sentido de que cuando se alcanza no hay razón para que se produzca una traslado de recursos – capital y trabajo – de una rama de producción a otra.

Para explicar el proceso de ajuste de los precios de mercado a los precios naturales, Ricardo parte de una situación de equilibrio e introduce una perturbación por el lado de la demanda:

“Supongamos que todos los bienes tienen su precio natural, y que, en consecuencia, las utilidades del capital en todos los empleos alcanzan exactamente la misma tasa, o difieren tan sólo, según estimación de las partes, en el equivalente de alguna ventaja real o imaginaria que poseen o no poseen. Supongamos ahora que un cambio de moda incremente la demanda de sedas y reduzca la de tejidos de lana; su precio natural, la cantidad de trabajo necesario para su producción seguirá inalterada, pero aumentará el precio de mercado de la seda y el de los tejidos de lana disminuirá; por consiguiente, las utilidades del fabricante de sedas serán más altas, mientras que las del fabricante de lana resultarán inferiores a la tasa general y ajustada de las utilidades. No sólo las utilidades, sino los salarios de los obreros se verán afectados por dichas colocaciones. La demanda incrementada de sedas quedará, sin embargo, satisfecha  mediante la transferencia de capital y trabajo, de la fabricación de lana a la de seda; cuando los precios de mercado de las sedas y las lanas se acerquen nuevamente a sus precios naturales, las utilidades usuales serán obtenidas por los respectivos fabricantes de dichos bienes. Por tanto, es el deseo que cada capitalista tiene de desviar sus fondos de una colocación menos provechosa a otra más rentable, lo que evita que los precios de mercado de los bienes sigan manteniéndose, durante mucho tiempo, por encima o por debajo de su precios naturales”[37]

El proceso descrito por Ricardo puede esquematizarse de la siguiente forma:

·         Exceso de oferta o de demanda.

·         Precio de mercado inferior o superior al precio natural.

·         Tasa ganancia inferior o superior a tasa de ganancia natural.

·         Transferencia de capital y trabajo de ramas con exceso de oferta a ramas con exceso de demanda.

·         Disminución de la producción en ramas con exceso de oferta y aumento en ramas con exceso de demanda.

·         Ajuste del precio de mercado al precio natural como consecuencia de la variación de la oferta.

·         Ajuste de las tasas de ganancias a la tasa general.

Figura 1
 
La figura 1 representa la situación descrita. En el panel izquierdo hay un exceso de oferta que hace que el precio de mercado esté por debajo del precio natural. En el panel derecho se presenta la situación contraria. Dadas las demandas, el ajuste se produce por cambios en las cantidades producidas y ofrecidas de las mercancías.

El costo o la dificultad de producción – medido por la cantidad de trabajo requerida – es lo que regula en último término el precio de las mercancías. La proporción entre la oferta y la demanda determina el precio de mercado el cual, por el proceso descrito, gravita o converge hacia el precio natural. Ahora bien, esto se cumple en el caso de los bienes que pueden reproducirse mediante el trabajo y en cuya producción opera la libre competencia.

Sobre los bienes no- reproducibles  - como obras de arte, objetos de colección, etc . – señala Ricardo:

“Su valor es totalmente independiente de la cantidad de trabajo originariamente necesaria para producirlos, y varía con la diversa riqueza y las distintas inclinaciones de quienes desean poseerlos”[38]

Y sobre los bienes que se producen en condiciones de monopolio, señala:

“Los bienes que están monopolizados por un individuo o por una compañía, varían de acuerdo con la ley que Lord Lauderdale ha establecido: bajan en la proporción en que los vendedores aumentan su cantidad, y suben en proporción a la avidez con que los compradores los adquieren; su precio no tiene conexión necesaria con su valor natural: pero los precios de los bienes que están sujetos a competencia, y cuya cantidad puede aumentar en cualquier grado moderado, dependerán, en último término, no del estado de la demanda y de la oferta sino del costo aumentado o disminuido de su producción”[39]

Teoría de los salarios. Es preciso distinguir entre salario real y salario monetario; salario natural y salario de mercado. El salario real se define como el conjunto o canasta de bienes consumidos por los trabajadores. El nivel natural del salario real es aquel que permite la reproducción de la clase trabajadora, sin incremento ni disminución. Esta es la hipótesis que está implícita en la argumentación de Ricardo tendiente a demostrar la relación inversa entre la tasa de ganancia y el salario nominal. Si la canasta de bienes que garantiza la reproducción de la clase obrera es Qi, el salario real está en su nivel natural si el salario nominal W permite a los trabajadores adquirir exactamente dicha canasta a un conjunto de precios Pi. Cuando en el curso de la acumulación la mayor demanda de trabajo hace que sea necesario el empleo de tierras de menor calidad para producir los bienes de subsistencia, se elevan sus precios. Esto hace que se eleve el salario nominal, para que se mantenga el salario real en su nivel natural, y se reduzca, por tanto, la tasa de ganancia. Si el salario nominal no se elevara a pesar del aumento del precio de las subsistencias, la tasa de ganancia no caería pero los trabajadores tendrían que consumir menos bienes de subsistencia y se afectaría su reproducción. El análisis de Ricardo sobre la relación entre la tasa de ganancia y el salario nominal se desarrolla bajo el supuesto resumido en la expresión (16).

SR = ƩPiQi / W = 1   (16)

El salario real, entendido como bienes de subsistencia, es pues un dato que depende, dice, Ricardo, “de los hábitos y costumbres de la gente” y que varía de un país a otro y en un mismo país en diferentes épocas[40].  Dada esa canasta de bienes su precio natural depende de la dificultad de producción medida por la cantidad de trabajo requerida. Conocido ese precio se determina inmediatamente el nivel natural del salario nominal.

El salario de mercado o precio de mercado de la mano de obra “es el precio que realmente se paga por ella, debido al juego natural de la proporción que existe entre la oferta y la demanda; la mano de obra es costosa cuando escasea y barata cuando abunda. Por más que el precio de mercado de la mano de obra se desvíe de su precio natural, tiende, al igual que los bienes, a conformarse con él”[41]. Evidentemente aquí se está hablando del salario nominal. El salario de mercado gravita, como el precio de todos los bienes, alrededor de su nivel natural.

La figura 2 representa la determinación del salario en un estado dado de la acumulación de capital. En el panel superior izquierdo la curva escalonada representa la función de oferta de los bienes de subsistencia, el trigo ricardiano, donde cada escalón representa un tipo de tierra. La forma escalonada significa que las porciones sucesivas de tierra son de inferior fertilidad razón por la cual el precio natural de las subsistencias aumenta. Dada la oferta de trabajo T1 y la canasta de subsistencia natural Q1 se determina el precio P1 de las subsistencias. Con estos datos, en el panel superior derecho, se determina el salario monetario en su nivel natural. El panel inferior derecho es una simple recta de 45º para trasladar el salario monetario al panel inferior derecho. En este último se representan las curvas de demanda y oferta de trabajo de corto plazo por cuya acción se ajusta el salario monetario de mercado a su nivel natural. 
Figura 2
Lo que se representa en la figura 2 es el proceso de ajuste del salario de mercado a su nivel natural. Este no incide en nada con el nivel natural del salario y de la tasa de ganancia. El cambio en el salario que afecta la tasa de ganancia es el que afecta su nivel natural; lo cual ocurre cuando el crecimiento de la población trabajadora, su oferta de largo plazo, hace que sea necesario el cultivo de tierras menos fértiles con lo que se eleva, por la mayor dificultad de producción, el precio natural de las subsistencias. Un mayor precio de las subsistencias hace que se eleve el nivel natural del salario monetario y se reduzca, como consecuencia de ello, la tasa de ganancias. Esto se representa en la figura 3.

Después de presentar su teoría de los salarios, Ricardo concluye con el siguiente enunciado de política pública:

“Tales son, pues, la leyes que rigen los salarios, y por cuyo conducto  se asegura la felicidad de la gran mayoría de una comunidad cualquiera. Al igual que los demás contratos, se deberían dejar los salarios a la libre competencia en el mercado y nunca deberían ser controlados ni intervenidos por la legislatura”[42]

Figura 3
El capítulo sobre los salarios concluye con un vigoroso ataque contra las leyes de pobres. Vale la pena transcribir un aparte:

“La tendencia clara y directa de las leyes de pobres está en directa contraposición con estos obvios principios: su intervención no será, como benévolamente intenta el legislador, corregir la situación de los pobres, sino empeorar tanto la condición del rico como la del pobre; en lugar de enriquecer a los pobres, están calculadas para empobrecer a los ricos; y en tanto estén en vigor las leyes actuales, serán conveniente, conforme al orden natural de las cosas, que el fondo de beneficencia para los pobres crezca hasta absorber los ingresos netos del país, o cuando menos, todo cuanto el Estado no deje después de satisfacer sus propias necesidades para gastos públicos que nunca disminuyen”[43]

VI

Los desarrollos de las secciones II a V contienen lo fundamental de la visión económica de Ricardo. Quedan, sin embargo, por examinar algunos aspectos relativamente accesorios con relación al núcleo de su teoría pero que han tenido, y tienen aún, una influencia mucho mayor que dicho núcleo sobre la teoría económica moderna.

1.      Tributación.

Ricardo consagra 10 de los 32 capítulos de los Principios al tema de los impuestos. A diferencia de Smith, quien las examina de forma exhaustiva en el Libro V de la Riqueza de la Naciones, no presenta un desarrollo explícito y sistemático del papel del gobierno y sus funciones con relación a la economía. Como es habitual en él, su análisis de los impuestos está subordinado a lo que es su preocupación fundamental: el progreso de la riqueza o la acumulación de capital. Los impuestos – dice Ricardo – son la porción del producto de un país puesta a disposición del gobierno y su pago proviene siempre del capital o del ingreso[44]. Su tesis central sobre los impuestos no puede ser más tajante:

“…no existe impuesto que no tienda a impedir la acumulación, ya que no hay uno que no pueda considerarse como un obstáculo para la producción, ni deja tampoco de causar los mismos efectos que un suelo árido o un mal clima, que una disminución de la destreza o laboriosidad, una mala distribución de la mano de obra, o la pérdida de alguna maquinaria útil; aun cuando algunos impuestos causarán este efecto en mayor escala que otros, debemos confesar que el más grande mal de la tributación se encuentra no tanto en la selección de sus objetivos, sino en el monto total de sus efectos de conjunto”[45]

Impuesto sobre los productos primos o bienes de subsistencia. No lo paga ni el arrendatario no el terrateniente; se traslada al consumidor en la forma de un precio más alto. Por esa razón tiende a elevar el salario nominal y, en consecuencia, a disminuir las utilidades y con ello la inversión. Los impuestos sobre las utilidades se trasladan también al precio de todos los artículos y el incremento de estos precios, en la medida en que sean insumos de necesarios para la producción de otros bienes o que hagan parte de la canasta de subsistencia de los trabajadores, tenderán a disminuir las utilidades y con ello la acumulación de capital. También se opone vigorosamente Ricardo al impuesto a las herencias pues socava el incentivo al ahorro y la inversión. Los impuestos

Es claro entonces que los mejores impuestos o los menos nocivos son aquellos que afectan menos las utilidades del capital. Son los impuestos sobre los productos de lujo, que inciden solamente sobre quien haces uso de ellos, y el impuesto sobre la renta, que afecta sólo al terrateniente.

Técnicamente, un producto es de lujo cuando no entra como insumo en la producción de ningún otro bien y no hace parte de la canasta de consumo de los trabajadores. Por tanto la variación del precio de los bienes de lujo no afecta las condiciones de producción de los demás bienes ni la tasa de utilidades.

El asunto del impuesto a la renta es un tanto más complejo. Malthus era contrario a la imposición a los terratenientes por considerar que ello afectaba su capacidad de gasto necesaria para garantizar la realización del producto. Como se verá más tarde, Ricardo desecha este argumento. El otro asunto tiene que ver con la con el uso que los terratenientes dan a su rentas. Ricardo asume que gastan todo en amenidades y bienes de lujo. En este caso poco importa que parte de su renta se  traslade al gobierno que la gastará, igualmente, sosteniendo trabajadores improductivos. Cosa diferente ocurre si el terrateniente dedica parte de su renta la inversión o a financiar la inversión de otros mediante la concesión de préstamos. En este caso, el impuesto a la renta de la tierra afectaría la acumulación de capital.

Además del efecto macroeconómico de la tributación, desplazamiento de la inversión privada, Ricardo examina el efecto sobre la asignación del capital en las diferentes ramas. Al respecto señala:

“La tributación nunca puede aplicarse en forma tan equitativa como para operar en la misma proporción sobre el valor de todos los artículos, manteniendo a la vez el mismo valor relativo de ellos. Con frecuencia opera de modo distinto al propósito del legislador, y ello en virtud de sus efectos indirectos”[46].

Son dos los efectos indirectos. El primero tiene que ver con la proporción en que los productos primarios o de subsistencia intervienen en la composición de capital invertido en las diferentes ramas y el segundo con las proporciones entre capital fijo y variable. El alza en el precio de los productos primarios o los impuestos sobre los salarios y las utilidades afectan de manera diferente a los distintos sectores modificando los precios relativos y por esta vía las ganancias de los diferentes sectores.

Finalmente es bueno referirse a lo que Robert Barro ha popularizado bajo el nombre de “Equivalencia Ricardiana”[47].  De acuerdo con la proposición de equivalencia, la financiación del gasto del gobierno mediante deuda o impuestos es equivalente en un mundo de expectativas racionales ya que los agentes sabedores de que la deuda habrá de pagarse en algún momento futuro reducen su gasto en el monto requerido para pagarla. De esta suerte la política fiscal deficitaria carecería de efecto sobre la demanda agregada ya que el ahorro de las familias compensaría el mayor gasto del gobierno.

Ricardo ciertamente pensaba que la deuda se ha de pagar inevitablemente con impuestos, no pero aparentemente no creía, como lo imagina Barro,  que los agentes tuvieran expectativas racionales:

“De lo que llevo dicho no debe inferirse que yo considere el sistema de tomar dinero prestado como el más idóneo para sufragar los gasto extraordinarios del país. Es un sistema que tiende a hacernos menos morigerados, a cegarnos respecto a nuestra verdadera situación.”[48]

Ser menos morigerados y cegarse respecto a la verdadera situación es cualquier cosa menos una expectativa racionales. En efecto, como señala Ricardo, si los gastos son 40 millones y la participación que una persona ha de hacer para contribuir a financiación del mismo fuese de 100, ahorraría esos 100 de sus ingresos. Sin embargo, “mediante el sistema de préstamo sólo es le requiere el pago de intereses de esas 100 libras, o sea 5 libras anuales, y considera que hace bastante si ahorra 5 libras de sus gastos, y por lo tanto se engaña así mismo si cree que es más rico que antes. La nación entera, razonando y actuando de tal suerte, ahorra, tan sólo el interés de 40 millones, o sea 2 millones; así no sólo pierde todo el interés o utilidad que podrían procurar los 40 millones de capital productivamente empleado, sino también 38 millones, o sea la diferencia entre sus ahorros y su gasto”[49]. En otras palabras, la nación habrá trasladado al gobierno 40 millones de deuda, paga dos millones de impuestos para servir el interés de la deuda y se gasta 38 que no se habría gastado si el gasto de 40 se hubiera financiado con el recaudo un impuesto del mismo monto. ¿Dónde está la equivalencia?. Como señala Mark Blaug “…no hay equivalencia verdadera entre pagar los gastos del gobierno por medio de impuestos o de préstamos, de modo que el moderno teorema de equivalencia de Ricardo, que algunos comentaristas han leído en este capítulo, es otro nombre equivocado que se asocia con el de Ricardo”[50]

2.      Comercio Internacional.

Escribe Ricardo:

“En un sistema de comercio absolutamente libre, cada país invertirá naturalmente su capital y su trabajo en empleos que sean los más beneficiosos para ambos. Esta persecución del provecho individual está admirablemente relacionada con el bienestar universal. Distribuye el trabajo en la forma más efectiva y económica posible al estimular la industria, recompensar el ingenio y por el más eficaz empleo de las aptitudes peculiares con que lo ha dotado la naturaleza; al incrementar la masa general de la producción, difunde el beneficio general y une a la sociedad universal de las naciones de todo el mundo en un mismo lazo de interés e intercambio común a todas ellas. Es este el principio que determina que el vino se produzca en Francia y Portugal, que los cereales se cultiven en América y en Polonia y que Inglaterra produzca artículos de ferretería y otros”[51]

El supuesto fundamental de la teoría ricardiana del comercio internacional es la inmovilidad del capital y trabajo entre los países: no sería de esperar – escribe Ricardo- que el capital y la población inglesa emigrasen a Holanda, España o Rusia, donde las utilidades podrían ser mayores[52]. No hay por tanto una tendencia a la igualación de las tasas de beneficio entre los países y los intercambios internacionales no se rigen por las cantidades relativas de trabajo.

Ricardo imagina una situación en la que en Inglaterra se requiere el trabajo de 100 hombres para producir la cantidad de paño requerida por su mercado y el de 120 hombres para producir la cantidad de vino. Por su parte, Portugal produce su vino mediante el trabajo de 80 hombres y mientras que la producción de paño requiere el trabajo de 90.

Portugal es más eficiente en la producción de ambos bienes y es comparativamente más eficiente en la producción de vinos que en la de paños. Aparentemente, Portugal no tiene nada que ganar del comercio puesto que produce ambos bienes con menor costo. Sin embargo si Portugal se especializara en vino podría obtener a cambio de 80 el paño que producido con su propio trabajo le costaría 90. Inglaterra, por su parte, especializándose en la producción de paño, puede obtener a cambio de 100 el vino que le costaría 120 producido con su propio trabajo. Puede observarse que el costo relativo del vino en términos de paño es menor en Portugal que en Inglaterra; mientras que el costo relativo del paño en términos de vino es menor en Inglaterra. Así, a pesar de que Portugal tiene ventaja absoluta en la producción de ambos bienes; tiene ventaja comparativa en la producción de vino, mientras que Inglaterra tiene ventaja comparativa en la producción de paño. Así, a Portugal le resulta beneficioso exportar vinos a cambio de paños puesto que en Inglaterra una unidad de vino puede cambiarse hasta por 1.2 unidades de paño; mientras que a Inglaterra le conviene especializarse en paño si debe dar menos de 1.2 unidades de este producto por una unidad de vino portugués. La relación de intercambio se encontrará en un punto entre una unidad de paño: 1.2 unidades de vino y una unidad de paño: 0.89 unidades de vino. Ricardo supone una razón de intercambio de 1: 1, lo que implica que Inglaterra con el trabajo de 100 hombres adquiere en Portugal el vino que le hubiese costado el trabajo de 120 hombres; mientras que Portugal adquiere con el trabajo de 80 hombres las telas que producidas en el país habrían requerido el trabajo de 90. Esta teoría, conocida como de la ventaja comparativa que sirvió de base a la defensa de la libertad de comercio.

Es importante anotar que la defensa de la libertad de comercio que hace Ricardo en el Ensayo tiene un fundamento diferente a la teoría de las ventajas comparativas. El valor del producto nacional es el mismo en economía cerrada que en economía abierta en la medida en que no existe movilidad de capital y trabajo. El beneficio del comercio consiste en el aumento del ingreso real, es decir, de la cantidad de bienes y servicios. Ahora bien, si los productos importados son los bienes que integran la canasta del salario real, su importación de otros países donde se producen a menor costo reduce el salario nominal y aumenta las utilidades.

Tal como está expuesta por Ricardo, la teoría de las ventajas comparativas adolece de muchas limitaciones. Sin embargo es el núcleo de la teoría moderna del comercio internacional gracias a los desarrollos de Mill, Ohlin y, más recientemente, Krugman.  

3.      Teoría Monetaria.

Las primeras contribuciones de Ricardo a la discusión económica versaron sobre cuestiones de política monetaria. Están contenidas en un par de folleros titulados: El alto precio de los lingotes, prueba de la depreciación de los billetes del banco (1810) y Moneda económica y firme (1816). En el capítulo 28 de los Principios, titulado De la moneda y los bancos, retoma los argumentos expuestos en estas obras y el tono polémico de las mismas:

“Dentro de cincuenta años apenas se creerá que los ministros y directores de bancos sostuvieron en nuestra época, en el parlamento y ante comisiones de esa institución, que las emisiones de billetes por el Banco de Inglaterra, al efectuarse sin control alguno por parte de los tenedores, que no podían exigir su conversión en especie o metálico no tenían, ni podían tener, ningún efecto sobre los precios de las mercancías, del oro o de las monedas extranjeras”[53]

Brevemente expuesta, la situación a la que alude Ricardo es la siguiente:

El Banco de Inglaterra era una institución privada que tenía la facultad de emitir la moneda de curso legal bajo la regla del patrón oro. Bajo esta regla la unidad monetaria está definida como cierta cantidad de oro. Esto equivale a establecer un precio legal u oficial del oro al cual el banco se obliga a comprar o vender a cambio de sus propios billetes. Cuando el precio del oro en el mercado libre excede al precio oficial, los agentes compran oro al Banco para venderlo con ganancia en el mercado libre. De esta forma la cantidad de billetes bancarios en circulación se reduce y el equilibrio se establece cuando el precio oficial y el precio de mercado del oro son iguales. El movimiento contrario se produce cuando el precio del oro en el mercado es menor que el precio oficial: el oro comprado en el mercado libre se vende con ganancia al banco y de esta forma se expande la cantidad de billetes o moneda bancaria en circulación. Alegando que el bloqueo al comercio estaba ocasionando la reducción de su stock de oro, el Banco de Inglaterra, con la autorización del gobierno, suspendió la convertibilidad de sus billetes lo cual suprimió el mecanismo automático que controlaba su cantidad y llevó a una emisión excesiva que se tradujo en la elevación del precio del oro en el mercado libre y del precio nominal de todas las mercancías.

De ahí se seguía la regla de control de la cantidad o “el principio de limitación”, que Ricardo expone de la siguiente forma:

“La experiencia muestra, sin embargo, que ni un Estado ni Banco alguno han tenido el poder irrestricto de emitir papel moneda sin abusar de ese poder: por ello en todos los estados la emisión de papel moneda debería estar bajo una cierta vigilancia y control, y ninguno parece ser tan adecuado para ese propósito como el de sujetar a los emisores de papel moneda a la obligación de pagar sus billetes en metal noble o en oro acuñado”[54]

Ricardo tenía por así decirlo dos teorías del valor de dinero. La primera, está referida al valor del oro y la plata en su condición de dinero. Su valor se determina como el de todas las mercancías:

“El oro y la plata, como todos los demás bienes, son valiosos únicamente en proporción a la cantidad de trabajo necesario para producirlos y llevarlos al mercado”[55]

En cuanto a los billetes de banco, señalaba lo siguiente:

“Aunque no tienen valor intrínseco, cuando su cantidad es limitada, su valor de cambio es tan grande como la denominación de la moneda o metal fino que contienen”[56]

Por el contrario, si la cantidad no es limitada por la regla de la convertibilidad, el valor de cambio de los billetes depende exclusivamente de su cantidad. Dada su desconfianza sobre la prudencia del gobierno o los banqueros, Ricardo formula la siguiente prescripción de política monetaria:

“…en un país libre, con una legislatura ilustrada, el poder de emitir papel moneda, con el ineludible requisito de convertibilidad a voluntad del tenedor, podría depositarse con toda seguridad en manos de comisionarios designados para es especial propósito, a quienes podría hacerse totalmente independientes del control de los ministros”[57]

Esto, por supuesto, es un claro anticipo de la tesis contemporánea de la banca central autónoma donde el requisito de convertibilidad ha sido sustituido por la regla de Taylor como norma de expansión monetaria.

4.      Las crisis de sobre-producción – El debate Malthus – Ricardo y Say.

Queda por examinar un tema fundamental de las crisis de sobre producción. Ricardo, como se ha indicado en diversas partes de este documento, estaba preocupado fundamentalmente por la acumulación de capital y el crecimiento económico. De acuerdo con su visión, el único obstáculo a la acumulación de capital debía provenir de la caída de las utilidades resultante de una elevación permanente de los salarios como consecuencia del alza del precio de las subsistencias ocasionada por el empleo, para la producción de éstas, de tierras de menor productividad. Los avances en las técnicas de producción agrícola y la importación de subsistencias baratas de otros países podían impedir el alza en los salarios y la consiguiente caída en la tasa de utilidades.

Malthus[58],  pensaba, por su parte, que la acumulación podía ser obstaculizada por una insuficiencia en la demanda de todos los productos que daría lugar a un abarrotamiento o sobreproducción de todas las mercancías. Refiriéndose a Ricardo y Say, principalmente, Malthus escribió:

“Algunos escritores muy inteligentes han pensado que si bien no es difícil un abarrotamiento de ciertas mercancías, no es posible que éste sea general, porque, según ellos, como las mercancías siempre se cambian por mercancías, la mitad de éstas proporciona un mercado para la otra mitad, y, al ser la producción la única fuente de la demanda, un exceso en la oferta de un artículo sólo muestra la deficiencia en la oferta de algún otro, y es imposible un exceso general”[59]

Y añade:

“…no es cierto que las mercancías se cambian siempre por mercancías. Muchísimos productos se cambian directamente por trabajo productivo o por servicios. (…) Si las mercancías se compararan unas con otras y se cambiaran entre sí, entonces sería verdad que por mucho que se aumentaran en proporción adecuada continuarían guardando entre sí el mismo valor relativo; pero si las comparamos con los medios de producción existentes y el número y las necesidades de los consumidores, que es lo que debemos hacer, entonces un gran aumento de producción junto con un número relativamente estable de consumidores con necesidades iguales que antes, o disminuidas como consecuencia de la frugalidad, tiene que ocasionar forzosamente una gran baja de valor calculado en trabajo, de manera que aunque el mismo producto puede haber costado la misma cantidad de trabajo que antes, sin embargo, ya no podrá comprar la misma cantidad; y disminuirán tanto la capacidad como el motivo para acumular”[60]

Finalmente, un argumento de Malthus que recuerda la teoría keynesiana de la preferencia por liquidez:

“Los economistas teóricos, por miedo a que parezca que dan demasiada importancia al dinero, han caído quizá en el extremos de no incluirlo en sus razonamientos. Que queremos mercancías y no dinero es una verdad abstracta. Pero, en realizada, no existe ninguna mercancía por la que podamos vender ipso facto las nuestras, que sea un buen sustituto del medio circulante, ni que nos permita ahorra para nuestros hijos, ni comprar una propiedad, o poder disponer de trabajo y provisiones con uno o dos años de anticipación, del mismo modo. Para cualquier ahorro de consideración es indispensable un medio circulante; y si nos viéramos obligado acumular en especies todos los salarios de los trabajadores, aún los  mismos manufactureros se encontrarían apurados. Por consiguiente, no debe sorprendernos que se prefiera el dinero a las mercancías; y podemos estar seguros de que en los países civilizados, si el agricultor o manufacturero no pueden vender sus productos de forma que le den una utilidad calculada en dinero, disminuirán inmediatamente su laboriosidad. El medio circulante representa un papel de tal importancia en la distribución de la riqueza y constituye un aliciente tan poderoso para la laboriosidad, que pocas veces es prudente apartarlo de nuestros razonamientos, y todos los intentos de poner ejemplo suponiendo que se hacen anticipos de una cantidad determinada de trigo y vestidos, en lugar de una cantidad de dinero, que en la práctica representa todos los años una cantidad variable de trigo, no pueden conducirnos más que al error”[61]

Ricardo rechazó el punto de vista de Malthus. Escribió:

“Las producciones se compran siempre con producciones, o con servicios, el dinero en únicamente el medio por el cual se efectúa el cambio. Puede producirse un excedo de una determinada mercancía cuyo mercado esté tan saturado que el capital gastado en ella no produzca la utilidad habitual; pero este no puede ser el caso respecto de todas las mercancías”[62]

En esto Ricardo seguía el argumento de Say, quien había escrito:

“Es preciso señalar que un producto terminado ofrece, desde ese instante, una salida a otros productos por el monto de su valor. En efecto, cuando el último productor ha terminado un producto, su más grande deseo es venderlo, para que el valor de ese producto no se pierda entre sus manos. Pero  no es menos presuroso de desprenderse del dinero que le produce su venta para que le valor de dinero no  se pierda tampoco. Ahora, no puede deshacerse del dinero que comprando otros producto cualquiera. Se ve pues por tanto que la sola formación de un producto abre, desde ese mismo instante, una salida a otros productos. (…) El dinero no cumple más que un oficio pasajero en el intercambio. Una vez terminados los intercambios se encuentra siempre que los productos se pagan con productos”[63]

Ricardo admite que pueden presentarse situaciones en las cuales parte del capital fijo no pueda usarse y parte de los trabajadores estén desempleados. Esto puede ser el resultado de lo que Ricardo llama cambio en los canales de comercio provocado por la guerra, los cambios tecnológicos y la modificación de los gustos y preferencias de la gente:

“…durante el intervalo en el cual se acomoda a las situaciones que las nuevas circunstancias hacen más beneficiosas, mucho capital fijo queda sin utilizar, y a veces se pierde completamente, y no existe ocupación plena de trabajadores. La duración de ese daño será más larga o más corta, de acuerdo con la aversión más o menos grande que todos los hombres sienten a abandonar un empleo de su capital al que se han acostumbrado durante largo tiempo: a menudo también la prolongan demasiado las restricciones y prohibiciones a que dan lugar los celos absurdos que prevalecen entre los estados de la comunidad comercial”[64]

Bibliografía.

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Sraffa, Piero (1960, 1975). Producción de mercancías por medio de mercancías: preludio a una crítica de la economía política. Oikos-Tau, Barcelona, España.



[1] Se destacan: Ensayo sobre el alto precio del Oro (1.813);  Ensayo sobre las utilidades (1.815); Moneda Económica y firme (1.816) y Valor absoluto y valor de cambio. Éste fue el último trabajo de Ricardo, quien murió antes de concluirlo. Fue publicado por Piero Sraffa en la edición de sus obras completas.
 
[2] En 1.806, al año siguiente de la derrota de la armada francesa en Trafalgar por el almirante Nelson, derrota que frustra las intenciones de Napoleón de invadir a Gran Bretaña, éste decreta el Bloqueo Continental a las Islas Británicas. El boqueo es la prohibición a todos los países de Europa de comerciar con Gran Bretaña y se extenderá hasta 1.814.
[3] El título completo del Ensayo es: An Essay on the influence of low Price of corn on the profits of stock shewing the inexpediency of restrictions on importation with remarks on Mr Malthus two last publicatons.
 
[4] Ricardo (1821, 1997). Principios de Economía Política y Tributación. Fondo de Cultura Económica, México, 1997. Página 71.
 
[5] Esta hipótesis no la hace Ricardo de forma explícita pero puede deducirse de la lectura del Ensayo. Fue Piero Sraffa el primero en señalar que dicha hipótesis era necesaria para la consistencia analítica de la teoría expuesta en el Ensayo.
 
[6] El cuartal es una medida de capacidad para áridos y equivale a 5,6 litros.
 
[7]Ricardo (1.815)  Ensayo sobre las utilidades en Obras completas, tomo IV, página 4.
 
[8] La uniformidad de la tasa de beneficio en todas las ramas de producción resulta de la acción de los capitalistas que, en competencia perfecta, trasladan sus capitales de una a otra rama.
 
[9] Ricardo, Ensayo, Op. Cit. Página 5.
 
[10] Ídem, página 6.
 
[11] Ídem, página 6.
 
[12] Cartelier ( 1986). Excedente y Reproducción. Páginas 243 – 244.
 
[13] Citado por Cartelier. Op. Cit. Página 252.
[14] Informa Sraffa que los Principios surgieron de la necesidad de generalizar la teoría contenida en el Ensayo. Escribe Sraffa: “En el verano de 1815 pensaba Ricardo en preparar una edición revisada del Ensayo sobre las utilidades. (…) Empezó a trabajar en el proyecto, pero finalmente tomó éste la forma, no de una nueva edición del folleto, sino de los Principios de economía política y tributación”. Véase: Ricardo. Obras y correspondencia. Volumen IV, página XIV.
 
[15] Ricardo. Ensayo…Op. Cit. Página 27.
 
[16] Ricardo (1821, 1997). Principios de Economía Política y Tributación. Fondo de Cultura Económica, México, 1997. Página 5.
 
[17] “…la utilidad no es la medida del valor de cambio, aunque es absolutamente esencial para éste”  Ricardo (1821, 1997). Página 9.
 
[18] Ricardo (1821, 1997). Página 10.  
 
[19] Walras, L. (1900, 1952). Éléments d´economie politique pure ou théorie de la richesse sociale. Librairie generale de droit et de jurisprudence. Paris, 1952. Página XI.
 
[20] Ricardo (1821, 1997). Principios de Economía Política y Tributación. Fondo de Cultura Económica, México, 1997. Página 9.
 
[21] Ídem, página 16.
[22] Ídem, página 17.
 
[23] Ídem, página 20.
[24] Ídem, página 20 – 21.
 
[25] Ídem, página 23.
 
[26] Ídem, página 23.
[27] Ídem, página 27.
[28] Ídem, página 23 – 24.
 
[29] Ídem, página 51.
 
[30] Ídem, página 51.
[31] Ídem, página 52.
 
[32] Ídem, página 53.
 
[33] Ídem, página 53.
[34] Ídem, página 56.
 
[35] Ídem, página 54.
[36] Ídem, página 67.
[37] Ídem, página 69.
[38] Ídem, página 10.
 
[39] Ídem, página 287.
 
[40] Ídem, página 74.
 
[41] Ídem, página 72.
[42] Ídem, página 80.
 
[43] Ídem, página 80 – 81.
[44] Ídem, página 114.
 
[45] Este párrafo es de la primera edición de los Principios. En la tercera, que es la seguida en este documento, fue suprimido. No obstante, la visión del tema es la misma. Véase: Principios, página 115, nota 11.
[46] Ídem, página 180.
 
[47] Barro, R.  "Are Government Bonds Net Wealth?" Journal of Political Economy.  Vol. 82, No. 6. Nov. - Dec., 1974, pp. 1095-1117.
[48] Principios, página 185.
 
[49] Ídem, página 185 – 186.
 
[50] Blaug, M. (1978, 2001). Teoría Económica en retrospectiva. Fondo de Cultura Económica, México, 2001. Página 161.
 
[51] Principios, página 102.
 
[52] Ídem, página 102.
[53] Ídem, página 264.
[54] Ídem, página 266.
 
[55] Ídem, página 263.
 
[56] Ídem, página 264.
 
[57] Ídem, página 270.
 
[58] Thomas Robert Malthus (1766-1834). Conocido especialmente por su teoría de la población.  Fue el principal corresponsal de Ricardo.
 
[59] Malthus, T. R. (1820). Principios de economía política. Fondo de Cultura Económica, México, 1977. Página 266.
[60] Ídem, página 267.
 
[61] Ídem, página 273.
 
[62] Ricardo, Principios, página 217 – 218.
[63] Say, J.B. (1803). Traite d´economie politique. Calmann-Levy. Paris, 1972. Páginas 140 – 141.
 
[64] Ricardo, Principios, página 199.

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