Me duele Venezuela, temo por Colombia
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
El gobierno se necesita para protegernos de los
criminales y la constitución para protegernos del gobierno, decía Ayn Rand. No
nos dejó dicho dónde buscar protección cuando los criminales son el gobierno y escriben
la constitución. Esa es la situación de Venezuela desde que, en un acto de
estupidez colectiva, decidieron sus ciudadanos confiar su destino a un grupo de
delincuentes disfrazados de redentores.
Aunque no hay que dejar de hacerlo, no se debe ser demasiado
cruel con los venezolanos al recordarles la responsabilidad que les cabe en el
miserable destino que les está tocando vivir. A fin de cuentas, los cultísimos
alemanes cargaron en hombros a Hitler y los alegres italianos hicieron antes lo
propio con Mussolini. En 2022 los colombianos elegimos un guerrillero
sanguinario y a su banda delincuencial. La democracia es un sistema riesgoso,
dejó dicho Ortega y Gasset.
Es admirable la voluntad de lucha que aún exhibe el
pueblo venezolano al votar masivamente por Edmundo López y María Corina Machado
el 28 de julio y la valiente defensa del voto que están haciendo, enfrentando
con inteligencia y determinación un régimen criminal dedicado al narcotráfico y
al saqueo de los recursos naturales del país.
Veinte años después de la llegada al poder de la banda
criminal de Castro, los cubanos habían perdido toda voluntad de lucha y la
ominosa dictadura era reconocida por la llamada “comunidad internacional”. A un
cuarto de siglo de la entronización de Chávez y sus bandidos, los venezolanos
continúan luchando y el régimen criminal de su heredero Maduro cosecha el
repudio de los gobiernos decentes del mundo entero. Por eso el pueblo
venezolano es merecedor de gran admiración y de todo el apoyo que podamos
brindarle.
La experiencia de Venezuela muestra, a la vez, la
facilidad con la que un pueblo pletórico de demagogia puede lanzarse engañado
en los brazos de una dictadura criminal y la enorme dificultad de librarse de
ese abrazo letal. Por eso es tan preocupante que los criminales de la política
colombiana y los tibios que cogobiernan hayan recibido una millonaria votación
en 2022 y que, después de dos años de desgobierno y la más escandalosa
corrupción, Petro tenga aún 30% de favorabilidad.
Petro es el más delirante
y estrafalario personaje que haya surgido en la política colombiana desde los
tiempos de Regina Once o el Doctor Gabriel Antonio Goyeneche; con la diferencia
fundamental de que Regina y Goyeneche eran estrafalarios, pero divertidos;
Petro es siniestramente estrafalario.
A pesar de no esperar otra cosa, a fin de cuentas, son
socios políticos en el Foro de Sao Paulo, como colombiano siento gran vergüenza
de que el gobierno de Petro no haya condenado inmediatamente el fraude, como lo
hicieron los países democráticos de América Latina, y que, en lugar de ello,
esté dedicado, con Lula y AMLO, a darle oxígeno a la dictadura, lo que lo
vuelve cómplice del baño de sangre prometido y que Maduro está ejecutando a
cabalidad. Me duele Venezuela, temo por Colombia.
LGVA
Agosto de 2024
No hay comentarios:
Publicar un comentario