El festival de poesía de Medellín:
otra víctima del Covid 19
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Un día Jean-Paul Sartre recibió la carta de un lector que
le preguntaba por qué nunca había publicado poesía en su célebre revista Les
Temps Modernes, la cual,
dicho sea de paso, dejó de existir, sin que casi nadie lo notara, en junio de
2019, después de 74 años de publicación ininterrumpida. Sartre agradeció la
pregunta porque le permitía decir algo que quería decir desde hace mucho
tiempo: no publico poesía porque no me gusta la poesía y no me gusta porque, a
diferencia del prosista, que lleva la palabra, el poeta se deja llevar por
ella. O algo así.
No comparto la antipatía
general de Sartre por la poesía, pero debo confesar que los poetas que
me gustan son más bien pocos, porque la mayoría, en especial los jóvenes poetas
modernos, creo, escriben bastante mal y, más que dejarse llevar por las
palabras, pareciera las lanzan al azar para ver qué sale.
El de los poetas es un
oficio difícil al que le cuesta mucho encontrar un lugar en la división del
trabajo y en la vasta trama del intercambio mercantil a la que esta da lugar. Los
grandes poetas de la antigüedad medraban alrededor de los príncipes. Virgilio
era protegido de Julio Cesar y fue por encargo suyo que escribió La Eneida, un
largo poema propagandístico que le salió muy bien, convirtiéndolo en el símbolo
de la lírica.
En Colombia, otrora, los
poetas eran personas acomodadas que dedicaban parte de su tiempo al arte por
puro diletantismo, como Guillermo Valencia, o que, como Silva, consumían su
patrimonio mientras componían versos.
Más recientemente se
convirtieron en protegidos de los gobiernos que los empleaban en pequeños
cargos burocráticos sin mayor exigencia o, los más afortunados, en cargos
diplomáticos o consulares, igualmente inocuos, pero mejor remunerados y con la
oportunidad de ver mundo. Eduardo Carranza
nos representó en Chile y España; Aurelio Arturo fue agregado cultural en
Estados Unidos; mientras que León de Greiff, menos afortunado, pasó su vida
como funcionario medio haciendo trabajos contabilidad y de estadística. Hoy es común
que los poetas ejerzan la docencia, el periodismo o una profesión liberal como
medio de vida.
Belisario Betancur Cuartas
fue, sin duda, el presidente de los poetas. Belisario amaba la poesía, la
escribía y les dio a los poetas colombianos una casa, la Casa Silva, para que
celebraran la poesía, por cuenta de los contribuyentes. En Medellín, los poetas
consiguieron que la alcaldía les montara, también por cuenta de los
contribuyentes, un Festival de Internacional de Poesía, que se realiza todos
los años ininterrumpidamente desde 1991. El encuentro, que reunía poetas de
todo el mundo, algunos de ellos traídos de los lugares más exóticos y que leían
poemas en lenguas igualmente exóticas, este año se frustró por causa del Convid
19, en su trigésima convocatoria.
A mí, por razones de
principio, me parece discutible la financiación con recursos públicos de eventos
como el Festival Internacional de Poesía, y encontraría legítimo que la gente
rechazara, por ejemplo, la financiación del Festival Internacional de la
Economía, si a alguien se le ocurriera proponerlo. Pero, cedo a mis principios
y me parece aceptable que la Alcaldía lo apoye, habida cuenta de que no es
mucho el dinero que se gasta – unos cuantos pasajes y algunas noches de hotel –
y, sobre todo, porque son miles las personas de toda condición que asisten a
las lecturas de poemas en las decenas de escenarios de Medellín y de los muchos
otros municipios de Antioquia a los que se ha extendido el Festival. Este año
todas esas personas se verán privadas de un sencillo y placentero goce
espiritual.
Es una lástima que el Covid
19, como lo ha hecho con tantas cosas gratas, nos haya quitado también el Festival.
Me han dicho que lo harán virtual, y que también así será el Festival del Tango,
puede ser que funcione, habrá que ver, a lo mejor resulta algo interesante. En
todo caso, detestaría que ese experimento obligado se volviera permanente
porque la virtualidad empobrece la poesía, el tango y toda la vida humana.
LGVA
Junio de 2020.
Que yo sepa, nadie ha dicho que Homero fue mantenido por un príncipe. El buen poeta produce buena poesía con o sin subsidios. León de Greiff alguna vez fue nombrado embajador en Suecia pero, al parecer, eso no generó ni más ni mejor poesía
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