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jueves, 25 de mayo de 2023

Petro y las expectativas racionales

 

Petro y las expectativas racionales

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

La semana pasada falleció Robert Lucas, nobel de economía de 1995, quien – con Thomas Sargent, Robert Barro y otros economistas – desarrolló, en los años 70 del siglo pasado, la teoría de las expectativas racionales, que llevó a importantes cambios en las políticas fiscal y monetaria de las economías de libre mercado.

La economía ha reconocido siempre el papel de las expectativas en la explicación de la conducta de las familias y las empresas. La decisión de comprar o vender un activo o de emprender o suspender un negocio está influenciada por las expectativas sobre la situación económica en general y sobre la política económica en particular.

En efecto, contrariamente a lo imaginan políticos y economistas mediocres, los agentes económicos, en lugar de soportar pasivamente los efectos de las decisiones de política, los anticipan y modifican su conduta, de tal suerte que se ve a menudo frustrada la materialización del resultado esperado por los gobernantes de turno.

El gasto público deficitario, financiado con deuda o expansión monetaria, se traduce en mayor inflación, sin estimular la actividad económica real o reducir el desempleo, como pretendía el keynesianismo. Tras décadas de estímulos fiscales y monetarios, la estanflación – combinación de bajo crecimiento, alto desempleo y elevada inflación – fue el padecimiento de las economías capitalistas en los años setenta lo que llevó a una mayor ortodoxia en la política económica.

El equilibrio presupuestal recuperó su prestigio y se abandonó la ilusión de que la expansión monetaria estimulaba la creación de riqueza. La política monetaria de inflación objetivo, adoptada hace más de dos décadas, y la regla fiscal, de más reciente implantación, son las expresiones institucionales de la ortodoxia macroeconómica en Colombia.

Petro y los economistas que lo acompañan – Ocampo, Bonilla, González, etc. – son keynesianos hasta médula e impulsan sus reformas sin preocuparse de la reacción de las empresas y las familias. No creen que una reforma tributaria, que castiga el patrimonio, paralice la inversión; no admiten que un contrato laboral indisoluble reduzca la demanda de trabajo; niegan que la expropiación del ahorro pensional deje en cuidados intensivos el mercado de capitales.

En las democracias liberales, en el diseño y aplicación de la política económica, los gobiernos tienen en cuenta la reacción del sector privado y tratan de maximizar el recaudo sin paralizar el consumo de las familias ni ahuyentar la inversión.

Hasta el momento, a las reacciones del sector privado, Petro ha respondido con amenazas abiertas y soterradas al empresariado, tomándose por asalto entidades que lo representan, corrompiendo al Congreso y desprestigiando a quienes evidencian el desastre que se viene encima. Siendo demasiando, eso es solo el comienzo.

Petro es el prototipo del hombre doctrinario descrito por Adam Smith en su “Teoría de los sentimientos morales”:

“…se da ínfulas de muy sabio y está casi siempre tan fascinado con la supuesta belleza de su proyecto político ideal que no soporta la más mínima desviación de ninguna parte del mismo”.

El doctrinario - señala Smith - cree que la sociedad es un ajedrez, cuyas piezas puede mover a su amaño; si fracasa en su propósito, pues las piezas tienen vida propia y se resisten, no vacila en patear el tablero.

LGVA

Mayo de 2023.

 

viernes, 19 de mayo de 2023

Remberto Rhenals: economista y profesor

 

Remberto Rhenals: economista y profesor

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

Al economista le corresponde trabajar en un campo en el que se despliega la ignorancia humana en elevado grado, solo comparable, quizás, al de la medicina. En ambos campos la gente tiene la curiosa idea de que sufrir una enfermedad o alguna de las que Corrado Gini llama patologías económicas – inflación y desempleo– habilita al paciente como médico o economista.  

Surgen así infinidad de teguas que tienen respuesta para todo y dispensan su “sabiduría” con sinigual generosidad. Pero, en medicina, las consecuencias nefastas se limitan a pocos individuos; mientras que, en economía, pueden afectar miles, incluso, millones de personas. De ahí la importancia de buenos profesores de economía y Remberto Getulio Rhenals Monterrosa fue de los mejores.



Remberto estudió economía en la Universidad de Antioquia en los años setenta del siglo pasado, cuando en el Alma Mater se congregaban jóvenes venidos de todos los departamentos del País, en especial, los de la Costa Atlántica. De allá llegó, de Montería, Toto, el del Liceo Nacional, y llegó para quedarse. Después de terminados sus estudios de pregrado y posgrado se hizo profesor, primero en EAFIT y después en la de Antioquia, hasta el final de sus días. El ejercicio de la docencia es el mejor camino para llegar al dominio de una disciplina pues estudiar algo para enseñarlo obliga a aprenderlo muy bien.  

El análisis económico permite estudiar y resolver problemas particulares de interés para una empresa, gremio o sector de actividad. Pero permite también, esto es más importante, poner en evidencia la interdependencia de multitud de fenómenos particulares, que parecen inconexos a las mentes sin entrenamiento apropiado, y entender, en especial, las consecuencias más remotas de las decisiones de política pública, revelando, con frecuencia, los elevados costos y los minúsculos beneficios de las mejor intencionadas.

La macroeconomía, que es la misma economía política de David Ricardo, se resume en una serie de principios simples y rotundos – no se puede gastar y ahorrar al mismo tiempo, sin ahorro no hay inversión, sin inversión no hay crecimiento, no hay inversión sin beneficio, los impuestos desestimulan la inversión, sin libertad comercial se estanca el crecimiento, crear dinero no crea riqueza, etc. - que deben ser recordados y reformulados de tiempo en tiempo pues tienden a ser olvidados, incluso por pretendidos miembros de la profesión. La más reciente reformulación fue hecha por los teóricos de las expectativas racionales, cuyo más destacado exponente, Robert Lucas, también falleció hace poco.

La economía ha reconocido siempre el papel de las expectativas en la explicación de la conducta de las familias y las empresas en las economías de mercado. La decisión de comprar o vender un activo o de emprender o suspender un negocio está influenciada por las expectativas sobre la situación económica en general y sobre la política económica en particular. Contrariamente a lo imaginan los políticos y los economistas mediocres que los asesoran, los agentes económicos, en lugar de soportar pasivamente los efectos de las decisiones de política, los anticipan y modifican su conduta, de tal suerte que se ve frustrada la materialización del resultado esperado por el gobierno.

En la Facultad de Economía de la Universidad de Antioquia estudiamos extremadamente bien la obra de Ricardo, Carlos Esteban Posada fue nuestro profesor. Por eso, el resurgimiento de la macroeconomía clásica con Lucas, Sargent, Barro y los demás no nos cogió de sorpresa. Éramos muy ricardianos. Remberto quiso honrar la memoria del economista de los economistas bautizando con su nombre y apellido a uno de sus hijos.

Y es que en la Facultad de Economía de los años 70 del siglo pasado nos acostumbraron a la alta teoría. Leíamos a los grandes autores – Smith, Ricardo, Marx, Keynes, etc. - en los textos originales  y nuestros profesores pusieron a nuestro alcance las formulaciones modernas de las grandes teorías del valor: Sraffa y Debreu. Por eso, Remberto vio con alarma la manifiesta decadencia de la calidad de la obra de los economistas que recibían el nobel. Flaquito, ya se lo están dando a las trabajadoras sociales, me comentó a propósito de la galardonada en 2019.  

Además de su trabajo como docente, atento siempre a los avances de la teoría, Remberto se interesó por estudiar la economía colombiana, tanto en su dinámica de largo plazo como en la coyuntura. Escribió decenas de trabajos, casi siempre asociado con alguno de sus colegas, entre los cuales estaban los mejores economistas de Colombia que fueron también sus amigos.

La macroeconomía fue pues campo en el que se destacó Remberto como docente y excelente investigador, reconocido por toda la profesión, cuyos más destacados representantes se hicieron presentes en sus exequias, acompañado a su esposa Omaira y su hija Paula y a sus hijos Remberto Luis, David Ricardo y Andrés Felipe.

 A esos muchachos les digo que pueden estar orgullosos de su padre quien, además de ser un hombre bueno, alegre, humanitario, cariñoso y preocupado por las cosas de su País, fue un gran economista que honró la profesión.

LGVA

Mayo de 2023.

 

 

jueves, 18 de mayo de 2023

Irene tiene razón

 

 

Irene tiene razón

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

Si en mis manos estuviera no habría una sola empresa estatal. Ecopetrol y todas las del gobierno nacional habrían sido vendidas para sufragar los gastos extraordinarios de la pandemia, como en su momento lo propuse. Nos habríamos evitado la fracasada reforma tributaria de Carrasquilla, por la que la extrema izquierda casi acaba con el País, y, naturalmente, la “exitosa” de Ocampo, con la que lo está acabando sin que hagamos nada para evitarlo.

En las economías mercado e iniciativa privada las empresas estatales son la excepción, no la norma. El análisis económico racionaliza su existencia a partir de nociones como monopolio natural, bien público y externalidades, cuya presencia factual da lugar a las llamadas “fallas de mercado”.

Se argumenta que, en las actividades económicas caracterizadas por uno o varios de esos atributos, existe divergencia entre el beneficio privado y el bienestar social de tal suerte que, al ser desarrolladas por empresarios privados, la maximización del primero iría en contra del segundo. Así, un empresario privado explotando un monopolio natural producirá una cantidad sub-óptima pues la atención de la demanda plena al costo marginal lo haría incurrir en pérdidas.

La empresa estatal aparecía como instrumento idóneo de política pública para lograr el bienestar social. El mediocre desempeño de la mayoría, dio lugar a la aparición de “fallas del estado” más protuberantes que las “fallas de mercado” que pretendían corregir. Vinieron nuevos desarrollos de la teoría y la práctica de la política económica que buscaron sustituir el “estado empresario” por el “estado regulador”.    

No obstante, el punto esencial es que la empresa estatal puede y debe hacer cosas que no puede hacer la empresa privada sin sacrificar rentabilidad. Además de objetivos comerciales, para garantizar su autofinanciación, la empresa estatal tiene objetivos de política pública, objetivos extra-comerciales, que entran en conflicto con la maximización del beneficio. Una empresa estatal maximizando ganancias para financiar al gobierno repugna a la mentalidad liberal.  

Es bajo estos términos que debe discutirse la propuesta de la ministra Irene Vélez de abandonar parcialmente la vinculación del precio interno de los combustibles al precio internacional; vinculación basada en el supuesto equivocado de que este es el costo de oportunidad de Ecopetrol.

En efecto, que Ecopetrol, por razones de gobierno corporativo, se rija por normas de derecho privado, no cambia el hecho esencial de que su capacidad de refinación está destinada al abastecimiento del mercado interno. Por tanto, su precio de venta mayorista debe ser un promedio ponderado del precio internacional y de su costo unitario de refinación.

Es absurdo que cuando sube el precio del petróleo solo se beneficie la clase política que controla el gobierno nacional y las entidades territoriales, mientras que, para el conjunto de los ciudadanos, los supuestos dueños de Ecopetrol, lo que debería ser un alivio, se convierte en una tortura por la voracidad fiscalista. Por ello, además de modificar la fórmula, deben eliminarse todos los escandalosos impuestos sobre la gasolina, equivalentes a 33% del precio final. Ese si sería el cambio.   

LGVA

Mayo de 2023

La Inteligencia Artificial y el Negrito del Batey

 

La Inteligencia Artificial y el Negrito del Batey

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

En 1930, en plena depresión, Keynes publicó un ensayo titulado “Posibilidades económicas de nuestros nietos”. El gran economista no tuvo hijos; su más cercano pariente vivo es un sobrino-nieto, Simón Keynes, catedrático de Cambridge, nacido en 1952. Así, los nietos en los que pensaba Keynes están entre los setenta y ochenta años, incluso los noventa; razón por la cual sus reflexiones aplican más a bisnietos, tataranietos y choznos.

Keynes pensaba que el problema económico, la escasez, no tenía que ser un problema permanente de la humanidad. El avance de la ciencia, el cambio técnico y la acumulación de capital debían permitir que, al cabo de unos cien años, la humanidad estuviera saliendo del reino de la necesidad y avanzando hacia el reino de la abundancia, donde, por la altísima productividad, todo mundo estaría bien abastecido y con la posibilidad de disfrutar el bien maravilloso del tiempo libre.

Aunque la pandemia del COVID 19 afectó su tendencia de reducción a nivel mundial, muy probablemente en los años 30, habrá desaparecido la pobreza extrema (línea de US$ 2,15) y, en los años 50, la pobreza (línea de US$ 3,95). Al mismo tiempo, la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA), anuncia la desaparición de algunos oficios; pero también la ampliación de muchos, la aparición de otros que no imaginamos y, sobre todo, la realización del sueño del Negrito del Batey: “trabajar se lo dejo todo al buey porque el trabajo lo hizo Dios como castigo”.

Aunque el ritmo acelerado de la innovación tecnológica de los últimos cincuenta años produce vértigo, no deberíamos olvidar que los grandes inventos en los que reposa nuestra civilización se produjeron en algún momento de la prehistoria pues ya estaban todos disponibles en la época de los Grandes Imperios de la Media Luna Fértil. 

Casi todo lo que importa en el mundo moderno, sin lo cual no serían posibles las maravillas tecnológicas que asombran, era conocido en los albores de la historia: el fuego, los animales domésticos, los cereales, el olivo, el vino, la cerveza, el arado, la rueda, el remo, la vela, la piel curtida, el lino, los paños, los ladrillos, las ollas, el intercambio, el oro y la plata amonedados, el cobre, el estaño, el plomo, el hierro, la escritura, la contabilidad, la banca, las matemáticas, la astronomía, la religión, el derecho y , nada es perfecto, el estado. Todo ello reposa sobre la mayor invención de la humanidad: el lenguaje.

Aunque en la Edad Media hubo inventos importantes, como los molinos de viento que causaron el desvarío de Don Quijote, solo con la aparición del capitalismo moderno, a mediados del siglo XVIII, se desata la era de grandes invenciones aplicadas a la producción en la que vivimos, que ha permitido el aumento del ocio y que la mayoría de los hombres dejen de ser agricultores, soldados y obreros, convirtiéndose en científicos, literatos, artistas, músicos, deportistas y, claro, economistas. La cultura es la variedad de los oficios y la IA la aumentará.

LGVA

Mayo 2023.

Reforma laboral: más desempleo y más informalidad

 

Reforma laboral: más desempleo y más informalidad

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

En los últimos 20 años el desempleo abierto jamás ha caído por debajo de 8,5% y, en 15 de ellos, ha estado por encima de 10%, aún en periodos crecimiento; contrariando la “Ley de Okun”: el mayor crecimiento trae menos desempleo. Explicar el desempleo es explicar su persistencia aun cuando la economía crece fuertemente o, lo que es lo mismo, por qué es tan elevada la tasa de desempleo no cíclico o estructural.

Pocas son las personas cuyo objetivo es emplearse, la mayoría de ellas buscan hacerlo a cambio de un salario y si permanecen desempleadas es porque el salario que se les ofrece no satisface sus expectativas. El rechazo de un empleo por su localización o su naturaleza puede traducirse en términos monetarios. Así, un desempleado es alguien que no consigue empleo al salario que pretende.

Los salarios, los intereses, los alquileres y, en general, todos los pagos factoriales que realizan los empresarios proceden de los ingresos que obtienen de la venta de los bienes y servicios que producen. Si no hay venta, no hay ingresos factoriales. Específicamente, el salario que puede pagar el empresario no puede exceder el valor del producto marginal del trabajo. Aquellos trabajadores cuyas pretensiones salariales lo excedan, quedarán desocupados voluntariamente. 

En una economía de libre mercado más o menos desarrollada las personas aptas siempre encontrarán un trabajo que les permita un salario que exceda el nivel de mera subsistencia, que marca el piso salarial en cualquier economía. El desempleo no es un problema económico sino un problema político creado por las medidas de política pública destinadas a combatirlo. 

Las políticas públicas provocan desempleo o informalidad porque afectan la conducta de trabajadores y empleadores – sus ofertas y demandas – impidiendo la fijación de salarios que ajusten los mercados de trabajo, manteniendo excesos de oferta persistentes en los formales o provocando la aparición de mercados paralelos o informales.

Cuando se despide un trabajador porque no se requieren sus servicios, pues no hay ingresos para pagarlos, dice la legislación actual que se trata de un despido sin justa causa y que el trabajador debe ser indemnizado con treinta días de salario por el primer año de vinculación y 20 más por cada año adicional. Esto empeora con la reforma laboral propuesta cuyo artículo 4, en la práctica, prohíbe “dar por terminado el contrato laboral por causas atribuibles al empleador”.

Esa norma incide en las decisiones de abrir nuevos negocios o ampliar la escala de los existentes. El empresario nunca tiene certeza de que la demanda que espera se materialice, permitiéndole pagar los salarios y demás costos en los que debe incurrir, los cuales, esos sí, son ciertos. Ingresos inciertos y costos ciertos, esa es la condición del empresario en todo tiempo y lugar.

La casi imposibilidad de despedir, tornará a los empresarios más conservadores, más adversos al riesgo, haciendo que, incluso en fases de crecimiento, pospongan o anulen la contratación de nuevos trabajadores. Aumentarán el desempleo estructural y la informalidad.  

LGVA

Mayo de 2023.

Poder sindical y reforma laboral

 

Poder sindical y reforma laboral

El sindicalismo, nacido en desarrollo de la libertad de asociación, se convirtió en poderosa fuerza coactiva que, amparada en la legislación laboral, coarta la libertad de trabajo de los no sindicalizados y el derecho de propiedad de los dueños de las empresas.

La acción de los sindicatos es similar a la del monopolista que restringe la oferta para aumentar su ingreso, solo que peor.

Cuando el monopolista impone un precio restrictivo pierde un ingreso, por la cantidad dejada de vender a un precio más bajo, el cual es más que compensado con el mayor ingreso obtenido por una cantidad menor vendida a un precio más alto.

Cuando el sindicato impone un salario restrictivo, los trabajadores empleados obtienen un ingreso mayor, pero la pérdida de ingreso resultante de la menor oferta la sufren los trabajadores que quedaron excluidos y que estaban dispuestos a trabajar por un salario menor.

Los trabajadores excluidos quedarán desempleados o buscarán emplearse en empresas que no estén controladas por el poder sindical y al margen de la legislación que lo protege. En ese mercado, denominando informal, se produce un exceso de oferta que reduce el salario llevándolo hasta el nivel de subsistencia.

El desempleo y la informalidad, provocados por los salarios restrictivos que imponen los sindicatos, no siempre son ostensibles en periodos de crecimiento económico. En ese caso, su efecto es impedir mayor expansión de las empresas y, por tanto, mayor generación de empleo.    

El poder de los sindicatos se ve reforzado por su injustificada participación en las negociaciones del salario mínimo, donde su interés es obtener un incremento porcentual elevado que será el piso de sus propias negociaciones salariales, aunque ello dañe a quienes si dependen del mínimo.

En síntesis, el poder sindical - que beneficia a un escaso millón de trabajadores - causa desempleo, informalidad y reducción del salario real entre los otros 24 millones de la fuerza laboral.   

La reforma laboral refuerza el poder sindical y acaba el derecho de los individuos a negociar por sí mismos sus salarios y condiciones laborales, lo que es la esencia de la libertad de trabajo.

La burocracia sindical confederada es colmada de prebendas y rodeada de barricadas de garantías, se les da el “derecho” de vetar sindicatos “patronales” y podrán afiliar directamente trabajadores, “si sus estatutos lo permiten” (artículos 47, 48, 49 y 50).

Los trabajadores no sindicalizados estarán obligados a financiar los sindicatos (artículo 47), se les prohíbe celebrar pactos colectivos o cualquier negociación dirigida “a fijar las condiciones de trabajo y empleo” (artículo 59) y no tienen derecho sino obligación de huelga (artículo 67).   

Las consecuencias del sindicalismo de industria son más devastadoras que las de los sindicatos de empresa por la simple razón de que impactan un mayor número de trabajadores.  

La reforma (artículos 48, 49, 51, 55 y 58) impone el sindicalismo de industria, acrecienta el poder de las confederaciones y, como si fuera poco, legaliza la huelga en los servicios públicos esenciales (artículo 62).

¡Qué Dios nos coja confesados!