El asesinato de Floyd y la agenda de
la izquierda totalitaria
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Una de las habilidades que hay que reconocerle a la
izquierda totalitaria es su capacidad de aprovechar cualquier situación social
o cualquier hecho asilado de esos que hieren la sensibilidad humana, como el
asesinato de George Floyd por un agente de policía en Minneapolis, para
impulsar su agenda. Lo que no es más que un incidente de brutalidad policial,
que habría sido considerado como tal de haber sido negro el victimario y blanca
la víctima, o negras o blancas las dos personas involucradas, la izquierda
quiere hacerlo ver como una muestra del racismo de la administración del
presidente Donald Trump o, peor aún, del capitalismo norteamericano y, por qué
no, de todo el capitalismo liberal.
El gran “pecado” de Donald Trump es haberle plantado
cara al totalitarismo chino y norcoreano y al de sus aprendices
latinoamericanos de Cuba y Venezuela, después de años de política de
apaciguamiento de la administración de Barack Obama. La izquierda no podía
desaprovechar la oportunidad servida por el asesinato de Floyd para tratar de
cobrarle a Trump por ventanilla.
La lucha contra la esclavitud y el racismo ha sido
obra y es uno de los grandes logros del capitalismo liberal. Porque la
esclavitud no surgió del racismo sino todo lo contrario. Los hombres
aprendieron a esclavizarse los unos a los otros antes de que aprendieran a
escribir. En la antigüedad remota los esclavos eran los vencidos en las
constantes guerras que enfrentaban a los pueblos. Blancos europeos esclavizaban
a otros blancos europeos, asiáticos esclavizaban asiáticos y, ¡cómo no!, negros
africanos esclavizaban a otros negros africanos. Más adelante, cristianos
esclavizaron moros y moros esclavizaron cristianos. El gran Cervantes fue
esclavo en Argel. Las grandes civilizaciones que encontraron los españoles a su
llegada a las Américas – la Azteca y la Inca – eran sociedades esclavistas.
Modernamente, fue Inglaterra, la primera gran nación
donde se instaló el capitalismo liberal, la que abolió, antes que en cualquier
otra parte, la esclavitud negra en su territorio, y emprendió, con su poderosa
armada de guerra, una lucha sin cuartel contra el tráfico de esclavos desde
África hacia el continente americano. La esclavitud en el sur de Estados Unidos
y en otros países de América solo pudo mantenerse hasta la segunda mitad del
siglo XIX por la reproducción biológica de la población esclava pues la armada
inglesa fue exitosa en cortar el flujo de esclavos desde África.
Fueron también los capitalistas liberales del norte
los que emprendieron la guerra contra los esclavistas del sur, guerra que sigue
siendo la que más vidas ha cobrado en la historia de los Estados Unidos, por
encima, incluso, de las dos guerras mundiales, en las que se involucraron para
salvar a los europeos de sus propias locuras.
Pero es también en Estados Unidos donde los negros han
prosperado más que en cualquier otro país del mundo entero. En su obra “Economía:
verdades y mentiras”, en la que desmonta las falacias económicas y sociales de
las que se nutre la ideología de izquierda, Thomas Sowell, economista liberal y
negro, ¡qué escándalo!, reporta que el ingreso medio del negro americano es el
85% del ingreso medio del país. Traducido a dinero, eso significa que, en 2018,
el PIB per cápita de los negros de Estados Unidos era de US$ 53.550, casi cinco
veces el promedio mundial y superior al de la mayoría de los países del mundo
y, por supuesto, al de cualquier país africano o de América Latina.
Miles de ciudades y pueblos de Estados Unidos son gobernados
por alcaldes negros. En Washington, donde hay una burguesía negra cuya riqueza
haría palidecer de envidia a la pobretona burguesía colombiana, gobierna,
Muriel Bowser, una distinguida señora negra. También es negra la alcaldesa de Chicago, la señora
Lori Elaine Lightfoot. Ambas son dueñas
de una sólida educación universitaria, como Colin Powell y Condoleezza Rice, intelectuales
refinados que llegaron a la Secretaría de Estado, el más alto cargo ejecutivo después
de la presidencia, y, por supuesto, el expresidente Barack Obama, orgulloso de
sus raíces africanas. Cualquiera de esas
personas asesinaría a quien le dijera que sus logros son el resultado de la
discriminación positiva y no de su empeño individual, que es lo que estimula y
premia el capitalismo liberal.
La interpretación del asesinato de Floyd en términos
de discriminación y racismo, de la que ya hace eco nuestra bobalicona prensa,
tan proclive a la ideología izquierdista, hará sin duda parte de los slogans de
la próxima arremetida de la izquierda colombiana contra nuestras instituciones,
al lado de “la defensa de la soberanía”, supuestamente ofendida por la presencia de un
puñado militares norteamericanos, y, por supuesto, la “lucha contra el
desempleo y la pobreza”, provocados por la cuarentena que esa misma izquierda
ha buscado prolongar y hacer más draconiana, de suerte que provoque más
desempleo y pobreza contra los cuales luchar. Hay que estar preparados.
LGVA
Junio de 2020.
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