Gonzalo Betancur Urán: in memoriam
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
La muerte es siempre triste, pero en estos días de
confinamiento lo es mucho más. La muerte de un amigo es la oportunidad de
encontrar otros amigos, de evocar y celebrar con ellos la vida del amigo que
parte, de recordar los trozos de vida que con él compartimos. Es por eso que la
muerte de Gonzalo es doblemente triste, porque el confinamiento, al impedirnos compartir
el dolor que su muerte nos causa, nos impidió también recordar la alegría de lo
con él vivido.
Gonzalo fue mi profesor de Desarrollo Económico, una
materia que ha desaparecido de los programas de economía, donde fue reemplazada,
creo, por Crecimiento Económico, que, aunque parecida, no es la misma cosa.
Tampoco es la misma cosa la llamada Economía Institucional, que también se le
parece.
A Gonzalo le debo el conocimiento de la obra de Arthur
Lewis, Simon Kuznets y W.W. Rostow. En los años 60 y 70 del siglo XX esos eran
los grandes tratadistas del desarrollo económico y sus libros se estudiaban en
todas las buenas facultades de economía del mundo, incluida la de la
Universidad de Antioquia. Gonzalo conocía muy bien a esos autores,
especialmente a Lewis, cuyo libro Teoría del desarrollo económico consideraba
el mejor en su campo. Creo que entonces y ahora, Gonzalo tenía razón: la mayor
parte de las contribuciones de la Nueva Economía Institucional en su vertiente
histórica son una reelaboración más o menos sistemática de las ideas de Lewis.
Gonzalo fue el impulsor, fundador y primer director de
Lecturas
de Economía, la revista del Departamento de Economía de la Facultad de
Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia, la cual, en enero de este
año, con su número 92, cumplió 40 años de existencia. El primer número salió
bajo en nombre de Temas Económicos, que tuvo que ser cambiado porque ya estaba
registrado en el Ministerio de Gobierno. Como la información llegó cuando la
revista ya estaba en prensa solo a partir del segundo número tomó el nombre de
Lecturas. Tanto “Temas” como “Lecturas” salieron de caletre de Gonzalo. Creo
que fue afortunado que el primer nombre estuviera registrado.
Ese primer número fue toda una hazaña. El hábito de
escribir y publicar no estaba muy difundido y entonces no se premiaba de por
vida la publicación de cualquier nota bibliográfica en una hoja parroquial. En
sus primeros años, cada número de Lecturas exigió un tremendo esfuerzo para la
consecución del material. Ahí estuvo siempre Gonzalo, apremiando a todo el
mundo para que se animara a escribir y publicar; corrigiendo con esmero los
textos a veces muy burdos que le entregaban. A mí me hizo publicar, casi que, a
la fuerza, una pequeña nota sobre Schumpeter, mi primera aparición en letras
impresas.
En efecto, le debo a Gonzalo el conocimiento y la
devoción por la obra de Schumpeter. En sus clases, pero mucho más fuera de
ellas, me hablaba mucho de sus libros y me hizo leer la Teoría del desenvolvimiento
económico. Dentro de las pocas cosas que publicó Gonzalo hay justamente
un espléndido ensayo sobre Schumpeter en el que mezclaba finas observaciones
sobre la obra y vida del personaje con pertinentes referencias al Hombre sin
atributos, la novela de Robert Musil.
Gonzalo fue en efecto un fino lector de Musil y de
toda la gran literatura del siglo XX. La literatura más que la economía fue su
gran pasión. Estaba al tanto de todo lo que salía y tenía juicios certeros
sobre infinidad de libros y autores. Cuando le oía decir a Gonzalo que algún
autor escribía bastante bien, yo corría a leerlo. Al último que me hizo
descubrir fue a Juan Gabriel Vásquez con el Ruido de las cosas al caer.
Las recomendaciones literarias, y las recomendaciones
de cualquier índole, las daba siempre Gonzalo en tono menor. Ese fue un rasgo
que me impresionó siempre de su modo de ser durante el tiempo en que fuimos
colegas de docencia en la Facultad de Economía de la U de A. Estaba siempre
dispuesto a promover y apoyar todas las iniciativas de interés académico – la
revista, la realización de eventos y seminarios, la actualización de los
currículos, etc. – con decisión y persistencia, pero sin ningún interés de figuración
o protagonismo. Su actitud frente a la vida política y social siempre me hacía
pensar en el lúcido escepticismo de Ulrich, el protagonista del Hombre sin
atributos, la novela que Gonzalo amó.
LGVA
Mayo de 2020.
Triste la partida de un buen profesor y gran señor. Igualmente tuve la fortuna de ser uno de sus alumnos de la U de A. Paz en su tumba.
ResponderEliminarLamentable la partida de Gonzalo, fue mi profesor de las dos asignaturas de Desarrollo Económico. Falta que algún colega construya su perfil literario que es bastante amplio. Tenía un grupo de literatura con varios contertulios economistas y compañeros de trabajo. Sería bueno que este grupo construyera el perfil.
ResponderEliminarMuy lindo y sentido el articulo sobre el triste fallecimiento de un colega y especial amigo como fue Gonzalo para mi, en mis epocas de vida en Medellin. Paz en su tumba y lo pondré en mis oraciones. Gracias Luis Guillermo por narrar tan bien, lo que fue su admirable vida academica, aunque sabemos que su vida en materia literaria tambien fue digna de admirar.
ResponderEliminarA Gonzalo lo conocí cuando estudiábamos en la Facultad....ya después de muchos años volvimos a encontrarnos y alguna amistad sostuvimos..excelente persona....paz en su tumba
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