La reactivación de la economía no
debe detenerse
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
La reactivación de la economía no debe detenerse, debe
incluso acelerarse para evitar más afectaciones a las empresas y sus
trabajadores. La cuarentena cumplió el objetivo de reducir la tasa de
contagios, para permitir el fortalecimiento del sistema de salud, y educar a la
población en las medidas de higiene y protección.
A pesar de la caída de la tasa de contagios, del
aumento de las recuperaciones, de que la mayoría de los casos son leves y de la
poca letalidad de la enfermedad, todo lo cual se traduce en la baja utilización
de la capacidad hospitalaria reservada para atender a los enfermos graves; hay
quienes insisten en desacelerar la reactivación de la actividad económica o,
incluso, en restablecer la cuarentena en su forma más estricta.
El problema no puede ser abordado mirando
exclusivamente la tasa diaria de contagios sino considerando en su conjunto las
cinco variables mencionadas, como trataré de explicar con la ayuda de la
ilustración que se muestra a continuación.
El asunto no es evitar que la gente enferme, pretendiendo reducir a cero la tasa de contagios. Como en el caso de
cualquier enfermedad, se trata de que quienes enferman gravemente puedan ser
convenientemente atendidos sin que se desborde la capacidad hospitalaria.
La capacidad hospitalaria – el número de camas
ordinarias, de atención intermedia y de cuidados intensivos – puede ser
representada como una especie de piscina que tiene un flujo de entrada, el de
los contagiados y tres flujos de salida: el de los casos leves, el de los
recuperados y el de las personas fallecidas. Evidentemente, cuando los
contagios diarios son mayores que la suma de las recuperaciones, los casos
leves y los fallecimientos, el nivel de la piscina tendrá a subir; se reduce en
caso contrario y se mantiene cuando son iguales. El problema es desacelerar el
aumento en el nivel de la piscina, utilización de la capacidad hospitalaria, al
tiempo que tratamos de aumentar su tamaño con más camas, más UCI y más
ventiladores.
Veamos ahora lo que podemos llamar la aritmética de la
pandemia. Entre mayo 14 y mayo 16 se presentaron 1329 casos nuevos. De estos,
953 quedaron en casa por ser leves, quedan 376. Entre ambas fechas se recuperaron
229, lo que deja un saldo de 147. Como fallecieron 37, quedan 110, que aumentan
el nivel de la piscina, 100 con atención hospitalaria corriente y 10 en UCI.
Miremos ahora el nivel de la piscina para ver qué tan
preocupante es la situación. La capacidad instalada para atención del Covid
está conformada por 20887 camas corrientes, 1653 de cuidados intermedios y 3289
UCI. A 16 de mayo había 845 personas en hospitalización ordinaria y 148 en UCI.
Esto da una utilización de 3,7% del total de camas ordinarias y de atención
intermedia y de 4,5% de las UCI. No parece pues que la piscina se esté
desbordando ni que esto vaya a ocurrir prontamente.
Por las camas ordinarias no hay que preocuparse
demasiado. Los hoteles están desocupados y aceptarían gustosos la habilitación de
sus camas para atender enfermos Covid 19. En cuanto a las UCI, está en marcha
la importación de 2817[1],
mientras que empresas de Medellín están próximas a iniciar la fabricación de
2000 ventiladores, pendiente solo de la autorización del INVIMA[2]. Así las cosas, en uno o dos meses a lo sumo,
la capacidad instalada de UCI se elevaría a 8160 unidades. Incluso con los
200000 casos que probablemente se tengan hacia mediados de julio, la capacidad
hospitalaria actual, sin importaciones ni habilitar camas de hotel, tendría una
utilización de 60% en UCI y 50% en camas ordinarias e intermedias.
El aumento de los casos acumulados, casi lo único en
que se insiste en los medios de comunicación, seguramente llevará a que se
intensifiquen las presiones políticas y mediáticas sobre el Gobierno Nacional para
que desista de reactivar la actividad económica e, incluso, restablezca la
cuarentena más estricta. El Gobierno
debe resistir a ello y como sociedad debemos apoyarlo.
El dilema que enfrentamos como sociedad no es entre
economía y pandemia sino entre el sufrimiento humano causado por el Covid 19 y
el sufrimiento humano causado por la parálisis de la economía. Porque en sufrimiento humano es en lo que se
traduce la parálisis de la economía: en sufrimiento por el desempleo, en
sufrimiento por la pobreza, en sufrimiento por el hambre, en sufrimiento por la
desnutrición de los niños, en sufrimiento por el deterioro psíquico y emocional
de las personas y en sufrimiento, también, por las muertes que causará y está
ya causando todo lo anterior.
La gráfica presenta el dilema al que nos enfrentamos.
En el eje vertical se mide el sufrimiento y en el horizontal la duración en
días de una cuarentena obligatoria draconiana. No está fuera del alcance de
cualquier economista medianamente entrenado construir un índice del sufrimiento
humano asociado a la pandemia y a la parálisis de la economía. Aquí basta con
saber que puede construirse.
La línea AA´ representa el sufrimiento de la pandemia
en función de la duración de la cuarentena draconiana. Se supone, sin que ello
sea del todo seguro, que este sufrimiento se reduce a medida que se aumenta el
tiempo de confinamiento, tendiendo a cero si el confinamiento se mantiene hasta
que aparezca la vacuna, como se ha sugerido.
La línea BB´
representa el sufrimiento humano por la parálisis de la economía, el cual
aumenta a medida que aumenta la duración del confinamiento y que tiende a infinito
si logramos destruir la economía extendiéndolo hasta que se tenga la anhelada vacuna.
En el punto de intersección de esas dos curvas se
minimiza el sufrimiento humano total y es ese punto el que, a tientas, como en
todas partes, está buscando, el Gobierno Nacional.
LGVA
Mayo de 2020.
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