Lección
VI
Economía
Clásica - Visión de Conjunto
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Docente, Departamento de Economía, Universidad EAFIT
Docente, Departamento de Economía, Universidad EAFIT
I.
Introducción
La expresión Economía
Clásica fue acuñada por Karl Marx (1818-1883) y adoptada de forma generalizada
en la historia del pensamiento económico. En términos puramente descriptivos y
cronológicos, se da el nombre de economía clásica a las ideas desarrolladas en
un conjunto de obras de economía publicadas entre 1773, año de publicación de La Riqueza de las Naciones de Adam Smith
(1723-1790), y 1848, año de publicación de los Principios de Economía Política de John Stuart Mill (1806-1873). Economistas
clásicos son denominados los autores de esas obras. Además de los mencionados,
se reconocen como economistas clásicos a David Ricardo (1772-1823), Thomas
Robert Malthus (1766-1834), William Nassau Senior (1790-1864), Jean Baptiste
Say (1767-1832), Frédéric Bastiat (1801-1850) y, a juicio de muchos autores, el
propio Marx. También deben incluirse dentro de esta escuela, por razones que se
explican más adelante, un conjunto de autores que podemos denominar economistas
clásicos contemporáneos o economistas neo-ricardianos encabezados por Piero
Sraffa (1898 – 1983) y sus discípulos entre los que se destacan Luigi Pasinetti
(1930), Pierangelo Garegnani (1930-2011) y Ian Steedman (1941).
El término “clásico” se
aplica – siguiendo a María Moliner – a la lengua, al estilo, las obras, las
ideas, los artistas, los autores, etc., pertenecientes a la época de mayor
esplendor de una evolución artística, literaria o intelectual. Hablamos así de
literatura, música o arte clásico. A algo semejante se alude cuando se habla de
Economía Clásica. Sin embargo, las visiones que ésta se tienen no son uniformes entre todos los autores que
en diversos momentos de la historia del pensamiento económico se han ocupado de
ella. La visión de Marx es diferente de la visión neo-clásica y ésta difiere
sustancialmente de la visión de Sraffa y los clásicos contemporáneos. Keynes,
por su parte, plantea un problemática que le permite definir como “clásica”
tanto a la economía de Ricardo y sus discípulos más inmediatos como los autores
que los manuales de historia del pensamiento califican de neo-clásicos. Es
importante empezar por presentar esas diferentes visiones pues ello permite
hacerse a una idea de la complejidad, el alcance y la influencia duradera de
los economistas clásicos.
II.
Visiones
de la Economía Clásica.
1. Visión Neo-clásica[1].
Desde la perspectiva
neo-clásica, las ideas de los economistas clásicos son vistas como antecesoras
– imperfectas o inacabadas- de la moderna teoría del equilibrio general. Arrow[2] y
Hahn[3] lo
expresan de la siguiente forma:
“…puede
sostenerse que Smith fue el creador de la teoría del equilibrio general, aunque
pueda ponerse en duda la coherencia y consistencia de su trabajo. A fortiori, los posteriores expositores
sistemáticos del sistema clásico, como Ricardo, Mill y Marx, cuyo trabajo
subsanó algunas de las lagunas lógicas de Smith, pueden ser considerados como
los primeros expositores de la teoría del equilibrio general. En algunos
sentidos, Marx se aproximó más a la teoría moderna en cuanto a la forma de su
esquema de reproducción simple (El Capital, Vol. II), estudiada en combinación
con su desarrollo de la teoría de los precios relativos (Vols. I y III), que
cualquier otro economista clásico, aunque lo confundía todo en su intento de
mantener simultáneamente una teoría pura del valor trabajo y una igualación de
las tasas de rendimiento del capital. Sin embargo, hay un sentido muy
importante en que ninguno de los economistas clásicos tenía una verdadera
teoría del equilibrio general: ninguno de ellos asignó un papel explícito a las
condiciones de la demanda (…) no hubo una integración genuina de la demanda con
el carácter de la economía clásica centrado en la oferta. Los supuestos
simplificadores hechos en relación con la oferta facilitaron ese
desentendimiento de la demanda. Una teoría del equilibrio general es una teoría
acerca de las cantidades y los precios de todos los bienes.”[4].
Toda la teoría
económica, en su nivel más abstracto, trata de establecer las condiciones bajo
las cuales una sociedad conformada por agentes especializados que deciden de
forma descentralizada y autónoma sobre el empleo de los recursos escasos de que
disponen es viable en el sentido de que puede obtenerse una configuración en la
que los programas de producción y consumo de todos los agentes sean compatibles
entre sí. En ese sentido la problemática
teórica de Smith, Marx, Walras y de la moderna teoría del equilibrio general es
la misma. Por eso parece lícito que Arrow y Hahn conciban la teoría clásica
como un caso particular de la teoría del equilibrio general; caso que se
caracterizaría por ignorar el papel de la demanda y asumir que los precios
pueden ser determinados exclusivamente por las condiciones de producción. Sin
embargo, existe una visión alternativa de la teoría clásica en el marco de la
cual la teoría de los precios de ésta tiene una lógica propia totalmente
irreductible a la lógica del equilibrio general. Esta visión es la que se
conoce como economía clásica contemporánea o economía neo-ricardiana.
2. Visión neo-ricardiana.
El resurgimiento de la
economía ricardiana se asocia a la obra de Piero Sraffa[5], Producción de mercancías por medio de
mercancías, Preludio a una crítica de la teoría económica, publicada en
1960. Se trata de un pequeño libro que, como lo indica el subtítulo, quería
servir de base a una crítica de la teoría económica dominante, es decir, a la
teoría marginalista o neo-clásica y restablecer la visión clásica o ricardiana.
El prefacio de esa obra contiene un resumen de la visión de Sraffa o
neo-ricardiana de la economía clásica. Se cita in extenso:
“Cualquier
persona acostumbrada a pensar en términos del equilibrio de oferta y demanda
puede inclinarse a suponer, al leer estas páginas, que la argumentación
descansa sobre el supuesto tácito de rendimientos constantes en todas las
industrias. (…) No se considera variación alguna en el volumen de producción ni
variación alguna en las proporciones en que los diferentes medios de producción
son utilizados por una industria, de modo que no surge problema alguno sobre
variación o constancia de los rendimientos. La investigación se ocupa
exclusivamente de aquellas propiedades del sistema económico que no dependen de
las variaciones en la escala de producción o en la proporción de los
“factores”. Este punto de vista, que es el de los antiguos economistas clásicos
desde Adam Smith a Ricardo, ha sido sumergido y olvidado desde el advenimiento
del método “marginalista”. La razón es obvia. El enfoque marginalista exige que
la atención se centre en la variación, porque sin variación, bien en la escala
de la industria, bien en las “proporciones de los factores de producción”, no
puede haber producto ni coste marginal. En un sistema donde la producción
continuara sin variación en esos aspectos, día tras día, el producto marginal
(o, alternativamente, el coste marginal de un producto) no sólo sería difícil
de encontrar, sino que no habría donde encontrarlo.”[6]
En otra parte Sraffa
señala con especial claridad el objetivo de su trabajo:
"Es
necesario volver a la economía política de los fisiócratas, Smith, Ricardo y
Marx. Y uno debe proceder en dos direcciones: i) purgar la teoría de todas las
dificultades e incongruencias que los economistas clásicos no fueron capaces de
superar, y ii) seguir y desarrollar la relevante y verdadera teoría económica
como se vino desarrollando desde Petty, Cantillon, los fisiócratas, Smith,
Ricardo, Marx. Este natural y consistente flujo de ideas ha sido repentinamente
interrumpido y enterrado debajo de todo, invadido, sumergido y arrastrado con
la fuerza de una ola marina de economía marginal. Debe ser rescatada"[7]
Aunque algunas de estas
cuestiones sólo se aclararán completamente más adelante, conviene resumir lo
expuesto en las siguientes proposiciones:
·
El propósito de Sraffa y sus discípulos
es restablecer de forma coherente la visión económica de los clásicos.
·
Esta visión clásica es radicalmente
diferente a la visión neo-clásica e implica una concepción del sistema de
precios distinta de la concepción del equilibrio general.
·
En el sistema de precios clásico los
métodos de producción son conocidos. Dado este conocimiento de los métodos de
producción y una regla exógena de distribución del excedente se determinan los precios de
producción que garantizan la reproducción de sistema.
·
En el sistema de equilibrio general se
trata de determinar simultáneamente las cantidades y precios de todos los
bienes y servicios, incluidos los precios y cantidades de los factores de
producción. La distribución del producto es endógena.
3. Visión de Marx.
Como ya se indicó, la
expresión “economía clásica” se origina en Karl Marx. Utiliza esta expresión para
oponerla a lo que él denominaba “economía vulgar”. Señala Marx en El Capital:
“…entiendo
por economía clásica toda la economía que, desde W. Petty, investiga la
concatenación interna del régimen burgués de producción, a diferencia de la
economía vulgar, que no sabe más que hurgar en las concatenaciones aparentes….”[8]
En su obra, Historia crítica de la teoría de la
plusvalía[9],
dice lo siguiente:
“La economía clásica se esfuerza por reducir
mediante el análisis las diversa formas de la riqueza a su unidad interior y
por despojarlas de la forma en que conviven indiferentes unas para con otras.
Trata de entender la conexión íntima distrayéndola de la multiplicidad de los
fenómenos puramente exteriores. Reduce la renta a la sobre-ganancia; la renta
deja pues de tener una existencia propia
y se desprende su fuente aparente, la tierra. También despoja al interés
de su forma personal y hace de él parte de la ganancia. De esta forma ha
reducido todas las formas de ingreso y los diferentes títulos en los que el no
trabajador tiene una parte en el valor de las mercancías (…) Lo que Dios Padre,
Dios Hijo y el Espíritu Santo son para los escolásticos, son la tierra – renta,
el capital – interés y el trabajo-salario para los economistas vulgares . En
efecto, esta es la forma bajo la que estas relaciones parecen existir
directamente en los fenómenos y vivir en la conciencia de los agentes abarcados
por la producción capitalista (…) Los diferentes ingresos tienen fuentes muy
diversas, uno la tierra, otro el capital, el último por fin el trabajo. Como no
tiene relación, no podrían tener relaciones hostiles. Sin embargo, si colaboran
en la producción es una colaboración armoniosa…”[10]
Como se verá más
adelante, la plusvalía en es el concepto central de la teoría de Marx. La
plusvalía es el valor creado por el trabajador asalariado por encima del
salario o valor de su fuerza de trabajo. Todas las formas de ingreso diferentes
del salario – beneficios, intereses, renta, etc. – son parte de la plusvalía. Entre el salario y la plusvalía existe una
relación inversa. También es contradictoria, para una masa dada de la
plusvalía, la distribución de ésta entre las diferentes formas del ingreso. La
economía clásica, para Marx, habría comprendido, aunque no de forma completa
por carecer del concepto de plusvalía, el antagonismo existente en la
distribución del producto entre las diferentes clases de la sociedad. La
“economía vulgar” niega ese antagonismo al asumir que la distribución del
producto está determinada por la productividad de los “factores” que participan
en la producción.
4. Visión de Keynes.
John Maynard Keynes es
uno de los más célebres e influyentes economistas en toda la historia de la
disciplina. Su obra más importante, Teoría
general del empleo, el interés y del dinero, publicada en 1936, empieza con
esta provocadora declaración
“I have called this book the General Theory of Employment, Interest
and Money, placing the emphasis on prefix general. The object of such a title
is to contrast the character of my arguments and conclusions with those of the
classical theory of the subject, upon which I was brought up and which
dominates the economic thought, both practical and theoretical, of the governing
and academic classes of this generation, as it has for a hundred years past. I
shall argue that the postulates of the classical theory are applicable to a
special case only and not to the general case….”[11]
En nota de pie de página
define la economía clásica de la siguiente forma:
“The classical economists
was a name invented by Marx to cover Ricardo and James Mill and their
predecessors, that is to say the founders of the theory which culminated in the
ricardian economics. I have become accustomed, perhaps perpetrating a solecism,
to include in the classical school the followers of Ricardo, those, that is to
say, who adopted and perfected the theory of the ricardian economics, including
(for example) J.S. Mill, Marshall, Edgeworth and Prof. Pigou”[12]
Keynes incluye dentro
de los economistas clásicos los nombres de Marshall, Edgeworth y Pigou que
habitualmente son considerados como marginalistas o neo-clásicos. La razón de
ello se encuentra en que a su criterio las escuelas clásica y neo-clásica,
independientemente de la teoría de los precios subyacente, comparten la
conclusión fundamental de que en equilibrio no puede existir desempleo
involuntario. En efecto, en el marco de lo que Keynes denomina economía
clásica, el desempleo involuntario sólo puede existir si el salario es
inflexible a la baja de tal suerte que no puede alcanzar el nivel requerido
para eliminar el exceso de oferta en el mercado laboral. La pretensión de
Keynes era haber construido más general capaz de explicar la existencia de
desempleo aún en situación de equilibrio[13].
5. Visión de Carlo Benetti y Jean
Cartelier[14].
Existe una quinta
visión, menos conocida que todas las anteriores pero profundamente original y
de extraordinarias consecuencias para la interpretación de la teoría económica.
De acuerdo con Benetti, la economía política es, valga la redundancia, la
teoría de las relaciones económicas cuyo carácter distintivo, frente a las
otras relaciones por medio de las cuales se trata de describir la sociedad, es
de ser de naturaleza cuantitativa, es decir, que sólo son aprehensibles con la
noción de magnitud. La economía política parte pues de la existencia de
relaciones cuantitativas en una sociedad compuesta por una pluralidad de
elementos. Esas relaciones cuantitativas pueden ser aprehendidas como
relaciones monetarias o como relaciones de cambio de objetos físicamente
definidos – mercancías- distribuidos entre los elementos de la sociedad. El
segundo enfoque, llamado por Benetti y Cartelier Hipótesis de la Nomenclatura, es
el adoptado por toda la teoría económica
en todas sus variantes. La teoría del equilibrio general o teoría
neo-clásica y la teoría de los precios de producción o teoría clásica son variantes de ese
mismo enfoque.
6. Síntesis de las visiones de la
Economía Clásica.
Tenemos pues cinco
visiones de la economía clásica que pueden sintetizarse de la siguiente forma:
Visión
Neo-clásica. De acuerdo con ésta, los economistas
clásicos, de Smith a Marx, pasando por Ricardo, son antecesores de la teoría
del equilibrio general. Su teoría de los precios sería limitada porque sólo
considera una situación de rendimientos constantes y no tiene en cuenta en la
determinación de los precios el papel de la demanda.
Visión
Neo-Ricardiana. La economía clásica se caracteriza por
tener una teoría de los precios que se asocia a una visión del capitalismo
completamente diferente a la visión subyacente en le teoría neo-clásica. La
teoría clásica de los precios de producción obedece a una lógica distinta a la
teoría del equilibrio general por lo que no puede ser vista como una variante
imperfecta o incompleta de ésta.
Tabla
1
Visión
de Keynes. Da el nombre de clásica a toda la teoría
económica desde Ricardo a Marshall. Según Keynes, frente al tema de los
determinantes del nivel agregado de producción y empleo tanto la teoría clásica
como la neo-clásica llegan al mismo resultado: el equilibrio es siempre un
equilibrio de pleno empleo.
Visión
de Benetti y Cartelier. La economía clásica o teoría de la
producción es una variante de la hipótesis de la nomenclatura. La teoría
neo-clásica es la otra. Ambas teorías, según Benetti y Cartelier, tratan de
describir las relaciones económicas cuantitativas a partir de las relaciones de intercambio de
los objetos físicos que constituyen la riqueza real.
Estas visiones no son
contradictorias entre sí. En realidad permiten revelar, como se verá, diversos
aspectos del sistema clásico. En la sección siguiente se presentará con más detalle
la visión neo-ricardiana desarrollada a partir de la obra de Sraffa y, a partir
de ella, en lecciones posteriores, se examinarán las demás visiones propuestas.
III.
La
noción de sistema de precios clásico.
Siguiendo a Jean
Cartelier, puede darse la siguiente definición de la economía clásica:[15]
La economía clásica es
aquella que, partiendo de la existencia de un excedente físico, trata de
determinar el sistema de precios correspondiente a cierta norma de distribución
que permite la reproducción de la economía considerada.
La noción de “sistema
de precios clásico” no se encuentra directamente expresada en lo autores
clásicos. Dicha noción fue introducida en 1960 por el economista italiano Piero
Sraffa (1898-1983) en su obra Producción
de mercancías por medio de mercancías, en la cual el autor presenta una
reformulación de la teoría clásica de los precios poniendo de presente su
especificidad frente al sistema de precios neo-clásico. Al respeto, señala
Sraffa:
“La investigación se
ocupa exclusivamente de aquellas propiedades que no dependen de variaciones en
la escala de producción o en la proporción de los factores. Este punto de
vista, que es el de los antiguos economistas clásicos desde Adam Smith a
Ricardo, ha sido sumergido y olvidado desde el advenimiento del método
marginalista”[16]
Por su parte la
economía neo-clásica parte de la noción de factor de producción y trata de
determinar los precios de todos los bienes y de los servicios de los factores
de producción correspondientes al equilibrio de los agentes económicos.
La economía estudiada
por los economistas clásicos puede caracterizarse por los siguientes atributos:
• Propiedad privada de la tierra y los
medios de producción.
• Economía mercantil y trabajo
asalariado.
• Existencia de un excedente físico de
producción.
Las dos primeras
características significan simplemente que se trata de una economía de mercado,
propiedad privada y trabajo asalariado; es decir, de una economía capitalista.
La tercera marca la diferencia específica entre un sistema de precios clásico y
un sistema de precios neo-clásico. En efecto, afirmar que existe un excedente
físico implica suponer que las cantidades empleadas y producidas son conocidas
antes que los precios. Es decir, los métodos de producción empleados - las cantidades
físicas de insumos y productos de todas las ramas de actividad- están dados antes de los precios. En el
sistema de precios neo-clásico se determinan al mismo tiempo los precios y las cantidades
de todos los bienes y de los servicios de los factores de producción. La noción
de factor de producción es ajena a la economía clásica así como la noción de
excedente es ajena a la economía neo-clásica.
Supongamos una economía que solamente produce hierro y trigo. Un método de producción es algo como lo siguiente:
Supongamos una economía que solamente produce hierro y trigo. Un método de producción es algo como lo siguiente:
·
a11
unidades
de trigo combinadas con a12
unidades
de hierro y con n1 trabajadores
agrícolas producen a1 unidades
de trigo.
·
a21
unidades
de trigo combinadas con a22
unidades
de hierro y con n2 trabajadores
industriales producen a2 unidades de hierro.
Para que el sistema se
reproduzca es necesario que al principio de cada período productivo los
productores de trigo y de hierro dispongan exactamente de las cantidades de
trigo, hierro y de trabajo indicadas por sus respectivos métodos de producción.
Como estamos en una economía descentralizada - no en un taller o una fábrica o
una economía manejada centralmente - corresponde al sistema de precios realizar
al final de cada período productivo las asignaciones requeridas.
Tomemos el ejemplo
analizado por Sraffa[17]:
Aquí no hay excedente.
Se tendría el siguiente sistema de precios:
280Pt + 12Ph = 400Pt
120Pt + 8Ph = 20Ph
Donde Pt es el precio
del trigo y Ph
el precio de hierro.
Para que el sistema se
reproduzca a la misma escala es necesario que el productor de trigo disponga al
principio de cada período de producción de 280 arrobas de trigo y 12 toneladas
de hierro y que, a su turno, el producto de hierro cuente con 120 arrobas de
trigo y 8 toneladas de hierro.
Haciendo Pt = 1, es
decir, tomando el trigo como medida del valor, tenemos una sola incógnita, Ph,
que puede ser deducida de cualquiera de las dos ecuaciones. Existe una sola
relación de intercambio, que de ser adoptada por el mercado, garantiza la
reproducción del sistema:
10
arrobas de trigo = 1 tonelada de hierro
Sraffa escribe: “Hay un
único conjunto de valores de cambio que, en caso de ser adoptado por el
mercado, restablece la distribución original de los productos y hace posible
que el proceso se repita; tales valores surgen directamente de los métodos de
producción”[18].
Los valores de cambio
que garantizan la reproducción surgen directamente de los métodos de producción
pero deben ser adoptados por el mercado. Hay pues dos problemas que no deben
confundirse: el de la existencia de los valores de cambio que garantizan la reproducción
del sistema y el del proceso por el cual dichos valores son “adoptados” por el
mercado. Se volverá sobre este punto.
Supongamos ahora que
existe un excedente físico
El excedente físico
está conformado por 200 arrobas de trigo y 10 toneladas de hierro.
Tendríamos el siguiente
sistema de precios:
280Pt + 12Ph = 600Pt
120Pt + 8Ph = 30Ph
Pt
= 1
Ya no es posible
deducir la relación de intercambio directamente de los métodos de producción pues
tenemos tres ecuaciones linealmente independientes y solamente dos incógnitas. Es
necesario conocer una regla de asignación del excedente. Supongamos que
adoptamos la regla fisiocrática según la cual sólo en la agricultura,
producción de trigo, el valor venal es superior al valor fundamental. Esto
significa que el excedente físico se asigna todo a la producción de trigo. Tendríamos
el siguiente sistema:
280Pt + 12Ph + 200Pt + 10Ph = 600Pt
120Pt
+ 8Ph = 30Ph
Pt = 1
Ó
480Pt + 22Ph = 600Pt
120Pt + 8Ph = 30Ph
Pt
= 1
Aquí volvemos a la
situación del primer sistema y puede determinarse la relación de intercambio
que permite su reproducción: Ph = 5,454. Es decir:
Una
tonelada de hierro = 5,454 arrobas de trigo.
Puede suponerse otra
norma de distribución del excedente físico anterior a la fijación de los
precios. Por ejemplo, que el excedente
físico se distribuya en partes iguales entre las ramas. Se tendría el siguiente
sistema de precios:
280Pt
+ 12Ph + 100Pt + 5Ph = 600Pt
120Pt + 8Ph + 100Pt + 5Ph = 30Ph
Pt = 1
Ó
380Pt + 17Ph = 600Pt
220Pt + 13Ph = 30Ph
Pt
= 1
Podemos deducir Ph de
cualquiera de las dos ecuaciones: Ph = 12,941.
Supongamos ahora, como
lo harán Smith y Ricardo, que el excedente se distribuye de forma uniformemente
entre las ramas en proporción al valor de los medios de producción avanzados.
En este caso, el excedente no puede ser asignado antes de determinar los precios
pues para conocer el valor de los medios de producción avanzados es necesario
conocer los precios. La asignación del excedente debe hacerse simultáneamente
con la determinación de los precios. Se tendría entonces el siguiente sistema:
280Pt
+ 12Ph + r*(280Pt + 12Ph) = 600Pt
120Pt + 8Ph + r*(120Pt + 8Ph) = 30Ph
Pt = 1
Ó
(280Pt + 12Ph)*(1 + r) = 600Pt
(120Pt + 8Ph)*(1 + r) = 30Ph
Pt
= 1
Las soluciones de este
sistema son: Ph = 10 y r = 0,5.
La cuestión que debe
resaltarse aquí es la siguiente: en el sistema de precios clásico se trata de
encontrar las relaciones de intercambio o los precios relativos que, dada una
regla de asignación del excedente,
permiten la reproducción del sistema, es decir, que garantizan que en
cada rama se tengan las cantidades requeridas para avanzar en el nuevo ciclo
productivo. Como se observa en la tabla 2, el precio del hierro en trigo
depende de la regla de asignación.
Tabla
2
Observación: la única
categoría de distribución que aparece de forma explícita es el beneficio. El
salario está implícito y es tratado como bienes-salario, es decir, como
cantidades de mercancías consumidas por los trabajadores que entran en el
sistema de la misma forma en que entran los demás insumos, es decir, como
cantidades de mercancías utilizadas en el proceso de producción. Este
tratamiento no es satisfactorio pues no permite poner de manifiesto la relación
entre el salario y el beneficio.
Si el salario se hace
explícito, el sistema asumiría la siguiente forma:
(280Pt + 12Ph)*(1 + r) + 50.W = 600Pt
(120Pt + 8Ph)*(1 + r) + 10.W = 30Ph
Pt
= 1
En este caso, el
sistema puede resolverse si nos damos una de las variables de distribución. Si
r = 0,4; el salario (W) sería 0,9819 y el precio del hierro (Ph) 9,4585. Tarea: resolver el sistema de precios para r
= 0,5; 0,3; 0,20; 0,10.
LGVA
Septiembre de 2012.
[1] En la historia del pensamiento
económico se da el nombre de economía neo-clásica al conjunto de teorías
desarrolladas, por diversos autores y en distintos países de Europa, durante
las tres últimas décadas del Siglo XIX. Estas teorías constituyen la base de la
corriente principal (mainstream) de la economía contemporánea. Aquí se emplea
el término de economía neo-clásica para referirse a esta corriente principal.
[2] Kenneth Arrow (1921). Economista norteamericano que
comparte con Gerard Debreu (nobel de economía en 1983) el mérito de haber
demostrado formalmente por primera vez la existencia de un equilibrio general. Es conocido también
por el célebre teorema de imposibilidad o teorema de Arrow. Recibió el premio nobel
en 1972.
[3] Frank H. Hahn (1925). Economista británico nacido en Alemania. Coautor de la obra Análisis general competitivo, considerada como la exposición más
acabada de la teoría del equilibrio general. En la literatura económica se
habla del “Problema de Hahn” que se refiere a las condiciones bajo las cuales
una moneda fiduciaria puede tener un valor positivo en el equilibrio general.
[5] Piero Sraffa es un economista
italiano nacido en Turín, en 1898, y muerto, en Cambridge, en 1983. Desarrolló su trabajo académico en la
Universidad de Cambridge. Recopiló y editó las obras completas de David
Ricardo.
[7]
Luigi Pasinetti, Continuity and Change in Sraffa's Thought. An Archival
Excursus, en T. Cozzi e R. Marchionatti, Piero Sraffa's Political Economy. A Centenary Estimate, Routledge,
Londres y New York, 2001, pp. 139-156.
[8] K. Marx, El Capital, FCE, México, 1971, página 45 n.
[9] Esta obra, que no fue publicada
en vida de Marx, es un extenso tratado en el cual Marx analiza las
contribuciones de los
[10] K. Marx, Teorías de la
Plusvalía. Citado por J. Cartelier en Excedente y Reproducción. FCE, México,
1986, página 21.
[11]
J.M. Keynes. The General Theory of
Employment, Interest and Money. Macmillan – Cambridge University Press.
1973. Página 3.
[12] Ídem. Página 3.
[13] Por definición una situación de
equilibrio es aquella en la cual no se generan movimientos endógenos que
tiendan a modificarla. El desequilibrio
es justamente lo contrario. Explicar la existencia de desempleo involuntario
por una situación de salarios inflexibles puede tener significación desde el
punto de vista de la economía aplicada pero carece de toda trascendencia desde
el punto de vista de la teoría. El reto teórico que encara Keynes es probar la
existencia de múltiples equilibrios asociados a diferentes niveles de ocupación
de los cuales sólo uno de ellos serían equilibrio de pleno empleo. De ahí su
pretensión de haber desarrollado una teoría general de la cual el caso clásico
– de pleno empleo – sería un caso particular.
[14] Profesores de la Universidad de
Paris X, el primero, y de la Universidad de Marsella, el segundo. Autores de la
obra Marchands, salariat et
capitalistes, Maspero, Paris, 1980. En
este trabajo se presenta una teoría de las relaciones económicas basada exclusivamente en
las relaciones monetarias entre los agentes.
[15] Jean Cartelier. Excedente y reproducción. La formación de
la economía política clásica. Fondo de Cultura Económica, México, 1986.
Páginas 20 – 21 y 30 – 35.
[18] Ídem. Página 18.
No hay comentarios:
Publicar un comentario