Ideas
para la austeridad (V)
Menos
y más pequeños ministerios: un ahorro de 2,5 billones pesos
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista
“La bureaucratie,
pouvoir gigantesque mis en mouvement par des nains …”
(Balzac, Les employés)
La República de Colombia
nacida del Congreso de Cúcuta de 1821 empezó con cuatro Secretarías
Presidenciales: Interior, Hacienda, Relaciones Exteriores y Guerra y Marina. En
1863 se crea la del Tesoro, curiosa escisión de la de Hacienda. Con
estas cinco, más las de Fomento e Instrucción Pública, creadas
ambas en 1880, llegamos hasta la Constitución de 1886, que les cambia el nombre
por el de Ministerios que mantienen hasta la actualidad. El siglo XIX terminó
con 7 ministerios, pues el de Justicia, creado en 1890, tuvo una vida efímera y
se fusionó con el de Gobierno, antes Interior, del que se había desprendido.
Ya en el Siglo XX, bajo el
gobierno del General Rafael Reyes, se crea el Ministerio de Obras Públicas y se
fusionan los de Hacienda y Tesoro. En 1913 se crea el de Agricultura, el de
Correos y Telégrafos en 1923, en 1938 y 1940 nacen los de Trabajo y Minas y
Petróleos, en fín, el de Higiene es de 1946. Como el de Justicia reaparece en ese mismo año, a mediados del siglo se tienen 13 ministerios.
Con algunos cambios de nombre,
el número de 13 ministerios se mantuvo inalterado hasta los años 90. Ese número
resultó muy adecuado durante los 16 años de el Frente Nacional pues el gabinete
paritario de liberales y conservadores se garantizaba nombrando como Ministro
de Defensa al militar del más elevado rango. En los noventa aparecen otros tres
ministerios: comercio exterior, ambiente y cultura. Y el siglo XXI empieza con
16.
El gobierno de Álvaro Uribe
consiguió del Congreso la aprobación de la ley 790 de 2002 mediante la cual se
fusionaron los ministerios del Interior y de Justicia; los de desarrollo
económico y comercio exterior y los de trabajo y salud. El Ministerio del Medio
Ambiente asumió algunas funciones del de desarrollo económico y pasó a llamarse
Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. Por unos pocos años
el gabinete volvió a la mágica cifra de 13.
En su primer gobierno, Juan
Manuel Santos echó por la borda el esfuerzo descomunal y único en toda nuestra
historia republicana de Uribe Vélez por reducir el tamaño del gabinete de
gobierno. Con la ley 1444 de 2011 resucitó todos los ministerios a los que
Uribe Vélez había dado de baja y creó una multitud de agencia para acompañar,
completar, sustituir o estorbar ¡vaya uno a saber! el trabajo de los ministerios.
Y así el número de ministerios volvió a 16.
El presidente Iván Duque
Márquez, que en esto de los ministerios siguió más a Santos que a su supuesto
mentor Uribe, se inventó el de Ciencia, tecnología e innovación y el de
Deporte, ampliando la mesa del consejo de ministros a 18. En realidad, son 19,
pues el director del DNP tiene rango ministerial.
Son por lo menos 150 los
objetos que conforman ese sistema planetario-burocrático que se alimenta del presupuesto
general de la nación con unos gastos de personal de 25 billones de pesos. Un
ahorro de 2,5 billones no parece imposible de alcanzar con algunas fusiones,
supresiones y reducciones de nómina.
Pero no hay que hacerse muchas
ilusiones. Excepción hecha de la reducción temporal de Uribe Vélez, el gabinete
ministerial colombiano ha seguido la marcha inexorable de la ley de Wagner –
Adolph, el economista; no Richard, el músico – que pronostica el crecimiento
del tamaño del gobierno a un ritmo incluso superior al de la economía.
Según Wagner, que era un
socialista de cátedra, y sus modernos seguidores, ese crecimiento es el
resultado la demanda de bienes públicos indivisibles que supuestamente solo
pueden proveerse por el gobierno. Probablemente hay algo de eso, pero hay mucho
más de la acción de un par de personajes que, según Balzac, son a la vez creación
y creadores del gobierno hipertrofiado: el funcionario y el hombre de estado.
En pequeño ensayo titulado Fisiología
del funcionario, Honoré de Balzac caracterizó los dos tipos humanos que
conforman el entramado de la burocracia. El funcionario es un hombre que para
vivir necesita su sueldo y no puede abandonar el puesto porque no sabe otra
cosa que el papeleo. A diferencia del funcionario, que vive para servir al
gobierno pues no tiene alternativa, el hombre de estado, que hoy llamaríamos el
político profesional, vive para servirse del gobierno. El interés combinado de
esos personajes es, según Balzac, la fuerza que impulsa el crecimiento del gobierno
y el mayor obstáculo a su reducción.
La persistencia de la
burocracia por la acción de los “funcionarios” y los “hombres de estado”, la
estudia Balzac en su maravillosa novela Los empleados, donde cuenta la historia
Xavier Rabourdin, sesudo empleado gubernamental de la época de la restauración
borbónica, que aspira a ascender en la administración pública para hacerla más reducida,
pero a la vez más eficiente y eficaz. Desgraciadamente, el ambicioso proyecto
de reforma es descubierto por sus mediocres compañeros de oficina quienes,
aterrados por las ideas de Rabourdin, conspiran en contra suya con un poderoso
hombre de estado, obligando a renunciar al infortunado reformador.
LGVA
Abril de 2021.
Sería importante conocer los sectores empresariales y tipos de industrias que tienen subsidios del estados aparte de los biocombustibles y los ingenios.
ResponderEliminarA qué sectores se va el dinero de los subsidios: eps, empresas de servicios públicos, constructoras, etc.
Que fondos tiene el estado, FONADE, fondo del ahorro, fosyga y que empresas cubre o se benefician y los valores de esos fondos.
Primero y en forma muy coloquial: Tronco de articulo bueno!! Creo que una solucion clave en esta crisis que vivimos es basica: Toca reducir el gasto publico ya. Esos fondos se deben transferir a actividades/programas que incrementen el PIB inmediatamente. No solamente seria eficiente, pero tambien mostraria un paso en la direccion correcta tanto al pueblo como al mundo inversionista.
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