Voto
por Iván Duque
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Las libertades económicas
son el fundamento de todas las libertades, como lo recordara hace poco el
doctor Rodrigo Botero Montoya en un artículo que me permitió difundir en
este blog y cuya lectura recomiendo
vivamente[1]. La libertad económica es libertad de emplear
el trabajo y los recursos propios de la forma en que cada cual estime es la
mejor y de intercambiar los productos del esfuerzo propio con los productos del
esfuerzo los demás. Esto supone el reconocimiento mutuo de la propiedad de cada
cual: lo tuyo y lo mío, es decir, el reconocimiento de la propiedad individual.
Las libertades económicas son el fundamento de todas las libertades y el
derecho de propiedad el fundamento de todos los derechos.
Esta consideración, más que
las promesas de los candidatos, debe guiar la decisión de votar de todos los
amantes de la libertad. Hay que votar por quien confiemos será su mejor garante
desde la Presidencia de la República, es decir, por quien creamos que pondrá la
ley al servicio de las libertades económicas y la propiedad individual y no la
convertirá en instrumento para socavarlas.
Gustavo Petro no ofrece
preservarlas sino que, por el contrario, ha prometido acabar con ellas. Ha expresado
sin tapujos su intensión de expropiar todo lo que esté a su alcance y de
concentrar los recursos productivos en manos del gobierno que se supone los
empleará en beneficio de toda la sociedad. Es la vieja fórmula colectivista que ha
fracasado donde quiera que se ha aplicado dejando a los pueblos que la han
padecido en la miseria y la opresión.
Sergio Fajardo, con su carencia incomparable de criterio económico,
no vaciló en aliarse con un partido y unos dirigentes que son enemigos
declarados de la libertad comercial y que ofrecen como remedio a todos los
males el asistencialismo gubernamental rampante que, además de ser inviable fiscalmente, acaba con la dignidad del pueblo que termina convertido en una
masa mendicante y exigente que se cree merecedora de todas las cosas sin que
medie esfuerzo alguno para obtenerlas.
Humberto de la Calle
arrastra la vergüenza de haber alcanzado lo que la gente parece considerar el
peor acuerdo de paz posible, como lo muestra la paupérrima intención de voto
que registra en todas las encuestas. Lo poco que ha dicho en favor de la libertad
económica y de la propiedad individual no puede ser tomado en serio, pues su
vínculo indisoluble con lo que, contra toda evidencia, todavía dice es “el mejor acuerdo”, lo convierte
en rehén de los dirigentes de la Farc, los peores enemigos de la una y de la otra.
Germán Vargas no puede ser
acusado de ser enemigo de la libertad económica y de la propiedad individual. Sin
embargo, en su afán de cimentar su candidatura con toda suerte de alianzas,
ignoró que lo que está en juego en la coyuntura actual son los principios de legalidad y de responsabilidad
del gobierno sin los cuales la libertad y la propiedad están amenazadas. La
negociación, aprobación y el desarrollo legislativo de los acuerdos de La
Habana arrasaron el principio de legalidad. Las recientes actuaciones de la JEP
frente al asunto de Santrich, que han escandalizado incluso a sus más
fervientes defensores, continúan esa
obra de demolición. El descarado desconocimiento de los resultados del plebiscito
socavó profundamente el principio de responsabilidad del gobierno frente a los
ciudadanos.
Iván Duque es el único de
todos los candidatos que ha puesto en el centro de su proyecto político la
restauración del principio de legalidad, lo cual significa que los gobernantes
que administran de forma temporal los recursos y medios de acción del estado
están obligados a ejercer el poder conforme a determinadas normas conocidas por
todos y aprobadas por procedimientos constitucionales. También ha entendido que
el principio de legalidad supone un estado fuerte – que no es lo mismo que un estado
grande – que controle la totalidad del territorio y someta a los delincuentes.
Finalmente, entiende que el progreso económico es el resultado de la acción empresarios
y trabajadores y que el gobierno está para alentarlos y protegerlos y para
ayudar solidariamente a los más débiles, con una tributación justa y unos
subsidios bien focalizados. Por ello votaré por Duque.
LGVA
Mayo de 2018.
Si nos aferramos a los principios básicos del liberalismo, honorable profesor, me atrevería a decirle que su candidato es el que más coarta las libertades. Si apuesta a su razonamiento lógico y a sus verdaderos principios libertarios y deja la viceralidad política me dará la razón.
ResponderEliminarEntiendo que la auto-posesión es el axioma fundamental de la teoría de la libertad. Entiendo la libertad como el derecho de hacer ciertas cosas y de oponerse a la imposición de otras. Entiendo el derecho de propiedad como el fundamento de todos los derechos. Entiendo que la función de la ley es la protección de los derechos. Razonando a partir de esto llego inevitablemente a Duque. Ninguna viceralidad.
ResponderEliminarDejeme citar su propio argumento: .. "el derecho de oponerse a la imposición". Si se es liberal de verdad, no se puede votar por la imposición y caprichos de un gobernante (Uribe) que utiliza una figura para treparse en el poder en cuerpo ajeno. ¿Donde estan los otros derechos fundamentales como la libertad de discernimiento y razonamiento? Votar por duque es ponderar la mediocridad y el arribismo y subvalorar el capital humano. Uno no puede votar por un parásito burócrata que jamás ha conseguido nada, eso atenta contra la mayor auto-posesión: la razón. [Entre otros cosas más]
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