El silencio de los dirigentes
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Pasadas cuatro semanas de desórdenes y bloqueos que han dejado varios muertos, decenas de heridos y graves afectaciones a la economía,
lo que más desconcierta no es la timorata reacción del gobierno sino la falta
de respuesta de la dirigencia política y empresarial del País. Como si esto no
fuera con ellos, como si no entendieran cabalmente qué se lo que está en juego.
Los dirigentes políticos de los que hablo son los de
los partidos – Liberal, Conservador, Centro Democrático, Cambio Radical, Unidad
Nacional, Mira, Colombia Justa y libre - que forman la mayoría en el Congreso y
que se identifican en lo fundamental con los valores de la democracia liberal y
la economía de mercado y propiedad privada. Esos partidos tienen 82 de las 106
curules del Senado y representan a más del 80% de los votantes colombianos.
La dirigencia empresarial la identifico con la
treintena de gremios de la producción reunidos en el Consejo Gremial Nacional,
supuestamente comprometidos con la defensa de la libre empresa, la propiedad
privada, la economía de mercado, la democracia y el estado de derecho.
Todos los sectores económicos están representados ahí y son miles las empresas
afiliadas.
La mayoría de esos dirigentes ha tenido un papel
significativo en la vida política y económica del País en los últimos 30 ó 40
años, algunos hasta cincuenta. Por eso, nuestra institucionalidad económica y
política – con sus defectos y cualidades – es creación colectiva de todos ellos
y también de quienes hemos votado por los dirigentes políticos y de quienes
hemos apoyado a los dirigentes económicos trabajando en sus empresas, comprando
libremente sus productos e invirtiendo nuestros ahorros en ellas.
Lo que está pasando es un ataque en línea contra la propiedad privada, la economía de mercado y la democracia liberal. Por eso, lo que está pasando tiene que ver con esos dirigentes
y con todos los colombianos que de alguna forma los hemos apoyado para alcanzar
los rangos y dignidades que hoy ostentan. Con su silencio – el silencio de los
dirigentes – parecen estar significando que no creen en lo construido, que se avergüenzan
de ello, que no hay nada que valga la pena defender. De forma inconexa y
desordenada, los dirigidos, los ciudadanos colombianos, se levantan en las ciudades para rechazar los violentos de la extrema izquierda y decirles a sus dirigentes que nuestra democracia y nuestras libertades merecen y deben ser defendidas.
Hay que agradecerle a la izquierda radical y a sus vándalos mercenarios por hacernos comprender que el bloqueo es un delito contra la vida, la libertad, la democracia, el derecho a la educación, el derecho a la salud, derecho al trabajo y a la libre empresa. Por la lección en los valores de la libertad que con sus bloqueos le están dando al pueblo colombiano al hacerle comprender la significación de la atmósfera de libertades, necesarias para la paz y la tranquilidad, en la que vivían sus vidas.
Y de pronto el bloqueo, la violencia en las calles, la agresión. Y de pronto los colombianos empezaron a verse privados de la posibilidad de hacer cosas tan elementales como viajar en paz en el transporte público de su trabajo a la casa. De pronto ir a la cita de la ansiada vacunación o a la de la rutinaria dentistería se convierte en una riesgosa aventura. El acto elemental de comprar los alimentos se torna súbitamente en imposible por la acción de los bloqueadores. Las empresas desprovistas de insumos van cerrando sus puertas y despidiendo a sus trabajadores. De pronto los policías que nos protegen de los delincuentes se convierten en blancos móviles de los vándalos mercenarios. De pronto, los bloqueadores, suprimen de tajo todas las libertades y derechos. Han desaparecido el derecho a la vida, a la seguridad, a la movilidad, al trabajo, a la salud, a la educación. Ha desparecido la libertad de elección en la que sintetizan todos los derechos y libertades.
Los colombianos estamos descubriendo que la libertad de
elección es un hecho ontológico, el rasgo fundamental de la naturaleza humana. El
estado liberal no crea las libertades, sino que se limita a protegerlas, su deber es protegerlas. La
protección de las libertades es la atmósfera de la acción humana. Y es esa
atmósfera la que por la acción violenta de la extrema izquierda y la
debilidad del gobierno la que los colombianos sienten que están perdiendo. Los
colombianos se sienten ahogados y agobiados y sus dirigentes guardan silencio.
LGVA
Mayo de 2021
Totalmente de acuerdo, parece increíble la pasividad e inercia de toda esa dirigencia, es como si quisieran pasar de agache, en un momento crucial en que se requieren liderazgos firmes y ejercicio de autoridad. Colombia no ha tenido vocación golpista, pero si nuestras fuerzas militares no se sienten respaldadas, es muy posible que por honor militar puedan pensar en esa posibilidad, para rescatar el orden y la libertad de la inmensa mayoría del pueblo colombiano.
ResponderEliminarMe parece un poco injusto que un hombre tan brillante como usted, no pueda encontrar el origen, las causas subyacentes a los presentes síntomas que tanto nos agobian como colombianos.
ResponderEliminarSomos víctimas de un pésimo sistema, un sistema que asemeja un estado feudal donde la élite política y económica decide el futuro de todo el país sin inmutarse ante la miseria, la marginación, el dolor y las nulas oportunidades para la gente.
Claro, los bloqueos nos causan TERROR A TODOS, pero es exactamente la misma situación que vive una persona que vive en un estrato 1 y 2, al ver que no puede conseguir empleo, al de una persona 3 y 4 que ve que no pueden conseguir préstamos para iniciar pequeñas empresas; los que por primera vez sienten los estratos 5 y 6, al sentir vulneradas sus comodidades más básicas, alimentarse.
Creo que usted tuvo un punto muy importante al enunciar que tenemos un estado derrochador que carece de un ministerio de transparencia y eficiencia, que debería recortar sin ninguna piedad todos los órganos, agencias, instituciones y corporaciones que están desangrando el país.
Ya deberíamos tener un tren de carga que conecte los puertos con el centro del país, un tren rural que conecte los campos con las ciudades, deberíamos tener incentivos para los pequeños empresarios, deberíamos haber eliminado las exenciones a las grandes empresas, deberíamos de estar exigiendo el pago a los ultrarricos de los capitales que prefieren pagar en el exterior.
Hay demasiadas cosas mal y esa gente, los de primera línea, no tienen nada que perder, ni siquiera les importa dar sus vidas con tal de conseguir ser escuchados y esto es porque el pacto social desapareció, no hay un balance en los poderes y el pueblo no se siente representado en las medidas que ha tomado el gobierno.
Usted siendo un economista destacado debería saber que el problema central del país no es la izquierda o la derecha, es la corrupción que deriva en impunidad la causa de todos los males, ineficiencias y destrucción de competitividad para un país que es de los más ricos de América Latina.
Me identifico como anónimo porque en este país es un crimen pensar diferente y pedirle a otros que piensen por sí mismos, igualmente, revisaré algunas otras entradas del blog, pero veo muy pobre el nivel de argumentación en esta entrada.