De callejones más oscuros y más de noche hemos salido,
para salir de este se necesita el liderazgo presidencial
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
“…nunca se debe dejar persistir un desorden por evitar
una guerra, porque esta no se evita, sino que se difiere con mayor desventaja”
(Maquiavelo, El Príncipe, Capítulo III)
El gobierno no se va a caer, pues lo que está
ocurriendo es un motín vandálico y no una revolución. Para que un motín se
transforme en una revolución se necesitan dos cosas: que las fuerzas armadas se
desintegren y que una vanguardia política organizada se ponga al frente de los
amotinados y oriente sus acciones dispersas hacia el objetivo de tomarse el
poder. Ni lo uno ni lo otro está sucediendo.
La policía ha respondido al reto, ha estado a la
altura de las circunstancias y mantiene alta la moral. La acción de la policía
y en especial del ESMAD ha sido hasta ahora suficiente para controlar poco a
poco los desmanes que, por otra parte, los más graves, han quedado localizados
en Cali y Popayán. El Ejército está intacto, no ha tenido que emplearse a fondo.
No ha sido necesario declarar el estado de conmoción interior. Los bloqueos se
están levantado poco a poco, tanto por la acción de la fuerza pública como por
voluntad de los bloqueadores, ante el rechazo creciente que sus acciones
suscitan en la ciudadanía. Hay policía y ejército para rato.
El paro es convocado por tres organizaciones
sindicales de tercer grado – CGT, CUT, CTC – que, en conjunto, tienen aproximadamente
1.400.000 afiliados, menos del 2% de la población. La parte más activa en las
manifestaciones, usualmente violentas, la protagonizan comandos con
entrenamiento en guerrilla urbana, militantes de extrema izquierda, lumpen de
las barriadas, maestros de FECODE, funcionarios públicos y, como carne de cañón,
estudiantes universitarios, tan apasionados como ignorantes. Aunque los partidos
de la izquierda con representación en el Congreso – Colombia Humana, Partido Verde,
Polo Democrático, Comunes-Farc, etc. – han querido capitalizar las protestas, ninguno
de sus dirigentes ha tendido el valor de abandonar la comodidad de sus hogares
para ponerse al frente del movimiento en las calles y barricadas. Parece que
todavía no es posible hacer una revolución a punta de twitter y el movimiento,
escasamente representativo, carece de un liderazgo político insurreccional sin
el cual se desvanece toda posibilidad de amenaza real al gobierno
constitucional.
La amplitud y violencia del
movimiento cogió por sorpresa a todo mundo. Al Gobierno, en primer lugar, cuya incorrecta
lectura de la situación social del País lo llevó a presentar un proyecto de
reforma tributaria que, afectando los intereses de todo el mundo, se convirtió en
detonante y combustible de lo que pudo convertirse en una insurrección. También
han quedado sorprendidas las organizaciones convocantes del paro cuyos dirigentes
más sensatos a estas alturas deben estar preguntándose: ¿qué hago con este fusil?
En fin, sorprendidos deben estar los
dirigentes de la izquierda legal e ilegal quienes, soñado siempre las masas en
las calles, se acobardaron cuando había que salir a liderarlas para transformar
el motín en una verdadera insurrección.
A las Fuerzas Armadas son las
únicas a las que no tomó de sorpresa el movimiento. Como es su deber, han
respondido a las órdenes de la autoridad civil. Si en ocasiones su presencia no
ha sido oportuna o su accionar contundente, ello se debe las limitaciones que
les imponen las autoridades civiles y los códigos de conducta a los que deben someterse.
En estos momentos el liderazgo
del presidente es fundamental, no para conjurar una revolución que no se dará
sino para restaurar prontamente el orden público y evitar así más sufrimiento a
población y el mayor deterioro de la economía. Es necesario levantar
prontamente todos los bloqueos y conjurar el terrorismo urbano, mediante el
empleo de una fuerza abrumadora.
El presidente debe asumir con
determinación su rol de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas y hacerse
responsable de sus actuaciones, explicarlas claramente a la sociedad y
defenderlas ante la comunidad internacional, sin temor a las críticas de
organismos infiltrados o influenciados por la izquierda o, en el
mejor de los casos, mal informados.
LGVA
Mayo de 2021.
Excelente escrito. Me he estado actualizando con lo que ha escrito en los últimos meses. Le quería hacer una pregunta, ¿en donde se podría estudiar negocios o administración de empresas (enfocado en la creación de nuevas empresas) aquí en Colombia? Pienso como en una carrera tecnológica o técnica y que la institución educativa o el currículo del programa no esté contaminado con estatismo, progresismo, relativismo o la corrección política, y que enseñen desde una perspectiva libertaria o liberal (o por lo menos desde la perspectiva del sentido común) gracias por responder
ResponderEliminarExcelente artículo, como la mayoría de los que escribes. No desmayes, necesitamos del poder de tu pluma.
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