La
concepción del empresario en el pensamiento económico V
El
empresario Schumpeteriano
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Walras saca al empresario del limbo en el que lo había
dejado la economía política clásica. Lo define analíticamente por una función y
establece la naturaleza de su ingreso: un ingreso de desequilibrio; lo cual le
permite hacer compatible su existencia con los tres ingresos funcionales que
desde Smith hasta el presente ha considerado la teoría económica: el salario,
el interés y la renta.
Schumpeter encuentra en ello un enorme potencial para resolver a una serie de cuestiones a las cuales la teoría económica había
dado una respuesta insatisfactoria o insuficiente. El subtítulo de su obra
teórica fundamental, Teoría del
desenvolvimiento económico[1],
revela la magnitud de su ambición: Una investigación sobre ganancias,
capital, crédito, interés y ciclo económico.
Es conveniente exponer con
algún detalle la teoría de Schumpeter pues en ella el empresario, por primera
vez en la teoría económica, se convierte en el agente fundamental del
crecimiento económico con todo lo que ello implica. El punto de partida es el
equilibrio estático de Walras o, como la denomina Schumpeter, la economía
estacionaria o de flujo circular. Esto es una exigencia lógica de la teoría:
“Todo
proceso de desarrollo se apoya finalmente en el desarrollo anterior. Sin
embargo, con el objeto de ver claramente la esencia de las cosas, debe hacerse
abstracción de este hecho y explicar el desarrollo a partir de una situación
sin desarrollo (...) si queremos llegar a la raíz del asunto, no podemos
incluir en los elementos de la explicación aquellas cosas que deben ser
explicadas”[2]
El rasgo fundamental del
estado estacionario es la ausencia de ahorro y de inversión neta. Es una
economía de propiedad privada, división del trabajo y competencia perfecta. Hay
tres agentes económicos: los trabajadores, los propietarios de la tierra y las
empresas. La distinción entre trabajadores y terratenientes no tienen ningún
interés analítico: su comportamiento económico es similar y las leyes que
gobiernan su remuneración son las mismas. En Business Cycles, Schumpeter suprime esa distinción y pone de un
lado a los hogares, que son la oferta en el mercado de servicios y la demanda
en el de bienes, y del otro lado las empresas, que son la contrapartida de esos
dos mercados. En esta economía los métodos de producción están dados, al igual
que las necesidades y preferencias de los consumidores. Las cantidades de
servicios productivos son fijas y las funciones de producción son de
coeficientes variables lo que permite la sustitución de servicios productivos
según su escasez relativa. En competencia perfecta esto conduce la remuneración
de los servicios según su productividad marginal. Las preferencias de los
hogares y las cantidades de servicios productivos que les pertenecen se
expresan en funciones de utilidad a partir de la cuales se derivan las demandas
de bienes y las ofertas de servicios. De los métodos de producción se derivan
las ofertas de bienes y las demandas de servicios. El marco analítico es de
equilibrio general lo cual significa que las ofertas y demandas de todos los
bienes y servicios son funciones de su propio precio y de los precios de todos
los demás bienes y servicios.
Schumpeter considera dos
procedimientos mediante las cuales esta economía ajusta sus variables – precios
y cantidades – para alcanzar el equilibrio. El primero consiste en suponer que
los agentes tienen un conocimiento -producto de una larga experiencia- de lo
que debe producirse, sus proporciones y técnicas más adecuadas. Esta larga
experiencia permite suponer que después de haber sido alcanzados en el pasado,
los valores de equilibrio se mantienen inalterados mientras los datos no
cambien. También puede imaginarse que el ajuste un proceso similar al tanteo
walrasiano como resultado del esfuerzo racional de los consumidores que tratan
de maximizar la utilidad y de los empresarios que tratan de maximizar el
beneficio. En todo caso el sistema tiende al equilibrio. Interesa el resultado
de ese equilibrio.
Como en Walras, el equilibrio
de la producción está definido por la igualdad entre los precios de venta de
los productos y sus costos de producción en términos de los servicios
productivos. Esto significa que el valor de la producción, expresado en un
numerario cualquiera, es igual a la remuneración de los propietarios de los
servicios productivos. Las empresas no realizan ni beneficios ni pérdidas.
Schumpeter llega a este resultado por medio de la teoría de la imputación que
permite resolver el precio de cada producto en el precio de los factores
originarios necesarios para su producción. En equilibrio no hay ganancias
empresariales. Escribe Schumpeter: “...no puede existir beneficio neto porque
el valor y el precio de los servicios productivos originales siempre absorbe el
valor y el precio del producto”[3]
El cambio o la evolución
económica entendida como la ruptura del flujo circular o del estado
estacionario puede ser el resultado de factores externos como guerras o
catástrofes naturales. Un factor es externo cuando no puede ser explicado por
el funcionamiento del sistema económico.
Excluidos los factores externos, el desarrollo sólo puede explicarse por
cambios en los datos económicos. Es decir, por cambios en las cantidades de
factores, en los gustos de los consumidores o en las funciones de producción o
combinaciones productivas, como las denomina Schumpeter.
El crecimiento de la población
y la acumulación de capital productivo como resultado del ahorro son para
Schumpeter más el resultado que causas independientes de la evolución
económica. Algo similar ocurre con las necesidades y preferencias de los
consumidores. La iniciativa de los consumidores en el cambio de sus
preferencias es despreciable, señala Schumpeter. Los cambios fundamentales en
los gustos y preferencias de los consumidores son el resultado de la acción de
los productores[4].
Una nueva combinación, que
Schumpeter denominará innovación, es el único factor interno que puede
desencadenar, partiendo de la economía estacionaria, el proceso de evolución
económica. El objeto de Schumpeter es construir una teoría endógena de la
evolución económica. La innovación debe ser endógena. La innovación es el
resultado de la acción de un agente particular que busca el beneficio: el empresario.
La innovación es endógena en
el sentido de que los datos de la economía estacionaria permiten a los agentes
vislumbrar la posibilidad del beneficio. El beneficio es la diferencia entre el
costo de producción y el precio de los productos. En equilibrio el precio es
igual al costo marginal y no existe ni beneficio ni pérdida para los
empresarios. Ahora bien, si los empresarios no realizan beneficios es a su
pesar pues su acción está orientada a obtenerlos. El sistema de precios permite
el cálculo económico y por tanto la posibilidad de vislumbrar los beneficios.
Los esfuerzos de los empresarios por materializar ese beneficio que en
principio es solamente virtual tienen efectos desequilibradores sobre el
sistema económico. En el estado estacionario, como todos los empresarios tienen
la misma información, la competencia entre ellos conduce al equilibrio.
El equilibrio se rompe y surge
el beneficio cuando uno o varios empresarios tienen información de la que
carecen los demás y esto les permite vender sus productos a precios superiores
al costo marginal que sólo ellos conocen. En ese sentido el empresario
innovador es un monopolista o alguien que tiene poder de mercado. Todos los
agentes tienen la motivación para convertirse en empresarios – la búsqueda del beneficio
– y todos están en condiciones de realizar los cálculos económicos que les
permiten vislumbrarlo. Ahora bien, el hecho de que unos agentes se conviertan
en empresarios y otros no, es más un problema de la sociología que de la teoría
económica. En la teoría de Schumpeter y también en la de Walras, el empresario
está definido por una función: la búsqueda del beneficio y de su maximización.
Lo que hace el empresario, finalmente, es buscar y descubrir nuevas
oportunidades de consumo. El límite a la actividad empresarial estaría dado por
una situación en la que las necesidades económicas de la humanidad estuvieran
completamente satisfechas.
Ahora bien, ¿qué es una
innovación? En Business Cycles, la
innovación se define como la introducción de una nueva función de producción.
Una función de producción “describe la forma en que varía la cantidad producida
cuando varían las cantidades de factores empleados. Si en lugar de las
cantidades de factores varía la forma de la función, se tiene una innovación”[5].
La innovación tiene que ver con los costos monetarios de la producción.
“Podemos
definir la innovación con referencia al costo monetario. En ausencia de
innovación y con precios constantes de los factores, los costos totales de la
empresa individual deben aumentar en función del producto. Cuando una cantidad
dada de producción cuesta menos que lo que costaba antes esa misma o una menor
cantidad podemos estar seguros, si el precio de los factores no ha caído, que
estamos en presencia de una innovación”[6].
En “Theory of Economic
Development”, Schumpeter presenta la siguiente tipología de la innovación:
“Este
concepto cubre los cinco siguientes casos: 1) La introducción de un nuevo bien
– esto es, uno con el que no se hayan familiarizado los consumidores – o de una
nueva calidad de un bien. 2) La introducción de un nuevo método de producción,
esto es, de uno no probado por la experiencia en la rama de manufactura de que
se trate, que no precisa fundarse en un nuevo descubrimiento desde el punto de
vista científica, y puede consistir simplemente en una forma de nueva de
manejar comercialmente una mercancía. 3) La apertura de un nuevo mercado, esto
es, un mercado en el cual no haya entrado la rama especial de la manufactura
del país de que se trate, a pesar de que existiera anteriormente dicho mercado.
4) La conquista de una nueva fuente de aprovisionamiento de materias primas o
de bienes semimanufacturados, haya o no existido anteriormente, como en los
demás casos. 5) La creación de una nueva forma de organización en cualquier
industria, como la de una posición de monopolio (por ejemplo, por la formación
de un trust) o bien la anulación de una posición de monopolio existente con
anterioridad”[7]
Conviene examinar más de cerca
la cuestión del beneficio. Consideremos, para mayor claridad, el caso de un
nuevo método de producción para producir una mercancía ya existente.
Para que surja el beneficio
deben cumplirse tres condiciones: 1) Aumento de la productividad física de los
factores de producción; 2) El precio de venta del producto no debe bajar cuando
la nueva oferta llegue al mercado y 3) El precio de los factores de producción
empleados no debe aumentar.
En estas condiciones el
empresario puede hacer sus cálculos. Una dotación dada de servicios productivos
que antes le permitía producir una cantidad Q1, le permite obtener con la nueva
función de producción una cantidad Q2 mayor que Q1. Como el precio de venta que
es determinado por las condiciones de producción de los productores que no han
innovado, el valor de la producción del empresario innovador aumentará. Si la
remuneración de los servicios productivos permanece inalterada, el innovador se
apropiará del valor adicional siempre que la producción incrementada sea
absorbida por el mercado.
Esta situación es concebible
siempre que la demanda haga necesaria parcial o totalmente la oferta de las
empresas menos productivas que no han innovado. En este caso, el precio de
venta será determinado por el costo de estas últimas y las que producen con costos
unitarios más bajos tendrán un beneficio extraordinario. Se trata de una
situación análoga a la de la teoría ricardiana de la renta diferencial, donde
varios productores con costos unitarios diferentes enfrentan un mismo precio de
venta determinado por los costos del productor más ineficiente cuya oferta
encuentra salida en el mercado. Ahora bien, en Ricardo ese beneficio
extraordinario, que a la postre se transforma en renta, puede ser permanente;
mientras que Schumpeter sólo puede ser transitorio puesto que la competencia,
tarde o temprano, terminará por extender las técnicas más productivas al
conjunto de la industria concernida.
Las condiciones referentes al
precio de los productos y de los servicios productivos pueden ser menos
restrictivas. Para que exista beneficio basta con que existan múltiples
empresas produciendo con costos unitarios diferentes enfrentadas a un precio de
venta igual para todas. El carácter monopolístico que al principio tiene la
innovación pone un freno a la igualación del precio al costo marginal para
todos los productores. El beneficio desaparece cuando la innovación se
generaliza y todos los productores tienen el mismo costo unitario.
En la economía estacionaria o
de flujo circular, que analíticamente es el punto de partida, todos los
servicios productivos están empleados. No hay recursos ociosos en ninguna parte
del sistema económico. La innovación sólo puede consistir por tanto en el
empleo diferente de los recursos productivos existentes. Los empresarios no
disponen de ningún medio directo para poner a su servicio los recursos
productivos que necesitan. No tienen ahorros previos que les permitan financiar
las innovaciones. Los empresarios que buscan desarrollar una innovación carecen
de recursos para hacerlo. Dichos recursos provienen de los beneficios y estos
solo se materializan cuando la innovación es exitosa. Es aquí donde interviene
el crédito. Surge un nuevo agente económico: el banco; y una nueva función: la
concesión de crédito.
El papel de los bancos es
entregar a los empresarios bajo la forma de crédito el poder de compra que
necesitan para retirar los servicios productivos de sus antiguos usos y
llevarlos a los nuevos empleos concebidos por los empresarios. Esta función
productiva propia del capital – que Schumpeter define como la suma de medios de
pago que en un momento dado está disponible para ser transferida a los
empresarios – da lugar a una nueva remuneración: el interés. El interés aparece
como una especie de impuesto sobre los beneficios de los empresarios que éstos
están obligados a pagar porque el crédito es el único medio de que disponen
para financiar las innovaciones. La fuente del interés es el beneficio. El
problema de la determinación de su nivel es el de la distribución del beneficio
en interés y beneficio empresarial.
Hay que detenerse en una
cuestión esencial. Para Schumpeter lo que distingue al capitalismo de otras
formas de producción social no son las innovaciones ni el beneficio. Éstas
pueden presentarse en cualquier forma de organización económica y permitirán
siempre obtener el excedente de valor denominado beneficio. En una economía
centralizada – socialista o comunista - en la que un centro de decisión pueda
disponer de la asignación de los recursos productivos no hay necesidad de
crédito para la introducción de las innovaciones. La diferencia fundamental
entre el capitalismo y las otras formas de producción es por tanto la manera en
que se introducen las innovaciones. Escribe Schumpeter:
“La
forma de organización económica en la cual los bienes necesarios para las
nuevas producciones son tomados de lugar que ocupan en el flujo circular por la
intervención de un poder de compra creado ad hoc es la economía capitalista,
mientras que aquellas formas de economía en la cuales esto ocurre por medio de
un poder centralizado o por acuerdo de las partes involucradas representan
formas no capitalistas de producción”[8].
Esto supone entender el
verdadero papel de la banca y el sistema financiero. La actividad de los bancos
no consiste fundamentalmente en prestar los depósitos que los ahorradores les
han confiado. Los bancos crean moneda al otorgar créditos porque en el acto de
prestar crean depósitos que equivalen a moneda.
Ya están todos los elementos
constitutivos de la teoría del desarrollo económico: el estado estacionario, el
empresario innovador y la banca. La innovación consiste en introducir una nueva
función de producción. El empresario innovador conoce sus costos de producción
no así el mercado. Es este conocimiento el que le permite al empresario fijar
un precio por encima de sus propios costos. Si la demanda de mercado valida ese
precio, el empresario realizará el beneficio esperado. Ahora bien, como en la
economía estacionaria todos los recursos están empleados, el empresario precisa
desplazarlos de los sectores de producción existentes hacia las nuevas
actividades. En una economía descentralizada y de iniciativa privada, esto no
puede hacerse mediante órdenes administrativas o acuerdos voluntarios entre los
productores. Es aquí donde interviene la banca o el sistema financiero que
puede crear bajo la forma de crédito un poder de compra nuevo que permite a los
empresarios contratar recursos productivos y desplazarlos de las actividades
corrientes a las nuevas actividades productivas resultantes de la innovación.
La aparición de los nuevos
productos o de las nuevas técnicas de producción da lugar a un proceso de
imitación que rompe el equilibrio estacionario y desencadena el proceso de
crecimiento de la producción. La expansión persiste mientras exista la
posibilidad de realizar beneficios extraordinarios, es decir, mientras el
rendimiento esperado de las nuevas inversiones exceda el interés que debe
pagarse por los créditos. Pero a medida que las innovaciones se generalizan,
los precios se van ajustando a los costos, los beneficios desaparecen y la
economía se aproxima a una nueva situación de equilibrio. El ajuste al nuevo
equilibrio puede traducirse en una depresión alentada por procesos
deflacionarios y quiebras de empresarios incapaces de pagar las deudas
contraídas para financiar las innovaciones.
La teoría del ciclo
propiamente dicha tiene dos problemas – la discontinuidad del proceso innovador
y su periodicidad- que no abordaremos acá por estar interesados en la noción de
empresario.
Aunque Cantillon la había
vislumbrado, la figura del empresario procede claramente del Walras. En los
economistas clásicos – Smith, Ricardo, Marx, etc. – el empresario se confunde
con el capitalista o propietario de los medios de producción, en la terminología
de Marx. En Walras es un agente completamente distinto definido por una
función: la búsqueda y maximización del beneficio. El consumidor que maximiza
su utilidad obtiene al hacerlo una ganancia completamente subjetiva. El
beneficio que trata de obtener y maximizar el empresario es completamente
objetivo: es la diferencia entre dos sumas de dinero.
Schumpeter toma el empresario
walrasiano y le añade un atributo: la innovación. Como parte del estado de
equilibrio, la acción del empresario schumpeteriano es desequilibradora en la
medida en que la innovación provoca una brecha entre el precio y su costo de
producción de donde surge el beneficio. Inicialmente el empresario es un
monopolista pues solo él conoce su propio costo en tanto que el precio está
determinado por el costo de los productores marginales, en el caso de un
producto existente, o por la valoración que del producto nuevo hace el mercado.
El proceso de imitación de lugar a la generalización de la innovación, que no
es otra cosa que el descubrimiento por el mercado de la nueva estructura de
costos, cuya adopción por un número creciente de productores lleva a la
reducción del precio de mercado y a su ajuste progresivo al nuevo costo
marginal.
La preocupación de Schumpeter
por construir una teoría del ciclo económico o, mejor aún, por explicar la
naturaleza cíclica del desarrollo económico, lo llevó a privilegiar la
innovación y su proceso de generalización al conjunto de la economía. Esto ha
llevado a pensar que la innovación es la esencia casi exclusiva de la acción
empresarial, lo cual, por supuesto, es un error. Al respecto ha señalado
Rothbard:
“…no debe negarse la
importancia del descubrimiento e implantación de métodos más productivos para
obtener un producto o para desarrollar otros nuevos y más valiosos. Sin
embargo, analíticamente, existe el peligro de sobrestimar la importancia de tal
proceso, pues la innovación es solo una de las actividades que realiza el
empresario. (…) la mayoría de los empresarios no son innovadores, sino que se
encuentran en el proceso de inversión de capital, dentro de una amplia disponibilidad
de oportunidades tecnológicas. La provisión de productos está limitada por la
disponibilidad de bienes de capital, más que por la disponibilidad de
conocimientos tecnológicos”[9].
La vida económica real, donde
discurre la actividad de empresarios y consumidores, no es ni mucho menos una rutina
pacífica e invariable de precios ajustados a costos y utilidades marginales.
Por el contrario, la esencia de esa vida económica es su discrepancia provocada
por cambios permanentes en las valoraciones subjetivas, la disponibilidad de recursos
o las combinaciones productivas. Pero esas discrepancias, de las que emerge la
posibilidad del beneficio, no están a la vista de todo mundo y deben ser
descubiertas.
En un mundo caracterizado por
la incertidumbre, la esencia de la actividad del empresario es el descubrimiento
de esas discrepancias que tienden de desaparecer como resultado
de su actuación en el mercado. El equilibrio general de Walras, la economía de flujo
circular de Schumpeter o la economía de giro uniforme de Rothbard son
construcciones analíticas en la cuales han desparecido las discrepancias entre
valor, precio y costo y que nunca se ven en la realidad económica, pero sin las
cuales sería imposible entenderla.
Bibliografía
Rothbard, M. (2004, 2013). El hombre, la economía y el estado. Volumen II. Unión Editorial, Madrid, 2013.
Schumpeter, J.A. (1911,1967). Teoría
del desenvolvimiento económico. Fondo
de Cultura Económica. México,
1967.
Schumpeter, J.A. (1911, 1961). Theory of Economic Development. Oxford University Press. New York,
1961.
Schumpeter, J.A. (1939, 1964). Business Cycles. McGraw-Hill Co. New York, 1964.
[1]
Schumpeter continúo desarrollando su teoría que culminó con la publicación, en
1939, de su tratado sobre los ciclos económicos. No obstante, siempre consideró
su texto de 1911 como su obra fundamental. En el prefacio a la edición española
de 1941 escribió: “Como este libro vio la primera luz en 1911 he hecho todo lo
que ha estado a mi alcance para desarrollar, comprobar e ilustrar
históricamente y con estadísticas las ideas que en él se exponen. Pero la
estructura fundamental de mi análisis y mi visión general del proceso económico
no han cambiado desde entonces y encuentran en este libro su más clara
expresión” Schumpeter, J.A.
(1911,1967). Página 8.
[2] Schumpeter (1911, 1961).
Página 64.
[3] Ídem, página 31.
[4] Schumpeter (1939, 1964). Página
47.
[5] Ídem, página 62.
[6] Ídem, página 63-64.
[7] Schumpeter (1911, 1961). Página 77.
[8] Ídem, página 116.
[9] Rothbard, M. (2004, 2013). Página
40.
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