Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista, Docente Universidad EAFIT
Economista, Docente Universidad EAFIT
I
Entre 2000 y 2010
Venezuela tuvo el peor desempeño económico en América Latina. El producto por
habitante creció a una tasa anual promedio de 1.3%; por debajo de la media del
continente, 1.9%. En Colombia alcanzó 2.5%. Estas diferencias pequeñas, por el poder del
interés compuesto, se traducen en el largo plazo en grandes diferencias en los
niveles de vida. Manteniendo esas tasas, Colombia duplicará el PIB per cápita
en 28 años; América Latina en 37 y Venezuela en 54. Algo más, en 2000 el PIB
per cápita de Colombia equivalía al 59% del de Venezuela; en 2010 al 66%.
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A pesar de haber recibido entre 2006 y 2010 US$ 305.105 millones por exportaciones de petróleo, el gobierno de Chávez logró la hazaña de multiplicar por 11 la deuda pública interna y de duplicar la externa. En ese mismo período las salidas de capital reportadas oficialmente superan los US$ 10.000 millones. Todo mundo quiere salir del bolívar: el tipo de cambio de mercado duplica la cotización oficial. Después de las elecciones la devaluación será inevitable.
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También ha logrado desmantelar la industria cuya participación en el PIB ha bajado de 21%, en 2000, a 16% en 2010. Incluso puede reclamar el logro increíble de haber llevado la producción de petróleo de 3.250.000 barriles diarios, en 2006, a 2.854.000 en 2010.
II
Y sin embargo, Chávez
ganará de cualquier forma - sin descartar el fraude ni el derramamiento de
sangre - las elecciones del 7 de octubre. Ganará porque tiene un apoyo popular
masivo. Los ingentes recursos petroleros le han permitido montar un colosal
sistema de prebendas, dádivas y regalos para comprar el apoyo de la masa
popular: las Misiones Bolivarianas o las Misiones de Cristo[1]. Esto,
que muchos denominan política social, ha permitido que en Venezuela la
población pobre pase de 49% a 28%. El precio pagado ha sido la creación de una masa
rentista que sólo aspira a obtener una mayor porción de la renta petrolera. Pero
esto no es nuevo. Los gobiernos de Carlos Andrés Pérez, Herrera Campins y Jaime
Lusinchi desplegaron también una masiva política asistencialista durante la
bonanza de precios de los años 70 y 80. Repartiendo dinero a espuertas y endeudando
prodigiosamente el país lograron también drásticas reducciones en los niveles
de pobreza. En 1990, según el XII Censo
de Población y Vivienda, el 38,5% de la población era pobre y el 16,3% estaba
en condiciones de pobreza extrema[2];
por ese entonces los mejores indicadores de América Latina.
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La caída del precio del petróleo derrumbó esos indicadores llevándolos al nivel en que los encontró Chávez; quién también encontró una increíble bonanza de precios y pudo reiniciar la piñata asistencialista. El candidato Capriles Radonski, conocedor de la mentalidad de sus compatriotas, ha prometido mantener la misiones chavistas. A la democracia venezolana no la derrocó Chávez sino la caída del precio del petróleo y la incapacidad de sus dirigentes de usar la riqueza petrolera para crear una economía sostenible basada en el desarrollo de las capacidades de la población.
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Ya en los años 90
el intelectual venezolano Arturo Uslar
Pietri hablaba del desperdicio de US$ 300.000 millones de dólares de ingresos
petroleros equivalentes a 15 veces el Plan Marshall. El problema de la
dependencia de la economía venezolana del petróleo y de la creación de una sociedad
rentista fue la obsesión que lo acompañó durante toda su vida. Todo mundo
conoce en Venezuela, al menos el título de un artículo escrito por Uslar Pietri en
1936: “Sembrar Petróleo”; en el que clamaba por un empleo productivo en el desarrollo
de la agricultura y la industria de los ingresos petroleros que desde
principios del siglo XX beneficiaban al país. Se lee lo siguiente:
“Urge aprovechar la riqueza transitoria de la actual economía destructiva para crear las bases sanas y amplias y coordinadas de esa futura economía progresiva que será nuestra verdadera acta de independencia. Es menester sacar la mayor renta de las minas para invertirla totalmente en ayudas, facilidades y estímulos a la agricultura, la cría y las industrias nacionales. Que en lugar de ser el petróleo una maldición que haya de convertirnos en un pueblo parásito e inútil, sea la afortunada coyuntura que permita con su súbita riqueza acelerar y fortificar la evolución productora del pueblo venezolano en condiciones excepcionales”[3].
En 1990, en un artículo titulado “Los Venezolanos y el petróleo”, Uslar Pietri escribió:
“¿Hasta
cuándo podrá durar este festín? Hasta que dure el auge de la explotación
petrolera. El día en que ella disminuya o decaiga, si continuamos en las
condiciones actuales, habrá sonado para Venezuela el momento de una de las más
pavorosas catástrofes económicas y sociales”[4].
Los ingresos del
petróleo se derrumbaron, vino el “Caracazo”, el fallido golpe de estado de
Chávez, el gobierno endeble de Caldera y la elección de Chávez en 1999. Uslar
Pietri murió en 2001, todavía lúcido para darse cuenta de cómo se cumplían sus
predicciones.
III
Karl Popper pensaba que
el mérito de la democracia era permitir a la sociedad deshacerse de los malos
gobernantes sin derramamiento de sangre. Seguramente los acontecimientos de Venezuela
y de otros países de América Latina lo habrían llevado a revisar ese concepto.
La democracia puede ser también el medio de perpetuar los peores gobernantes,
especialmente cuando están apoyados en un gigantesco aparato de propaganda y
gasto desenfrenado disfrazado de “política social”. Pero esto no es una “latinoamericanada”
más. Los encopetados y cultos países europeos también padecieron - y al parecer
no están libres de volver a padecer - esos procesos mediante los cuales por
procedimientos democráticos se amparan del poder las peores dictaduras. Según
Hannah Arent, inclinarse por dictadores delirantes sería un rasgo de las sociedades modernas:
“La sociedad se muestra siempre inclinada a
aceptar inmediatamente a una persona por lo que pretende ser, de tal forma que
un chiflado que se haga pasar por genio tiene unas ciertas probabilidades de ser
creído. En la sociedad moderna, con su característica falta de discernimiento,
esta tendencia ha sido reforzada de manera que cualquiera que no sólo posea
opiniones, sino que las presente en un tono de convicción inconmovible, no
perderá fácilmente su prestigio aunque hayan sido muchas las veces en que se ha
demostrado que estaba equivocado”[5]
LGVA
Julio de 2012.
Julio de 2012.
[1] La estrategia de las misiones
fue adoptada en 2003. Desde entonces se han lanzado unas 30 con diversos
nombres y en diversas áreas.
[2] Mauricio Phelan (2006). La Pobreza en Venezuela http://fegs.msinfo.info/fegs/archivos/pdf/POB.PDF.
Página 7.
[3] El artículo fue publicado el 14
de julio de 1936 como editorial del diario Ahora.
[5]
Arendt, Hannah. (1967).
Los orígenes del totalitarismo.
Taurus, México, 2004. Página 386.
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