La lucha del pueblo venezolano contra la dictadura lumpen
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
El gobierno se necesita para protegernos de los
criminales y la constitución para protegernos del gobierno, decía Ayn Rand. No
nos dejó dicho dónde buscar protección cuando los criminales son el gobierno y escriben
la constitución. Esa es la situación de Venezuela desde que, en un acto de
estupidez colectiva, decidieron sus ciudadanos confiar su destino a un grupo de
delincuentes disfrazados de redentores.
Aunque no hay que dejar de hacerlo, no se debe ser
demasiado cruel con los venezolanos al recordarles la responsabilidad que les
cabe en el miserable destino que les está tocando vivir. A fin de cuentas, los
cultísimos alemanes cargaron en hombros a Hitler y los alegres italianos hicieron
antes lo propio con Mussolini. La democracia es un sistema riesgoso, como
advirtiera hace ya casi un siglo el gran Ortega y Gasset.
Es admirable la voluntad de lucha que aún exhibe el
pueblo venezolano al votar masivamente – seis millones y medio de ciudadanos lo
hicieron – la consulta popular convocada por la oposición del pasado 12 de
diciembre. Una participación superior a la de la farsa electoral del 6 de diciembre
en la que el chavismo eligió su asamblea nacional de bolsillo.
Veinte años después de la llegada al poder de la banda
criminal de Castro, los cubanos habían perdido toda voluntad de lucha y la ominosa
dictadura era reconocida por la llamada “comunidad internacional”. Más de veinte
años después de la entronización de Chávez y sus bandidos, los venezolanos
continúan luchando y el régimen criminal de su heredero Maduro cosecha el
repudio de los gobiernos decentes del mundo entero. Por eso el pueblo venezolano
es merecedor de gran admiración y de todo el apoyo que podamos brindarle.
Es también admirable el Presidente Duque por su
repudio abierto a la dictadura de Maduro y su apoyo sin ambages a la oposición
venezolana, asumiendo, con valentía y sin escatimar riesgos, el liderazgo de
los países de América Latina que rechazan la dictadura lumpen de Venezuela. Solo por eso Iván Duque tiene ya un honroso lugar
en la galería de los defensores de la libertad.
Es repudiable la indiferencia con la que los medios de
comunicación colombianos, excepción hecha del Noticiero NTN, trataron la heroica
jornada de votación de los venezolanos el pasado 12 de diciembre. Ni un
corresponsal en el lugar, ni una nota, ni un comentario, nada de nada; los medios
colombianos guardaron vergonzoso silencio, porque en este caso, más que en
cualquier otro, silencio es complicidad.
A lo mejor el silencio de los medios es reflejo de su
cada vez menos disimulada simpatía por los criminales de la política colombiana
que tiene presencia en el congreso y cosechan gran intención de voto. Tampoco
han dicho nada los fajardos, las claudias, los antanas, ni ninguno de los representantes
de la “franja tibia”, cuya tibieza reconforta a los más calientes criminales
de la política.
La experiencia de Venezuela muestra, a la vez, la facilidad
con la que un pueblo pletórico de demagogia puede lanzarse engañado en los
brazos de una dictadura criminal y la enorme dificultad de librarse de ese
abrazo letal. Por eso es tan preocupante que los criminales de la política colombiana
y los tibios que los acolitan estén recogiendo elevada intención de voto con su
discurso demagógico. Hay que salir a disputarles el corazón y la mente de los
colombianos, pues es mucho lo que está en juego. ¡Ojo con el 2022!
LGVA
Diciembre de 2020.
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