Efectos macroeconómicos y
redistributivos de las marchas violentas
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
El efecto macroeconómico más evidente de las marchas
violentas es el que resulta de la destrucción de capitales públicos y privados
por la acción de los vándalos. Los recursos que deben destinarse a reponer los
bienes destruidos, se sustraen al consumo o a la inversión en la ampliación de
la capacidad productiva de la sociedad. Los saqueadores, a su manera, también
redistribuyen la riqueza robando a las personas más pobres. Pero hay otros efectos menos ostensibles que se deben
examinar.
La mayoría de los marchantes del 21 de noviembre son
empleados públicos o aspirantes a serlo, gentes que reciben transferencias del
gobierno o que esperan recibirlas, estudiantes y profesores universitarios y unos
cuantos despistados, de esos que creen luchar por la justicia. Por
eso, el “diálogo social” del que habla el Presidente, se traducirá en el
aumento del gasto público, mayores déficits fiscal y de cuenta corriente, mayor
endeudamiento y, a la postre, mayores impuestos.
Los maestros de Fecode ganan más que la mayoría de los
colombianos, en un país cuyo PIB per cápita no llega a los US$ 7.000 anuales. Comparada
con el PIB per cápita, la remuneración de los maestros es tanto o más elevada
que la de los maestros de países que tienen los mejores sistemas educativos del
mundo como Polonia, Estonia, Japón, Finlandia, Corea y Canadá. El País hace un esfuerzo grande para
remunerar bien a sus maestros.
Además de tener un ingreso que supera el de la inmensa
mayoría de los colombianos, los maestros tienen un sistema pensional
privilegiado. Pueden jubilarse a los 55 años, con 20 años de trabajo y el 75%
de la remuneración del último año. Como pueden trabajar hasta los 65 años, edad
de retiro forzoso en el sector público, muchos de ellos acumulan dos pensiones.
También tienen un sistema especial de salud que tiene una mayor cobertura que el
sistema general de las EPS y cuya financiación, en lo fundamental, corre a cargo
del presupuesto nacional. Su estabilidad laboral es absoluta, jamás son
despedidos y reciben su remuneración plena, a pesar de que todos los años pasan
varios meses en paros y marchas.
La Central Unitaria de Trabajadores (CUT), que dice
representar a la clase obrera, es un sindicato prácticamente sin obreros: solo
el 5% de sus afiliados son obreros industriales. El 55% de los afiliados son
funcionarios del sector de la salud y la seguridad social, la Contraloría,
Bienestar Familiar, la rama judicial, docentes de universidades públicas y
funcionarios al servicio de diversas entidades del estado. El grueso de los
obreros y trabajadores industriales pertenece a empresas del estado o en las
que el estado tiene participación, como la Unión Sindical Obrera (USO) que
agrupa a los trabajadores de ECOPETROL, los mejor remunerados del País.
La remuneración mínima de los afiliados a la CUT
equivale a tres veces el salario mínimo. Tienen plena cobertura de seguridad
social en salud, muchos con regímenes especiales en los que se cotiza menos y
se recibe más, y gozan de una estabilidad laboral absoluta. Como los maestros
de la FECODE, tampoco las frecuentes huelgas que realizan, interrumpiendo
ilegalmente la prestación de los servicios esenciales que prestan, dan lugar a
una disminución de sus remuneraciones.
Las 32 universidades del Sistema Universitario Estatal
(SUE) reciben anualmente $ 5,5 billones del presupuesto general de la Nación, $
0,5 billones por la estampilla, que grava todos los contratos de obra pública, y
$ 0,3 billones de los presupuestos de las entidades territoriales. En total, las
universidades SUE reciben anualmente, de los impuestos pagados por los
colombianos, 6,3 billones de pesos, lo que equivale a 5,3 millones por alumno.
¿Parece poco? Ese el ingreso de medio año de un trabajador de salario mínimo.
Los opositores a la reforma pensional son de dos
tipos: los que tienen pensiones jugosas, sin haber ahorrado lo requerido para
ello, especialmente políticos, antiguos jueces y magistrados y ex - funcionarios
públicos; y los que se jubilaron o se jubilarán con pensiones pequeñas porque
no ahorraron lo suficiente. Los primeros quieren defender sus prebendas
financiadas con recursos públicos, los segundos quieren tener acceso a ellas.
Por eso, unos y otros defienden el sistema de prima media que hoy castiga a los
más pobres quienes, por disposición de la sabia Corte Constitucional, no pueden
pensionarse con menos de un salario mínimo y se ven por ello obligados dejar su
ahorro en el sistema para la financiación de las mesadas de los demás.
Los marchantes del 21 de noviembre son, en lo
fundamental, minorías activas y organizadas que con la acción directa logran
aumentar sus ingresos a expensas de las mayorías atomizadas que conforman el
resto de la sociedad. Los otros marchantes son los militantes y activistas violentos
de la izquierda radical, que tienen sus propios objetivos políticos ligados a
las orientaciones del Foro de Sao Paulo.
LGVA
Noviembre de 2019.
Que interesante objetivoy muy acertado y juicioso análisis... No se te queda nada por fuera, excelente.felicitaciones el que sabe sabe ...el resto lo leemos y lo padecemos
ResponderEliminarUn solo problema con su teoria. Los cacerolazos son policlasistas y NO estan vinculados en muchos casos a temas diferentes de pensiones y subsidios ( son lo mismo). Mas bien, a la inseguridad, la paz, los crimenes de indigenas , la movilidad, el desempleo, etc..Y el problema para Duque es con quien los negocia...
ResponderEliminarNo había leído un escrito con tanta falta de rigurosidad!
ResponderEliminarMuestre una sola afirmación falsa.
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