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viernes, 10 de agosto de 2012

Pensamiento Económico - Lección IV Los precursores de la economía clásica


Lección IV

Los precursores de la Economía Clásica

Luis Guillermo Vélez Álvarez
Docente, Departamento de Economía, Universidad EAFIT

I

El título escogido para esta lección se acomoda a una tradición muy extendida entre los estudiosos del pensamiento económico de recoger bajo el apelativo de “Precursores” a un conjunto de relativamente amplio de autores que escribieron sobre economía y cuyas obras aparecieron antes de La Riqueza de las Naciones de Adam Smith, considerada como la obra fundacional de nuestra disciplina.  El término precursor se aplica a lo que anuncia o inicia algo que tiene su completo desarrollo posteriormente, se lee en el diccionario de María Moliner[1]. Este es el sentido exacto que se da al término en la presente lección.
II
Empezamos con Thomas Hobbes (1588-1679) a quien todo mundo reconoce como el padre de la filosofía política moderna, pero a quien pocos han reconocido como “el filósofo de la economía política” ya que “su concepción del hombre es idéntica a la del homo oeconomicus”[2]. En efecto, no importa cuál sea la teoría de los precios o cuáles las conclusiones de política práctica, todas las escuelas económicas[3] se unifican alrededor del supuesto de que hay un agente económico racional representativo de todos los hombres. Si no fuera así no podría haber una teoría económica general o abstracta sino meras descripciones casuísticas – antropológicas, históricas o sociológicas – de la conducta económica individuos o grupos de individuos particulares.  En Hobbes se encuentra claramente la idea de un hombre que representa a todos los hombres. La primera parte del Leviatán, titulada “Del Hombre”, está consagrada a elaborar teóricamente al actor racional tanto de la filosofía política como de la economía política[4]. Este último no era ciertamente el propósito de Hobbes cuyas ideas sobre las cuestiones que suelen identificarse como propiamente económicas – el dinero, los precios, la tributación, etc. – eran más bien elementales. Pero lo que interesa acá es su concepción del hombre, que se ilustra con el párrafo siguiente:
“…por la semejanza de los pensamientos y de las pasiones de un hombre con los pensamientos y pasiones de otro, quien se mire así mismo y considere lo que hace cuando piensa, opina, razona, espera, teme, etc. y de por qué razones, podrá leer y saber, por consiguiente, cuales son los pensamientos y pasiones de los demás hombres en ocasiones parecidas. Me refiero a la similitud de aquellas pasiones que son las mismas en todos los hombres: deseo, temor, esperanza, etc.; no a la semejanza entre los objetos de las pasiones, que son las cosas deseadas, temidas, esperadas, etc. Respecto de éstas la constitución individual y la educación particular varían de tal modo y son tan fáciles de sustraer a nuestro conocimiento…” [5]
Smith leyó ciertamente a Hobbes, a quien cita de manera incidental. Sin embargo sus agentes económicos son, como en Hobbes, individuos semejantes que difieren en los objetos de sus apetencias.
Debe mencionarse, en segundo lugar a John Locke (1632-1704), también ignorado los manuales de historia del pensamiento económico, a pesar de que en  su obra se encuentra la primera formulación del individualismo metodológico y de las teorías de la propiedad y el estado características de la economía liberal. Locke escribió una obra propiamente económica, Somme considerations of the consequences of the lowering if interest and raising the value of money[6], donde una formulación de la teoría cuantitativa del dinero y al mismo tiempo una teoría monetaria del interés. Más adelante  se volverá sobre esta obra. Inicialmente importa destacar su teoría de la propiedad que se sintetiza en el siguiente párrafo:
“Aunque la tierra y todas las creaturas inferiores son comunes a todos los hombres, cada hombre es “propietario” de su propia persona. Sobre ésta ningún hombre, salvo el mismo, tiene ningún derecho.  La labor de su cuerpo y el trabajo de sus manos son también su propiedad. Cuando toma algo del estado en que la naturaleza se lo ha proporcionado, mezcla con ella su trabajo, le añade algo que es sólo suyo, y lo convierte así en su propiedad. Ese algo ha sido separado  por del estado común de la naturaleza, con su trabajo le ha añadido algo que lo excluye del derecho común de las demás personas.”[7]
Está aquí el primer axioma de la libertad: La propiedad del individuo sobre su propia persona y sobre su trabajo. Y su corolario: el trabajo como el principio que gobierna la apropiación de los productos de la tierra y de la tierra misma:
“Pero la principal materia de la propiedad no son los frutos de la tierra ni las bestias que subsisten en ella, sino la tierra misma (…) La tierra que un hombre ara, planta, cuida, cultiva y puede usar para producir es su propiedad. Por su trabajo la hace suya y la separa de la propiedad común”[8]
Ciertamente la teoría lockiana del origen de la propiedad no corresponde al proceso histórico de apropiación de la tierra en los diferentes países de Europa en donde las bases efectivas de la distribución de la tierra han debido ser la violencia y la fuerza, como de forma más realista señala Cantillon. Surge entonces la pregunta: ¿por qué Locke, que sin duda conocía la historia de Europa, formuló una teoría tan poco realista de la propiedad?.
La respuesta a esta pregunta supera el alcance de estas notas, basta aquí con las siguientes observaciones:
·         Locke no tiene la pretensión de que su teoría sea una descripción estilizada del proceso histórico de la apropiación privada de la tierra en Inglaterra o en cualquier país de Europa. Su propósito es construir una teoría de la sociedad civil y del estado. Y para ello parte, como lo había hecho Hobbes y como lo harán otros teóricos, de una ficción denominada “estado de naturaleza” previo a la aparición de la sociedad civil. Autores contemporáneos como el economista James M. Buchanan o el filósofo John Rawls, recurren a ficciones semejantes para construir su teoría del estado, el primero, y su teoría de la justicia, el segundo. Se trata de modelos teóricos simples que permiten estudiar ciertos aspectos fundamentales del problema en cuestión.
·         En teoría económica se recurre también a esa clase de ficciones o modelos. La sociedad de cazadores y pescadores con la que empieza Adam Smith para explicar el valor de cambio; la economía de trueque con la que empiezan Patinkin y otros autores para explicar la introducción de la moneda; la economía de Robinson en su isla antes de la aparición de Viernes e, incluso, el modelo de competencia perfecta absoluta de los manuales de microeconomía;  son ficciones o, por llamarlos de otra forma, experimentos mentales que permiten obtener ciertas conclusiones relevantes. Como diría un teórico moderno: no importa en realismo de la hipótesis de los modelos, lo que importa es la relevancia empírica de sus conclusiones[9].

En el campo de las cuestiones económicas propiamente dichas, Locke se enfrentó con el problema del valor de la moneda. Su obra Somme considerations of the consequences of the lowering if interest and raising the value of money fue escrita en el contexto de una polémica sobre la conveniencia de fijar una tasa de interés legal, a lo que Locke se oponía, por considerar que el mercado fijaba su valor natural independientemente de cualquier regulación legal. “La moneda se compra y se vende como cualquier otra mercancía y está sujeta por tanto a las mismas leyes del valor”[10]. Escribe Locke. ¿Pero de qué valor se trata?:
“The natural value of Money, as it is apt to yield such an yearly income by interest, depends on whole quantity of the then passing money of the Kingdom, in proportion to the whole trade of the Kingdom (i.e) the general vent of all commodities. But the natural value of money, in exchanging for any one commodity, is the quantity of the trading money of the Kingdom, designed for tha commodity and its vent”[11]

A partir de este texto, Keynes señala que Locke es el padre de las teorías cuantitativas gemelas[12] porque según él la moneda tendría dos valores: un valor de uso, medido por la tasa de interés, similar a la renta de la tierra; y un valor de cambio, como cualquier otra mercancía, el cual depende de su abundancia o escasez con relación a las otras mercancías. Locke se devanará los sesos explicando cuándo las variaciones en la cantidad de dinero actúan sobre la tasa de interés y cuándo sobre los precios de las mercancías. No es necesario examinar las repuestas que Locke dio a este problema. Basta con destacar que planteó un problema teórico fundamental que aún no encuentra solución satisfactoria y que es al mismo tiempo uno de los problemas más acuciantes de la política monetaria actual[13].
El Abate Ferdinand Galiani (1728-1787) tampoco encuentra un lugar en los manuales corrientes de historia del pensamiento económico. A la edad de 16 años tradujo al italiano los escritos de Locke sobre el dinero y emprendió la redacción de su obra maestra, Della Moneta, que publicaría a los 23. Muchos años después publicaría una segunda obra de economía,  Diálogo sobre el comercio del trigo, de menor importancia.
En Della Moneta, Galiani elabora una teoría del valor basada en las nociones de utilidad y escasez que sólo será superada a finales del siglo XIX con la aparición de la teoría de la utilidad marginal.
“Es evidente que el aire y el agua, muy útiles para la vida humana, no tienen ningún valor porque no escasean. Por otra parte, un saco de arena de las costas de Japón sería una cosa extremadamente rara, pero, a menos que tenga cierta utilidad, carece de valor”[14]
La llamada paradoja del valor, expresada en la obra de un autor italiano del siglo XVII, Bernardo Davanzati, quien encontraba incomprensible que una libra de pan que es más útil que una libra de oro tenga tan poco valor, le parece una idea errónea y estúpida que:
“Se funda en el desconocimiento de que ´útil´ y ´menos útil´ son conceptos relativos, que dependen de circunstancias específicas. Si alguien carece de pan y oro, seguramente que el pan le es más útil. Esto concuerda con los hechos de la vida, porque nadie se privaría del pan, porque si tomara el oro, moría de hambre. La gente que extrae oro nunca se olvida de comer y de dormir. Pero alguien que ha comido lo suficiente considerará el pan el menos útil de los bienes. Entonces necesitará satisfacer otras necesidades”[15].
Sobre el interés del dinero tuvo una visión de gran modernidad:

“De aquí surge el tipo de cambio y el tipo de interés, hermanos gemelos. El primero iguala le dinero aquí y el distante en el espacio. (…) El interés igual el dinero presente y el futuro. Aquí el efecto del tiempo es el mismo que el de la distancia espacial en el caso del tipo de cambio. La base de los contratos es la igualdad del valor real”[16] 
Ahora bien, como lo expresa claramente el título de su obra, la preocupación central de Galiani es la teoría del valor de la moneda, de su valor natural,  en oposición a la teoría del valor convencional que es la dominante desde Aristóteles, que Galiani sintetiza, irónicamente, en los siguientes términos:

“…aquellos que insisten en que todos los hombres habrían llegado alguna vez a un acuerdo para establece un contrato estipulando el uso, como dinero, de metales inútiles per se, concediéndoles de este modo valor. ¿Dónde tuvieron lugar todas estas asambleas de la humanidad, dónde se cerraron los acuerdos? ¿En qué siglo? ¿En qué lugar? ¿Quiénes fueron los comisionados con cuya ayuda los españoles y los chinos, los godos y los africanos firmaron un acuerdo tan permanente que, con los muchos siglos que han pasado, jamás se hayan variado la opinión?”[17]
Tenemos pues dos concepciones de la moneda:
·         La moneda convención: Los metales preciosos, el oro y la plata, carecen de utilidad y valor por en sí mismos, y derivan su valor del hecho de haber sido adoptados como moneda como resultado de una especie de convención social.
·         La moneda valor o moneda mercancía: Los metales preciosos son moneda porque tienen valor es sí mismos como mercancías y se han transformado en moneda en virtud de ciertas propiedades físicas que los hacen aptos para fungir como moneda.
Esta última será la adoptada por la economía política naciente en el siglo XVIII y se mantendrá casi inalterada hasta el siglo XX cuando la generalización de la moneda fiduciaria, de un medio general de cambio sin valor intrínseco como lo es el dinero de curso forzoso planteará nuevamente el problema de su valor en el cambio[18] 
El enfoque de la moneda-mercancía puede resumirse en tres proposiciones:
·         El intercambio de mercancías anterior a la moneda.

·         El  intercambio monetario es la forma más acabada del intercambio mercantil.

·         El objeto monetario estaba ya en el intercambio antes de convertirse en moneda. De hecho se convierte en moneda por estar en el intercambio.

·         Por lo tanto las leyes generales del intercambio de mercancías sin moneda son las mismas leyes que rigen el intercambio monetario.
Por ello Galiani sostendrá que la utilización de los metales preciosos como moneda “no resultó de una elección libre y caprichosa, sino de la necesidad relacionada con la naturaleza misma de los metales y con los requisitos de la moneda”.  Esta será la posición de todos los grandes economistas de los siglos XVIII y XIX. Veamos algunos ejemplos:
John Law (1671-1729):
“Antes de que se hubiera conocido el uso de la moneda, las mercancías se intercambiaban por trueque o por contratos pagables en mercancías. Este procedimiento del trueque era embarazoso y desventajoso (…) Como metales, el oro y la plata tenía un valor en el intercambio, al igual que las demás mercancías, en razón de los usos a los que se aplicaban (…) El oro y la plata tenían cualidades que los hacían propios a su uso como moneda…”
Turgot  (1727-1781):
“Si el oro y la plata son susceptibles de ser la medida y  el medio de cambio de los otros valores, esa propiedad es común a todos los objetos que tienen un valor en el comercio. Pero se diferencian porque son más divisibles, más inalterables y más fáciles de transportar que las demás mercancías; por eso es más cómodo emplearlos para medir y representar los valores”
Adam Smith (1723-1790)
“…en los orígenes del establecimiento de la división del trabajo, esta facultad de intercambiar ha debido enfrentar frecuentes dificultades en sus operaciones (…) Para evitar los inconvenientes de esta situación, todo hombre previsivo (…) ha debido tratar de tener con él en todo tiempo, además del producto particular de su propia industria, una cierta cantidad de alguna mercancía de tal naturaleza fuera útil a todo el mundo (…) razones irresistibles parecen haber llevado al hombre, en todos los países, a adoptar los metales preciosos para ese uso…”
Marx (1818-1883)
“Todas la mercancías son dinero efímero, el dinero es la mercancía imperecible”
“El oro y la plata no son dinero por naturaleza; pero el dinero es por naturaleza, oro y plata”
En síntesis: la obra de Galiani es representativa del problema que frente a la que la moneda es un objeto económico y no un objeto político.
III

Richard Cantillon (1680-1734) es probablemente el primer autor de un tratado sistemático de teoría económica[19]. Su única obra el Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general, fue publicado en 1755, pero al parecer circuló profusamente durante muchos años en versiones manuscritas que ejercieron gran influencia en la obra de otros pensadores.  Es uno de los pocos autores citados por Adam Smith. Para muchos – Jevons, Schumpeter, Rothbard – Cantillon es el verdadero “padre fundador de la economía moderna”.
Si obra está dividida en tres partes: en la primera desarrolla la teoría de los precios, en la segunda la teoría del dinero y en la tercera la teoría del comercio internacional[20].  Antes de examinar cada una de éstas partes, conviene decir algunas palabras sobre el método de Cantillon que es en buena medida el mismo que usamos en la actualidad.
Cantillon introduce y emplea la noción de modelo. Un modelo es una abstracción o una simplificación de la realidad en la cual se mantienen ciertos atributos y relaciones que se consideran esenciales para la explicación de un fenómeno y se omiten otros que serán incorporados en un momento posterior del análisis. Se trata del método de aproximaciones sucesivas. También desarrolla esos experimentos mentales consistentes en imaginar las relaciones de causalidad entre las variables cuando se asumen inalteradas todas las demás que pudieran intervenir en el problema: la igualdad de condiciones o ceteris paribus. Por otra parte, Cantillon se va a ocupar exclusivamente de la dimensión económica de las relaciones sociales.
Para construir su teoría de los precios, Cantillon imagina una economía cerrada, es decir, sin relaciones con el exterior[21],  compuesta por tres clases de agentes: los propietarios de la tierra, los trabajadores y los empresarios. Estos agentes se diferencian analíticamente, es decir, por la función que desempeñan en el modelo y por la forma en que se determina su ingreso.
Los empresarios tienen una función central: arriendan la tierra a los propietarios, emplean a los trabajadores y producen a riesgo los bienes y servicios:
 “La circulación y el trueque de bienes y mercaderías, lo mismo que su producción, se realiza en Europa por empresarios a riesgo suyo”[22].
“El colono es un empresario que promete pagar al propietario por su granja o su tierra una suma fija de dinero sin  tener la certeza del beneficio que obtendrá de esta empresa. Emplea parte de la tierra en criar ganados, en producir cereales, vino, heno, etc., a su buen juicio, sin posibilidad de prever cuál de estos artículos le permitirá obtener el mejor precio…”[23]
 “Estos maestros artesanos trabajan tanto como pueden, por su propio interés sin necesidad de vigilancia alguna (…) Como los granjeros y maestros artesanos en Europa son todos empresarios y trabajan a su propio riesgo, unos se enriquecen (…) otros se arruinan y quiebran..”[24]
Veamos ahora la función de los propietarios. Reciben la renta y la gastan en bienes y servicios. Sus decisiones de gasto determinan la orientación del sistema económico, es decir, lo que se produce y los ingreso de los demás actores
“Sólo el príncipe y los propietarios viven con independencia; todas las demás clases y todos los habitantes están contratados o son empresarios”[25]
“…si se exceptúan el príncipe y los terratenientes, todos los habitantes de un Estado son dependientes; que pueden, éstos, dividirse en dos clases: empresarios y gente asalariada; que los empresarios viven, por así decirlo, de ingresos inciertos, y todos los demás  cuentan con ingresos ciertos durante el tiempo que de ellos gozan, aunque sus funciones y su rango sean muy desiguales.”[26]
“Las fantasía, modos y maneras de vivir del príncipe, y particular de los propietarios de las tierras, determinan los usos a que esas tierras se destinan en un Estado, y causan, en el mercado, las variaciones de los precios de todas las cosas”[27]
Finalmente están los trabajadores o la gente asalariada. Son asalariados todos aquellos que tienen un ingreso cierto durante el tiempo que están contratados. Así, es asalariado “el general que tiene una paga, el cortesano que cuenta con una pensión y el criado que dispones de un salario” al igual que los labradores y artesanos que son contratados por los empresarios. La demanda de los propietarios determina el nivel de ocupación del trabajo y la distribución del mismo entre las diferentes actividades.
“El número de labradores, artesanos y otros, que trabajan en un estado, guarda relación, naturalmente, con la necesidad que de ellos se tiene”[28].
“Me parece así bastante claro que el número de habitantes de un estado dependa de los medios a ellos asignados para su sustento; y como los medios de subsistencia dependen del método de cultivar la tierra, y el uso de esta depende, a su vez, de la voluntad, del gusto y del género de vida de los propietarios de la misma, es evidente que de ellos depende la multiplicación o decrecimiento de la población de los países”[29]  
En el lenguaje de la macroeconomía moderna esto podría expresarse de la siguiente forma: el nivel de producción y la orientación de la misma y, por tanto, el nivel de ocupación y su orientación, dependen del nivel y orientación de la demanda de los propietarios de la tierra[30].


El gráfico sintetiza el sistema de Cantillon bajo el supuesto de que sólo hay dos factores, tierra y trabajo, y se producen dos bienes, los lujos y las subsistencias.
Examinemos ahora el proceso de formación de los precios. Cantillon distingue entre el precio o valor intrínseco de las cosas y su precio de mercado. El primero estaría dado por la cantidad de tierra y trabajo que intervienen en la producción de los bienes y el segundo por la relación entre la demanda de los distintos productos y la oferta disponible en el mercado. Empecemos por el segundo:
“Es evidente que la cantidad de artículos alimenticios o mercancías ofrecidas en venta, proporcionada a la demanda o al número de compradores, es la base sobre la cual se fija o se pretenden fijar los precios actuales en los mercados, y en general estos precios no suelen alejarse mucho del valor intrínseco (…) Ocurre a menudo que los vendedores, obstinándose en sostener sus precios en el mercado, pierdan la oportunidad de vender ventajosamente sus artículos alimenticios y mercaderías, incurriendo en pérdida por ello. También puede ocurrir que, manteniendo estos precios, puedan vender a menudo con mayor ventaja en el siguiente día. Los mercados distantes pueden influir siempre sobre el precio del mercado propio; si el trigo está muy caro en Francis, su precio se elevará en Inglaterra y otros países vecinos”[31]
Podríamos identificar el valor intrínseco con el costo de producción de largo plazo. El empresario paga una renta por el uso de la tierra y unos salarios a los trabajadores. El precio de mercado debe cubrir estos costos y dejar como remanente un beneficio. En todo caso, la característica del empresario es pagar un precio cierto y esperar vender a un precio incierto.
“Estos empresarios no pueden saber jamás cuál será el volumen del consumo en su ciudad, ni cuánto tiempo seguirán comprándoles sus clientes, ya que su competidores tratarán, por todos los medios, de arrebatarles la clientela: todo esto es causa de tanta incertidumbre entre los empresarios, que cada día algunos de ellos caen en bancarrota”[32]
“Todos estos empresarios se convierten en consumidores y clientes unos de otros, recíprocamente; el lencero, del vinatero; éste del lencero. En un estado va siendo su número proporcionado a su clientela, o al consumo que ésta hace. Si existen sombrereros en exceso en una ciudad o en una calle, para el número de personas que en ella compran sombreros, algunos de los menos acreditados caerán en bancarrota; si el número es escaso, otros sombrereros considerarán ventajosa la empresa de abrir una tienda, y así es como los empresarios de todo género se ajustan y proporcionan automáticamente a los riesgos, en un estado”[33]
Podríamos pues considerar el valor intrínseco o el precio natural como aquel al cual se recuperan los costos de producción, es decir, en términos, los pagos ciertos realizados por el empresario: los salarios y la renta. El precio de mercado oscilaría alrededor de éste aumentando o disminuyendo el beneficio y provocando que los empresarios vayan de una a otra actividad.


En lo referente a la circulación y distribución del producto, Cantillon plantea lo siguiente:
“Los granjeros retienen ordinariamente los dos tercios del producto de la tierra, uno para los gastos y el sustento de quienes les ayudan, y otro para el beneficio de su empresa: de estos dos tercios el granjero sustenta generalmente a todos cuantos viven en el campo, directa o indirectamente, e incluso a muchos artesanos o empresarios del a ciudad, proveedores de las mercancías de la ciudad que en el campo se consumen. El propietario recibe ordinariamente el tercio del producto de su tierra, y a base de este tercio no solamente procura sustento todos los artesanos y a otras personas a las que da empleo en la ciudad, sino también a los carreteros que llevan los productos del campo a las ciudades. Generalmente se supone que la mitad de los habitantes del estado subsiste y habita en las ciudades; siendo así, el granjero que posee los dos tercios o los cuatro sextos de la tierra, del producto de ésta cede directa o indirectamente un sexto a los habitantes de la ciudad, a cambio de las mercancías que de ellos recibe; unido esto al tercio o a los dos sextos que el propietario gasta en la ciudad, resultan los tres sextos o una mitad de producto de la tierra”[34]
En este notable texto claramente se prefigura el Tableau Economique de los fisiócratas, sin embargo, a semejanza de éstos, Cantillon carece de una teoría clara de la formación de los ingresos de los agentes económicos que conforman su modelo. La renta de los propietarios parece ser un ingreso de monopolio cuyo nivel estaría fijado por las necesidades de reproducción, a su más bajo nivel, de los trabajadores. En cuanto a los salarios, al parecer Cantillon piensa que su nivel natural está fijado a nivel de subsistencia[35]. No es claro lo que ocurre con el beneficio de los empresarios: a veces Cantillon parece sugerir que hace parte del valor intrínseco, otras que sólo resulta de divergencia entre el precio de mercado frente al precio natural. Sin embargo, lo expuesto es insuficiente para fundamentar una teoría de la distribución del producto.
En la segunda parte de su obra, Cantillon se ocupa del problema del valor de dinero. Su descripción de la forma en que las variaciones en la cantidad de dinero afectan la actividad económica y el nivel de precios es conocida con el nombre de “efecto de Cantillon” y es una prefiguración del mecanismo de transmisión de la política monetaria.
Crítica del cuantitativismo mecanicista de Locke:
“Locke establece como máxima fundamental que la cantidad de productos y mercaderías, proporcionada a la cantidad de dinero, sirve de norma a los precios del mercado. (…) dicho autor se ha dado cuenta de que la abundancia de dinero lo encarece todo, pero no ha investigado cómo ocurre semejante cosa”
Noción de velocidad de circulación:
“Ya he observado que una aceleración, es decir, una circulación más rápida del dinero en el cambio, equivale, hasta cierto punto, a un aumento de dinero efectivo”
Mecanismo de transmisión del impulso monetario:
“Si en un estado se descubre minas de oro o de palta, y de ellas se extraen cantidades considerables de mineral, el propietario de estas minas, los empresarios y todos cuantos trabajan en ellas no dejarán de aumentar sus gastos en proporción a las riquezas y a los beneficios que obtengan; además, prestarán a interés las sumas de dinero remanente después de disponer de lo necesario para sus gastos. Todos este dinero, ya sea prestado o gastado, penetrará en la circulación, y no dejará de elevar el precio de los artículos y mercaderías en todos los canales de circulación por donde penetre. El aumento de dinero provocará un aumento de los gastos, y esto último, a su vez, traerá consigo un aumento considerable de los precios…”[36]
Sobre la relación entre la cantidad de dinero y la tasa de interés, Cantillon tiene un enfoque que resuelve en parte las contradicciones de Locke:
“Es idea común y admitida por cuantos han escrito sobre el comercio que el aumento de la cantidad de dinero efectivo en un estado disminuye el interés, porque cuando el dinero abunda es más fácil encontrar alguien que lo preste. Esta idea no siempre es verdadera ni justa. (…) Si la abundancia de dinero en el estado viene a través de las gentes que lo prestan, disminuirá, sin duda, el interés corriente, conforme aumenta el número de prestamistas; pero si llega por mediación de las personas que lo gastan, tendrá el efecto inverso, y elevará el tipo de interés aumentando el número de empresarios que encontrarán trabajo como consecuencia de este aumento en los gastos, viéndose obligados a tomar dinero e préstamo, para equiparar su industria, en todas clases de interés. La abundancia o escasez de dinero eleva o rebaja los precios de todas las cosas en las transacciones, sin que exista ningún nexo necesario con la tasa de interés, que puede ser muy bien elevada en los estados donde existe abundancia y baja en aquellos donde el dinero es más raro…”[37]





















[1] El diccionario de la RAE da una definición menos afortunada: Precursor: que precede o va adelante. Que profesa o enseña doctrinas o acomete empresas que no tendrán razón ni tendrán acogida sino en un tiempo venidero.

[2] De Jouvenel, Bertrand. La soberanía. Editorial Comares, Granda, España, 2000. Página 257.

[3] La excepción la constituye la llamada Escuela Histórica Alemana que niega expresamente la idea de  un “Homo Oeconomicus”  razón por la cual el estudio de la economía no puede ser teórico-abstracto  sino meramente histórico-descriptivo.  Esta escuela se tratará más adelante.
[4] Es importante resaltar que Hobbes no está pensando en economía ni pretende expresamente construir el concepto de “Homo Oeconomicus”.  Para efectos de su teoría del estado, desarrolla una concepción del hombre que coincide con éste. Esta concepción está ciertamente en Adam Smith y en todos los economistas posteriores. Es en este sentido que se afirma que la economía política es la hija dilecta de la filosofía liberal.

[5] Hobbes, Thomas (1651). Leviatán. Edición en español de Fondo de Cultura Económica, México, 1990, cuarte reimpresión. Página 4.

[6] Publicada en 1691 y en 1696.
[7] Locke, J. Two Treatises of Civil Government. Everyman´s Library, London 1924. Last reprinted 1966. Página 130.

[8] Ídem, página 132.

[9] “Una teoría así no puede verificarse comparando directamente sus ´supuestos´ con la ´realidad´. En verdad no existe forma significativa alguna de llevar a cabo esta comparación. Un ´realismo´ completo es claramente inalcanzable, y el problema de si una teoría es lo suficientemente realista puede resolverse únicamente observando si suministra predicciones suficientemente buenas para el objetivo de que se trate o si son mejores que las ofrecidas por teorías alternativas”. Friedman, Milton. “La metodología de la economía positiva” en Ensayos de Economía Positiva. Editorial Gredos, Madrid, 1967. Página 42.

[10] J. Locke. Somme considerations of the consequences of the lowering if interest and raising the value of money en Several papers relating to money, interest and trade. 1696. Reprinted by A.M. Kelly Publishers, New York, 1968.  Página 65.

[11] Ídem. Página 72.
[12] Keynes. The General Theory of Employment, Interest and Money.  The Collected Writings. Vol VII. Macmillan-Cambridge University Press. Cambridge, 1981. Página 343.

[13] Las variaciones de la cantidad de dinero actúan sobre tres mercados: el de bienes, el de crédito y el cambiario. La finura de la política monetaria de los bancos centrales consiste en manejar acertadamente lo que podría llamarse el triple valor de la moneda.

[14] Galiani, Della Moneta, citado por Rothbard en Historia del pensamiento económico Volumen I. El pensamiento económico hasta Adam Smith. Unión Editorial, Madrid, España, 1999. Página 447. Más de 150 años después, Walras escribirá: “Las cosas útiles y limitadas en cantidad son valiosas e intercambiables; las cosa valiosas e intercambiables son  a la vez útiles y limitadas en cantidad”.
[15] Ídem, página 447.

[16] Ídem, página 448.

[17] Ídem, página 449.
[18] Este sigue siendo un problema central no resuelto aún de forma satisfactoria por la teoría económica. Aún hoy es válido el planteamiento de Hahn: “El desafío más importante al que se enfrenta el teórico  a propósito de la existencia de la moneda es este:  la moneda no juega ningún papel en el modelo más desarrollado de la teoría económica. Ese modelo es, por supuesto, la versión de Arrow-Debreu del equilibrio general wlarasiano”. Hahn, F. Monnaie et Inflation. Economica, Paris, 1984. Página 23.
[19] Veamos lo que escribe el nobel d economía Hayek (1899-1992): “Como pensador independiente, pero colocado ventajosamente en medio de la acción, Cantillon trató de organizar por sí solo, en forma sistemática, los fenómenos que le llamaban la atención con la mirada de un teórico nato. Así llegó a ser la primera persona que pudo penetrar y explorar todo el campo de lo que hoy llamados la ciencia económica”

[20] La división analítica de Cantillon se convertiría en la división canónica adoptada por la mayor parte de los manuales de economía que se escribirían posteriormente.  La moderna división entre macro y micro economía proviene de Keynes quien la propuso como alternativa a la división entonces prevaleciente entre teoría de los precios y teoría del dinero que se remonta a Cantillon.

[21] “…ahora sólo estoy considerando un Estado, en sí mismo” Cantillon. (1755) Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general. Edición en español Fondo de Cultura Económica, México, 1950. Página 27.


[22] Cantillon. (1755) Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general. Edición en español Fondo de Cultura Económica, México, 1950. Página 39.

[23] Ídem, página

[24] Ídem, pagina 35.

[25]  Ídem, pagina 36.

[26]  Ídem, pagina 43.

[27] Ídem, pagina 45.
[28] Ídem, página 25

[29] Ídem, página 58.

[30] En los modelos macroeconómicos de Kaleki hay dos agentes: capitalistas y trabajadores. La demanda de los  primeros es la determinante del movimiento económico, la de los segundos es pasiva. Kaleki lo expresa de la siguiente forma: “Los capitalistas ganan lo que gastan, los trabajadores gastan lo que ganan”.
[31] Ídem, página 81-82.

[32] Ídem, página 41.
[33] Ídem, página 42.
[34] Ídem, página 37.

[35] “Los hombres se multiplican como los ratones en una granja, si cuentan con medios ilimitados para subsistir” escribe Cantillon. Y señala también que: “La multiplicación del número de habitantes, o incrementos de la población, puede acelerarse sobre todo en los países cuyos habitantes se contentan con vivir más pobremente y gastar el mínimo del producto de la tierra; pero en países en que todos los aldeanos y labriegos tienen por costumbre comer a menudo carne, o beber vino o cerveza, no es posible que se dé sustento a tantos habitantes”. Ídem, Página 59.
[36] Ídem, página 105.

[37] Ídem, página 139.

1 comentario:

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