Pensamiento
Económico II – Lección IV
El
dinero, interés y precios – Fisher y Wicksell.
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista,
Docente Universidad EAFIT
I
La teoría económica
moderna de le presenta al estudiante dividida en dos grandes ramas: la microeconomía
y la macroeconomía. La primera se ocupa de la formación de los precios
relativos y de la asignación de los recursos productivos en los diferentes
usos; la segunda trata de los determinantes del nivel agregado de producción.
La distinción al parecer procede de Keynes:
“La
división de la economía en teoría del valor y la distribución por una parte y
teoría del dinero por la otra, es, en mi opinión, una separación falsa. Sugiero
que la dicotomía correcta es entre la teoría de la industria o firma individual
y las remuneraciones y distribución de una cantidad dada de recursos entre diversos usos por una parte y la teoría de
la producción y la ocupación en conjunto
por la otra”[1]
El de la microeconomía
es un mundo sin dinero: la asignación de los recursos y la distribución del
producto o remuneración de factores se hace bajo el supuesto de que el dinero
no ejerce ninguna influencia en la formación de los precios relativos. El
dinero aparece en la macroeconomía. Pero allí también se supone que el dinero
no ejerce o no debería ejercer ninguna influencia en la determinación del nivel
agregado de producción y empleo. Veamos como presenta las cosas uno de los
manuales de macroeconomía más populares, el del profesor Mankiw de la
Universidad de Harvard:
“Ya
tenemos una teoría para explicar los determinantes de nivel general de precios
de la economía. Esta teoría tiene tres elementos: 1. Los factores de producción
y la función de producción determinan el nivel de producción Y; 2. La oferta
monetaria M, determina el valor nominal de la producción PY. Esta conclusión se
desprende de la ecuación cuantitativa y del supuesto de que la velocidad del
dinero se mantiene fija; 3. El nivel de precios, P, es el cociente entre el
valor nominal de la producción, PY, y el nivel de producción, Y. En otras palabras, la capacidad productiva de
la economía determina el PIB real; la cantidad de dinero determina el PIB
nominal; y el deflactor del PIB es el cociente entre el PIB nominal y el real. Esta
teoría explica lo que ocurre cuando el banco central altera la oferta
monetaria. Como la velocidad se mantiene fija, cualquier variación de la oferta
monetaria provoca una variación proporcional del PIB nominal. Como los factores
de producción y la función de producción ya han determinado el PIB real, la
variación del PIB nominal debe representar una variación del nivel de precios.
Por lo tanto, la teoría cuantitativa implica que el nivel de precios es
proporcional a la oferta monetaria. Como la tasa de inflación es la variación porcentual
del nivel de precios, esta teoría del nivel de precios es también una teoría de
la tasa de inflación (…) Por consiguiente, la teoría cuantitativa establece que
el banco central, que controla la oferta monetaria, tiene el control último de
la tasa de inflación. Si el banco central mantiene estable la oferta monetaria,
el nivel de precios se mantiene estable. Si eleva rápidamente la oferta
monetaria, el nivel de precios sube rápidamente”[2]
Esta teoría debe
resultar un poco desconcertante para el estudiante de economía al cual se le
habla al mismo tiempo de que la política monetaria, es decir, las variaciones
en la cantidad de dinero operadas por el banco central, afectan la tasa de
interés y por esta vía la demanda inversión y consumo y por tanto el nivel de
producción. Es decir, al menos en el corto plazo y bajo determinadas
circunstancias, la moneda puede ejercer alguna influencia en la determinación
del nivel y la composición de la producción. El objeto de la teoría monetaria
es establece las condiciones bajo las cuales el dinero es o no neutral. La
clave está en la consideración de la dimensión temporal de la actividad
económica.
II
Empezamos con Irving
Fisher (1867-1947) porque su versión de la teoría cuantitativa y su teoría de
la relación entre el interés real y el interés nominal son las generalmente
acogidas en los manuales de economía y finanzas. En efecto, la teoría
cuantitativa del dinero que se presenta en los manuales de macroeconomía tiene
su origen en la obra de Irving Fisher “The
Purchasing Power of Money”, publicado en 1911. En el prefacio a esta obra,
Fisher indica que su objetivo es “reestablecer y ampliar la vieja teoría
cuantitativa del dinero”. El punto de partida es la ecuación general de
cambios. Fisher la construye de la siguiente manera:
“En toda compra-venta
el dinero y las mercancías son equivalentes ipso facto; por ejemplo, el dinero
pagado por el azúcar, es equivalente a la cantidad de azúcar comprada. En el
conjunto de cambios de un año, el total de la moneda pagada tiene un valor
igual al valor total de los bienes comprados. Tenemos una ecuación con dos
miembros, de un lado el dinero, del otro los bienes. El lado del dinero es la
cantidad de moneda pagada y que puede ser considerada como el producto de la
cantidad de moneda por su velocidad de circulación. El lado de los bienes se
compone del producto de la cantidad de bienes por sus precios respectivos”[3]
Sea M la cantidad
promedio de dinero en circulación en un país determinado y V la tasa de
recuperación del dinero en su función de contrapartida en el intercambio, es
decir su velocidad de circulación. Sea P1,
P2…Pn
los
precios de los bienes y Q1, Q2
…Qn
las cantidades cambiadas de cada uno de ellos.
Podemos escribir:
MV
= P1Q1
+ P2Q2
+………..PnQn
MV
= ∑PiQi
A esta formulación, que
ya está implícita en el análisis clásico, Fisher la introduce dos
modificaciones. Reemplaza los precios individuales por un índice ponderado de
precios P y todas las cantidades por un volumen global de transacciones T.
Adicionalmente, introduce otra forma de dinero además del efectivo: los
depósitos bancarios transferibles de una cuenta a otra[4].
M´ es el volumen de esos depósitos y V´ su velocidad de circulación. Se obtiene
así la conocida ecuación de cambios:
MV
+ M´V´ = PT
Esta es una identidad
evidente que nadie pone en duda. Para pasar de esa identidad a una teoría del
valor de la moneda es preciso establecer las relaciones que existen entre sus
términos.
Imaginemos que se duplica
la cantidad de efectivo[5], M.
¿Qué ocurre? Los precios de duplican, responde Fisher. Veamos por qué es así:
En primer lugar M´
también se duplica. Según Fisher la relación M´/M está determinada por las
prácticas bancarias y es estable. Los bancos mantienen una relación constante
entre el volumen de depósitos y sus reservas de efectivo[6] y
los agentes económicos también mantienen una relación estable entre sus
operaciones en efectivo y sus operaciones mediante depósitos[7].
Las velocidades de
circulación V y V´ también permanecen constantes pues ellas dependen de
factores tales como la densidad de población, la rapidez de los transportes,
los medios técnicos y las costumbres de pago prevalecientes. Pero en todo caso,
señala Fisher, no guardan relación alguna con la cantidad de dinero y depósitos
en circulación ni con el nivel de precios[8]. Este es un punto fundamental porque si la
velocidad de circulación es afectada por la variaciones en M o en P tota la
teoría se derrumba. Como veremos más adelante al examinar la obra de Keynes
buena parte de su argumentación se apoya en la negación del supuesto de que la
velocidad de circulación es constante. Al respecto Fisher señala:
“…nadie
ha formulado y, según parece no es posible formular, buenas razones que
expliquen por qué las velocidad de circulación del efectivo o de los depósitos
difieran según que la cantidad de moneda sea más o menos abundante”
[9]
Queda, finalmente, T.
Según Fisher, también permanece constante:
“el nivel corriente de los negocios depende de
la abundancia más o menos grande de recursos naturales y del desarrollo más o
menos avanzado de las condiciones técnicas de producción”[10]
Con base en estos
argumentos, el resultado es evidente. Al duplicarse M se duplica M´,
permaneciendo constantes V, V´y T, es forzoso que los precios se dupliquen.
Fisher consideró que
para el caso de una economía abierta y bajo patrón oro estricto, es decir, con
tipos de cambio fijos, el alza de P tendría un efecto sobre M. Al elevarse los
precios la balanza comercial del país se hace deficitaria lo que dará lugar a
exportaciones de oro y plata reduciéndose por tanto la cantidad de efectivo, M.
Esto hará que los precios se reduzcan en el país al tiempo que aumentan en el
extranjero. Este es el mecanismo de ajuste de la balanza comercial, ya expuesto
por Hume, que de forma alguna invalida las conclusiones de la teoría
cuantitativa.
Fisher admite, era muy
bien economista para no hacerlo, la existencia de efectos transitorios que se
producen antes de que se produzcan los efectos duraderos y de largo plazo. Cuando
aumenta la cantidad de dinero:
“…
los préstamos aumentan como consecuencia del retardo en el ajuste de la tasa de
interés. Esta situación es ventajosa para los empresarios, cuyas demandas de
crédito tienden a dar más extensión a la circulación de depósitos. A su turno
esta extensión tiene a acentuar el alza de los precios lo cual refuerza el
crecimiento de la velocidad de circulación, compensada, es verdad, en un cierta
medida, por un crecimiento del volumen global de transacciones. Una vez que la
tasa de interés ha alcanzado la tasa de crecimiento de los precios, que los
préstamos y depósitos en los bancos han llegado al límite que les impone el
estado de las reservas bancarias y otras condiciones, del hecho de que los
precios dejen de aumentar, se sigue la necesidad de un nuevo ajuste. Aquellos
que han dado a sus negocios una extensión exagerada, van a encontrar
insoportables esas tasas de interés elevadas. De allí se siguen las quiebras
que caracterizan las crisis. Se produce una reacción y un movimiento en el
sentido contrario se produce. Cuando los precios empiezan a caer el proceso se
acelera por razones exactamente inversas a las que operan en el sentido
contrario”[11]
Para entender bien el
anterior planteamiento es preciso examinar la teoría del interés de Fisher,
quien consagró dos libros al tema, uno de 1907 y otro de 1930[12]. En
primer lugar hay que entender la distinción entre tasa de interés real y tasa
de interés real. Fisher la formula de la siguiente manera:
“Decir
que la tasa de interés es del 4% significa que una cantidad de bienes que este
año valen $ 100 equivale a una cantidad de bienes que el año próximo tendrán un
valor de $ 104. En esta formulación se observa que los ´bienes´ no están
expresados en sus propias unidades – libras, metros, galones, etc. – sino en
términos de una medida de valor. Usualmente, el dinero es la medida de valor
adoptada. Esas sumas de dinero, $ 100 y $ 104, se cambian nominalmente, pero en
realidad son solo las medidas de los ´bienes´ que se intercambian. Cuando un
hombre presta $ 100 este año con el propósito de obtener $ 104 el año
siguiente, lo que él está sacrificando no son cien dólares de dinero sino una
cantidad de bienes como alimentos, ropa, libros o viajes que tienen un valor de
$ 100 con el propósito de obtener un año más tarde cierta cantidad de bienes
que él desea y que tendrán un valor de $ 104. El hecho de que ambos conjuntos
de bienes están expresados en dinero introduce un factor monetario en el
problema del interés. El interés entendido como la prima por el intercambio
entre el valor monetario de unos bienes presentes y el valor monetario de unos
bienes futuros; no es por tanto un asunto sólo de bienes sino también un asunto
monetario”[13].
Supongamos que alguien
presta a otra persona 100 kilos de papas con el compromiso de recibir un año
más tarde 110 kilos de papas. La tasa de interés asociada a esta transacción
será del 10% y la podemos llamar “tasa de interés-papa” porque está expresada
en las mismas unidades del bien transado. Si todos los bienes se prestaran en
especie tendríamos tantas tasas de interés como bienes existen: tasa de interés
trigo, tasa de interés casas, etc. Keynes le dio el nombre de “tasa de interés
propia” a la tasa de interés de un bien medida en términos de sus propias
unidades[14].
Las llamaremos con Fisher tasas de interés reales.
El concepto central de
la teoría del interés real es el de preferencia-temporal. Así como en la teoría
de los precios la razón de intercambio de un bien por otro está determinada por
la relación de sus utilidades según la apreciación subjetiva de los cambistas;
el interés entendido como la razón de intercambio entre los bienes presentes y
los bienes futuros surge también de un rasgo propio de la naturaleza humana de
acuerdo con el cual la gente prefiere los bienes presentes a los bienes
futuros. En lugar de bienes presentes y bienes futuros, Fisher prefiere hablar
de ingreso (Income) entendido como un el flujo de disfrute derivado del uso o
la posesión de un bien[15].
Todos los bienes proveen un flujo de ingresos entendido de esa forma. Es de la
preferencia sobre un flujo de ingresos presente sobre un flujo fe ingreso
futuro de donde surge el interés. Y es de la existencia de ese interés de donde
surge la diferencia entre el valor presente y el valor futuro de un bien. De
esta forma Fisher cree haber superado el razonamiento circular que implica
deducir el valor del interés de la diferencia entre el valor presente y el
valor futuro de los bienes en la medida en que dicha diferencia depende del
interés[16].
La tasa de interés real
depende de la magnitud de ingreso esperado, su distribución en el tiempo y la
mayor o menor certeza de obtenerlo. La tasa de interés real de algunos bienes
medida en sus propias unidades puede ser igual a cero o incluso negativa. Por
ejemplo un bien perecedero que digamos se deteriora a una tasa anual de 10%
puede ser prestado a una tasa de -10%. Si de 100 kilos de arroz guardados en un
silo al cabo de un año sólo serán aprovechables 90; entregar esos cien kilos
hoy a cambio de 90 o un poco más un año más tarde, equivale a prestarlos a una
tasa de interés negativa. La razón por la cual no se observan tasas de interés
negativas resulta del hecho de que los artículos perecederos no son usados como
medida de valor. El dinero, la medida usual del valor, es durable y puede ser
almacenado a bajo costo. Por esa razón la tasa de interés en términos de dinero
o tasa de interés nominal nunca puede ser negativa. La tasa de interés real si
puede serlo.
Supongamos un préstamo
de 100 barriles de petróleo pactado a una tasa de interés de 10%. Si el precio
del petróleo, $ 1 el barril, es el mismo hoy y dentro de un año, la tasa de
interés será la misma en términos de petróleo y en términos de dinero: 10%. En
efecto, si $ 100 hoy equivalen a 100 barriles de petróleo y $ 110 un año más
tarde equivalen a 110 barriles de petróleo.
Tasa
de interés petróleo = (110 barriles – 100 barriles)/100 barriles = 10%
Tasa
de interés nominal = ($ 110 - $100)/ $ 100 = 10%
Supongamos ahora que el
precio del barril de petróleo se incrementa en 20%. En ese caso, $ 100
equivalen hoy a 100 barriles de petróleo y $ 110*1,2 equivalen 110 barriles de
petróleo un año después.
Tasa
de interés petróleo = (110 barriles – 100 barriles)/100 barriles = 10%
Tasa
de interés nominal = ($ 132 - $ 100)/$100 = 32%
La relación existente
entre el interés y la apreciación implica que el nivel de la tasa de interés es
relativo a la unidad de medida. Sea r la tasa de interés real o tasa de interés
petróleo; i la tasa de interés nominal y ṗ la tasa esperada de incremento en el
precio. La relación entre la tasa de interés nominal, la tasa de interés real y
el incremento esperado de los precios, puede expresarse mediante la siguiente
fórmula, conocida como la fórmula de Fisher:
i
= r + ṗ + r* ṗ
Podemos ahora volver al
problema del impacto transitorio de las variaciones de la cantidad de dinero
sobre la actividad económica. En la fórmula de Fisher el ajuste de la tasa de
interés nominal supone que los cambios en el nivel de precios son previstos
perfectamente. Cuando los precios aumentan rápidamente y la tasa de interés
nominal no se ajusta inmediatamente, se produce una reducción en la tasa de
interés real y el consecuente incremento de la inversión característico de la
fase expansiva del ciclo económico. En el período que media entre el incremento
inicial de la cantidad de dinero y la elevación proporcional del nivel de
precios, la moneda tiene un efecto sobre la actividad económica real. Este es
el enfoque característico de la teoría monetaria neo-clásica el cual le permite
explicar al mismo tiempo el efecto del dinero sobre la tasa de interés y sobre
los precios. El primero es un efecto transitorio y de corto plazo; en tanto que
el segundo es un efecto duradero y de largo plazo.
III
Knut Wicksell (1851 –
1926) es un economista sueco especialmente notable en el campo de la teoría monetaria
y en el de las finanzas públicas[17]. La política monetaria practicada por los
bancos centrales está basada, aunque muchos lo ignoran, en las teorías de
Wicksell. La teoría moderna de la elección pública tiene también fundamento en
sus trabajos de finanzas públicas.
Su teoría monetaria
parte de una crítica de la teoría cuantitativa en su formas más simples que
conducen a la idea de que el dinero es completamente neutral. Señala:
“…frecuentemente
los economistas van demasiado lejos cuando suponen que las leyes económicas
deducidas para una economía de trueque, pueden aplicarse sin calificaciones a
las condiciones efectivas de la economía en las cuales la moneda interviene
prácticamente en todos los intercambios y las inversiones o transferencias de capital.
La máquina ideal funcionando sin fricciones y sin lubricante no se ha inventado
todavía.”[18]
Wicksell rechaza el
enfoque mecanicista de la teoría cuantitativa según el cual los cambios en la
cantidad de dinero se traducen en cambios proporcionales en el nivel de precios
y que, en consecuencia, la cantidad de moneda en circulación es irrelevante.
“Que
una cantidad grande o pequeña de dinero puedan asegurar el desarrollo del mismo
nivel de actividad si el precio de los bienes se eleva o se reduce proporcionalmente
a esa cantidad es una cosa. Otra cosa es mostrar por qué tal cambio en los
precios debe seguir siempre a un cambio en la cantidad de dinero y describir
cómo se produce eso”[19]
Como muchos de sus
contemporáneos, Wicksell se interesa por los efectos sobre la actividad
económica del desarrollo del sistema bancario de reservas fraccionadas que
permite la expansión de la oferta monetaria y del crédito de forma casi
ilimitada.
“El
uso o el abuso de la moneda puede influenciar muy activamente los intercambios
y las transacciones de capital. Por medio del dinero, por ejemplo por el
establecimiento del papel moneda, es posible – y en realidad eso ocurre muy
frecuentemente – destruir grandes volúmenes de capital y llevar la vida
económica de una sociedad a una confusión desesperante. Por otra parte, con un uso racional de la
moneda es posible promover activamente la acumulación de capital real y la
producción en general. No significa esto que la moneda y el crédito sean un
sustituto del capital real; pero con su ayuda es posible facilitar el proceso
de ahorro y la restricción al consumo presente que es la fuente de acumulación
del capital real” [20]
Siguiendo a Wicksell,
podemos distinguir entre una economía de crédito simple y una economía de
crédito organizado. En la primera no existen bancos ni ninguna clase de
intermediarios financieros. Los prestamistas y los prestatarios se relacionan
directamente unos con otros para pactar las condiciones de los créditos. La
tasa de interés depende del volumen de ahorro que se ofrece en el mercado y de
la demanda de fondos de los inversionistas. El rasgo característico de una
economía de crédito organizado es la aparición de un nuevo personaje, el banco,
cuya presencia modifica radicalmente el mercado de crédito y la determinación
de la tasa de interés.
“Los
bancos no son como las personas privadas, limitadas en sus préstamos por sus
propios fondos, ni incluso por los medios puestos a su disposición por los
ahorradores. Por la concentración en sus manos de los depósitos privados que
son constantemente reaprovisionados por nuevas entradas a la misma velocidad en
que se producen los retiros, ellos poseen un fondo de préstamos que siempre es
elástico y que, bajo ciertas hipótesis, inagotable. Con un sistema de puro crédito,
los bancos pueden siempre satisfacer una gran de demanda de préstamos a tasas
sin embargo bajas”[21]
Ese es el rasgo
fundamental de las economías modernas: la existencia de un sistema de crédito
organizado que puede expandir la cantidad de dinero en circulación y la oferta
de crédito de forma casi ilimitada. En esa economía la tasa de interés
monetaria es fijada por el sistema bancario.
En una economía de
crédito organizado y bajo un sistema de reservas fraccionadas las variaciones
en la cantidad de dinero son el resultado de la expansión y contracción del
crédito otorgado por los bancos. Todo cambio en la cantidad de dinero se
traduce, finalmente, en un cambio proporcional en el nivel de precios. El
objeto de la teoría monetaria es entender cómo se produce eso, es decir,
entender el proceso mediante el cual se llega al resultado de la teoría
cuantitativa. ¿Cuál es el mecanismo de transmisión del impulso monetario?
Para explicar el
mecanismo de transmisión del impulso monetario, Wicksell distingue, de forma
similar a Fisher, entre tasa de interés natural (también la llama real o normal)
y tasa de interés bancaria o monetaria. Sobre esta última basta con decir que
es la fijada por los bancos por los créditos que otorgan al sector real. Veamos
la tasa natural:
“Existe
una tasa de interés sobre los créditos que es neutra frente a los precios en el
sentido de que a su nivel éstos no tienen ni aumentar ni a disminuir. Esa tasa
es necesariamente la misma tasa de interés que se fijaría por la oferta y la
demanda si no existiera dinero y los préstamos se efectuaran en la forma de
capital real. Esa esa es la tasa natural
de interés”[22]
Es este otro texto Wicksell
se sitúa claramente en el terreno de la tradición clásica y neo-clásica que
concibe una economía sin moneda en la cual se determinan las variables
fundamentales de la economía:
“Puede
suponerse en teoría que el empresario presta en especie bienes de consumo a los
capitalistas y que los gasta en el pago, también en especie, de salarios y
rentas. Al final del período de producción, el empresario reembolsa el crédito
tomando de su propio producto, sea directamente o después de haberlo cambiado
contra otros bienes – suponiendo que los precios relativos no han cambiado. Si
este procedimiento fuera adoptado por todos los empresarios que trabajan con
capital prestado, la competencia haría nacer una cierta tasa de interés que
debe ser pagada a los capitalistas en la forma de un bien u otro. El monto de
esa tasa de interés sería determinado por la oferta y la demanda de capital”[23]
En otro texto Wicksell
precisa que la tasa de interés en una economía no-monetaria se igual finalmente
a la productividad marginal del capital. La tasa normal de interés es definida
como “el beneficio realizado sobre el capital invertido el cual a su turno
depende de la productividad y de la abundancia relativa del capital real, o
mejor, en el lenguaje de la economía política moderna, de su productividad
marginal”[24]
Recapitulemos:
1.
El método de Wicksell consiste en
imaginar una economía no-monetaria para posteriormente examinar las
consecuencias que se derivan de la introducción del dinero. Este es el enfoque
dicotómico característico de toda la economía, clásica y neo-clásica.
2.
En ese mundo sin moneda la tasa de
interés está determinada por la oferta y demanda de capital real y en
definitiva corresponde a la productividad marginal del capital.
3.
El rasgo distintivo de la economía
monetaria es la aparición de un nuevo agente: los bancos. Los bancos pueden expandir la cantidad de
dinero mediante el otorgamiento de créditos.
4.
En una economía monetaria la tasa
monetaria está en su nivel natural cuando no se registran tendencias ni al alza
ni a la baja en los precios. Es este situación la economía monetaria se
comporta exactamente como la economía no-monetaria y la moneda es neutral.
De acuerdo con lo
anterior, las divergencias entre la economía no-monetaria y la economía
monetaria surgen de la divergencia entre la tasa de interés bancaria y la tasa
de interés natural o normal.
Consideremos,
inicialmente, una economía monetaria de crédito simple. En este caso, en el
mercado de crédito oferente y demandante se relacionan directamente. El agente
que por cualquier razón decide ahorrar parte de su ingreso puede elegir entre
prestar su dinero a un tercero o emplearlo él mismo de forma productiva. Si el prestador
no está dispuesto a pagarle por su ahorro monetario como tasa de interés por lo
menos la tasa de rendimiento que él mismo puede obtener empleándolo como
capital productivo, evidentemente el ahorrador preferirá la segunda
alternativa. Por tanto, esas dos tasas – la tasa monetaria a la cual se otorgan
los créditos y la tasa esperada de rendimiento del capital – no pueden deferir
de forma significativa. Dada una cierta propensión al ahorro y una función de
productividad marginal del capital, el mercado de crédito alcanza su nivel de
equilibrio. ¿Qué ocurre si se presenta una perturbación? Para Wicksell esto
normalmente ocurre por cambios en el rendimiento esperado del capital
(innovaciones, nuevos mercados, etc.)
“Si
las perspectivas del empleo de capital se hacen más prometedoras, la demanda
aumentará y en principio excederá a la oferta; las tasas de interés aumentará y
estimularán el ahorro y al mismo tiempo la demanda de los empresarios se
contraerá hasta el punto en que un nuevo equilibrio sea alcanzado a una tasa de
interés ligeramente más elevada”[25]
Como la cantidad de
moneda permanece inalterada, Wicksell supone que el ajuste en el mercado de
crédito se produce sin afectar el nivel general de precios y alterando
solamente los precios relativos. Al respecto señala:
“…la
suma de ingresos en dinero excederá ordinariamente el valor monetario de los
bienes de consumo anualmente producidos, pero el excedente ingresos – es decir,
lo que es anualmente ahorrado e invertido en la producción – no engendra una
demanda adicional de bienes presentes sino una demanda de trabajo y tierra para
la producción futura”[26]
Consideremos ahora el
caso de la economía de crédito organizado. Supongamos que los bancos fijan la
tasa de interés bancaria a un nivel inferior a la tasa de interés natural.
“En
principio el ahorro se desestimulará y por esta razón habrá una demanda
incrementada de bienes y servicios de consumo presente (…) En segundo lugar,
aumentarán las oportunidades de beneficio de los empresarios (…) La demanda por
la producción futura de bienes aumentará (…) Los precios de los factores de
producción se elevarán aumentando los ingresos de los trabajadores, los
propietarios de tierra, etc. ”[27]
Este aumento en los
ingreso se trasladará al mercado de bienes de consumo cuyos precios tenderán a
aumentar.
“Naturalmente
no es imposible que el alza de precios sea neutralizada, en cierta medida, por
un aumento en la producción, por ejemplo, si anteriormente había desempleo o si
los salarios más elevados conducen a horarios de trabajo más largos (...) Pero
todas esas consideraciones son secundarias. En una primera aproximación podemos
suponer que todos los recursos productivos están empleado plenamente, de tal
suerte que una demanda acrecentada de moneda tomará la forma de una rivalidad
entre los empleadores por el trabajo, las materias y los recursos naturales; lo
cual conducirá a un aumento de sus precios e, indirectamente, como consecuencia
del ingreso aumentado de los trabajadores y de los propietarios de tierra a un
alza de precios de todos los bienes de consumo, además de la ocasionada por la
disminución del ahorro”[28]
Esto es lo que se
conoce como el proceso acumulativo de Wicksell. ¿Por qué se detiene? ¿Por qué
los precios no suben de forma indefinida? Por dos razones.
La primera por los
límites a la expansión del crédito que impone el régimen de patrón oro. En
efecto, la oferta monetaria aumenta por la acción de los bancos. Cuando estos
reducen su tasa de interés para estimular la demanda de crédito de los
empresarios lo hacen en razón de que en el conjunto del sistema se ha
presentado un aumento en las reservas de oro. La única forma de poner eso oro o
el dinero convertible en circulación es bajar la tasa de interés. Sin embargo,
la relación entre reservas y depósitos impone un límite a la expansión del
crédito. Una vez alcanzado o superado éste los bancos tienen que limitar la
expansión del crédito y esto sólo pueden hacerlo aumentando la tasa de interés.
La segunda razón tiene
que ver con la realización de inversiones excesivas en proyectos que finalmente
no permiten obtener el rendimiento esperado y ponen a los empresarios
arriesgados en la imposibilidad de cumplir con los compromisos crediticios. Los
incumplimientos y las quiebras se multiplican elevando el riesgo. Ante esto los
bancos empiezan a limitar el crédito elevando las tasas de interés.
El proceso acumulativo
también puede desencadenarse por un cambio en el rendimiento esperado de las inversiones,
como consecuencia, por ejemplo, de una innovación. Cuando un cambio de este
tipo se produce la tasa de interés real se eleva sin que se produzca un aumento
inmediato de la tasa monetaria. “Un aumento de la tasa real – escribe Wicksell-
no debe provocar inmediatamente un alza correspondiente en la tasa bancaria”[29].
En esas condiciones los empresarios aumentan la demanda de crédito y demanda
recursos productivos destinados a las nuevas actividades. Los precios tienen a
subir y los empresarios demandan nuevos créditos. Los bancos, por su parte,
aumentan sus préstamos sin que crezcan correspondientemente los depósitos. La
relación entre reservas y créditos tiene a disminuir, lo cual empieza a
provocar un alza en la tasa bancaria. Si el alza es insuficiente, empiezan a
aparecer lo que Wicksell denomina “las esperanzas exageradas de ganancias
futuras”. A partir de algún momento “la demanda de créditos bancario supera en
mucho el nivel normal y, para protegerse, los bancos pueden verse forzados a
aumentar las tasa bancaria incluso por encima del nivel normal o natural. Esto
ocurre con mayor razón si los signos de una crisis empiezan a aparecer, si la
confianza se resquebraja y si el crédito de las grandes instituciones es el
único aceptado”[30]
Tanto Wicksell como
Fischer explican las fases de expansión y contracción propias del ciclo
económico como un resultado de la elasticidad de la oferta monetaria propia de
un sistema bancario de reservas fraccionadas. La conclusión que se sigue para
la política monetaria es evidente. Como la tasa de interés bancaria está en su
nivel natural cuando no se presentan tendencias inflacionarias o
deflacionarias, la política que deben seguir los bancos es elevar la tasa de
interés bancaria cuando los precios muestran tendencia al alza y reducirlas en
caso contrario.
En Interest and Prices, Escribe Wicksell: "Esto no quiere decir que los bancos en realidad deberían averiguar cuál es la tasa natural antes de determinar sus propias tasas de interés. Por supuesto, esto sería impracticable y también sería bastante innecesario, ya que el nivel actual de los precios de los bienes proporciona una prueba confiable de la concordancia o la desviación de las dos tasas. Más bien, el procedimiento debería ser como sigue: Mientras los preciso se mantengan inalterados, la tasa de interés de los bancos se debe mantener inalterada. Si los precios aumentan, se debe aumentar las tasa de interés; y si los precios disminuyen, se debe reducir la tasa de interés (...) En mi opinión la causa principal de la inestabilidad de los precios reside en la incapacidad o la imposibilidad de los bancos de seguir esta regla" (Interest and Prices, Macmillan, 1936, página 189)
Y termina con una consideración sobre el papel de los bancos en términos del bienestar social que fundamenta la intervención del Estado en el control de la moneda:
"La objeción de que una reducción adicional de las tasas de interés no puede ser ventajosa para los bancos, tal vez es correcta. Una disminución en las tasa de interés puede disminuir el margen de utilidad de los bancos más de lo que probablemente se incremente el alcance de los negocios. De manera que, con toda humildad, me gustaría llamar la atención en el hecho de que la obligación principal de los bancos no es ganar mucho dinero, sino proporcionarle al público un medio de intercambio y proporcionar ese medio en una medida adecuada para llegar a una estabilidad de precios. En cualquier caso, sus obligaciones con la sociedad son mucho más importantes que sus obligaciones privadas y si, en última instancia, son incapaces de cumplir con sus obligaciones con la sociedad a lo largo de esas líneas de la empresa privada, lo que dudo mucho, entonces deberían proporcionar una actividad digna para el Estado". (Ídem, página 190)
En Interest and Prices, Escribe Wicksell: "Esto no quiere decir que los bancos en realidad deberían averiguar cuál es la tasa natural antes de determinar sus propias tasas de interés. Por supuesto, esto sería impracticable y también sería bastante innecesario, ya que el nivel actual de los precios de los bienes proporciona una prueba confiable de la concordancia o la desviación de las dos tasas. Más bien, el procedimiento debería ser como sigue: Mientras los preciso se mantengan inalterados, la tasa de interés de los bancos se debe mantener inalterada. Si los precios aumentan, se debe aumentar las tasa de interés; y si los precios disminuyen, se debe reducir la tasa de interés (...) En mi opinión la causa principal de la inestabilidad de los precios reside en la incapacidad o la imposibilidad de los bancos de seguir esta regla" (Interest and Prices, Macmillan, 1936, página 189)
Y termina con una consideración sobre el papel de los bancos en términos del bienestar social que fundamenta la intervención del Estado en el control de la moneda:
"La objeción de que una reducción adicional de las tasas de interés no puede ser ventajosa para los bancos, tal vez es correcta. Una disminución en las tasa de interés puede disminuir el margen de utilidad de los bancos más de lo que probablemente se incremente el alcance de los negocios. De manera que, con toda humildad, me gustaría llamar la atención en el hecho de que la obligación principal de los bancos no es ganar mucho dinero, sino proporcionarle al público un medio de intercambio y proporcionar ese medio en una medida adecuada para llegar a una estabilidad de precios. En cualquier caso, sus obligaciones con la sociedad son mucho más importantes que sus obligaciones privadas y si, en última instancia, son incapaces de cumplir con sus obligaciones con la sociedad a lo largo de esas líneas de la empresa privada, lo que dudo mucho, entonces deberían proporcionar una actividad digna para el Estado". (Ídem, página 190)
LGVA
Marzo de 2013.
[1] Keynes,
J.M (1936, 2000). Teoría General de la
ocupación, el interés y el dinero. Fondo de Cultura Económica, México.
Página 260.
[2] Mankiw, N.G. (2006, 2010). Macroeconomía. Antoni Bosch, Editor;
Mayol Ediciones S.A. Bogotá.
[3] Fisher, I. (1911). The Purchasing Power of Money.
Macmillan, New York. Página 18.
[4] En el
mundo de hoy serían los depósitos en cuentas corrientes y cuentas de ahorro que
se transfieren por medios electrónicos.
[5] En 1911
rige el patrón oro y algunos países un patrón bimetálico oro-plata. El efectivo
en circulación, M, está constituido por billetes convertibles en oro o plata a
su presentación a una tasa fija. Por lo tanto, las variaciones en M están
determinadas por las importaciones y exportaciones de esos metales, por la
producción y uso no monetario de esos metales y por la acuñación y fundición de
los mismos. En el mundo de hoy de moneda fiduciaria M está constituido por el
dinero emitido por el banco central que esté en manos de los agentes o como
reserva de los bancos. Es la llamada base monetaria.
[6] Este
efectivo puede estar constituido por billetes de un banco central emisor o por
especies metálicas. En la época en que escribe Fisher en muchos países no existían
bancos centrales. En Estados Unidos el Sistema de la Reserva Federal fue creado
en 1913. En la actualidad las reservas de efectivo están constituidas por el
dinero emitido por el banco central.
[7] Escribe Fisher: “Cuando la caja
comienza a vaciarse y la cuenta de depósitos es abundante, se gira un cheque;
si ocurre lo contrario, se realiza un depósito. De esta manera la gente está
siempre ajustando la forma de los medios de pago de que dispone. Un particular
llena su porta-monedas con depósitos; un almacén minorista aumenta sus
depósitos con el efectivo que va llenando su caja fuerte”. Fisher, Op. Cit.
Página 56.
[8] Fisher, Op. Cit. Página 175.
[9] Ídem, página 177.
[10] Ídem, página 177.
[11] Ídem, página 88.
[12] The rate of Interest, el primero; The Theory of Interest, el segundo.
[13] Fisher,
Irving (1907). The rate of interest,
Macmillan, New York, página 77-78.
[14] Keynes, J.M. (1936). Teoría General de la ocupación, el interés
y el dinero. FCE, México, Capítulo
17.
[15] “…income
ultimately consists of the stream of consciousness”. Fisher, Op. Cit. Página
90.
[16] Escribe Fisher: “No podemos
estar satisfechos con la afirmación según la cual el interés es la prima
incluida en el valor actual de un plantación de árboles sobre el valor futuro
de esos mismos árboles, porque el valor de cada árbol depende de la tasa de
interés a la cual se descuenta el ingreso futuro esperado de los árboles. Pero
cuando el ingreso presente es comparado con el ingreso futuro, la cuestión es
diferente porque el valor del ingreso no supone ninguna consideración del
interés. Así, al reducir el problema de interés a una comparación de entre el
valor de un ingreso disfrutable en el presente y en el futuro se supera la dificultad
de hacer depender el interés de magnitudes que a su turno dependen de él” Op.
Cit. Página 92.
[17] Este último aspecto de su
contribución a la economía se mantuvo relativamente ignorado hasta que fue
“redescubierto” por los economistas de la Escuela de Virginia, James Buchanan y
Gordon Tullock. Las obras principales de
Wicksell son: Interest and Prices; Lectures on Political Economy y Value,
Capital and Rent.
[18] Wicksell, K. (1934). Lectures on Political Economy.
Routledge. London. T II, página 6.
[19] Wicksell, K. (1934). Lectures on Political Economy.
Routledge. London. T II, página 169.
[20] Wicksell, K. (1934). Lectures on Political Economy.
Routledge. London. T II, página 6.
[21] Wicksell, K. (1934). Lectures on
Political Economy. Routledge. London. T II, página 194.
[22] Wicksell,
K. Interest and Prices. Página 102.
[23] Wicksell,
K. Interest and Prices. Página 103.
[24] Citado en Marchal y Lecaillon.
(1967) Les flux monátaires. Histoire des théories monétaires. Editions
Cujas, Paris. Página 225.
[25] Wicksell, K. (1934). Lectures on Political Economy.
Routledge. London. T II, página 193.
[26] Ídem,
página 193.
[27] Ídem,
página 194.
[28] Ídem,
página 195.
[29] Ídem,
página 206.
[30] Ídem,
página 206.
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