Qué pena, pero yo estoy a favor de Gustavo Bolívar.
Es
casi seguro que el tema más debatido por
los colombianos en las redes sociales, después del rendimiento de la selección
con Pekerman, es la polémica que ha levantado la serie los Tres Caines, cuyo
libretista es Gustavo Bolívar. Para el que todavía no sabe a qué me refiero, si
es que lo hay, la serie trata sobre la vida de los hermanos Castaño, Carlos,
Vicente y Fidel, los creadores de las ACCU y las AUC; la serie busca retratar
el surgimiento y desarrollo del paramilitarismo en Colombia. He de admitirlo,
solo vi tres capítulos de la serie, más motivado por la curiosidad que por un
verdadero interés en esa historia.
El programa no tiene nada de especial ni de
revelador; de hecho me pareció que la
serie desde un principio dejaba muchos cabos sueltos y las opiniones y cambios
de parecer de los personajes se veían muy forzados. No obstante, en ningún
momento me dio la impresión de que la serie
fuera una apología al paramilitarismo.
Tristemente la historia de Colombia ha quedado marcada por este fenómeno
y sus hechos son innegables. Que son responsables de más de 100.000 homicidios,
es cierto; que son los causantes de miles de desplazamientos forzosos, también
es cierto; que son los que auspiciaron el “politicidio” de la UP, innegable;
que asesinaron cruelmente a ciudadanos ejemplares como Jaime Garzón o Hernán
Henao, verdad. Pero, que uno de los mayores detonantes del paramilitarismo
fuera la extorsión, los homicidios y el secuestro de la guerrilla también es
verdad. No se confundan, no estoy exonerando a los paramilitares y tirándole la
culpa a la guerrilla, y de hecho a término personal pienso que lo que hicieron
no tiene justificación alguna y es un crimen contra la humanidad.
Teniendo
todos estos puntos en cuenta quiero señalar que los detractores de los Tres
Caines están en lo cierto: es una serie que al televidente promedio le puede
dar una idea equivocada, en especial si el televidente es menor de edad, y lo
más probable es que no debería estar en el prime time. Y aquí es donde estoy de
acuerdo con Gustavo Bolívar: Uno no puede pretender que los hermanos Castaño se
volvieron unos asesinos de la noche a la mañana, y que torturaban y mataban a
pobres izquierdistas porque sí, los hermanos Castaño eran humanos que sentían y
se tornaron en asesinos a medida que el conflicto con las FARC avanzaba, uno no
demoniza a un personaje porque sí. También se tiene que entender que es una
serie comercial y que no se trata de hacer una cacería de brujas o de
macartizar a nadie; simplemente Bolívar intentó reunir la mejor documentación
disponible y puede haber un sesgo debido a la calidad de los datos o por
razones televisivas.
Sin
embargo, los detractores me dirán que el televidente colombiano promedio no
está preparado para poder ver críticamente esta novela, y que los niños se
están contaminando por esta apología a la violencia auspiciada por la
televisión colombiana. Es ahí donde desarrollo mi punto, cabe hacerse la
pregunta: ¿Por qué el colombiano promedio no está preparado para ver este tipo
de series? La respuesta más obvia sería que el colombiano promedio no tiene el
conocimiento histórico necesario y que un niño no tiene forma de diferenciar el
contexto en el que se desarrolla la serie. .Atacar a RCN o a Caracol y a las
marcas que tienen un espacio publicitario en el horario de las narco-novelas,
es responsabilizarlas, al final, de la educación del televidente. Eso no tiene
sentido.
Hacer
un juicio moral de si la televisión Colombiana está haciendo bien o mal y
censurarla, argumentando que así se respetan los “derechos del televidente” es
desviar la atención de los problemas de fondo, que en pocas palabras serían
que, los padres no están haciendo un control de lo que su hijos ven, y todavía más
grave, que hay una falla en los colegios, universidades y otras instituciones a
la hora de explicar estos tristes acontecimientos de la historia colombiana. No
veo que nadie le este protestando al Ministerio de Educación por qué no se está
enseñando de forma más detallada el fenómeno del narcotráfico de 1980 a la
actualidad.
Como
bachiller desde hace menos de 4 años, me consta que la mayoría de mis
compañeros apenas conocen bien este fenómeno; en las aulas y en los textos de
sociales solo se menciona como si fuera un hecho menor en la historia colombiana.
Recibimos una educación histórica sobre Colombia muy buena hasta llegar al
Frente Nacional, de ahí para adelante Colombia dejó de existir durante 30 años
hasta que llegó Uribe, según los textos. Si el problema es de educación,
entonces exijámosle educación a quien nos la tiene que dar. ¿Por qué
responsabilizar a RCN de nuestra educación, cuando los colegios y las
universidades no lo hacen?
Por
lo pronto, el consejo que le doy es que sí no le gusta los Tres Caines no la
vea, y a su hijo menor apáguele el televisor.
Juan
Felipe Vélez Tamayo.
Importante reflexión para entender que "lo esencial es invisible a los ojos. El tiempo que estamos compartiendo frente al televisor debe ser una oportunidad de conversación con los hijos y de esta forma desarrollar criterio. Considero que el problema es mas de nuestra capacidad y actitud para conversar en familia, es mas cómodo no pensar y limitarse a criticar sin proponer.
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