Sistema
Nacional de Salud no es una porquería
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista
El Sistema Nacional de Salud (SNS)
se puso en el centro del debate presidencial del pasado 14 de marzo. Ni los
periodistas ni los candidatos mostraron un gran conocimiento tema y,
probablemente porque eso da más réditos electorales, en todos afloró la
tendencia a descalificar un sistema cuyos logros son reconocidos
internacionalmente y que se compara muy favorablemente con los de países más desarrollados
económicamente. Esos logros son en cobertura, oportunidad de la atención y bajo
gasto de bolsillo de parte de los afiliados.
Ya nadie se atreve a negar el
avance en cobertura que llega al 96% de la población, un 47% en el régimen
contributivo, otro tanto en el subsidiado y el restante 6% en regímenes
especiales.
La oportunidad de la atención
se ha cuestionado invocando el número de acciones de tutela que se presentan
para obtener la prestación de los servicios de salud. De tiempo en tiempo el
personaje que ostenta el cargo de “Defensor del Pueblo”, cualquiera que sea,
sale en los medios con frases como esta: “cada hora se presentan 100 tutelas de
salud”. Y durante varios días esa frase se repite ad nauseam dejando en
la gente el sentimiento de que el SNS es una porquería.
La gráfica 1 muestra el número
acciones de tutela en salud entre 2011 y 2020[1]. Ciertamente han venido creciendo,
pero no hay forma de saber si son muchas o son pocas sin tener un referente que
sirva de comparación.
Gráfica
1
La gente recurre a la tutela
cuando la EPS niega una atención o servicio de salud de cualquier naturaleza.
Se sigue de ahí que la comparación debe hacerse con la totalidad de atenciones
o servicios de salud prestados por el SNS durante el mismo lapso en
el que se presentaron las tutelas.
La unidad de medida de los
servicios de salud es el Registro Individual de Prestación de Servicio” (RIPS).
En el sistema se distinguen cuatro clases de RIPS, a saber: consultas,
urgencias, hospitalizaciones y procedimientos de salud. El significado de las
tres primeras categorías es obvio, la cuarta abarca desde el suministro de una
aspirina hasta la realización de una cirugía de corazón abierto.
La gráfica 2, con datos del Sistema
Integrado de Información de la Protección Social, SISPRO[2], muestra las atenciones o
RIPS del SNS en 2019. Se toman los datos del 2019 porque los de 2020 y 2021
están distorsionados por efecto de la pandemia.
Gráfica
2
En 2019 el sistema realizó
cuatrocientos sesenta y un millones, cuatrocientos treinta y dos mil,
doscientas sesenta y una atenciones o
RIPS; de las cuales doscientas siete mil, trescientas sesenta y ocho fueron por tutela.
Esto significa que el 0,04494007% requirieron tutela y el 99,9550599% no. Otra
forma de verlo, para expresarlo, en los términos que le gustan al “Defensor del
Pueblo” y a la prensa, sería esta: Cada hora el Sistema Nacional de Salud
realiza 52.675 atenciones sin tutela.
El gasto en salud de bolsillo
propio de los colombianos es increíblemente bajo. La gráfica 3 muestra las ponderaciones
y el valor de la canasta familiar con la que el DANE estima las variaciones de
los precios al consumidor. Las cifras son muy confiables pues la encuesta con
la que se estimaron las ponderaciones fue realizada en 2018, con lo que se
cambió la canasta que se venía empleando desde 2008.
A precios de junio de 2019, la
canasta familiar del colombiano promedio valía $ 3.488.577 de los cuales $
59.655 se gastaban en salud, es decir, el 1,71%, casi lo mismo que el gasto en
bebidas alcohólicas, tabaco y estupefacientes.
Gráfica
3
Adicionalmente, el peso del
gasto en salud dentro del gasto total de los colombianos ha venido disminuyendo
desde la adopción del Sistema Nacional de Salud basado en la denostada ley 100
d 1993.
Gráfica
4
La emergencia del COVID 19 puso en evidencia de forma contundente la protección financiera que el SNS da a los afilidados. Las miles de personas que fueron hospitalizadas o recibieron atención domiciliaria no tuvieron que pagar un solo peso pues la totalidad de los costos fueron asumidos por las EPS. En otros países del mundo, incluidos los desarrollados, el pago por los tratamientos del COVID 19 dejó en la ruina a millones de familias.
En síntesis: desde el punto de vista del
usuario, el Sistema Nacional de Salud, basado en la separación del
aseguramiento y la prestación del servicio, ha sido exitoso en cobertura,
atención oportuna y bajo costos para el usuario.
El SNS tiene otros problemas,
entre ellos la existencia de incentivos perversos que conducen al uso abusivo
de los servicios y facilitan la corrupción. Sobre este último punto, el
candidato Gustavo Francisco Petro Urrego haría bien en hablar con su carnal Roy
Leonardo Barreras Montealegre, quien sabe mucho del asunto. No es sarcasmo.
LGVA
Marzo de 2022.
[1] https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/DE/CA/informe-tutelas-orden-30-2020.pdf
[2] https://www.sispro.gov.co/Pages/Home.aspx
¡Excelente! muy buen análisis de la data. Mil gracias por generar este tipo de información.
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