Las repúblicas independientes de Bogotá, Cali y
Medellín
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
A finales de los años cincuenta y principios de los sesenta
del siglo pasado, grupos de delincuentes se apoderaron de pequeñas porciones
del territorio nacional imponiendo, por la fuerza de las armas, su dominio a
los indefensos pobladores, a quienes cobraban “impuestos”, “organizaban” sus labores
productivas e impartían “justicia”. Por esa razón, Álvaro Gómez Hurtado, con su
habitual lucidez, les dio el nombre de “Repúblicas Independientes” a las
veredas de Marquetalia (Tolima), El Pato (Huila), Riochiquito (Cauca) y
Guayabero (Guaviare), donde se enseñoreaban esos delincuentes.
Entendiendo que era inaceptable tener a algunos de sus
ciudadanos en tan ominosa situación, el gobierno del presidente Guillermo León
Valencia ordenó una operación militar que permitió la liberación de los
territorios. Los delincuentes que se dieron a la fuga formaron una guerrilla
móvil de la que saldrían las Farc.
Las “repúblicas independientes” parecen estar
renaciendo, no en veredas remotas, sino en las tres principales capitales del
País.
Desde el 28 de abril y durante todo el mal llamado
“Paro Nacional”, las tres principales ciudades del País se transformaron en
“Republicas Independientes”. Bandas de delincuentes armados bloquearon vías,
destruyeron a placer bienes públicos y privados, aterrorizaron a la población y
atentaron contra la salud pública; con la complacencia y protección de las
alcaldías de Bogotá, Medellín y Cali.
Esos delincuentes, que se autodenominan “Primera
Línea”, acampan en diversos lugares de esas ciudades, haciendo ostentación de
su armamento y realizando prácticas de lucha callejera. En Bogotá, un ciudadano
pereció decapitado por una guaya de un bloqueo; en Medellín, impartieron
entrenamiento en lucha callejera a menores de edad en un parque público y se
tomaron las instalaciones de la Universidad de Antioquia; en fin, en Cali
mantienen retenes en los que cobran peajes a los ciudadanos que transitan en
carro o a pie. Increíblemente, la alcaldesa de Bogotá y los alcaldes de
Medellín y Cali los acogen en sus despachos y les ofrecen dádivas y regalos
para premiar sus ataques contra la sociedad.
Los alcaldes de Medellín, Cali y Bogotá han incumplido
ostensiblemente sus deberes constitucionales y legales, en particular, con el
artículo 315 de la Constitución, que supuestamente los obliga a conservar el
orden público, “de conformidad con la ley y las instrucciones y órdenes que
reciban del presidente de la república y del gobernador”. Por su parte, el
presidente, según el artículo 189 de Constitución, tiene el deber de “conservar
el orden público en todo el territorio nacional y reestablecerlo
donde fuere perturbado”. No se sabe si el presidente no ordenó nada o si, habiéndolo
hecho, los alcaldes no obedecieron sus órdenes. En todo caso, durante los días
del paro, se tuvo la impresión de que la constitución de Colombia quedó
derogada en Bogotá, Cali y Medellín.
Los militantes de la “primera línea”, los indígenas
mingueros y otros grupos delincuenciales han hecho pública su intención de
reanudar su violencia contra la sociedad con ocasión del 20 de julio en Bogotá,
Medellín y Cali. Si los delincuentes logran su propósito de intimidación y
destrucción en impunidad, habrá que concluir que nuestras tres principales
ciudades definitivamente son “repúblicas independientes” donde no rige la
constitución colombiana ni gobierna el presidente Duque.
LGVA
Julio de 2022.
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