La
victoria de Emmanuel Macron, una buena noticia.
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista,
Universidad EAFIT
La victoria de Emmanuel
Macron en la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas es una buena
noticia para Francia, para Europa y para los liberales y demócratas del mundo
entero. Las encuestas indicaban un
empate técnico con una intención de voto alrededor de 20% para cada uno de los cuatro principales candidatos: el izquierdista
Jean Luc Melechon, la derechista Marine Le Pen, el centrista François Fillon y el mismo Macron. Cualquier cosa podía
ocurrir, incluido el escenario de poner al diablo a escoger entre Le Pen y
Melechon en la segunda vuelta.
Emmanuel Macron, quien no ha
cumplido aún 40 años, estuvo vinculado como socio a la banca de inversión Rothschild
y de allí pasó, en 2012, a integrar el equipo económico del gobierno François
Hollande, primero como asesor del presidente y después como Ministro de
economía, recuperación productiva y asuntos digitales. Macron hace parte de lo
que puede denominarse el ala liberal del Partido Socialista francés; a la que pertenecen
Michel Rocard, Jean-Pierre Chevènement y
Jaques Attali, su mentor político. No obstante, Macron no aspiró a la
presidencia a nombre de ese partido, al que renuncio poco después de lanzar su
candidatura a nombre del movimiento ¡En
Marche!, creado para el efecto.
Sorprendentemente Macron ha
ganado con una propuesta política contraria al populismo antieuropeo,
nacionalista y asistencialista que hace carrera en Europa. Entre todos los 11
candidatos, Macron se posicionó como el más pro-europeo y se declaró
abiertamente partidario de la permanencia de Francia en la Zona Euro. Este
punto será un tema fundamental en la segunda vuelta pues Marine Le Pen propone
la realización de un referendo para resucitar el franco y sacar a Francia de la
Unión Europea.
Aunque Macron propone una
reducción del gasto público de 60.000 millones de euros, que llevaría a la
supresión de 120.000 funcionarios gubernamentales en cinco años, y quiere
reducir el impuesto a las sociedades y las
cotizaciones empresariales a la seguridad social, sus propuestas de ser
llevadas a cabo se traducirían en una pequeña reducción del tamaño del estado francés,
cuyo gasto pasaría del 54% al 52% del PIB.
Ciertamente, Macron no
significa el desmonte del colosal estado burocrático francés, pero algunas de
sus propuestas apuntan a hacer menos atractivo el “servicio público” y el
ejercicio profesional de la política. Está por ver si los congresistas aceptan
eliminar su régimen especial de jubilación o renunciar el desempeño de otros
cargos públicos mientras mantienen su condición de parlamentarios. Seguramente
la necesidad de asegurarse una mayoría en la Asamblea Nacional, le hará olvidar
su propuesta de reducir en un tercio en número de congresistas y todas las que
buscan hacer más eficiente el proceso legislativo.
A diferencia de la mayoría de los políticos
franceses de izquierda y derecha, Macron apoya la plataforma UBER que a su
juicio ha significado la posibilidad de un trabajo digno para miles desempleados. Estos auto-empresarios, como se
les denomina, fueron importantes en el impulso de su candidatura. En fin,
Macron es el único de los 11 candidatos que apoya el tratado de libre comercio
entre la Unión Europea y Canadá. Nada de esto lo convierte en un liberal
radical y menos en un anarco-capitalista, pero para los partidarios de la
libertad económica sus credenciales son mejores que las de todos sus
antagonistas. Por eso, su victoria en la segunda vuelta es una buena noticia.
LGVA
Abril de 2017
Bien dicho!
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