Segundo
paro agrario: limosneros con garrote
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista,
Docente Universidad EAFIT
Para el año en curso,
el presupuesto para el sector agropecuario asciende a 5.2 billones de pesos. Un
40% más que el de 2013, el que a su turno superaba en 55% el de 2012, que había
presentado un crecimiento de 26% sobre el de 2011. Entre 2010 y 2014, los recursos
destinados al sector agropecuario se han multiplicado por 3. De nada ha
servido. Podrían multiplicarse por 5 ó por 10 y de nada serviría. Plata tirada
por el caño pues, como reveló recientemente el Ministro Lizarralde, un 90% se
destina a transferencias directas, a precios de sustentación y a toda clase de
subsidios. Nada, o casi nada, se destina a la construcción de obras públicas –
distritos de riego, drenajes, etc. – y muchísimo menos a la investigación y el
desarrollo. En el rubro “Investigación básica, aplicada y estudios” del
presupuesto del ICA, la entidad supuestamente dedicada a la investigación del
sector, aparece un partida de $ 4.917 millones: es decir, el 0,09% del presupuesto
total para el sector y 2% del presupuesto del mismo ICA.
El camino elegido por
el país para el desarrollo del sector agrícola es el peor de todos los
posibles. Lo saben los expertos. Los subsidios son “la base más endeble y
frágil de una agricultura”, dice Juan José Perfetti. José Leibovich señala, por
su parte, que “esa plata sería mejor utilizada si se apoya al sector con bienes
públicos, se da mejor asistencia técnica, vías y mejor capacitación”. Lo sabe
el Ministro Lizarralde quien hace poco propuso cambiar la ecuación del sector
destinando el 50% a bienes públicos y el otro 50% a subsidios. Por poco lo
sacan de gobierno y por poco lo linchan las “dignidades” paperas, cafeteras,
arroceras, etc.
La plata del sector
agropecuario es plata de bolsillo. Lo es la de Agro Ingreso Seguro, que tiene
una partida vergonzante de casi $ 400.000 millones en el presupuesto del
Ministerio pues aún está vigente la ley que lo ordena. Lo es la que manejan los
fondos sectoriales que administran, Señora Contralora, sin rendirle cuenta a
nadie las innumerables agremiaciones del sector. Lo es – 1.5 billones - la del
ineficiente y odioso impuesto del 4 por mil que el apetito insaciable de las “dignidades”
cafeteras, paperas, arroceras, etc. impidió desmontar con el brutal paro
agrario del año pasado.
Pero no, los subsidios
no son suficientes, proclaman sin vergüenza los líderes del sector agropecuario.
Y es aquí donde está el problema. Desde hace muchos años, los líderes y organizaciones
del sector – los viejos gremios que se agrupan en la SAC y las nuevas “dignidades”
que se agrupan sabe Dios dónde – se han convertido en una caterva de limosneros
en lugar de promover entre los productores y campesinos que dicen representar las
mejores práctica productivas y de exigir del gobierno la inversión en obras de
públicas e investigación. Como ocurre siempre en estos casos, los mendicantes terminan
por creer que la limosna es una obligación y se transforman en lo que son hoy:
limosneros con garrote.
En 1980 los subsidios
gubernamentales representaban el 40% del ingreso de los agricultores de Nueva
Zelanda. La sociedad se cansó. Por eso, en 1984, un gobierno laborista - sí,
laborista, no neoliberal - los suprimió de tajo y prácticamente redujo a cero
los aranceles. Hubo paros y protestas. El gobierno resistió. Finalmente, los
productores agropecuarios volvieron a su trabajo y tomaron en sus manos su
propio destino. El final de la historia es bien conocido y está a la vista de
quien quiera enterarse. Hoy Nueva Zelanda, como todo mundo sabe, es una
potencia en producción y exportaciones agropecuarias, sin subsidios ni
protección. La Federated Farmers of New Zealand señala que la experiencia de su
país “derrumbó el mito según el cual el sector agropecuario no puede progresar
sin subsidios gubernamentales”.
Yo, por mi parte, estoy
dispuesto a soportar un tercero, un cuarto y hasta un quinto paro agropecuario
si es eso lo que se necesita para que sus líderes entiendan por fin que la base
de prosperidad del sector no está en las dádivas que extorsivamente reclaman –
no del gobierno, sino del resto de la sociedad que es la que a fin de cuentas
las paga con impuestos y precios elevados – sino en el trabajo duro, creativo,
comprometido donde también radica la verdadera dignidad.
LGVA
Mayo de 2014.
dos comentarios: corpoica arbitra recursos importantes de ciencia, tecnología e innovación agropecuaria; adicionalmente, el 21% de las regalías de ct+i, el 21% de las mismas, o sea el rubro más grande de los proyectos aprobados corresponde al sector agropecuario. Debemos insistir en que los recursos se dirijan hacia la investigación, la transferencia tecnológica, en campos que están muy atrasados de implementar como los sistemas agrosilvopastoriles y la agroecología, que nos permitirían mayor valor agregado al producir alimentos sanos y seguros.
ResponderEliminarProfesor lo felicito este blog si estuvo muy acertado e imparcial
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