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martes, 6 de septiembre de 2011

El ranking de los presidentes de la Fundación Liderazgo y Democracia

El Ranking de los presidentes de la Fundación Liderazgo y Democracia

Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista, Docente, Universidad EAFIT

La Fundación Liderazgo y Democracia presentó recientemente una clasificación del desempeño de los presidentes de Colombia, difundida por la revista Semana en su edición del 20 de noviembre de 2010. Veinte expertos – historiadores, economistas, etc. – fueron invitados a calificar de 1 a 10 el gobierno de 42 mandatarios que ejercieron el poder durante 2 ó más años, en 11 aspectos considerados importantes.  Como en todo ejercicio de esa naturaleza, los resultados de éste son discutibles. Seguramente propiciar la discusión al respecto es uno de los propósitos de la Fundación. Esta es una contribución al debate.
No se encuentra, en el portal de la Fundación, ninguna definición de los aspectos o categorías sometidas a evaluación; muchos de los cuales ciertamente la precisan. Por ejemplo, ¿qué es eso de “Persuasión pública”, “Capacidades administrativas” o “Prestancia moral”?.  Si no se sabe lo que son las cosas, mucho menos se sabrá cómo medirlas. ¿Cómo se midió la prestancia moral de Rafael Núñez, por ejemplo, para que no alcanzara siquiera una nota de “aprobatoria”? o  ¿qué hizo de inmoral Misael Pastrana para que reprobara esa asignatura?. Resulta difícil creer que los ilustres intelectuales que asignaron las notas hayan tenido en cuenta  los escarceos amorosos del primero o los chismorreos sobre las inclinaciones del segundo para valorar sus obras de gobierno. Winston Churchill era borracho, tahúr y mujeriego: ¿qué nota habría alcanzado?
Pero aún cuando se sabe, o se cree saber, lo que son las cosas tampoco resulta obvia la medición o el sentido de la misma. Tomemos por ejemplo eso del “Respeto al Estado de Derecho”. Alvaro Uribe obtuvo una nota de 3,5 sobre 10 que lo arroja a vergonzoso puesto 40. ¿Cómo se obtuvo ese resultado?.  No se sabe. Los evaluadores debería explicar sus notas respondiendo estas preguntas: ¿Cuántos medios de comunicación cerró Uribe Vélez?; ¿cuántas veces les impuso censura?; ¿en cuántas oportunidades clausuró el congreso?; ¿cuántas veces cerró las altas cortes?; en fin, ¿cuántas de sus sentencias desacató su gobierno?. Sin  cifras sobre estas y otras cuestiones cualquier valoración de este aspecto es un mera opinión subjetiva que, por supuesto, cualquiera puede tener, pero que no puede aspirar a ser, como lo pretende la Fundación, “un instrumento repetible, con estándares internacionales, excelencia académica y políticamente independiente”. 

Algo más con relación al “Respeto al estado del derecho”: ¿es siempre malo irrespetarlo?.  En este aspecto Bolívar y Núñez ocupan, respectivamente, los puestos 36 y 32, entre 42 mandatarios evaluados. Aquí coincido plenamente con los expertos de la Fundación: ambos fueron irrespetuosos impenitentes del estado del derecho;  pero esa es su gloria, no su baldón. Bolívar se pasó toda su vida irrespetando el estado de derecho colonial: lo violó una y otra vez, le declaró una guerra a muerte, lo combatió sin tregua hasta acabar con él. Núñez, por su parte,  victorioso de la guerra civil de 1885,  declaró difunta la constitución de Rionegro y le dio al país la constitución del 86, la cual, al tiempo que impidió su disolución en 8 ó 9 republiquitas de gamonales;  con las reformas de 1910, se convirtió “en una carta de navegación aceptable para la paz política y conducente al crecimiento económico moderno que alcanzó Colombia en el siglo XX”,  como lo reconoce un economista marxista como Kalmanovitz. 

El problema es que la de “Respeto del estado del derecho” es una categoría leguleya que no es adecuada para evaluar los grandes personajes de la historia. Desde la Revolución Francesa – máximo irrespeto al estado del derecho absolutista – casi todos los grandes personajes de la política deben su lugar en la historia a alguna violación del estado del derecho prevaleciente. Lincoln  violó la constitución americana, como puede comprobarlo cualquiera que la lea,  al declararle la guerra a los estados del sur: los esclavistas sureños, por más antipáticos que resulten, tenían el derecho de separarse de la Unión como lo pretendieron. Garibaldi, Riego y Kosiusko irrespetaron el estado de derecho absolutista en Europa como lo hicieron en América Bolívar, San Martin, O ´Higgins, Hidalgo, Morelos y Morazán. Los pueblos de la antigua Unión Soviética y de Europa Orienta irrespetaron el estado de derecho socialista. ¿Por qué se debe condenar a Yeltsin: por borrachín o por haber encabezado el movimiento contra el estado del derecho de la URSS? ¡Cuán felices serían los venezolanos, los nicaragüenses o los bolivianos si algún irrespetuoso del estado del derecho los liberara de las satrapías que los oprimen!

Solo uno de los aspectos evaluados, “Manejo de la Economía”, admite alguna contrastación con la evidencia empírica y de ésta no salen muy bien parados los ilustres evaluadores. Miguel Abadía Mendez está en el fondo del escalafón: puesto 41 entre los 42 presidentes calificados y puesto 23 entre los 24 del siglo XX. Esto es bien curioso pues resulta que la tasa de crecimiento promedio anual (p.a.) del PIB alcanzada durante los cuatro años de su gobierno, 1926 -1930,  fue de 7,38%, la más alta de cualquier período presidencial del siglo XX y, por supuesto, del siglo XIX. Abadía Mendez se ganó la lotería: manejó muy mal la economía y a pesar de ello ésta tuvo el mejor desempeño en toda su historia. También se ganó la lotería Misael Pastrana Borrero bajo cuyo mandato el PIB creció 6,64% p.a.  Ciertamente fue una gran lotería la de Pastrana: haber tenido el plan de desarrollo más coherente que se haya formulado en Colombia,  inspirado por Lauchin Currie, quien le enseñó economía a este País, y haber nombrado como director del DNP a Roberto Arenas Bonilla y como Ministro de Hacienda a Rodrigo Llorente Martinez. En la clasificación de la Fundación Pastrana Borrero está de 16, entre todos los ex – presidentes, y de 11 entre los del siglo XX. Ospina Perez, que tiene el tercer registro de crecimiento promedio anual del PIB  en su mandato, 6,27%, está de 19. Rojas Pinilla está de 35 y de 18 entre los del siglo XX  aunque por el desempeño de la economía en su período, 5,24% p.a., se ubica de quinto entre estos últimos. En fin, Turbay Ayala, con un crecimiento de 5.05% p.a, está en los lugares 31 y 15.

Perdidos en categorías inapropiadas,  indefinidas o indefinibles,  inconmensurables o contraevidentes; los responsables de la Fundación se olvidan de preguntar por lo fundamental: la competencia de los gobiernos para garantizar la seguridad de las personas y sus propiedades. Desde Hobbes y Locke todo liberal entiende que la principal función de un gobierno es dar seguridad a los asociados, garantizar sus derechos de propiedad y protegerlos contra la agresión externa. Sorprendentemente esto no se indaga.  Ninguna de las once categorías evaluadas da cuenta de esta cuestión definitiva para la evaluación de todos los gobiernos de la historia nacional. No ha habido ninguno que se propusiera como objetivo supremo de su actuar la igualdad de las riquezas o la salvación de las almas de los asociados. Olvido u omisión deliberada; en cualquier caso algo inaceptable para un ejercicio pretendidamente académico.

Diciembre de 2010.

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