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miércoles, 16 de junio de 2021

Las mentiras Santos y la verdad de Uribe (I)

 

 

Las mentiras Santos y la verdad de Uribe (I)

 

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

 

La declaración del expresidente Juan Manuel Santos ante la Comisión de la Verdad, cuyo texto completo reproduce El País de España, en su edición digital del 11 de junio[1],  es un documento mentiroso que debe además tener un propósito avieso en el marco de la guerra jurídica desatada contra Uribe Vélez.

Son tres las mentiras articuladas que Santos se esfuerza por hacer aparecer como verdad:

i)             Uribe estaba empeñado en la derrota militar de las Farc con exclusión de cualquier posibilidad de negociación.  

ii)            Empeñado una solución estrictamente militar, Uribe no daba importancia alguna a los derechos humanos.

iii)           Por su desdén por los derechos humanos, Uribe fue indolente frente al asuntos de los “falsos positivos”, que incluso fueron estimulados por su presión por resultados. 

En esta nota se desmontará la primera mentira, de las otras dos se tratará en posteriores entregas.

 Afirma Santos:

“Si bien el documento de la Política de Defensa y Seguridad Democrática de 2003 dejaba una puerta abierta a la negociación, Uribe en realidad pretendía acabar militarmente a las Farc, quería una derrota total. Nunca quiso ni siquiera reconocer la existencia de un conflicto armado; los guerrilleros para él eran unos simples narcotraficantes y terroristas”.

Esa afirmación, y Santos lo sabe, va en contravía de lo consignado en la Política de Defensa y Seguridad Democrática (PDSD), expedida el 16 de junio de 2003 y que rigió las actuaciones del Ministerio de Defensa durante los dos gobiernos de Uribe Vélez. Allí se lee lo siguiente:

“El Gobierno Nacional mantiene abierta la puerta a una negociación con aquellos que se decidan a participar en la vida democrática, con la condición de que cumplan un estricto cese de hostilidades. Así disminuirá la violencia y se asegurará el respeto a los derechos humanos. Por ello, la consigna del Gobierno es: urgencia para el cese de hostilidades, paciencia para la negociación y el desarme. Quienes se reintegren a la sociedad y la vida democrática tendrán todas las garantías para ejercer la política que merece el disidente dentro de la democracia”[2].

Contrariamente a lo que afirma Santos, la apertura a una negociación con la guerrilla, condicionada al cese de hostilidades y de las acciones terroristas, ha sido una posición mantenida por Uribe Vélez a lo largo de toda su vida política no solo en declaraciones y documentos públicos sino también en sus actuaciones como gobernante, como ocurrió durante su exitoso desempeño en la Gobernación de Antioquia entre 1995 y 1997.

A mediados de los noventa, las Farc rechazaron la negociación con el gobierno de Samper, por considerarlo ilegítimo, y reclamaron la realización de diálogos regionales, como condición para poner término a sus acciones violentas.  Con la autorización de Samper y su ministro Serpa, Uribe Vélez propuso a las Farc, por intermedio de la Comisión Facilitadora de Antioquia, adelantar ese diálogo en la región de Urabá. Las Farc rechazaron lo que habían pedido con insistencia. En su momento Uribe expresó lo siguiente:

“No obstante la falta de voluntad de la guerrilla, es deber del gobierno y de la sociedad no desfallecer en la búsqueda del diálogo y la negociación”[3]

En ese mismo texto de diciembre de 1997 – elocuentemente titulado “Ganar la paz derrotando políticamente a los guerreristas” – se encuentra esta frase que sintetiza sin ambigüedad la posición de Uribe:

“El ideal es ganar la paz con la derrota política de la guerrilla y la solución negociada, pero es necesario contar con los medios y la actitud para propinarle a la guerrilla una derrota de autoridad”[4].

Pretende Santos que por el hecho de Uribe calificar a las Farc de narcotraficantes y terroristas – que lo eran y lo son – excluía la posibilidad de diálogo. En un discurso fundamental durante la campaña presidencial de 2002, en el que expuso la política de seguridad democrática, entendida como “autoridad eficaz que contenga y disuada a los violentos”, Uribe Vélez expresó lo siguiente:

“Esa política de seguridad necesita también el diálogo, pero el diálogo útil. El País no puede hoy, por la necesidad que tenemos de enfrentar el terrorismo, abandonar la perspectiva del diálogo. Hay que mantener abiertas las puertas de manera seria y eso exige notificar permanentemente, ojalá a través de la comunidad internacional, al movimiento insurgente, que estamos ansiosos de diálogo, pero que deben abstenerse de acciones terroristas y decretar y poner en práctica el cese de hostilidades”[5]

Ya como presidente, sin dejar de adelantar la política de seguridad democrática, Uribe buscó la negociación con la Farc.

En 2018 la revista Semana, con el aparente propósito de menoscabar la oposición de Uribe al Acuerdo de La Habana, reveló el llamado Informe Génesis que daba cuenta de los acercamientos que buscó Uribe con las FARC en 2004 por intermedio de Angelino Garzón, entonces gobernador del Valle del Cauca[6].

¡Valiente primicia! En su libro “No hay causa perdida”, publicado en 2012, Uribe había ya contado ese cuento:

“A pesar de todos nuestros progresos y de la voluntad política que nos animaba, la capacidad de los grupos armados seguía siendo formidable. Las FARC rechazaron nuestra oferta de conversaciones y continuaron masacrando soldados y personas inocentes con la misma dosis de crueldad”[7]

Para abundar en detalles, léase lo siguiente:

“Por fin, el 30 de diciembre de 2005 las FARC confirmaron oficialmente lo que ya era claro: no tenían ningún interés en las conversaciones. Con falsedad, declararon que nunca había recibido la propuesta de los mediadores internacionales y que Raúl Reyes, el segundo al mando de ese grupo, afirmó que nunca aceptaría un canje de secuestrados mientras yo fuera presidente.”[8]

Una más, especialmente importante puesto que se refiere a lo acontecido cuando Santos era ya ministro de defensa:

“A pesar de estos reveses, no nos dimos por vencidos. Diez meses más tarde aceptamos otro intento de entablar conversaciones. En octubre de 2006, poco después de ser reelegido como presidente, ofrecimos de nuevo retirar nuestras tropas de la zona que rodea a Florida y Pradera, dos municipios del suroriente colombiano, con el propósito de crear un corredor para que las FARC liberaran secuestrados. Esta propuesta la hicieron también los negociadores europeos, quienes aseguraron que las FARC habían acordado liberar por lo menos un secuestrado. Abrimos el corredor, pero nadie llegó, y unos pocos días después un terrorista de las FARC vestido como oficial de la Marina hizo explotar una camioneta contra una escuela militar en el norte de Bogotá”[9]

Lo expuesto se resume en tres puntos:

i)             La búsqueda de negociación con la guerrilla era un componente fundamental de la Política de Defensa y Seguridad Democrática.

ii)            A lo largo de toda su vida política, como puede evidenciarse en múltiples documentos, Uribe defendió la negociación con la guerrilla, condicionada al cese de hostilidades y de las acciones terroristas.

iii)           Como gobernador, primero, y, luego, como presidente, Uribe adelantó acciones y permitió gestiones para iniciar conversaciones con las FARC.

Por tanto, puede afirmarse que Santos miente cuando sostiene que Uribe buscaba la derrota militar total de las FARC excluyendo cualquier negociación.

LGVA

Junio de 2021.



[2] Presidencia de la República – Ministerio de Defensa (2003). Política de defensa y seguridad democrática 2003. Página 23.

 

[3] Uribe Vélez (2002). Del escritorio de Uribe: selección de textos. Instituto de estudios liberales de Antioquia (IELA), Medellín, abril de 2002. Página 57.

 

[5] Uribe Vélez (2002). Página 277.

 

[7] Uribe Vélez (2012). No hay causa perdida. CELEBRA – PEGUIN BOOKS. New York, 2012. Página 191.

 

[9] Uribe Vélez (2012). Página 226.

 

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