Las
mentiras Santos y la verdad de Uribe (I)
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista
La declaración del
expresidente Juan Manuel Santos ante la Comisión de la Verdad, cuyo texto
completo reproduce El País de España, en su edición digital del 11 de junio[1], es un documento mentiroso que debe además
tener un propósito avieso en el marco de la guerra jurídica desatada contra
Uribe Vélez.
Son tres las mentiras
articuladas que Santos se esfuerza por hacer aparecer como verdad:
i)
Uribe estaba empeñado en la derrota militar de
las Farc con exclusión de cualquier posibilidad de negociación.
ii)
Empeñado una solución estrictamente militar,
Uribe no daba importancia alguna a los derechos humanos.
iii)
Por su desdén por los derechos humanos, Uribe
fue indolente frente al asuntos de los “falsos positivos”, que incluso fueron
estimulados por su presión por resultados.
En esta nota se desmontará la
primera mentira, de las otras dos se tratará en posteriores entregas.
Afirma Santos:
“Si bien el documento de la
Política de Defensa y Seguridad Democrática de 2003 dejaba una puerta abierta a
la negociación, Uribe en realidad pretendía acabar militarmente a las Farc,
quería una derrota total. Nunca quiso ni siquiera reconocer la
existencia de un conflicto armado; los guerrilleros para él eran unos simples
narcotraficantes y terroristas”.
Esa afirmación, y Santos lo
sabe, va en contravía de lo consignado en la Política de Defensa y Seguridad
Democrática (PDSD), expedida el 16 de junio de 2003 y que rigió las actuaciones
del Ministerio de Defensa durante los dos gobiernos de Uribe Vélez. Allí se
lee lo siguiente:
“El Gobierno Nacional mantiene
abierta la puerta a una negociación con aquellos que se decidan a participar en
la vida democrática, con la condición de que cumplan un estricto cese de
hostilidades. Así disminuirá la violencia y se asegurará el respeto a los
derechos humanos. Por ello, la consigna del Gobierno es: urgencia para el cese
de hostilidades, paciencia para la negociación y el desarme. Quienes se
reintegren a la sociedad y la vida democrática tendrán todas las garantías para
ejercer la política que merece el disidente dentro de la democracia”[2].
Contrariamente a lo que afirma
Santos, la apertura a una negociación con la guerrilla, condicionada al cese de
hostilidades y de las acciones terroristas, ha sido una posición mantenida por
Uribe Vélez a lo largo de toda su vida política no solo en declaraciones y
documentos públicos sino también en sus actuaciones como gobernante, como ocurrió
durante su exitoso desempeño en la Gobernación de Antioquia entre 1995 y 1997.
A mediados de los noventa, las
Farc rechazaron la negociación con el gobierno de Samper, por considerarlo
ilegítimo, y reclamaron la realización de diálogos regionales, como condición
para poner término a sus acciones violentas.
Con la autorización de Samper y su ministro Serpa, Uribe Vélez propuso a
las Farc, por intermedio de la Comisión Facilitadora de Antioquia, adelantar
ese diálogo en la región de Urabá. Las Farc rechazaron lo que habían pedido con
insistencia. En su momento Uribe expresó lo siguiente:
“No obstante la falta de
voluntad de la guerrilla, es deber del gobierno y de la sociedad no desfallecer
en la búsqueda del diálogo y la negociación”[3]
En ese mismo texto de
diciembre de 1997 – elocuentemente titulado “Ganar la paz derrotando
políticamente a los guerreristas” – se encuentra esta frase que sintetiza sin
ambigüedad la posición de Uribe:
“El ideal es ganar la paz con
la derrota política de la guerrilla y la solución negociada, pero es necesario
contar con los medios y la actitud para propinarle a la guerrilla una derrota
de autoridad”[4].
Pretende Santos que por el
hecho de Uribe calificar a las Farc de narcotraficantes y terroristas – que lo
eran y lo son – excluía la posibilidad de diálogo. En un discurso fundamental
durante la campaña presidencial de 2002, en el que expuso la política de
seguridad democrática, entendida como “autoridad eficaz que contenga y
disuada a los violentos”, Uribe Vélez expresó lo siguiente:
“Esa política de seguridad
necesita también el diálogo, pero el diálogo útil. El País no puede hoy, por la
necesidad que tenemos de enfrentar el terrorismo, abandonar la perspectiva del
diálogo. Hay que mantener abiertas las puertas de manera seria y eso exige notificar
permanentemente, ojalá a través de la comunidad internacional, al movimiento
insurgente, que estamos ansiosos de diálogo, pero que deben abstenerse de
acciones terroristas y decretar y poner en práctica el cese de hostilidades”[5]
Ya como presidente, sin dejar
de adelantar la política de seguridad democrática, Uribe buscó la negociación
con la Farc.
En 2018 la revista Semana, con
el aparente propósito de menoscabar la oposición de Uribe al Acuerdo de La
Habana, reveló el llamado Informe Génesis que daba cuenta de los acercamientos
que buscó Uribe con las FARC en 2004 por intermedio de Angelino Garzón, entonces
gobernador del Valle del Cauca[6].
¡Valiente primicia! En su
libro “No hay causa perdida”, publicado en 2012, Uribe había ya contado ese
cuento:
“A pesar de todos nuestros
progresos y de la voluntad política que nos animaba, la capacidad de los grupos
armados seguía siendo formidable. Las FARC rechazaron nuestra oferta de
conversaciones y continuaron masacrando soldados y personas inocentes con la
misma dosis de crueldad”[7]
Para abundar en detalles,
léase lo siguiente:
“Por fin, el 30 de diciembre
de 2005 las FARC confirmaron oficialmente lo que ya era claro: no tenían ningún
interés en las conversaciones. Con falsedad, declararon que nunca había
recibido la propuesta de los mediadores internacionales y que Raúl Reyes, el
segundo al mando de ese grupo, afirmó que nunca aceptaría un canje de
secuestrados mientras yo fuera presidente.”[8]
Una más, especialmente
importante puesto que se refiere a lo acontecido cuando Santos era ya ministro
de defensa:
“A pesar de estos reveses, no
nos dimos por vencidos. Diez meses más tarde aceptamos otro intento de entablar
conversaciones. En octubre de 2006, poco después de ser reelegido como
presidente, ofrecimos de nuevo retirar nuestras tropas de la zona que rodea a
Florida y Pradera, dos municipios del suroriente colombiano, con el propósito
de crear un corredor para que las FARC liberaran secuestrados. Esta propuesta
la hicieron también los negociadores europeos, quienes aseguraron que las FARC
habían acordado liberar por lo menos un secuestrado. Abrimos el corredor, pero
nadie llegó, y unos pocos días después un terrorista de las FARC vestido como
oficial de la Marina hizo explotar una camioneta contra una escuela militar en
el norte de Bogotá”[9]
Lo expuesto se resume en tres
puntos:
i)
La búsqueda de negociación con la guerrilla era
un componente fundamental de la Política de Defensa y Seguridad Democrática.
ii)
A lo largo de toda su vida política, como puede
evidenciarse en múltiples documentos, Uribe defendió la negociación con la
guerrilla, condicionada al cese de hostilidades y de las acciones terroristas.
iii)
Como gobernador, primero, y, luego, como
presidente, Uribe adelantó acciones y permitió gestiones para iniciar
conversaciones con las FARC.
Por tanto, puede afirmarse que
Santos miente cuando sostiene que Uribe buscaba la derrota militar total de las
FARC excluyendo cualquier negociación.
LGVA
Junio de 2021.
[1] https://elpais.com/internacional/2021-06-11/declaracion-completa-de-juan-manuel-santos-ante-la-comision-de-la-verdad.html
[2] Presidencia de la República –
Ministerio de Defensa (2003). Política de defensa y seguridad democrática
2003. Página 23.
[3] Uribe
Vélez (2002). Del
escritorio de Uribe: selección de textos. Instituto de estudios liberales de Antioquia
(IELA), Medellín, abril de 2002. Página 57.
[5] Uribe Vélez (2002). Página 277.
[6] https://www.semana.com/nacion/articulo/informe-genesis-dialogos-de-paz-de-alvaro-uribe-con-las-farc/581913/
[7] Uribe
Vélez (2012). No
hay causa perdida. CELEBRA
– PEGUIN BOOKS. New York, 2012. Página 191.
[9] Uribe Vélez (2012). Página 226.
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