Mercar
sin distorsionar los precios ni crear desempleo
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista,
Docente Universidad EAFIT
Me gusta mercar. Mi profesor
de Teoría Monetaria, Jaime Ureña, quien me enseñó todo eso de la dicotomía y
del “velo monetario”, solía decir que el salario nominal se cobra en los bancos
y el salario real en los supermercados. Creo que es por eso que me gusta
mercar: para sentir que en efecto estoy recibiendo mi remuneración real. Eso lo
saben bien las señoras quienes, todavía, se encargan mayoritariamente de “hacer
la remesa”, como dicen, o decían, los payanejos raizales. Aunque ya son muchos
los señores “que mercan”, buena parte de ellos prefieren, como en mi niñez,
recibir una parte de su salario real en bares y cantinas que, in illo tempore, estaban
estratégicamente situadas en la cercanía de las fábricas, para que los obreros
no tuvieran mayor dificultad en cobrar el componente etílico de su
remuneración.
Queriendo conocer algunas
obras de infraestructura construidas recientemente por la Administración
Municipal, me aventuré por un sector de la Ciudad típicamente obrero que no
visitaba hace mucho tiempo. Me extravié y me dejé ir por sus calles y carreras,
pudiendo constatar una positiva transformación urbana. Llamó mi atención un
gran supermercado que no identifiqué con ninguno de los grandes grupos que en
Medellín y en Colombia dominan el negocio del retail. Sentí curiosidad y
entré, y como tenía en mi bolsillo la lista del mercado decidí comprar algunas
cosas para aprovechar los precios que esperaba fueran menores que los de los mercados
de mi barrio, El Poblado, cuyos habitantes tienen mayor poder de compra.
En su polémica con Keynes
sobre las causas del desempleo involuntario, el profesor A.C. Pigou, heredero
de la cátedra de economía de Marshall, señalaba como una de ellas la compra de
bienes para los asalariados por personas que no lo son. Retomaba la vieja idea
clásica según la cual el salario real está conformado por una cierta canasta de
bienes. Cuando los no asalariados demandan esos bienes, sus precios nominales
tienden a aumentar lo cual puede llevar a una elevación del salario nominal y,
como consecuencia de ello, producir desempleo, ceteris paribus.
El argumento de Pigou me ha
parecido siempre extremadamente sutil y, más que todo, bastante divertido. Por
eso, cuando, para ahorrarse unos pesos, alguno de mis amigos sale con la idea de
ir a mercar a la mayorista o a cualquier mercado popular, se lo esgrimo para
hacerle sentir un poco de mala conciencia. Yo mismo, hace años, la experimentaba,
cuando, forzado por Gloria y un bajo poder de compra, iba a mercar al galpón de
“Las Malvinas” de la Mayorista; y la experimenté nuevamente ayer en ese supermercado
de un barrio popular de Medellín. Ténganlo siempre presente los amigos que lean
esta columna: cuando estén aprovechando gangas en mercados populares, están distorsionando
los precios y creando desempleo, según el Profesor Pigou.
Con un par de excepciones, encontré
todos los artículos de mi lista: las mismas marcas y las mismas presentaciones
que en los supermercados de El Poblado. Hace algunos años esto no era así. Recordemos
que un bien económico es algo caracterizado por unos atributos físicos y una localización
en el tiempo y en el espacio. Hoy esos atributos materiales parecen ser prácticamente
iguales para la mayoría de los bienes ofrecidos en todos los mercados y
supermercados. Es decir, los bienes salariales se diferencian cada vez menos de los
no-salariales. Esto es de gran significación en términos de bienestar.
Evidentemente, la diferencia
por la localización espacial se mantiene. Esto lo saben bien los negociantes
del retail y no dejan de aprovecharlo practicando una
juiciosa y sistemática discriminación de precios. Para los artículos de mi
lista las diferencias variaban entre 10% y 15%, lo cual me produjo un ahorro
equivalente a una de Buchanans doce años. Como no me pagan por hacer publicidad,
no voy a revelar la marca ni la localización de ese mercado. Pero tengo, por
supuesto, una razón más altruista: no deseo distorsionar los precios y crear
desempleo. Y a mis amigos, que están esperando que les revele mi secreto, les digo que no sean “chichipatos” y compren en el
Carulla más cercano, que para eso les pagan más.
LGVA
Agosto de 2017
Admirable e increíble capacidad para transmitir los conceptos económicos de manera simple con casos cotidianos
ResponderEliminarEl mercado es un artificio de la civilización, y está muy bien. Pero, tu sólo crees en los mercados Marshallianos. Tú eres el papa del mercado. Hace rato claudicaste a la inteligencia.
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