La
balanza de pagos manda, la balanza comercial obedece.
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista,
Universidad EAFIT
Hay preocupación por la
situación de las cuentas externas del País. En 2015, el déficit en cuenta
corriente fue de US$ 18.925 millones, equivalente a 6,5% del PIB. Un año antes
había sido de US$ 19.593 millones, 5,2% del PIB. El aumento como proporción del
PIB, a pesar de la reducción de US$ 668 millones, se explica por el menor valor
en dólares del PIB, a causa de la depreciación del peso frente al dólar que en
ese año fue de 37%. En el período enero - septiembre de 2016, el déficit
alcanza US$ 9.599 millones, equivalente a 4,7% del PIB. Esto se explica por el
resultado deficitario de la balanza comercial, US$ 7.829 millones, y el déficit
en la cuenta de servicios, US$ 2.437 millones, y en la cuenta de ingreso de
factores, US 3.355 millones, parcialmente compensados por las transferencias
corrientes de US$ 4.023[1].
Los políticos y los
periodistas se escandalizan con el déficit de la balanza comercial y acusan a los
TLC y a la globalización de lo que ven como un tragedia. Los comentaristas
económicos se devanan los sesos tratando de entender por qué persiste el
déficit comercial a pesar de la enorme devaluación del peso. El Ministro de
Hacienda habla de que se está
produciendo un ajuste ordenado de las cuentas externas a la caída del precio
del petróleo y se esfuerza por desviar la atención tratando de que nadie se
percate de que es el propio gobierno con su exceso de gasto el responsable del
desajuste.
El saldo de la cuenta
corriente es el resultado de las transacciones de bienes y servicios y pagos
por factores realizadas por las personas y empresas colombianas con personas y
empresas de otros países. Cuando los residentes nacionales gastan en bienes y
servicios importados y realizan pagos por factores por un valor superior al
de los bienes y servicios que exportan y
a los pagos por factores que reciben, se ven obligados a disminuir sus activos
financieros en el exterior o a aumentar sus pasivos. Aumentan su endeudamiento
neto con residentes extranjeros.
Hay personas y empresas,
principalmente personas, que pueden comprar en el exterior bienes y servicios
por un valor superior al de los bienes y servicios que venden sin aumentar su
endeudamiento neto, es decir, sin reducir sus activos ni aumentar sus pasivos.
Pueden hacerlo porque reciben donaciones o transferencias voluntarias de otros particulares residentes o no residentes. Estas
son principalmente las remesas que los trabajadores colombianos en el exterior
envían a sus familias que en el período enero-septiembre de 2016 fueron de US$ 3.535 millones.
Pero hay también personas y
entidades que sin variar su endeudamiento ni recibir transferencias o
donaciones voluntarias de otros
particulares pueden importar bienes y servicios por un valor superior al valor de
los bienes y servicios que venden o incluso comprarlos sin vender nada en
absoluto. Como no se endeudaron ni recibieron transferencias voluntarias, solo
han podido hacerlo porque han recibido transferencias forzosas de alguien que se
ha endeudado por ellas. ¿Quiénes son esos privilegiados que pueden comprar sin
vender? Si, esos son, los empleados y las entidades del gobierno que son
pagados con los impuestos corrientes o, cuando estos no alcanzan, con los
impuestos futuros que pagarán la deuda en la que ha incurrido el gobierno para
pagar los sueldos y gastos de hoy.
Los economistas hablan de
los déficits gemelos aludiendo con ello a la simultaneidad entre el déficit
fiscal y el déficit en cuenta corriente.
Algunos hacen complicados ejercicios econométricos para tratar de establecer el
sentido de una causalidad que es evidente: el déficit corriente, en especial el
de la balanza comercial, es causado por el déficit fiscal. Uno no se endeuda porque
está gastando por encima de sus ingresos, uno gasta por encima de sus ingresos
porque se ha endeudado. El déficit en cuenta corriente no se crea primero y
después se financia con endeudamiento, el endeudamiento viene primero y
financia el déficit fiscal y el déficit corriente. Cuando el gobierno habla de
la financiación del déficit corriente no se refiere al déficit pasado sino al
actual y al futuro. O más precisamente aún, se está endeudando para poder
gastar más hoy y mañana.
Entre enero y septiembre de
2016, el sector privado recibió US$ 966 millones - por colocación de títulos de
deuda externa y venta de acciones a no residentes - y realizó amortizaciones por US$ 414 millones,
con lo cual su financiamiento externo neto fue de US$ 552 millones. Frente al
mismo período de 2015, las entradas de capital de portafolio al sector privado
disminuyeron en US$ 1.733 millones. Esto significa que el sector privado si se
está ajustando o, dicho de otra forma, no son los particulares quienes están
viviendo por encima de sus medios.
¿Y el sector público? Bien,
gracias, endeudándose para gastar en exceso y provocar el déficit en la balanza
comercial. En efecto, entre enero y septiembre de 2016, el sector público
recibió US$ 6.898 millones de financiamiento externo: colocación de deuda
externa, TES vendidos a extranjeros y créditos bancarios. Es decir que a
diferencia del sector privado, el gobierno insiste en vivir por encima de sus
medios. No importa cuánto se ajuste el sector privado ni cuánto se devalúe el
peso, el déficit comercial persistirá mientras el gobierno no reduzca el
déficit fiscal que aumenta su endeudamiento externo. Nunca como ahora ha sido tan cierto el espléndido aforismo de
Böhm-Bawerk: la balanza de pagos manda, la balanza comercial obedece.
LGVA
Febrero de 2017.
[1] Banco de la República.
Subgerencia de estudios económicos. Evolución
de la balanza de pagos y posición de inversión internacional. Enero-septiembre
de 2016. Diciembre de 2016.
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